Lo que la gente puede comer
EN CIERTAS partes del mundo, cuando se habla de alimentos, la gente piensa en cosas como comer carne por lo menos una vez al día, diferentes vegetales y frutas, una variedad de postres y bebidas.
Sin embargo, hay centenares de millones de personas que quizás vean muy poca carne, o no la vean en absoluto, durante toda la vida. Tienen una dieta constante de solo unos cuantos alimentos, tales como arroz tres veces al día, con solo unos cuantos vegetales. Puede que de vez en cuando tengan un pedazo de pescado u otra clase de carne. Sucede que, o no se les hace disponible una dieta mejor, o son demasiado pobres para conseguirla.
Sin embargo, en diversos países por todo el mundo la gente come muchas cosas que serían una ayuda para los que sufren de hambre en otros sectores.
¿Qué es alimento?
Al alimento se le define como “sustancias nutritivas que el cuerpo de un organismo absorbe o ingiere para utilizarlas en el crecimiento o la reparación.” Es “cualquier cosa que nutra, desarrolle o sostenga.”
En vista de esta definición, parece que es casi interminable la lista de lo que pudiera llamarse alimento entre las plantas, los animales y los insectos. En cuanto al reino vegetal, por ejemplo, es desafortunado el que la humanidad hoy día se valga de solamente unas cuantas cosechas básicas para su alimento. Pero en un tiempo u otro de la historia la gente ha comido varios miles de diferentes tipos de vegetales.
Un grupo de científicos informó sobre 30 clases de plantas tropicales poco conocidas que serían una ayuda para alimentar a la gente, pero que no están utilizándose en la actualidad. Un científico africano observó miles de clases de plantas allá, pero la gente solo estaba valiéndose de unas cuantas, tales como el maíz, el arroz y los camotes o batatas. Y éstas se “tomaron prestadas” de otras culturas.
Alimentos diferentes
Hay quienes dicen que cosechas de plantas poco conocidas son demasiado exóticas para que uno las coma. Pero un científico contestó: “Recuerden, casi todo es el alimento de alguien en algún lugar.”
Por ejemplo, un científico recomendó las lombrices mezcladas con otros alimentos como rica fuente de proteína. ¿Le sorprende esa sugerencia? Bueno, Science Digest informó que cierta especialista en economía doméstica de una universidad de California “sí come insectos con regularidad, y que sus favoritos son el comején, el saltamonte, la abeja y los tribolium, o cierto escarabajo que se cría en la harina.”
Un grupo de expertos fue asignado para probar los “manjares exquisitos” de esta persona. ¿Qué opinaron ellos? Después de probar su plato oriental de arroz con comején, su sopa won ton de abeja, y su pan especial (que contiene grillos o saltamontes molidos), el grupo respondió con gran entusiasmo. Un miembro dijo: “Mi plato favorito fue la comida oriental de arroz con comején.”
El antropólogo estadounidense Aubrey Williams probó “pizza de pescado” hecha de sobras de bacalao; también probó orugas, saltamontes asados, mariposas, lombrices y galletas hechas de abejas. ¿Su respuesta? “Sé que a veces suena repugnante, pero cuando uno piensa en ello con detenimiento, no es muy diferente de comer caracoles. Y el pelar una langosta [el insecto] o una cucaracha para comerla no difiere mucho de pelar un camarón.”
Varían las actitudes
Puesto que todas las personas, prescindiendo de dónde se hallen, son biológicamente iguales, es posible sustentar sus cuerpos con las mismas clases de sustancias nutritivas. ¿Por qué será, pues, que no todas las personas comen las mismas cosas que otras comen?
Bueno, ¿cómo se siente usted cuando oye decir que las personas de cierto lugar comen perros, gatos, ratas, ratones, culebras, ranas, lombrices, caballos, monos o elefantes? ¿Perturbado? Prescindiendo de cómo le afecte esto, recuerde que lo que a usted le encanta como plato favorito bien puede parecerle asqueroso a alguien de otro lugar.
Por lo tanto, puede que el problema no tenga que ver con lo que se come de alimento. Puede que dependa de dónde ha nacido uno y de a qué clase de alimentos se ha acostumbrado desde la niñez. También pudiera depender de sus convicciones religiosas o de sus antecedentes culturales.
Por ejemplo, al que se haya criado en América del Norte le puede parecer repugnante oír acerca de personas de ciertas partes de África a quienes les parecen sabrosas las lombrices. De la misma manera le pudiera repugnar a una persona criada en ciertas partes del África saber que algunas personas de Europa o los Estados Unidos disfrutan de la rana como carne.
Una persona de la India pudiera airarse al saber que los europeos y los estadounidenses utilizan como alimento la carne de res. El musulmán considera sacrílego el comer cerdo. Y algunos europeos se reirían ante la idea de utilizar el maíz como alimento para adultos, pero entre otras personas ciertas variedades de maíz son muy deseables.
Un punto de vista equilibrado
Por lo tanto, el hecho de que algunas personas coman alimentos que otras consideran raros o repugnantes revela que en gran manera este asunto es un asunto mental. Puesto que la gente puede comer estas cosas y sustentarse con ellas en una parte del mundo, entonces, desde un punto de vista físico, todas las demás personas pudieran nutrirse de ellas también.
El hombre está cercado por toda clase de alimentos. Pero debido a su carácter exigente ha desarrollado gustos y aversiones. Puede que eso esté bien o no importe en tiempos de abundancia, pero en tiempos de escasez o hambre impide que él se nutra.
Es de interés que, respecto a la provisión original de alimento para el hombre, la Biblia nos comunique estas palabras de Dios: “Miren que les he dado toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla. Que les sirva a ustedes de alimento.” (Gén. 1:29) Más tarde, Dios hizo esta añadidura: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles a ustedes de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras se lo doy todo a ustedes. Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer.”—Gén. 9:3, 4.
Es patente que Dios proveyó una gran variedad de vida vegetal, animal y de insectos que pudiera comerse para sostener la vida. Por eso se nos dice más tarde en la Biblia que “toda creación de Dios es excelente, y nada ha de desecharse [como alimento] si se recibe con acción de gracias.”—1 Tim. 4:4, 5.