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  • Andando en el camino de los recordatorios de Jehová
    La Atalaya 1971 | 15 de mayo
    • con tal que uno se dé suficiente tiempo. Ayudamos a establecer una congregación en Iquitos, y a veces hasta nos aventurábamos a entrar en los territorios tribuales indios con las buenas nuevas del Reino.

      Más tarde serví de representante de circuito en la parte meridional del Perú, donde serví congregaciones ubicadas a unos 4.300 metros sobre el nivel del mar, y donde a veces recorríamos los desiertos calurosos y secos de la costa y en otras ocasiones las escenas de chaparrones torrenciales en el interior. Louise y yo hemos subido y bajado montañas; yo he montado burros y caballos y he viajado sacudido en camiones-autobuses de hechura casera. Hemos vadeado ríos, hemos estado peligrosamente cerca del borde de precipicios vertiginosos, y hemos experimentado noches de desvelo en la atmósfera enrarecida de los altos Andes. Hemos apreciado a grado cabal las experiencias del apóstol Pablo registradas en 2 Corintios 11:26, 27.

      Recuerdo bien una noche de desvelo. Estábamos visitando Urcos, justamente fuera de Cuzco. No pudimos conseguir ningún medio de transporte. Buscando alojamiento, se nos dirigió a una habitación de adobe, de paredes gruesas, conocida como hotel “colectivo.” Había cuatro camas, una junto a cada pared, cada cama con su orinal de barro rojo debajo. Lo único que pudimos hacer fue alquilar dos catres. Aproximadamente a las 9 de la noche dos indígenas ocuparon las otras dos camas. Entre el castañeteo de los dientes de Louise y el ronquido de los indígenas, pasó mucho tiempo antes que pude conciliar el sueño de modo que fue muy corto el tiempo que dormí. En el frío helado de la madrugada formamos fila junto a la llave del agua y esperamos nuestro turno para cepillarnos los dientes y lavarnos.

      El placer y la satisfacción de servir a nuestros hermanos cristianos y de ayudar a las personas humildes a obtener un conocimiento de los magníficos propósitos de Dios siempre han excedido por mucho toda desventaja. Y quizás uno de los momentos más emocionantes fue cuando la Sociedad comenzó a construir su propia oficina de sucursal y casa misional en Lima. Desde poco antes de terminarse en mayo de 1961, he estado sirviendo en esta oficina de sucursal, y ahora unos diez años después puedo decir que las cosas son más emocionantes que nunca. Hay 13.000.000 de personas en este país, y una creciente muchedumbre de ellas está conmoviéndose ante el sonido de las buenas nuevas de Dios para todos los pueblos. Nuestra oración ferviente es que podamos seguir sirviendo a Jehová y ayudando a sus ovejas hasta que él haya efectuado su propósito.

      Junto con nuestros leales compañeros Testigos alrededor del mundo esperamos que siempre podamos confesar a nuestro Dios: “En el camino de tus recordatorios me he alborozado, así como por toda otra cosa valiosa.”—Sal. 119:14.

  • Enseñando la Biblia a los hijos
    La Atalaya 1971 | 15 de mayo
    • Enseñando la Biblia a los hijos

      UNA madre de África del Sur que es testigo de Jehová relata esta experiencia:

      “Mi esposo no es testigo de Jehová y no participa en asuntos espirituales. Por lo tanto, he tenido el privilegio de conducir un estudio bíblico de casa con nuestro hijo y nuestra hija, haciendo cuanto puedo por inculcar la ley de Dios en la mente y el corazón de ellos. Siempre hemos tratado de celebrar nuestro estudio bíblico semanal con regularidad, aun cuando estamos de vacaciones.

      “No siempre ha sido fácil. A menudo los niños estaban cansados de la escuela y de sus asignaciones escolares en casa. Y hacían obvio el hecho de que preferirían estar afuera jugando. A veces era difícil retener su atención. Soñaban despiertos, y fijaban la vista alrededor del cuarto, pensando en cualquier cosa menos en lo que se suponía que estábamos estudiando. En muchas ocasiones pensé que sería el último estudio que celebraría con mis hijos, que no mostraban aprecio. Pero, con la ayuda de Jehová, seguí tratando de retener su atención e interés, nunca dejando que el estudio fuera una sesión sermoneadora.

      “Descubrí que una de las cosas más importantes para hacer que nuestros estudios fueran deleitables era buena preparación de mi parte. También utilizábamos los mapas de la Biblia. Explicaba los relatos de la Biblia de tal manera que atrajeran la imaginación de los niños, y siempre trataba de aplicar lo que aprendíamos a nuestra vida cotidiana. Juntos aprendimos a apreciar la gran bondad amorosa de Jehová, sus maravillosos consejos y principios para la vida.

      “Nuestro estudio bíblico de casa llegó a ser una ocasión para razonar con los niños sobre la obediencia, el respeto y la moralidad. Era una ocasión en la cual ellos podían aprender a alabar a nuestro gran Dios y glorificar Su nombre. Después de nuestro estudio regular utilizábamos artículos del Anuario de los testigos de Jehová, artículos cortos de la revista La Atalaya o temas de Bosquejos para sermones por unos quince minutos. Considerábamos diversos aspectos de la manera en que se está efectuando la obra de Dios hoy en día. Y preparábamos sermones breves que podíamos usar al predicar a otros.

      “Verdaderamente puedo dar gracias a Jehová por este gran privilegio de conducir un estudio bíblico de casa con mis hijos. Ahora mi hija ha emprendido la predicación de tiempo cabal y mi hijo ha estado declarando con regularidad las buenas nuevas de Dios durante los últimos años. ¡Qué bendición resulta si perseveramos en nuestros estudios bíblicos de casa con nuestros hijos, sin importar la edad que tengan!”

  • La Clase 50 de Galaad estimulada a buscar la sabiduría
    La Atalaya 1971 | 15 de mayo
    • La Clase 50 de Galaad estimulada a buscar la sabiduría

      “¿QUIÉN es sabio y entendido entre ustedes?” ésa fue la pregunta que se planteó ante los cincuenta estudiantes que componían la Clase Quincuagésima de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower, en el acto de su graduación el domingo 7 de marzo.

      El acto se verificó en el Salón de Asambleas de los Testigos de Jehová, en el distrito de Queens de la ciudad de Nueva York. Desde las diez de la mañana hasta alrededor de las cinco de la tarde los 1.999 concurrentes estuvieron absortos en el programa sin darse cuenta de la lluvia que caía sin cesar afuera.

      El programa de la mañana tuvo como tema central las palabras del escritor bíblico Santiago (3:13-18) y las del rey David (Salmo 139). N. H. Knorr, presidente de la Sociedad Watch Tower, señaló que la sabiduría de arriba se despliega en el individuo por sus obras, pero que estas obras tienen que distinguirse por excelente conducta, porque la sabiduría de arriba es “primeramente casta.” La limpieza, la pureza, especialmente en lo moral, es la cosa de primera importancia. Sin esto, las obras de uno no cuentan con Dios. Aun así, la sabiduría de esta índole no hace alarde, sino, más bien, está caracterizada por la mansedumbre. El presidente Knorr advirtió a los estudiantes de los lazos que aguardan a la persona que deja que su conocimiento la haga hincharse de modo que haga una exhibición de lo que aparenta falsamente ser sabiduría.

      Por eso, siguió diciendo el conferenciante, al llegar a su asignación en el extranjero, los misioneros nuevos no deben pensar que por haber salido recientemente de la escuela están equipados para dirigir a los misioneros radicados allí o a los residentes nativos del país que son maduros o que están sirviendo como superintendentes en las congregaciones. En vez de hablar orgullosamente de su propia erudición, deben escuchar humildemente a los misioneros experimentados. Deben dedicar su atención y esfuerzos al objetivo de aprender la mejor manera de ayudar a la gente de ese país a conseguir un entendimiento de la Palabra de Dios. La sabiduría, si la emplean, los dirigirá a concentrarse en esto, su trabajo principal, e impedirá que su atención sea desviada a cosas inútiles.—Pro. 17:24; 16:9.

      Milton G. Henschel, un director de la Sociedad Watch Tower, aconsejó a los graduados que al seguir sabiamente su carrera misional deben mantener firme su fe. Podrían confiar en que esa fe lograra mucho a favor de ellos, como lo ilustró enfáticamente el apóstol Pablo en el Heb. capítulo once del libro bíblico de Hebreos.

      Los misioneros en perspectiva recibieron mucho estímulo de las palabras de otro conferenciante, Fred W. Franz, el vicepresidente de

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