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  • La computadora... ¿esclava o tirana?

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  • La computadora... ¿esclava o tirana?
  • ¡Despertad! 1979
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  • ¿Por qué la desarrollaron?
  • Extensa aplicación de las computadoras
  • Haciéndose más veloces aún
  • Limitaciones de las computadoras
  • El programa de la computadora
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¡Despertad! 1979
g79 8/1 págs. 16-20

La computadora... ¿esclava o tirana?

LA ANÉCDOTA acerca de las computadoras que hace reír a algunos y temblar a otros va así: Varias naciones grandes concuerdan en enlazar sus computadoras más adelantadas a fin de resolver los problemas complejos a los cuales se enfrentan. Se conectan los vastos depósitos de información en el conjunto de poderosas unidades de proceso. A fin de probar la combinación, se le propone al sistema integrado la “pregunta suprema”: “¿EXISTE DIOS?”

Los carretes de cintas dan vuelta rápidamente y las luces indicadoras se encienden a medida que la estructura de computadora más refinada que se ha diseñado examina inmensos depósitos de información, asimilando y analizando datos a medida que se vale de todos sus recursos para resolver la pregunta. Después de varios minutos toda acción cesa, excepto por un estallido de actividad en la máquina de escribir, a medida que imprime el resultado final de miles de millones de decisiones lógicas. Ante los ojos asustados del auditorio enmudecido aparece la concisa respuesta: “¡AHORA SÍ EXISTE!”

La reacción de uno a este relato —como sucede con la belleza— depende mucho “del punto de vista del espectador.” La experiencia personal del lector con las computadoras quizás lo haya llenado de admiración por las habilidades de éstas. O, quizás reaccione con una mezcla de disgusto y temor inquietante.

Para algunos la computadora u ordenador es el genio mecánico que puede notificar instantáneamente a una persona que las reservaciones para su viaje de 10.000 kilómetros han sido confirmadas, que puede ayudar a un abogado a encontrar los relatos pertinentes a un caso difícil, y, en sus momentos de ocio, servir de oponente formidable en el ajedrez o en el juego de tres en raya. Para otros la computadora es la máquina ciega, propensa a hacer errores, que confunde sus saldos bancarios, continúa acosándolos con demandas de pago de cuentas que se pagaron hace mucho y almacena en su “memoria” información difamatoria acerca de ellos que el resto del mundo puede ver con solo tocar un botón.

¿Qué piensa usted de las computadoras? ¿Le gustaría echar una ojeada más detenida a esta maravilla electrónica polifacética?

¿Por qué la desarrollaron?

A lo largo de la historia el hombre ha tratado de desarrollar su capacidad a fin de acelerar o eliminar el trabajo monótono y redundante. Por años, muchas tareas físicas —arar, andar, manufacturar— se han simplificado por medio de artefactos mecánicos que economizan el trabajo. Pero por mucho tiempo se creyó que los procesos mentales no podían ser automatizados.

Tome, como ejemplo, el fabricante que tiene que sumar una columna de cifras para hacer su inventario actual. Originalmente esta tabulación era un proceso completamente mental. Entonces, con la aparición de la sumadora y las calculadoras modernas, la operación se automatizó, aunque el asiento de la información siguió haciéndose manualmente. Los movimientos físicos del operador llegaron a ser la parte más lenta del proceso.

¿Podía diseñarse una máquina que “leyera” las cifras, produjera el efecto de oprimir las teclas de los números, determinara si sumar o restar, y entonces imprimiera el total? ¡Sí, se podía! A una computadora se le podía alimentar con datos, registrados por medio de tarjetas o fichas perforadas o cintas magnéticas, o hasta “examinados” directamente del documento fuente. Pero, ¿cómo podría una máquina saber qué hacer con todo esto?

El concepto del programa almacenado era la respuesta. Mientras que la sumadora o la calculadora solo podían hacer una o dos operaciones por cada botón que se oprimía, una computadora con un programa almacenado, o “memoria,” podía tener una serie de instrucciones que la dirigieran por muchas trayectorias independientes, sobre la base de su análisis de los datos de entrada. A medida que aumentaba la capacidad y velocidad de la memoria de la computadora, las posibilidades se hicieron asombrosas.

Extensa aplicación de las computadoras

¿Puede imaginar lo que usted pensaría como fabricante al meditar acerca de estas posibilidades? Podría razonar: ‘Si la máquina puede sumar nuestra producción y restar lo que vendemos, ¿por qué no dejar que nos mantenga informados del inventario y nos “diga” cuándo el cómputo es muy bajo? Mejor todavía, que nos informe cuándo tenemos menos de 200 de nuestros artículos de venta rápida y menos de 20 de los de venta lenta. ¡Espera! En ciertos períodos del año tenemos temporadas de intensa actividad. Suministrémosle el historial de ventas del año pasado y que nos diga lo que podemos esperar cada semana. Sabemos lo que cada una de nuestras sucursales necesitó el año pasado. Con esa información, esta máquina podría programar embarques automáticos de las mismas cantidades este año. ¿Podría “leer” un pedido, dividirlo en sus componentes, y decirnos cuando comenzar la producción a fin de hacer la entrega a tiempo? ¿Podría . . . ?’ Por supuesto que sí, y hoy las computadoras están haciendo esto y mucho más.

Haciéndose más veloces aún

Para dar un ejemplo de la velocidad de las computadoras modernas, imagínese a un oficinista que tenga que sumar 100.000 cifras de siete dígitos. Escritas a máquina a un solo espacio en papel de cartas de tamaño normal con 10 columnas por página, estos números llenarían unas 150 páginas. Con una calculadora, el registrar siete dígitos y oprimir el botón de “sumar” una vez por segundo, requeriría de nuestro arduo trabajador humano casi 28 horas de labor. ¡Qué desanimador sería si una computadora comenzara la labor simultáneamente! Antes que el hombre oprimiera el botón de “sume” para su primer conjunto de dígitos, ¡la computadora estaría imprimiendo la respuesta!

La veloz computadora trabaja como cualquier otra máquina... sin cansarse o aburrirse, y con increíble precisión, si se le programa apropiadamente. Pero, ¿qué hay en cuanto al costo? Pues bien, aunque a principios de los años cincuenta el procedimiento por computadora costaba 1,26 de dólar por 100.000 cómputos, el costo hoy día es de menos de un centavo por el mismo trabajo. Es posible que por medio de nuevas memorias de “burbuja magnética” se pueda reducir a la milésima parte el tamaño de los bancos de memoria de las computadoras, ¡y los técnicos prevén un equipo completo de memoria de computadora en una “pastilla” de metal de poco más de medio centímetro!

¿Le asusta esto? ¿Se siente usted como el investigador que llegó a la conclusión de que en pocos siglos nuestra única esperanza es que las computadoras estén dispuestas a mantenernos como sus mascotas? ¿Llegarán las computadoras a hacerse nuestras tiranas? Al tratar de hallar la respuesta, ciertamente es hora de repasar sus limitaciones.

Limitaciones de las computadoras

Por más imponentes que sean sus habilidades, la computadora sigue siendo una máquina. Correctamente la Encyclopædia Britannica declara: “La computadora no puede ejercer buen juicio ni sentido común, y en el programa es preciso instruirla meticulosamente en cuanto a cómo tratar con cada contingencia.” Sí, el programador tiene que suministrar la imaginación y la habilidad de razonar a medida que desarrolla las instrucciones para dirigir el proceso. La computadora, como cualquier otra máquina, no puede hacer nada más que seguir la trayectoria que el programador le diseñe. Puede determinar (si se le diseña para hacerlo) si una declaración en particular es incorrecta según las reglas del lenguaje de la computadora. Pero no puede determinar si lógicamente la declaración es correcta o incorrecta para lograr el resultado deseado.

Una de las partes principales del trabajo del programador consiste en encontrar y eliminar los defectos lógicos que la computadora no puede percibir. Esto se hace por medio de poner a prueba el programa usando datos especialmente preparados y comparando la información de salida con resultados correctos predeterminados. Es probable, pues, que usted pueda ver que la razón por la cual el sistema de computadoras depende por completo del programador es que la máquina carece por completo de juicio. ¡Esta maravilla electrónica es, como un instructor de programadores aptamente la llamó: un “morón de alta velocidad”!

La computadora sigue las instrucciones ciegamente, sin una conciencia que se sienta perturbada por algo incorrecto. Así, un programador puede hacer que la computadora tenga “prejuicios” por medio de variar sus acciones sobre la base de ciertas combinaciones de letras en el nombre de pila y/o apellido del solicitante. Al programador sin escrúpulos también se le presenta la oportunidad de dirigir la computadora para su provecho personal. ¡El Times de Nueva York del 3 de julio de 1977 señaló que según los cálculos actuales el crimen ayudado por computadora rinde unos 300 millones de dólares al año, y el robo medio es de 500.000 dólares!

Es patente que una computadora no puede hacer más cosas ni cosas mejores que el hombre; solo puede hacer ciertas cosas más velozmente. Es interesante el hecho de que la revista Natural History dijo lo siguiente al comparar el hombre con la computadora: “Aumentando en tamaño las computadoras de hoy día, una máquina que igualara la capacidad de memoria del cerebro humano consumiría energía eléctrica a razón de mil millones de vatios —la mitad de la energía suministrada por la presa del Grand Coulee— y ocuparía la mayor parte del espacio del edificio Empire State. Costaría aproximadamente 10 mil millones de dólares. A pesar de que la máquina sería una prodigiosa inteligencia artificial, solo sería una imitación torpe del cerebro humano.” Esta revista también declaró: “En casi todo respecto, los cerebros electrónicos más poderosos del mundo son irremediablemente deficientes en comparación con el décimo de pie cúbico [0,0028m3] de materia gris alojada en el cráneo humano.”

A diferencia del hombre, la computadora no puede hacerse cargo de ninguna desviación, prescindiendo de lo pequeña que sea, de lo que ha sido programada para ejecutar. ¿Le gustaría a usted entender esto mejor? Pues, para aclarar los asuntos, basta con una porción de un programa sencillo de computadora.

El programa de la computadora

El programa le provee a la computadora todas las instrucciones relacionadas con la naturaleza de los datos que entran, las reglas del proceso y la estructura general en la cual debe producirse la información de salida. Volviendo al ejemplo de nuestro fabricante, escribamos una porción del programa para ajustar el inventario de sus productos después de las ventas y producción de un día. El lenguaje del programa es Common Business Oriented Language (COBOL, Lenguaje común de información para negocios). Esta es una muestra de los datos:

TRANSACCIONES

00012 HECHO 0120

00150 HECHO 0032

00201 HECHO 0088

00201 VENDIDO 0035

00208 HECHO 1134

00301 HECHO 0078

00301 VENDIDO 0012

00404 HECHO 1234

ARCHIVO MAESTRO VIEJO (DE AYER)

00012JUNTAS 00700150

00150BISAGRAS 01201200

00201PERILLAS 00320030

002081TORNILLOS 00980500

00301MOLDURAS 04300090

00404CLAVOS 15600999

Los datos anteriores se definirían en el programa así (Note que cada X y 9 representa una posición de los datos):

01 FICHA DE TRANSACCIÓN. 01 INVENTARIO-MAESTRO-REGISTRO.

05 TRANS-SURTIDO-NÚMERO CUAD XXXXX.05 SURTIDO-NÚMERO CUAD XXXXX.

05 VENDIDO-O-HECHO CUAD XXXX. 05 SURTIDO-NOMBRE CUAD X(15).

05 CUENTA DE UNIDADES CUAD 9999. 05 UNIDADES-A-MANO CUAD 99999.

05 MÍNIMO-UNIDADES CUAD 999.

Después de comparar cada transacción al archivo correspondiente, aplican las siguientes declaraciones en COBOL:

SI VENDIDO-O-HECHO ES IGUAL A ‘HECHO’

SUME CUENTA-DE-UNIDADES A UNIDADES-A-MANO.

SI VENDIDO-O-HECHO ES IGUAL A ‘VENDIDO’

RESTE CUENTA-DE-UNIDADES DE UNIDADES-A-MANO.

Después de aplicar la transacción el nuevo archivo maestro es:

00012JUNTAS 00820150

00150BISAGRAS 01233200

00201PERILLAS 00373030

002081TORNILLOS 02114500

00301MOLDURAS 04366090

00404CLAVOS 16834999

En realidad no es posible dirigir la computadora por medio de este programa que casi está en español común, sino que antes hay que convertirlo en un lenguaje que la máquina pueda leer por medio de un programa especial llamado “compilador.” Ahora bien, el programa de una computadora quizás use palabras como “NÚMERO-DE-SURTIDO” y “CÓMPUTO-DE-UNIDADES,” pero éstas no significan nada en absoluto para la máquina. La máquina las usa solo para enlazar los pasos de su proceso con zonas donde está almacenada información específica. Los nombres “JUAN” y “MARÍA” pudieran reemplazar estas palabras por todo el programa y el resultado sería exactamente el mismo código en el lenguaje de la máquina. El lenguaje COBOL se ha diseñado con el lector en mente.

Posibles dificultades

Aunque el programa anterior da buenos resultados, hay muchas fuentes de errores de las cuales aún no se han encargado. ¿Qué sucedería si una ficha se perfora con “VENIDO” en vez de “VENDIDO”? ¿Y qué hay si el número hubiera estado a una posición a la derecha? O, ¿qué hay si la cantidad que se registra en la zona de números fuera “12X4” en vez de “1234”? Nuestra precisa amiga, la computadora, ciertamente no sabría qué hacer. Además, ¿qué hay si, por error o en realidad, el inventario total excediera de 99.999, o si las cifras estuvieran correctas pero vinieran tres días más tarde? No es posible obtener buena información de salida sin una buena entrada. En la comunidad de las computadoras este concepto ha hecho surgir la frase que se explica por sí misma: “Si entra basura... sale basura.”

En el programador se debe hallar la imaginación para pensar en todos los errores posibles combinada con la perseverancia para tomar medidas para enfrentarse a cada uno. The Mythical Man-Month describe esto de la siguiente manera: “El diseñar grandes conceptos es sumamente interesante; el hallar los defectos diminutos sencillamente es trabajo. En cualquier actividad creadora hay horas monótonas de trabajo tedioso y esmerado, y la programación no es una excepción.” Aun con los mejores esfuerzos del programador, la información de salida de cualquier sistema de computadoras todavía tiene que estar sujeta al repaso humano y corrección si es necesario. Ni la computadora ni el programador deben considerarse infalibles.

Punto de vista apropiado

La computadora electrónica, con sus vastas habilidades en velocidad y precisión, es una esclava excelente que obedece los mandatos del hombre. Si se le dirige apropiadamente puede relevar al hombre de gran parte del aburrimiento y frustración que están asociados con las tareas monótonas. Puede darle libertad para desafiar sus facultades mentales. Pero las cualidades humanas de empatía, compasión, iniciativa, perspicacia e imaginación no se pueden programar en una máquina. El hombre, como amo de la máquina, tiene que guiarla, repasar su trabajo y reajustar sus acciones a medida que esto sea necesario.

Máquinas como la computadora electrónica pueden efectuar asombrosas tareas técnicas. Sin embargo, siguen siendo una extensión de la obra de las manos de Dios, no una mejora. El hombre no debe ni temer ni reverenciar a la computadora, sino usarla para librarse de ciertas cargas y obtener la libertad que le permita experimentar más plenamente el gozo de vivir.

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