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  • ¿Será cierto que muchos que ahora viven jamás morirán?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
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  • POR QUÉ EXPERIMENTAN LA MUERTE LOS HUMANOS HOY
  • HAY QUE RECUPERAR LO QUE ADÁN PERDIÓ PARA TENER LIBERTAD DE LA MUERTE
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
w59 15/8 págs. 501-503

¿Será cierto que muchos que ahora viven jamás morirán?

¿Por qué mueren los humanos? ¿Qué base hay para abrigar la esperanza de vivir para siempre?

EN 1912 Alexis Carrel colocó en una solución especial un trozo de tejido vivo del corazón de un pollo. Treinta y cuatro años más tarde estaba todavía vivo, saludable y joven. Finalmente se dejó que el tejido muriera porque el experimento había cumplido su propósito. El Instituto Pasteur de París hizo un experimento parecido en que se usó el corazón entero de una rata. El corazón fué removido de la rata y mantenido vivo durante más de dos años. Sus tejidos no mostraron seña alguna de degeneración.

Respecto a estos experimentos Boris Sokoloff declaró en su libro Science and the Purpose of Life: “Generalmente se acepta que en principio toda, o casi toda, clase de célula normal podría vivir indefinidamente si fuera cultivada en el medio ambiente apropiado. . . . Las células del organismo mamífero son potencialmente inmortales . . . Tanto éstos como muchos otros experimentos demuestran que los órganos de los organismos superiores pueden vivir indefinidamente si reciben las substancias nutritivas apropiadas.”

Estos descubrimientos prueban que la vida eterna no es una imposibilidad para un organismo carnal. Esto se indica adicionalmente por la habilidad del cuerpo humano de renovar o reemplazar sus células. Selecciones del Reader’s Digest declaró en su número de agosto de 1958: “Se calcula que cada 80 días se sustituye la mitad de toda la proteína del cuerpo, principalmente el tejido muscular. Las células de la piel tienen una vida de cuatro o cinco días. Desde las capas inferiores se forma constantemente piel nueva que va saliendo hacia la superficie, donde muere y se elimina.”

En vista de estos descubrimientos, ¿por qué muere el cuerpo humano? ¿Por qué no sigue viviendo indefinidamente? Eso es lo que tiene perplejos a muchos científicos.

POR QUÉ EXPERIMENTAN LA MUERTE LOS HUMANOS HOY

Cuando el hombre fué creado, Dios no fijó ningún límite de tiempo a su vida como se hizo con los animales. El hombre tenía la perspectiva de vida eterna por delante. Su cuerpo fué diseñado para seguir funcionando indefinidamente. Debido a la desobediencia el primer hombre perdió esa perspectiva. Ahora a la duración de su vida se le fijó un límite que él no podría exceder aunque su cuerpo tuviera la potencialidad de vivir para siempre. Ese límite fué un día simbólico de mil años. Cuando le dijo al hombre que no comiese de cierto árbol Dios dijo: “En el día que comas de él positivamente morirás.” (Gén. 2:17) Adán murió dentro de ese día de mil años a la edad de 930 años.

Adán no pudo transmitir a su prole lo que él ya no poseía. Él no pudo darle una vida eterna. Todos sus descendientes han heredado su pecado y la compañera de éste, la muerte, así como ciertas enfermedades pueden heredarse de los padres. “Por eso es que, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.”—Rom. 5:12.

Es debido a este hecho que ningún descendiente de Adán ha nacido perfecto. “¿Quién puede producir a alguien limpio de alguien inmundo? No hay ninguno.” (Job 14:4) Así como la primera pareja humana no pudo producir hijos perfectos e inmaculados, tampoco podría descendiente alguno de ellos producir tales hijos. No había absolutamente ninguna manera por medio de la cual el hombre pudiera librarse de los efectos del pecado de Adán y nunca morir. “Ni uno solo de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él.”—Sal. 49:7.

HAY QUE RECUPERAR LO QUE ADÁN PERDIÓ PARA TENER LIBERTAD DE LA MUERTE

El hombre puede esperar solamente en Dios para alcanzar liberación del pecado y muerte adámicos. Solamente él puede abrir el camino para que el hombre recupere la perfección y las perspectivas de una vida sin fin, las cuales Adán perdió. Dios hizo esto por medio de proveer a su Hijo unigénito como sacrificio rescatador. La fuerza de vida de la primera criatura que Jehová creó fué transferida a la tierra a la matriz de una mujer, para que naciera como humano. “Pero cuando llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo, el cual fué producido de una mujer y quien vino a estar bajo ley.”—Gál. 4:4.

Al nacer como humano cuya fuerza de vida no provenía de Adán él fué perfecto. No heredó el pecado de Adán ni la maldición de la muerte. Tenía el derecho a vida humana eterna. Pero él sacrificó este derecho como el precio de rescate para librar del pecado y muerte adámicos a los humanos obedientes. “Así como el Hijo del hombre vino, no para ser servido, sino para servir y para dar su alma como rescate en cambio por muchos.” (Mat. 20:28) Puesto que él compró el perdido derecho a la vida por medio de su sacrificio, todo el que quiera ser librado de la muerte tiene que adquirir esa libertad por medio de él. “Todo el que pone fe en él obtiene perdón de pecados por medio de su nombre.”—Hech. 10:43.

POR QUÉ MUCHOS DE LOS QUE VIVEN HOY QUIZÁS NUNCA MUERAN

Debido a que Cristo abrió el camino para que los hombres recuperen la vida sin fin que era la perspectiva del primer hombre les es posible a muchos de los que viven hoy en día nunca morir. Esto es cierto porque vivimos en el tiempo en que habrá un gran cambio sobre esta tierra. Vivimos en los últimos días de este mundo, o sistema de cosas. Está por ser destruído por Jehová Dios y reemplazado por un sistema de cosas nuevo y justo. “Porque aquí Jehová mismo viene como fuego mismo, y sus carros son como un viento de tempestad, para devolver su ira con pura furia y su reprensión con llamas de fuego. Porque cual fuego Jehová mismo en realidad emprenderá la controversia, sí, con su espada, contra toda carne, y los muertos por Jehová ciertamente llegarán a ser muchos.”—Isa. 66:15, 16.

La generación actual ha estado presenciando desde 1914 los acontecimientos mundiales que se predijeron hace mucho como señaladores de los últimos días de este mundo o inicuo sistema de cosas. Nos acercamos rápidamente a la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” la cual se llama Armagedón. (Apo. 16:14, 16) Ese es el tiempo en que él ejecutará su juicio adverso contra el mundo. Será una limpieza cabal que eliminará toda iniquidad de sobre la tierra.

Las personas que vivan hasta el Armagedón y que reciban la aprobación de Dios serán, como Noé y su familia que sobrevivieron al diluvio, preservadas a través de ese tiempo de la ira de Dios. “Porque los rectos son los que morarán en la tierra, y los que están sin tacha son los que serán dejados en ella. En cuanto a los inicuos, ellos serán cortados de la tierra misma, y en cuanto a los traicioneros, ellos serán arrancados de ella.”—Pro. 2:21, 22.

La oportunidad de estar entre los sobrevivientes del Armagedón ahora está extendiéndose a los habitantes de la tierra por medio de la predicación en toda la tierra de las buenas nuevas del reino de Dios. Esta está pregonando el dominio del reino de Dios y la destrucción venidera del presente inicuo sistema de cosas. A la gente se le separa según su manera de reaccionar a ella. Es una obra de dividir que Jesús predijo al decir: “Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. Y todas las naciones serán juntadas delante de él, y él separará a la gente una de otra, así como el pastor separa a las ovejas de las cabras. Y él pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.”—Mat. 25:31-33.

A las personas que responden favorablemente a las buenas nuevas del Reino se les compara a ovejas. Son mansas y enseñables y se muestran dispuestas a seguir al Buen Pastor, Cristo Jesús. Estas personas que son parecidas a ovejas forman una sociedad del nuevo mundo. Es una sociedad activa que proclama celosamente que el reino de Dios ahora está establecido en los cielos y pronto hará entrar un nuevo mundo de justicia.

Por retener su integridad a Jehová Dios a los miembros de esta sociedad del nuevo mundo se les permitirá vivir cuando este viejo sistema de cosas sea destruído divinamente. Entonces, estando la tierra bajo el dominio del reino de Dios, y en virtud del sacrificio rescatador por Cristo, comenzará un rejuvenecimiento de los habitantes de la tierra que al fin los llevará a la perfección.

Las curaciones milagrosas que Jesús efectuó cuando estaba en la tierra pueden considerarse como ejemplos de lo que él hará en escala mundial para los sobrevivientes del Armagedón. Así como ellos experimentan la curación espiritual ahora, de igual modo serán sanados de dolencias y enfermedades físicas en el nuevo mundo de Dios. “Y ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo.’ El pueblo que está morando en la tierra será aquel al que se le perdone su error.” (Isa. 33:24) Dejarán de sufrir debido al pecado heredado de Adán.

La duración de su vida se extenderá al largo total de un día simbólico de mil años. Así como Adán perdió su perfección y murió dentro de ese día, ellos conseguirán la perfección y serán librados de la muerte heredada dentro de un día de esa clase. Esto será durante el reinado de mil años de Cristo. “Porque él tiene que gobernar como rey hasta que Dios haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Como el último enemigo, la muerte ha de ser destruída.”—1 Cor. 15:25, 26.

Al final de los mil años serán sometidos a una prueba de su integridad. A los que la pasan se les dará el don de la vida eterna. Seguirán viviendo en una tierra paradisíaca, gozando de una paz y de un sentimiento de seguridad que sólo el reino de Dios podría traer. Los que fracasan bajo la prueba cesarán de existir. Debido a que hay multitudes viviendo hoy que todavía estarán viviendo cuando se dé el don de la vida eterna a los humanos obedientes, éstas nunca experimentarán la muerte.

Pero, ¿cómo puede uno ser de este grupo? Tiene que hacer caso de las buenas nuevas del reino de Dios. “El que tenga oídos para escuchar, que escuche.” (Mar. 4:23) Significa vida el prestar atención a lo que Dios nos dice por medio de su Palabra escrita y de sus siervos fieles. Asóciese usted con las multitudes que viven para el nuevo mundo de Jehová y que actualmente forman una sociedad del nuevo mundo. Sirva a Jehová, a su Rey y el Reino al lado de estos testigos dedicados del Altísimo. Abrace la esperanza bíblica de ellos y esté entre las muchas personas que ahora viven que jamás morirán.

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