“¡Nunca está en su casa!”
Seguro que hemos dicho eso alguna vez al no encontrar de nuevo a una persona que mostró interés en el mensaje. Por más que lo intentamos, nos resulta casi imposible regar la semilla de la verdad que un día plantamos (1 Cor. 3:6). ¿Qué se puede hacer? Algunos publicadores de experiencia le escriben una carta o le dejan una nota en la puerta. Otros, como ya saben que quizás sea difícil volver a encontrar a la persona en su casa, le piden su número de teléfono. Dicen algo como: “¿Podría mandarle algún mensaje de texto?”. Podemos contar una revisita cada vez que le demos testimonio, ya sea por carta, correo electrónico, mensaje de texto, una nota en la puerta o una llamada telefónica. De esta manera, aunque casi nunca esté en casa, podremos seguir fomentando el interés de la persona por la verdad.