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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
w85 15/4 págs. 23-25

Costumbres de ocasiones de duelo... ¿cómo las considera usted?

DURANTE toda la historia, la muerte ha estado entre las experiencias comunes de la humanidad. Pero aunque la muerte ha sido conocida por largo tiempo, el efecto devastador que tiene en los sobrevivientes no ha disminuido. El saber que se ha ido de la existencia alguien que formaba parte de la propia vida de uno casi nunca deja de causar un desconsuelo profundo y duradero, y un doloroso sentido de pérdida.

La religión debería mitigar el dolor que la muerte causa, pero a menudo hace lo contrario. En algunos países, el dolor que la muerte ocasiona a los desconsolados sobrevivientes se convierte en terror cuando se les dice que sus padres y parientes difuntos ahora se han convertido en espíritus vengativos a los cuales se tiene que apaciguar mediante las debidas ceremonias de duelo. Si no se hace esto, atormentan a los vivientes. Además, cuando una familia cristiana pierde a un ser querido, quizás se tengan que tomar decisiones respecto a costumbres de la localidad, como la de llevar ropa especial y participar en ciertos ritos en los que otros quizás esperen que uno participe.

Jehová Dios ha prometido que un día él eliminará de entre la familia humana esa dolorosa experiencia que es la muerte (Revelación 21:4). Mientras tanto, nos ha proporcionado su Palabra, la Biblia, como una ‘luz para nuestra vereda’ (Salmo 119:105). En cualquier ocasión que tengamos alguna duda respecto a lo que es correcto hacer, la Biblia nos muestra cómo Dios quiere que obremos (Isaías 30:21). Consideremos la guía que ésta nos da con relación al momento más triste, cuando muere alguien con quien nos encontramos en estrecha relación.

Es apropiado el duelo

Como ya se ha señalado, es natural sentir tristeza profunda cuando muere alguien a quien amamos. Pero los cristianos saben que habrá una resurrección. Por eso no experimentan la tristeza desesperanzada y desgarradora que suelen manifestar los que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13). La muerte no necesariamente significa adiós para siempre, aunque sí significa eso por cierto tiempo.

Así, pues, Abrahán ‘plañó a Sara y la lloró’ cuando ella murió (Génesis 23:2). Isaac, su hijo, necesitó ‘consuelo después de la pérdida de su madre’ (Génesis 24:67). La tristeza de las amistades y los parientes del difunto Lázaro fue tan grande que Jesús mismo “cedió a las lágrimas” (Juan 11:35). Es un acto de amor el que las amistades de la familia desconsolada visiten a ésta y ofrezcan consuelo durante un tiempo tan difícil. (Juan 11:31.)

No obstante, el lector notará que en los relatos bíblicos respecto al duelo y el consolar a los que estén de duelo nunca se menciona el apaciguar a los muertos. Los siervos de Dios sabían que los muertos estaban durmiendo, que estaban inconscientes (Juan 11:11-14; Eclesiastés 9:5, 10). Los muertos no sufren en una vida futura, ni se convierten en espíritus vengativos y peligrosos (Salmo 146:3, 4). Por eso el pueblo de Jehová no había de imitar las acciones de las naciones circundantes que reflejaban una actitud errónea para con los muertos. (Deuteronomio 14:1; 18:10-12.)

Hoy también, al evaluar procedimientos que comúnmente se consideran muestras de ‘respeto a los muertos’, tenemos que determinar lo que la práctica de éstos significa en la actualidad. ¿Está tal práctica relacionada ahora con alguna enseñanza errónea o alguna superstición? Si es así, ¿debería el cristiano seguir dicha práctica? (Romanos 13:12-14.)

¿Cuáles costumbres de duelo?

Entre algunas personas del mundo, se supone que las viudas y los viudos lleven ropa especial, permanezcan en estado de duelo y se sometan a muchas restricciones, por un año. ¿Es compatible con las creencias cristianas esta costumbre?

Se entiende que el cristiano que haya perdido a un ser querido quizás se vista y actúe de manera más reservada por cierto tiempo. (Compárese con 2 Samuel 13:19; 2 Reyes 6:30.) Pero esto es muy diferente del llevar, por largo espacio de tiempo, ropa que en la mente de los de la comunidad esté relacionada con creencias no bíblicas respecto a los muertos. Cuando viudas cristianas han rehusado seguir tales costumbres, los parientes y vecinos a veces las han amenazado, afirmando que esto les ocasionará “mala suerte” o que el “espíritu” del esposo difunto se sentirá enfadado y les causará alguna calamidad. Tales personas supersticiosas quizás teman también que se vean privadas de la lluvia o que les falle la cosecha.

Cierta viuda no siguió las costumbres, y su hijo dijo: “El espíritu de mi padre no descansará en paz”. En otro lugar, ¡el jefe de una tribu amenazó con despedir a todos los siervos de Jehová de aquella zona! Algunas personas de la localidad se sintieron tan enfadadas que destrozaron el lugar de reunión de los cristianos de la localidad con barras de hierro y hachas. En otra área, agentes de la policía tribal desnudaron a cierta viuda cristiana y la azotaron brutalmente con un sjambok (látigo).

¿Por qué rehusaron estas viudas cristianas hacer lo que sus vecinos esperaban o exigían de ellas? Quizás usted personalmente no vea nada malo en seguir las costumbres de la localidad como para hacer lo que es “respetable” o “decoroso”. Y bien puede ser que en el caso de ciertas costumbres esto sea cierto. Pero ¿cómo se consideraría a un cristiano que participara en ritos concebidos para apaciguar a los “espíritus de los antepasados”? Recuerde que a los que participaban en dichas prácticas en tiempos antiguos no se les permitía que siguieran siendo parte de la comunidad israelita ni de la congregación cristiana primitiva. (Deuteronomio 13:12-15; 18:9-13; 2 Corintios 6:14-18; 2 Juan 9, 10.)

Considere algunas de las razones para esto. En primer lugar, al participar de modo alguno en tales ritos, la persona estaría apoyando y, de hecho, promoviendo una religión no cristiana. Estaría mostrando que en su corazón ella todavía es parte de la religión falsa. (Revelación 18:4.)

Por todo el mundo se conoce bien a los testigos de Jehová como personas que enseñan la Biblia. Una verdad bíblica que ellos destacan es la de que los muertos están inconscientes, que no están sufriendo en un infierno ni vagando por la Tierra con el poder de hacer daño a sus descendientes. La Biblia dice: “En cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto” (Eclesiastés 9:5). Esta enseñanza ha consolado a centenares de miles de personas. Por eso, en la mayor parte de las comunidades la gente generalmente no espera ni exige que estos cristianos participen en ritos concebidos para apaciguar a los muertos.

¿Qué sucedería, entonces, si los cristianos verdaderos, debido a la presión de parientes o vecinos, consintieran en seguir costumbres de duelo no cristianas? ¿No concluirían los vecinos que tal vez dichos cristianos realmente no creen lo que predican? ¿Que quizás se les pueda llevar a transigir en otros respectos? Sin duda que sí. De esta manera, pues, se destruiría mucho buen trabajo, y algunas personas pudieran tropezar. (Mateo 18:6; 2 Corintios 6:3.)

Por eso, los ancianos y otras personas de las congregaciones de los testigos de Jehová dan todo apoyo posible a los que acaban de perder a un ser querido. Les dan cualquier apoyo que sea necesario para ayudarles a mantenerse firmes a favor de la verdad ante cualquier presión que se ejerza sobre ellos para llevarlos a seguir prácticas no cristianas. (Compárese con 2 Corintios 1:3, 4.)

¿Qué hay si, a pesar de tal ayuda, el cristiano empieza a seguir costumbres de duelo no cristianas? Los ancianos obrarían con bondad. El apóstol Pablo aconsejó: “Hermanos, aun cuando un hombre da algún paso en falso antes de darse cuenta de ello, ustedes que tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad” (Gálatas 6:1). El discípulo Santiago agrega: “Hermanos míos, si alguno de entre ustedes se deja extraviar de la verdad y otro lo hace volver, sepan que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de la muerte y cubrirá una multitud de pecados”. (Santiago 5:19, 20.)

Es bueno recordar que Dios mismo “no desea que ninguno sea destruido, sino desea que todos alcancen el arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Los ancianos primero harían un arduo esfuerzo por restaurar al que esté cometiendo el error. En la mayoría de los casos sin duda se hallará que el desconsuelo intenso, combinado con el temor a los vecinos, ha ejercido presión en la persona desconsolada y la ha llevado a dar un mal paso. Se espera que con la ayuda bondadosa que se dé, y la empatía que se ejerza para con ella, ‘haga sendas rectas para sus pies, para que lo cojo no sea descoyuntado, sino más bien sea sanado’. (Hebreos 12:13.)

Pero si un cristiano sigue prácticas de duelo no cristianas y rechaza la ayuda de sus compañeros cristianos e insiste en continuar en el derrotero no cristiano, entonces con el tiempo los ancianos quizás tengan que tomar medidas para asegurarse de que dichas prácticas no causen confusión en la mente de los observadores ni resulten en que en la congregación cristiana se infiltren prácticas erróneas. Cualquiera que adora a sus antepasados deja de ser cristiano verdadero, y deben tomarse medidas para asegurarse de que toda persona reconozca ese hecho. (1 Corintios 5:13.)

La fidelidad resulta en bendiciones

Muchos cristianos han hallado que la fidelidad en este asunto importante produce buenos resultados. Edwina Apason, cristiana de Surinam, relata su experiencia: “En cierta ocasión, mientras conducía un estudio bíblico, recibí un mensaje horrible. Mi hijo mayor, que no era Testigo, había sido muerto mientras participaba en una manifestación de protesta. Esta pérdida dolorosa causó otras dificultades, pues mis parientes dijeron: ‘Si no sigues las costumbres de duelo, no tienes sentimientos maternos para con tu hijo’. La costumbre requería que me cortara el cabello, me envolviera la cabeza en un pañuelo blanco, llevara luto por meses, caminara lentamente a propósito, y hablara en voz baja y amortiguada... todo esto para mostrar a la gente y al supuesto ‘espíritu del difunto’ que yo realmente estaba triste. Sin embargo, si yo hubiera hecho estas cosas, mi predicación ciertamente habría sido en vano, y yo habría dejado de tener una conciencia limpia ante Dios”. Por eso, Edwina no transigió.

Otra persona, un hombre, afirmaba que su tía muerta lo visitaba de noche con regularidad. ¿Qué quería ella, según él? Contestó él: “Que se hiciera un sacrificio para ella al borde del río”. ¿Qué pasaría si no se hacía el sacrificio? Existía la amenaza de muerte. Esta tía, mientras estuvo viva, había sido una persona muy amorosa. Pero, después de morir, supuestamente obraba como una tirana amenazadora. ¿Realmente podía tratarse de la misma persona? Mediante el razonamiento y el uso de las Escrituras se ha ayudado a este hombre y a otros en su misma situación a librarse del temor a los muertos. Estas personas han aprendido que las visiones, las voces y las apariciones son la obra de ángeles caídos, de demonios. (Compárese con 2 Corintios 11:3, 14; Efesios 6:12.)

Los siervos de Jehová están al tanto de que el permanecer en el camino que Dios ha delineado para ellos resultará al fin en la bendición de vida eterna (Isaías 30:21). Satanás emplea constantemente métodos astutos y engañosos para tratar de causarles tropiezo y desviarlos de dicho camino (1 Pedro 5:8, 9). Él reconoce que ellos quizás sean especialmente vulnerables cuando les apena la muerte de un ser querido. No obstante, los cristianos están resueltos a permanecer fieles a Jehová en todo, a pesar de cualquier presión que venga. Al respecto, como en otros asuntos, ‘tienen que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres’ (Hechos 5:29). Así prueban cuán profunda es su devoción a Jehová Dios, y pueden esperar que él les dé la recompensa de vivir en su nuevo sistema, donde la muerte y el duelo ‘no serán más’. (Revelación 21:4.)

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