El fracaso moral
HACE diez años un prominente colaborador de periódicos en los Estados Unidos escribió: “Lo que nos está sucediendo es esencialmente un fracaso moral. La brecha entre lo que pre tendemos creer y lo que practicamos constantemente se ha estado ensanchando. . . . No sé exactamente cuándo fué sustituído el código moral por la idea de que la maldad no es provechosa. Si usted escucha dramas por radio hoy día, aprende que el crimen no vale pena. . . . Los detectives siempre atrapan el gángster al fin. En el pasado Dios y el remordimiento eran la retribución. Hoy día Dios es J. Edgar Hóover y él es un sustituto inadecuado. . . . En el siglo veinte sanciones morales empezaron a dar lugar a explicaciones científicas. La ‘ciencia’ confirmó las leyes supervivencia del más apto, selección bio lógica, relativismo histórico, determinismo psicológico. La religión vino a ser superstición y la moralidad. completa mente relativa. Si seguimos pensando ese modo, la democracia está a punto de zozobrar.”—El News de Los Ángeles del 29 de marzo de 1941.
Las noticias actuales subrayan este análisis de hace una década. Recientemente principales educadores dijeron que si los Estados Unidos van a sobrevivir como una democracia deben desarrollar “inteligente y ferviente lealtad a valores morales y espirituales”. Numerosos desenmascaramientos de delincuencia moral en asuntos gubernamentales indujeron al senador Fulbright a decir: “Creo que es más probable que la democracia sea destruída por la perversión, o abandono, de sus verdaderos principios morales que por un ataque armado de Rusia.”
El presidente Truman había tachado de “asnales” algunas de las investigaciones que después desenterraron mucha corrupción política, pero tercamente afirmó que su casa estaba limpia y que ninguna “influencia ilegal” estaba operando. No opinó sobre la acusación de “influencia incorrecta”. Pero aun él reconoció el fracaso moral, diciendo que debemos “tratar de movilizar las fuerzas morales del mundo contra las fuerzas inmorales”. Tras los desenmascaramientos de manejo incorrecto de préstamos gubernamentales y el esfuerzo presidencial por evadir el asunto alegando que no era “ilegal”, el U. S. News & World Report del 16 de marzo preguntó: “A menudo no es ilegal. ¿Es impropio? ¿Ha pasado de moda la moralidad?”
Para muchos, sí. La princesa Isabel de Inglaterra dijo: “Difícilmente podemos negar que vivimos en una época de creciente desenfreno, de indiferente materialismo y de decadentes normas morales. . . . Creo que existe gran temor en nuestra generación de ser clasificados de presumidos. En consecuencia, a veces la gente tiene miedo de mostrar desaprobación de lo que saben que es malo.” El senador Róbert Taft de los Estados Unidos, en un artículo que escribió deplorando el menoscabo de la moralidad política, recordó una declaración de que “el menoscabo de integridad en la vida pública nos ha conducido al crepúsculo del honor”, y concluyó: “Quizás la gente ha perdido su sentido de integridad moral porque sus líderes lo han perdido, pero no creo que sea así. Pienso que es un sentimiento de repugnancia desesperanzada más bien que de aprobación.”—Reader’ s Digest, noviembre de 1950.
Como parece ser la costumbre entre las altamente respetadas organizaciones religiosas del mundo, sólo después que se despertó la opinión pública hallaron su conciencia y exclamaron protestas tardías. Un clérigo declaró: “La descuidada y charra manera de conducta y conversación es un índice de carácter cenagoso y ruin. Todo esto se dice de la prensa pública, el cine, las revistas gráficas, y los comentadores chambones, junto con la literatura del día, todos los cuales parecen obtener un gusto satánico e irresponsable de las vulgaridades que presentan al público.”
En noviembre pasado el clérigo R. J. McCracken dijo: “El. mayor peligro a que se enfrenta este país es el peligro de lasitud moral—libertad convertida en libertinaje, derechos demandados y deberes eludidos, el sentido moral deteriorándose, las tradiciones y normas de la nación debilitadas, las fuerzas espirituales dentro de ella perdiendo terreno.” Después dijo: “Los norteamericanos a menudo llaman a Rusia atea. Es abierta y francamente atea. ¿No debemos preguntar, sin embargo, en qué sentido significativo o realista podemos aplicar el nombre ‘cristiano’ a nosotros mismos o a nuestra vida nacional? . . . Puede decirse que el tono moral de la nación—su política, su vida comercial, su literatura, su teatro, su cine, sus redes de radio y televisión—es cristiano?”
En marzo pasado un rabino de la ciudad de Nueva York dijo que la iglesia y la sinagoga deberían ser un “remordimiento de conciencia,” para gobernantes y gobiernos. Las religiones mundanas siempre están anuentes a ser un “remordimiento de conciencia” para otros, pero raras veces son animadas sus conciencias a encontrar remordimiento para sí. Las pajas en los ojos de otros hacen más para ponerlos en acción que las vigas en sus propios ojos. (Mat. 7:3-5, NM) Note la reacción católica a la sórdida corrupción en el juego, desenmascarada recientemente. Después de notar estas “escandalosas” corrupciones en la vida pública y en los deportes debido al juego, la Asociación de Filósofos Católicos Norteamericanos encubrió el juego de la iglesia diciendo: “Resuélvase que esta asociación, aunque está convencida de que el juego no es inmoral en sí mismo, por la presente condena al juego efectuado de modos y en condiciones que sean inmorales.”
El Dr. Réinhold Niebuhr, del Seminario Union Theological, recientemente comentó en perplejidad sobre el fracaso moral: “No es muy claro por qué parece que todo ha ido mal en la historia actual del hombre.” La Biblia es clara en cuanto a ello, mostrando que es parte de la señal de los últimos días del mundo de Satanás. (2 Cor. 4:4; 2 Tim. 3:1-5) El consejo de la Biblia de resistir la tentación y apartarse de la maldad desde su comienzo es práctico, y una persona escribiendo esto en sustancia al Times de Nueva York, añadió: “Habrá muchos que dirán que esto es demasiado ingenuo, demasiado sencillo, que el asunto es más complicado que eso. Pero si es tan sencillo, ¿cuántos de nosotros lo hacemos? La verdad siempre es sencilla; somos nosotros quienes la complicamos.”
Ni los políticos ni los obreros sociales ni los clérigos detendrán el fracaso moral. El remedio de la Biblia es el remedio práctico, y las personas prácticas aplicarán estos remedios sencillos, para alivio actual y para alivio permanente de toda la humanidad en un nuevo mundo de justicia. Los que gimen y lloran debido a estas condiciones inmorales, que reconocen su pobreza espiritual, que tienen hambre y sed de justicia, serán satisfechos y hechos gozosos.—Eze. 9:4; Mat. 5:3-7, NM.