Esperanza para los pobres
1 Jesús demostró un interés especial por los pobres. Es cierto que brindó ayuda material a la gente y curó enfermos, pero se concentró en declarar “a los pobres [...] las buenas nuevas” (Mat. 11:5). Hoy día, nuestro ministerio cristiano también beneficia a los pobres, así como a los demás (Mat. 24:14; 28:19, 20).
2 Esperanza genuina. Hay gente pobre que da con generosidad a la iglesia porque sus ministros religiosos les prometen que así les irá mucho mejor. Pero la pobreza y los demás problemas de la humanidad solo puede resolverlos el Reino de Dios. Eso es lo que dice la Biblia (Sal. 9:18; 145:16; Isa. 65:21-23). Así que, cuando le mostramos a la gente lo que la Biblia realmente enseña, le damos verdadera esperanza y la ayudamos a satisfacer su necesidad espiritual (Mat. 5:3).
3 Los fariseos de los días de Jesús mostraban su desprecio hacia los pobres llamándolos ‛am ha·’á·rets (“gente de la tierra”). Pero Jesús consideraba preciosa la sangre de los pobres, es decir, su vida (Sal. 72:13, 14). Podemos imitar a Jesús y mostrar favor a los de condición humilde siendo amables y compasivos (Pro. 14:31). Jamás se nos ocurriría hablar con desprecio de la gente que vive en vecindarios humildes o dejar de predicarles. De hecho, una gran cantidad de quienes están respondiendo al mensaje del Reino son personas de escasos recursos.
4 Ayuda en la actualidad. Cuando alguien del territorio aprende a practicar los principios bíblicos, también aprende qué puede hacer para que la pobreza le afecte menos. Por ejemplo, la Biblia manda huir de la borrachera, el juego por dinero, la pereza, el consumo del tabaco y otras prácticas que agravan la situación económica (Pro. 6:10, 11; 23:21; 2 Cor. 7:1; Efe. 5:5). Por otra parte, fomenta la honradez y el trabajo “de toda alma”, rasgos que hacen valioso a cualquier trabajador (Col. 3:22, 23; Heb. 13:18). De hecho, cierta encuesta reveló que a la hora de contratar a un empleado, lo que más impresiona a los patrones es que la persona sea honrada y cumplidora.
5 A Jehová le duele el sufrimiento de los pobres. Por eso, su Hijo Jesucristo pronto “librará al pobre que clama por ayuda” (Sal. 72:12). De aquí a entonces, tenemos el privilegio de brindar consuelo a toda persona, incluidos los menos favorecidos, con el mensaje de esperanza de la Biblia.