BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w66 1/8 págs. 453-456
  • El Reino de Dios en las manos de Cristo

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • El Reino de Dios en las manos de Cristo
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • JEHOVÁ EL GOBERNANTE SOBERANO
  • EL HIJO RECIBE AUTORIDAD REAL
  • LA AUTORIDAD DEL REY
  • EL REY CONCEDE PRIVILEGIOS A OTROS
  • Reino de dios
    Ayuda para entender la Biblia
  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
  • Reino de Dios
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
  • ¿Qué es “el reino de Dios”?
    ¡Despertad! 1979
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1966
w66 1/8 págs. 453-456

El Reino de Dios en las manos de Cristo

¿De quién es el reino—de Dios o de Cristo? ¿Por qué es hecho Cristo su rey?

“VENGA tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”—Mat. 6:10.

Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar de esta manera les estaba enseñando a orar por el reino de Dios, el reino de su “Padre . . . en los cielos.” (Mat. 6:9) Aunque en el libro bíblico de Mateo repetidamente se habla de este reino como “el reino de los cielos,” a través de los libros de Marcos y Lucas por lo regular se llama “el reino de Dios.” No obstante, cuando Jesús nació en la Tierra, se predijo de él que ‘él gobernaría como rey para siempre, y que de su reino no habría fin.’ (Luc. 1:33) Jesús personalmente se refirió al Reino como suyo cuando le dijo al gobernador Pilato: “Mi reino no es parte de este mundo. . . . mi reino no es de esta fuente.” (Juan 18:36) Quizás usted pregunte: ¿Puede ser el Reino tanto de Dios como de Cristo al mismo tiempo?

Es evidente que sí, puesto que en Efesios 5:5 el apóstol, hablando de personas indignas, dijo que no tendrían “herencia alguna en el reino del Cristo y de Dios.” ¿Cómo es esto?

No quiere decir que Cristo es Dios y por lo tanto coigual con su Padre. La Biblia registra la propia declaración de Jesús de que “el Padre es mayor que yo.” (Juan 14:28) De hecho, mientras más cuidadosamente consideramos el asunto más patente llega a ser que Cristo, aunque rey, ocupa una posición subordinada a su Padre, Jehová Dios.

JEHOVÁ EL GOBERNANTE SOBERANO

Después de la muerte de Jesús, los mismos apóstoles a quienes había enseñado a orar, más tarde se dirigieron al Padre de él de esta manera: “Soberano Señor, tú eres El que hiciste el cielo y la tierra.”—Hech. 4:24, NM; Mof; NR.

Como lo reconocieron ellos, Jehová es el Soberano Universal. ¿Qué significa esto? “Soberano” significa mucho más que meramente el gobernante o cabeza de un gobierno. Significa el que es la fuente de todo derecho para gobernar, aquel en quien reside justamente toda autoridad. Jehová legítimamente ocupa esta posición sobre todos los demás en virtud de su Divinidad y debido a que él es el Creador de todo lo que existe. El salmista cantó acerca de él: “Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los mismísimos cielos, y su propia autoridad real ha mantenido dominio sobre todo.” (Sal. 103:19) Desemejante a los cabezas de gobiernos terrestres hoy en día cuyo poder ejecutivo está equilibrado y limitado por medio de una legislatura separada y una judicatura separada, Jehová no está limitado en su autoridad. Por esa razón el profeta escribió acerca de él: “Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro Dador de Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.”—Isa. 33:22.

Sin abdicar ni de ninguna manera disminuir su propio puesto como el Gobernante Soberano, Jehová puede, no obstante, delegar autoridad y conceder poder a otros, asignándolos a llevar a cabo su voluntad. Debido a que siempre sigue siendo Rey sobre todos ellos, se le puede decir: “Tu autoridad real es autoridad real de todos los tiempos indefinidos, y tu dominio dura por todas las generaciones sucesivas.”—Sal. 145:13.

Un ejemplo de tal autoridad real que autorizó Jehová se encuentra en el caso de la nación de Israel. Principiando más de mil años antes de nacer Cristo, Jehová delegó autoridad a hombres para que sirvieran como reyes en esa nación, entre ellos a Saúl, David, Salomón y otros. Se dijo de ellos que se sentaban en “el trono de Jehová.” (1 Cró. 29:23) ¿Por qué? Porque servían como reyes diputados ungidos, representando a Jehová en la Tierra. Por eso, aunque leemos acerca del ‘reino de David’ como si fuese su reino, hallamos que David mismo en oración reconoce a Jehová como el gran Gobernante Soberano, al decir: “Tuya, oh Jehová, es la grandeza y la potencia y la belleza y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, El que también te levantas como cabeza sobre todo.”—1 Cró. 29:11.

EL HIJO RECIBE AUTORIDAD REAL

La autoridad real por hombres de la nación de Israel sirvió su propósito y eso fue, principalmente, para prefigurar la autoridad real de aquel a quien Dios haría el Rey de un reino eterno. Después de ser derrocado el último rey que se sentó en el trono de Jehová en Jerusalén, el profeta Daniel recibió una visión que describió la asignación futura del propio Hijo de Dios para servir como Rey. Al leerla usted en Daniel 7:13, 14, note cuán claramente resalta el puesto de Jehová como Soberano cuando él, como el Anciano de Días, concede la gobernación a su Hijo. El relato dice:

“Seguí contemplando en las visiones de la noche, y, ¡vea allí! con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien semejante a un hijo de hombre; y consiguió acceso al Anciano de Días, y lo hicieron subir cerca aun delante de Aquél. Y a él le fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguas, todos, le sirvan aun a él. Su gobernación es una gobernación indefinidamente duradera que no pasará, y su reino uno al que no se le reducirá a ruinas.”

Una comparación de este texto con Mateo 26:63, 64 no deja duda alguna de que el “hijo de hombre” de la visión de Daniel es Cristo Jesús. Note cuán claramente se manifiestan en esa visión los puestos respectivos de Jehová y de su Hijo Cristo Jesús. El cuadro profético muestra que Cristo Jesús ‘consigue acceso’ hasta la presencia de Jehová y luego Jehová, como el Soberano y por lo tanto la Fuente de todo derecho para gobernar, le da a su Hijo “gobernación y dignidad y reino.” ¿Coigualdad? ¡No hay ni la más leve señal de ello aquí!

LA AUTORIDAD DEL REY

¿Qué, entonces, es este reino que Cristo recibe de su Padre? ¿Es meramente un “gobernante títere,” muy semejante a muchos reyes hoy en día que en realidad no tienen poder para gobernar? O, ¿es él un “monarca absoluto,” es decir, uno que no rinde cuentas a otros y cuya gobernación no está sujeta a limitación?

Que Cristo no es ningún “gobernante títere” se puede discernir de sus propias palabras, después de su resurrección y justamente antes de ascender a las cortes celestiales de Jehová, cuando dijo a sus discípulos: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra.” (Mat. 28:18) Es por eso que se manda en la visión de Daniel que “los pueblos, grupos nacionales y lenguas, todos, le sirvan aun a él.” Cristo, por lo tanto, no recibe nada de su poder del “consentimiento de los gobernados,” como en una democracia o en una monarquía limitada terrestre, sino que lo recibe directamente de la verdadera Fuente de Autoridad, Jehová Dios. Él obtuvo esta autoridad al solicitarla de su Padre, en cumplimiento de la invitación de Dios que se expresa en el Salmo 2:8, 9: “Pídeme, para darte naciones como herencia tuya y los cabos de la tierra como posesión tuya propia. Las romperás con un cetro de hierro, como si fueran vaso de alfarero las harás añicos.”

En una de sus parábolas Jesús se representó como “cierto hombre de noble nacimiento [que] viajó a una tierra lejana [es decir, al cielo] para conseguir para sí poder real y volver.” (Luc. 19:12) Sin embargo, mostró que la mayoría de los habitantes de la Tierra rechazaría su autoridad real cuando agregó: “Pero sus ciudadanos lo odiaban y enviaron tras él un cuerpo de embajadores a decir: ‘No queremos que éste llegue a ser rey sobre nosotros.’” (V. Luc. 19:14) A causa de tal oposición a su autoridad conferida divinamente, el Rey Cristo Jesús se verá obligado a hacer añicos gobiernos terrestres en la venidera guerra del Armagedón.—Dan. 2:44; Rev. 16:14-16.

Pero Jesús dijo que toda autoridad le había sido dada, no solo sobre la Tierra, sino también “en el cielo.” (Mat. 28:18) ¿Qué significa esto? ¿Lo hace el Monarca Absoluto de todo el universo?

La autoridad de Cristo en los cielos se muestra en la declaración de Filipenses 2:10 de que “en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo de la tierra.” Como sucede con todos los habitantes de la Tierra, así, también, todos los millones de hijos angelicales de Dios están sujetos al dominio de Cristo. (Vea también Hebreos 1:4-6, 13, 14.) No obstante, está exceptuado Uno en los cielos, y esto impone la única limitación a la autoridad real de Cristo. Por esta razón agrega el siguiente versículo de Filipenses, capítulo dos: “Y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre.”—Fili. 2:11.

Sí, aunque todos los demás del universo de Dios están sujetos al dominio del Hijo, Cristo Jesús mismo sigue estando sujeto a su Padre y Dios, el único Monarca Absoluto. Como explica el apóstol Pablo: “Dios ‘sujetó todas las cosas debajo de sus pies [de Cristo].’ Mas cuando dice que ‘todas las cosas han sido sujetadas,’ es evidente que esto es con la excepción de aquel que le sujetó todas las cosas a él. Pero cuando todas las cosas hayan sido sujetadas a él, entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas a él, para que Dios sea todas las cosas para con todos.”—1 Cor. 15:27, 28.

A través de todo el tiempo y el espacio Jehová Dios continuará siendo el único y legítimo Gobernante Soberano. ¿Qué buen propósito, entonces, hay en que tenga su Hijo y que lo represente y sirva como el Ejecutor ungido de la voluntad de Dios? Ciertamente no es para aligerar a Jehová de responsabilidad ni para reducir su trabajo de alguna manera. ¿Cómo pudiera ser eso, cuando continúa siendo la mismísima Fuente de todo el poder de su Hijo? (Isa. 40:28; Heb. 1:8) Evidentemente, entonces, este arreglo es una expresión del maravilloso amor de Jehová mediante el cual extiende este magnífico privilegio a su Hijo. Su Hijo ha sido enseñado a la diestra de su Padre; ha sido probado hasta el límite, ha sido perfeccionado para el puesto; tiene la habilidad y la sabiduría que se requieren para la tarea. Ahora su Padre amorosamente lo ensalza a un puesto que permite que este Hijo use estos haberes al grado más amplio que sea posible y para el mayor bien de todos. Despliega absoluta confianza en él, sabiendo que la actitud probada de su Hijo es: “En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado, y tu ley está dentro de mis entrañas.”—Sal. 40:8; vea también Hebreos 5:7-9; 10:5-7.

Al mismo tiempo este arreglo vindica la posición de Jehová como el Soberano verdadero, la cual desafió Satanás desde el tiempo de la rebelión histórica en Edén. ¡Cuán falsa la pretensión del Opositor de que podría alcanzar y mantener legítimamente la posición de un soberano rival al incitar a los hombres a obrar independientemente de Dios y hasta por medio de crear deslealtad entre algunos de los hijos celestiales de Dios! ¡Qué aplastante derrota sufrió aquél cuando el Hijo de Dios en la Tierra rechazó cada tentación suya y aguantó todos los esfuerzos insidiosos de Satanás por romper su integridad, muriendo leal a la soberanía de su Padre! Aunque Satanás mismo se ha establecido como el “gobernante de este mundo,” Cristo Jesús por medio de su derrotero de retener su integridad ‘venció al mundo’ y ha probado que su gobernante solo es digno de destrucción.—Job 1:6-11; Rev. 12:3, 4; Juan 12:31; 16:33.

EL REY CONCEDE PRIVILEGIOS A OTROS

El Rey Cristo Jesús no es egoísta en cuanto a su puesto regio sino que sigue el ejemplo amoroso de su Padre. Comparte con otros el privilegio de su poder regio. En la noche de su muerte como hombre, dijo a algunos de éstos: “Ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, para que coman y beban a mi mesa en mí reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30) Los que son admitidos por Jesús en ese pacto para el reino y que integrarán sus coherederos reales se representan en su posición celestial en el capítulo 14 de Revelación. Allí se fija su número en 144.000, todos ellos “comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero.”—Vs. Rev. 14:1, 3, 4.

Fueron tales personas juntamente con su Cabeza, Cristo Jesús, a quienes se refirió la visión profética de Daniel como “santos,” diciendo: “Vino el Anciano de Días y el juicio mismo fue dado a favor de los santos del Supremo, y llegó el tiempo definido para que los santos tomaran posesión del reino mismo. Y el reino y la gobernación y la magnificencia de los reinos bajo todos los cielos fueron dados al pueblo que es los santos del Supremo. Su reino es un reino indefinidamente duradero, y todas las gobernaciones hasta los servirán y los obedecerán.” (Dan. 7:22, 27) ¡Qué privilegio tienen por haber sostenido la soberanía de Jehová y por haberse mantenido firmes a favor de ella!

Aun en la Tierra, transformada en un paraíso por el Rey y habitada por hombres y mujeres que aman la justicia y que sostienen la soberanía de Jehová, habrá aquellos que ejercerán autoridad de parte de él. Hace mucho tiempo predijo el profeta: “¡Mira! Un rey reinará por la equidad misma; y respecto a príncipes, ellos gobernarán como príncipes por la justicia misma.” (Isa. 32:1) Mostrando dónde gobiernan tales príncipes, dice el Salmo 45:16: “En lugar de tus antepasados llegará a haber tus hijos, a quienes nombrarás príncipes en toda la tierra.” Sea de los antepasados resucitados de Jesús, como Noé, Abrahán, David y otros, o de entre hombres fieles de tiempos más recientes, todos éstos representarán fielmente al Rey. Todos ‘doblan la rodilla a él’ en reconocimiento de la soberanía de su Padre, en virtud de la cual domina Cristo.

Para todos los ángeles de Dios, para todos los 144.000 coherederos de Cristo del Reino, para todos los “príncipes” terrestres y para todos los otros súbditos terrestres suyos, Cristo Jesús servirá eternamente como su Modelo y Ejemplo de obediencia a la voluntad de su Padre. Él será su norma dada divinamente en cuanto a ejercer apropiadamente la autoridad recibida del gran Soberano del universo, Jehová Dios. ¡Qué sabio y amoroso arreglo!

¡Bendito sea el Señor! día por día nos carga de beneficios: Dios es nuestra salvación.—Sal. 68:19, Mod.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir