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  • Un largo viaje en busca de un extraño
    ¡Despertad! 1981 | 22 de marzo
    • Se me hizo claro que yo realmente necesitaba examinar esta fe. Me preguntaba: ¿Es éste realmente el camino de la verdad que conduce a la humanidad a vivir nuevamente en armonía con el resto del universo de Dios?

      Le dije a Lorraine: “Necesito conseguir un empleo de media jornada que me permita tener tiempo para hacer mis investigaciones.”

      Aún queda un largo viaje

      Todos mis esfuerzos por hallar empleo de media jornada en aquel lugar fracasaron. Finalmente, le dije en confianza a Lorraine: “Tal vez yo pudiera ir a otro país y hallar empleo de media jornada allí y así tener tiempo para estudiar.”

      “¿Adónde te gustaría ir?,” me preguntó.

      “A la China.”

      Ella había aprendido a permanecer tranquila sin importar lo que yo dijera, y respondió: “¿Te contentarías con ir a Centroamérica?”

      Lorraine me dijo que Diane y Shirley, testigos de Jehová a quienes yo conocía ya, estaban planeando un viaje a Guatemala. Me llevó adonde ellas para que habláramos. A ellas no les pareció absurda mi petición. Dentro de poco estuvimos viajando en automóvil hacia Guatemala.

      Mi apariencia fue cambiando a medida que el viaje adelantaba. En Acapulco, Shirley me mostró un pedazo de tela y me dijo: “Joy, ¿no te parece que éste es un material bonito? ¿No te gustaría mandarte a hacer un vestido con él?” El vestido fue de estilo modesto, y me llegaba hasta las rodillas.

      Diane era peluquera de profesión y me fue mostrando fotografías de diferentes peinados. El cabello me cubría la mayor parte de la cara y me llegaba hasta la mitad de las caderas. Finalmente, le permití que me lo cortara. Yo misma no pude creerlo, pero cuando me miré en el espejo y me vi toda la cara expuesta y el cabello hasta los hombros, ¡me gustó la persona a quien vi!

      Un hogar en Guatemala

      En Guatemala, conocí a Jean. Diane la había conocido desde 1968. Jean llegó por primera vez a Guatemala en 1966, enviada por la escuela de misioneros de la Watchtower situada en Brooklyn, Nueva York. Jean había permanecido en Guatemala a pesar de que había enfermado, y ahora tenía su propia casita.

      Esta querida Jean me ofreció que hiciera mi hogar con ella. Además, me ayudó a hallar al extraño a quien estuve buscando. Con ella continué mis estudios de la Biblia. Ella me fue fortaleciendo al relatarme muchas experiencias.

      Sí, yo estaba empezando a discernir al Extraño, es decir, al que había sido un extraño para mí. Este era la Persona que daba significado y propósito a mi vida, el generoso Dador de toda dádiva buena y todo don perfecto, mi Creador y Dador de vida, el único Dios verdadero, Jehová. Después de tanto buscar y tantear, ¡cuán impresionante fue descubrir que él “no está muy lejos de cada uno de nosotros”!—Hech. 17:27.

      Aunque yo sabía muy poco español, ya estaba atendiendo a cuatro estudiantes de la Biblia. Jean y yo nos preparábamos para esto por adelantado. Ella me hacía las preguntas bíblicas en inglés. Yo procuraba contestarlas en español para ver si podía relatar la información. Nos asegurábamos de mantenernos siquiera una lección más allá de la que recibían mis estudiantes.

      En medio de todo esto, Jean me ayudó a conseguir un empleo de media jornada como instructora de inglés. Al encararme a tantas responsabilidades, aprendí en poco tiempo a depender de Jehová para las fuerzas que necesitaba para aprender un nuevo idioma, aprender la verdad, aprender a enseñar la Biblia, aprender a enseñar el inglés, aprender a vivir en un país extranjero, aprender a llevar un nuevo modo de vida, y aprender a revestirme de la nueva personalidad.—Fili. 4:13.

      Al cabo de cinco meses me dediqué a Dios para hacer su voluntad, y me bauticé en símbolo de esta dedicación. Vi resueltas mis dudas. Llegó a su fin mi largo viaje en busca de Dios... la persona que había sido un extraño para mí. Ahora yo tenía nuevas metas en la vida.—Isa. 2:3.

      Recompensas duraderas

      Seis maravillosos años han pasado volando. La vida sigue al mismo paso. Sigo viviendo con Jean en su casita, y las dos pasamos la mayoría de nuestro tiempo enseñando a otros acerca de la Biblia.

      Hemos tenido la bendición de compartir las buenas nuevas del nuevo orden venidero de Dios con muchas familias y ver a éstas dedicar su vida a Jehová. El poder ayudar a nuevas personas a hallar a Jehová y a encaminarse a la vida eterna en Su nuevo orden es un premio que no se puede describir con palabras. Por ejemplo, hay una familia compuesta de 14 miembros a quienes nosotras ayudamos a conocer la Biblia, y ahora éstos conducen 59 estudios bíblicos con otras personas, y dos de los 14 miembros de aquella familia dedican la mayor parte de su tiempo a enseñar a otros acerca de la Biblia.

      Frecuentemente nuestro trabajo seglar de enseñar el inglés a ejecutivos guatemaltecos que trabajan para compañías norteamericanas nos proporciona la oportunidad de dar testimonio a personas que nunca antes han estado accesibles al mensaje bíblico. Estos ejecutivos hasta nos han pedido que les permitamos leer en clase algunas de las publicaciones de la Sociedad Watch Tower que explican la Biblia.—Mat. 28:19, 20.

      Cuando yo nací recibí el nombre de Joy (apelativo que significa “Gozo”). Ahora, desde que hice mi dedicación a Jehová, mi vida es un gozo. Todo esto, debido a que Jehová ya no es un extraño para mí, sino un amigo. Él ciertamente es el “remunerador de los que le buscan encarecidamente.” (Heb. 11:6)—Contribuido.

  • Los quehaceres domésticos... un conflicto de actitudes
    ¡Despertad! 1981 | 22 de marzo
    • Los quehaceres domésticos... un conflicto de actitudes

      EN UNA encuesta internacional que se realizó recientemente, dos de las cincuenta mil amas de casa cuya opinión se solicitó respondieron de la manera siguiente: “¡Detesto los quehaceres domésticos! Además, no los hago muy bien.” “Es una tarea aburrida que no ofrece ninguna recompensa; nunca más permitiré que ocupe mi tiempo.” El 10 por ciento de las mujeres que participaron en la encuesta estaba de acuerdo con el parecer de estas dos amas de casa.

      En cambio, muchas personas son como Julia, quien se levanta cada mañana al amanecer para empezar su rutina diaria de limpiar la casa. Todo en su hogar brilla. Todas sus amigas envidian la apariencia de su casa. A veces, Julia piensa que debería tener más intereses fuera del hogar, pero dice con un suspiro: “Soy ama de casa ante todo, y hay que tener la casa limpia.” Se esfuerza por alcanzar la perfección.

      ¡Esta es una actitud muy diferente de la que tienen las personas que ‘detestan’ los quehaceres de casa! ¿Predomina uno de estos dos puntos de vista en el hogar de usted? ¿Será correcto el primero de éstos, o el segundo?

      Ciertamente la actitud que usted o su cónyuge tenga hacia los quehaceres domésticos puede afectar directamente su propia comodidad y felicidad. Pero, ¿cuál es el punto de vista realista de este trabajo que algunas personas consideran una “maldición,” mientras que otras dicen que es la “más elevada de las virtudes femeninas”?

      Al regresar a casa después de un viaje de fin de semana relacionado con su negocio, un esposo apenas pudo creer lo que vieron sus ojos. La cocina parecía una zona de desastre... la estufa estaba llena de ollas

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