BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g85 22/11 págs. 22-24
  • ¿Qué puedo hacer cuando mis padres me gritan?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Qué puedo hacer cuando mis padres me gritan?
  • ¡Despertad! 1985
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • ¿A qué se debe la gritería?
  • Trata de no...
  • En vez de eso, trata de...
  • Cómo regocijar el corazón de tus padres
    Cómo lograr felicidad en su vida familiar
  • ¿Qué hago si mis padres discuten?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas (volumen 2)
  • ¿Por qué no me comprenden mis padres?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
  • El papel del amor en la comunicación entre padres e hijos
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (lenguaje sencillo) 2013
Ver más
¡Despertad! 1985
g85 22/11 págs. 22-24

Los jóvenes preguntan...

¿Qué puedo hacer cuando mis padres me gritan?

“¿POR QUÉ no pueden mis padres hablarme sin gritar?”, pregunta Keith. De igual manera, Martha se lamenta: “Prescindiendo de lo que estemos hablando, terminamos gritándonos mutuamente”. ¿Te suenan conocidas las palabras de Keith y Martha? Si así es, tal vez te preguntes...

¿A qué se debe la gritería?

Seamos realistas. Hay ocasiones en que se requiere un tono de voz más alto que lo acostumbrado. Puede que haya que despertarte para que vayas a la escuela o llamarte para que te sientes a comer. Tú no esperas que te lo digan en voz baja, ¿verdad? Además, a veces los padres quizás tengan razón para estar enfadados.

Por ejemplo, la Biblia conserva el registro de cuando Jesús tenía 12 años de edad y sus padres, José y María, lo llevaron a Jerusalén para adorar. Cuando la familia partió de regreso a casa, pasó un día completo antes que se dieran cuenta de que Jesús no estaba con ellos. Pero después de una búsqueda de tres días, hallaron a Jesús en Jerusalén escuchando a los maestros en el templo y haciéndoles preguntas. ¿Imagínate la preocupación que reflejó el tono de voz de María al decir: “¡Hijo! [...] ¿Por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado desesperados buscándote por todas partes”. (Lucas 2:48, La Biblia al Día.)

Como en el caso de Jesús, pueden haber equivocaciones. No obstante, el problema surge cuando tú esperas una respuesta normal y, en vez de eso, recibes un grito. Sin embargo, si te detienes a reflexionar, tal vez te puedas dar cuenta de por qué ocurre a veces. Por ejemplo, nota lo que dicen algunos jóvenes:

Michelle: “Mi madre es muy impaciente y a veces no es muy comprensiva, y yo tiendo a pasar por alto el hecho de que ella tiene un empleo e hijos que atender”.

Harry: “Me molesto cuando mi madre se desquita conmigo la agresividad que siente. Esto ocurre cuando ella llega a casa totalmente disgustada después de un día duro en el trabajo. Quisiera que ella no tuviera que trabajar”.

Denise: “Mi problema más grande lo tengo en casa con mi padre. Comprendo que él tiene muchas responsabilidades y preocupaciones, pero siempre se las desquita con el resto de la familia”.

Nota los problemas que se han revelado. A diario, uno de tus padres, o ambos, tal vez se encare a un jefe exigente o a compañeros de trabajo con quienes es difícil llevarse bien. Los problemas financieros, las enfermedades o hasta la inseguridad de tus padres pueden afectar la manera como ellos te hablan. Estos problemas no excusan su gritería, pero sí te ayudan a comprender por qué te gritan a veces. (Compara con Efesios 4:31, 32.)

¿No es cierto, además, que tú también puedes haber sido culpable de alzar la voz, quizás hasta a tus amigos? “Porque todos tropezamos muchas veces”, declara la Biblia. (Santiago 3:2.) Considera el caso de Pablo, Bernabé y Marcos, hombres que se mencionan de manera prominente en la Biblia. Cuando Bernabé quiso llevar consigo a Marcos en el segundo viaje misional de Pablo pero este no quiso, “ocurrió un agudo estallido de cólera”. (Hechos 15:39.) Así que, a veces, tal vez los padres disgustados también alcen la voz. Si esto ocurre, he aquí algunas sugerencias:

Trata de no...

¡RESPONDER CON GRITOS! Quizás la trampa más común en la cual se pueda caer sea un combate de gritos. “Comienzo a responderle con gritos”, declara Marion en cuanto a su madre. ¿Es prudente eso? “El enojarse y ser explosivo crea una situación en la que absolutamente nadie gana”, dice el señor Bill Nolan, trabajador social de Salem, Massachusetts (E.U.A). ¡Cuánto mejor es seguir el consejo de Proverbios 15:1: “Una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia, pero una palabra que causa dolor hace subir la cólera”!

¡MOFARTE! ¿Sientes la tentación de regañar a tus padres? ¿Sería esto prudente? “Honra a tu padre y a tu madre”, es el mandato de Efesios 6:2. Al mofarte de tus padres, o reírte de ellos, ciertamente no estarías otorgándoles honra. La Biblia advierte: “Al hombre que se burla de su padre y menosprecia a su madre los cuervos le sacarán los ojos y los buitres se los devorarán”. (Proverbios 30:17, BD.) ¿Te gustaría que tus padres se burlaran de ti? ¡Claro que no! Entonces, ¿por qué deberías burlarte de tus padres?

¡ARMAR UN ESCÁNDALO NI PONER MALA CARA! El poner mala cara, enfadarte o llorar solo dramatiza tu propia inmadurez. Tales acciones no contribuyen a que tus padres comprendan tu situación y pueden producir resultados extremos. El rey Acab del antiguo Israel quiso en cierta ocasión una viña adyacente a su palacio. Pero al no poder comprar la viña, 1 Reyes 21:4 dice: “En consecuencia Acab entró en su casa, sombrío y decaído [...] Entonces se acostó sobre su lecho y mantuvo su rostro vuelto, y no comió pan”. La lástima que Acab tuvo de sí mismo produjo consecuencias trágicas. Por eso, Proverbios 18:1 amonesta: “El que se aísla buscará su propio anhelo egoísta; contra toda sabiduría práctica estallará”.

¡SER DEMASIADO SUSCEPTIBLE! Ponte a pensar: ¿Cuán alto fue realmente el tono de voz de tu padre o madre? Es especialmente fácil ser susceptible a la reacción de tu padre o madre cuando estás planteando un problema o pidiendo algo que de veras quieres. Cuando te sientas ofendido, recuerda: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión”. (Proverbios 19:11.)

¡DEJAR DE HABLARLES! Si dejas de hablarles, ¿cómo comunicarás tus pensamientos a tus padres? ¿Cómo comprenderán ellos lo que sientes? Si sientes la tentación de hacer cualquiera de las cosas que debes tratar de no hacer, reconoce que solo te estás vengando de tus padres y que realmente no te estás enfrentando con el problema. La Biblia da el siguiente estímulo: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido”. (Eclesiastés 7:9.)

En vez de eso, trata de...

¡ESCUCHAR! Aunque tus padres griten: “Escucha a tu padre [...] no desprecies a tu madre”. (Proverbios 23:22.) Esto te ayudará a comprender los sentimientos de tus padres y tal vez revele por qué han alzado la voz.

¡OBEDECER! Sea que se digan dulcemente o se digan a gritos, las instrucciones deben seguirse. Al obedecer despliegas sabiduría práctica y “la sabiduría de arriba”, ya que esta está “lista para obedecer”. (Santiago 3:17.) Si haces con prontitud lo que tus padres te piden, puedes tener la seguridad de que ellos estarán bien contentos... y se calmará cualquier gritería que haya.

¡ADMITIR EL ERROR! Muchas veces la gritería se debe a que quebrantaste cierta regla del hogar o no hiciste cierto quehacer que se te pidió. ¿Te sientes inducido a excusarte? No lo hagas. Admite el error. Los malos sentimientos desaparecen con mayor facilidad cuando se admite el error.

¡PENSAR EN LO QUE VAS A DECIR! Proverbios 15:28 declara: “El corazón del justo medita para responder, pero la boca de los inicuos hace salir burbujeando cosas malas”. Considera todos los detalles de lo que pides o del problema. “Si es algo que tú sabes que causa desavenencia, pregúntate primero qué metas tienes para transmitir la información”, razona la Dra. Selma Miller. Sin duda, el pensar un poco de antemano en lo que vas a decir puede a menudo evitar un estallido de cólera. A la vez, es bueno determinar cuáles son las cuestiones realmente importantes y presentar solamente estas.

¡CONVERSAR! No esperes hasta tener un problema para hablar con tus padres. Háblales con regularidad sobre asuntos cotidianos. Diles cómo te sientes. Aprende, también, acerca de las actitudes, las creencias y los valores de tus padres. Esto edifica el vínculo de amor y amistad en la familia, el cual facilita la consideración calmada de asuntos más delicados.

¡ESCOGER EL MOMENTO OPORTUNO! Es esencial que presentes tu petición o consideres tu problema con tus padres en el momento apropiado. El rey Salomón lo expresó muy bien al decir: “Como manzanas de oro en entalladuras de plata es una palabra hablada al tiempo apropiado para ello”. (Proverbios 25:11; compara con Ester, capítulos 4 y 5.) Observa cuándo están tus padres más descansados y es más fácil hablar con ellos.

¡SER REALISTA! “En la vida real, es imposible vivir con personas a quienes uno quiere y evitar que haya algún conflicto entre sí”, dice Jenny Englemann, sicoterapeuta. Ella añade: “Una de las verdaderas pruebas de una relación es que podamos encararnos a conflictos y con el tiempo resolverlos”.

Jamás olvides que tus padres te aman profundamente y están intensamente interesados en hacer lo que es mejor para ti. Por eso, trata de poner en práctica las sugerencias susodichas y ve si no mejora grandemente tu relación con ellos.

[Fotografías en la página 23]

“El enojarse y ser explosivo crea una situación en la que absolutamente nadie gana”

“Una respuesta, cuando es apacible, aparta la furia”

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir