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¡Despertad! 1997
g97 22/5 págs. 8-10

Podemos hallar diversiones sanas

LA BIBLIA no desaprueba el esparcimiento ni lo trata como pérdida de tiempo. Más bien, Eclesiastés 3:4 dice que hay “tiempo de reír” y “tiempo de dar saltos”.a Entre las diversas actividades recreativas del pueblo de Dios, en el antiguo Israel, figuraban la música, el baile y los juegos. Jesús mismo asistió a un gran convite nupcial, así como a “un gran banquete de recepción”. (Lucas 5:29; Juan 2:1, 2.) La Escritura, por tanto, no condena la diversión.

Ya que gran parte de las diversiones exaltan conductas que desagradan a Dios, surge esta pregunta: ¿Cómo logra uno que no degeneren sus criterios de elección de entretenimiento?

Un criterio selectivo

A la hora de elegir actividades recreativas, el cristiano debe guiarse por los principios bíblicos. Por ejemplo, el salmista David escribió: “Jehová mismo examina al justo así como al inicuo, y Su alma ciertamente odia a cualquiera que ama la violencia”. (Salmo 11:5.) Y Pablo dirigió estas palabras a los colosenses: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia [...;] deséchenlas todas de ustedes: ira, cólera, maldad, habla injuriosa y habla obscena”. (Colosenses 3:5, 8.)

Hoy muchos espectáculos atentan contra este consejo inspirado. Aun así, quizás alguien replique: ‘Nunca en la vida haría yo lo que veo en la pantalla’. Y quizás sea cierto. Pero aunque las diversiones que uno escoja no denoten qué clase de persona será más adelante, quizás reflejen cómo es ahora; por ejemplo, si “ama la violencia” o le atraen la ‘fornicación, el apetito sexual, la codicia y el habla obscena’, o, por el contrario, ‘odia lo que es malo’. (Salmo 97:10.)

Pablo escribió a los filipenses: “Cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas”. (Filipenses 4:8.)

¿Significa este pasaje que todos los libros, películas y programas televisivos que traten de alguna acción injusta, como un delito, son malos por necesidad? ¿O hay que prescindir de todas las comedias, ya que no son “de seria consideración”? No, pues el contexto indica que Pablo no hablaba de las diversiones, sino de las meditaciones del corazón, que deben centrarse en lo que agrade a Jehová. (Salmo 19:14.) Con todo, su consejo nos ayuda a seleccionar las actividades recreativas. Podemos aplicar el principio de Filipenses 4:8 y preguntarnos: ‘¿Me hacen meditar en cosas que no son castas las diversiones que escojo?’. De ser así, tenemos que hacer cambios.

Al evaluar el entretenimiento es preciso que “llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables” que somos los cristianos. (Filipenses 4:5.) Una vez excluidas las diversiones extremadas claramente impropias para el auténtico cristiano, uno debe analizar cada caso y tomar decisiones que lo dejen con la conciencia limpia ante Dios y los hombres. (1 Corintios 10:31-33; 1 Pedro 3:21.) No se debe juzgar al prójimo por nimiedades ni imponerle reglas arbitrarias.b (Romanos 14:4; 1 Corintios 4:6.)

El cometido de los padres

En lo que respecta a las diversiones, el padre y la madre desempeñan un papel trascendental. Pablo escribió: “Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe”. (1 Timoteo 5:8.) Así pues, les compete a los padres cuidar de la familia, no solo en el plano material, sino también en el espiritual y el emocional, lo que incluye organizar actividades recreativas sanas. (Proverbios 24:27.)

A veces se descuida esta faceta de la vida familiar. “Lamentablemente —señala un misionero que sirve en Nigeria—, algunos padres consideran el esparcimiento una pérdida de tiempo, así que dejan que los chicos se las ingenien solos, y estos recurren a amistades y diversiones indebidas.” Padres, no caigan en este error. Busquen para sus hijos actividades sanas que de verdad les animen.

No obstante, es preciso tener cautela. El cristiano no debe imitar a la gran cantidad de “amadores de placeres más bien que amadores de Dios” de nuestros días. (2 Timoteo 3:1-4.) En efecto, ha de mantener las diversiones en su debido lugar: la chispa que alegra la vida, pero sin dominarla. Así pues, jóvenes y adultos requieren diversiones idóneas tanto en sus características como en el tiempo que consumen. (Efesios 5:15, 16.)

Hay otras actividades

Muchas diversiones populares no enseñan al individuo a ser activo, sino pasivo; así ocurre, por ejemplo, con la televisión. El libro What to Do After You Turn Off the TV (Qué hacer una vez apagado el televisor) comenta: “Por su naturaleza, [la televisión] enseña la pasividad: la diversión, y aun el aprendizaje, pasan a recibirse sin esfuerzo, sin creación activa nuestra”. Aunque las diversiones pasivas, claro está, también tienen su lugar, si les dedicamos demasiado tiempo libre nos perdemos magníficas oportunidades.

Jerry Mander, escritor que se autodenomina “miembro de la generación pretelevisiva”, explica así los momentos de tedio de su infancia: “Coincidían con una sensación de inquietud. Muy desagradable; tanto, que acababa moviéndome a actuar, a hacer algo. Llamaba a un amigo, salía de casa, iba a jugar a la pelota, leía, o hacía lo que fuera. Al meditar en el pasado, comprendo que aquellos ratos de tedio, de ‘ociosidad’, son la fuente de la creatividad”. El niño, señala Mander, acude hoy a la televisión como remedio rápido contra el aburrimiento. “La televisión —añade— acaba a la vez con la inquietud y con la creatividad que podría fomentar.”

Muchos descubren que las actividades que requieren participación, en vez de pasividad, son más gratas de lo que pensaban. Algunos han constatado lo agradable que resulta leer en grupo. Otros se buscan una afición, como tocar un instrumento musical o pintar. Además, pueden organizarse reuniones sociales sanas.c (Lucas 14:12-14.) También son provechosas las actividades al aire libre. Un corresponsal de ¡Despertad! en Suecia informa: “Hay familias que acampan, pescan, pasean por el bosque, viajan en canoa o caminan por la montaña, por citar algunas actividades que a los jóvenes les encantan”.

No debería extrañarnos que haya elementos corruptores en el entretenimiento actual. Como indicó el apóstol Pablo, las personas de las naciones “andan en la inutilidad de su mente”. (Efesios 4:17.) Es de esperar, por tanto, que gran parte de sus diversiones fomenten “las obras de la carne”. (Gálatas 5:19-21.) Pero el cristiano puede aprender a tomar decisiones sabias sobre el tipo de diversiones que elige y el tiempo que les dedica. También puede considerar el esparcimiento como un asunto de familia, e incluso probar nuevas actividades que sean animadoras y aporten gratos recuerdos para el futuro. En efecto, podemos hallar diversiones sanas.

[Notas]

a Otras formas del vocablo hebreo para “reír” pueden traducirse “jugar”, “ofrecer algún entretenimiento” “celebrar” o “divertirse”.

b Si desea más información, consulte los números de ¡Despertad! del 22 de agosto de 1978, páginas 16-21, y 8 de diciembre de 1995, páginas 6-8.

c Si se desea orientación bíblica sobre el tema de las reuniones sociales, véanse La Atalaya del 15 de agosto de 1992, páginas 15-20, y del 1 de octubre de 1996, páginas 18, 19.

[Ilustraciones de la página 9]

Las diversiones sanas pueden ser gratificantes

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