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El efecto total¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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extremados.” Parece que así ciertamente es.
Aunque nuestros cuerpos y la Tierra pudieran aguantar indefinidamente el abuso que están recibiendo, ¿realmente es suficiente el estar sobreviviendo? ¿Qué hay de la calidad general de la vida? ¿Le parece a usted agradable respirar aire que usted sabe que está contaminado, comer alimento que sabe que ha sido bombardeado con sustancias químicas, y beber agua que quizás no esté completamente pura?
¿Le parece agradable andar en una ciudad azotada por el smog con sus ‘selvas de concreto,’ apresuramiento, congestión del tráfico y suciedad, o le parece más agradable andar a lo largo de una playa limpia, en un bosque tranquilo, o afuera al aire fresco y la luz solar de un sector campestre? Las respuestas son obvias.
Sí, el cuadro total del aumento de la contaminación certísimamente está afectando la calidad de la vida. La mayoría de la gente sencillamente no está disfrutando tanto de ella, y la salud de muchos está siendo perjudicada. Peor todavía, la contaminación está poniendo en peligro totalmente la vida en esta Tierra.
Verdaderamente, el cuadro es bastante alarmante y desagradable. Pero, ¿exactamente qué causó esto?
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¿Qué causó esto?¡Despertad! 1971 | 8 de octubre
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¿Qué causó esto?
NINGUNA de las predicciones tenebrosas, las advertencias horrendas y las quejas enconadas acerca del arruinamiento del ambiente humano cambiará la situación. Solo el llegar a la causa verdadera y remediarla traerá el alivio.
¿Cómo y cuándo comenzó a ser convertido el planeta en una pila de basura? ¿Por qué se ha permitido que esto llegue a proporciones tan desastrosas?
Básicamente se considera que dos cosas llevan la mayor parte de la culpa: (1) la tecnología moderna, productora de la industria en gran escala y el transporte rápido, y (2) la explosión demográfica. Estas son las causas evidentes, visibles. Pero bajo ellas hay una causa más fundamental.
Veamos qué ha sucedido y cuán profundamente arraigado está el problema en realidad.
Surgimiento de la tecnología moderna
La mayor parte de los investigadores relacionan el aumento de la contaminación con la llamada Revolución Industrial. Comenzó hace más de doscientos años, a mediados del siglo dieciocho. Hasta entonces cuatro de cada cinco hombres eran agricultores. Las familias de los agricultores cultivaban su propio alimento, hilaban su propia tela, a menudo hacían sus propios muebles y hasta muchas de sus herramientas. Las poblaciones y las aldeas eran sus centros comerciales. Allí vivían los artesanos y trabajaban en sus hogares o en talleres pequeños, produciendo metalistería (quincalla), quizás imprimiendo libros y periódicos, produciendo joyas, plata labrada y productos de mejor calidad de tela, piel y madera que los que el agricultor de término medio podía fabricar. Con aquellos productos podían comprar alimento de los agricultores, o quizás un comerciante compraba los productos de ellos y los enviaba al extranjero, obteniendo en cambio productos extranjeros considerados como lujos.
Dos factores en particular cambiaron la estructura de la sociedad humana en muchos países: el capital y la invención científica (tecnología). Pero una tercera fuerza incitó a estos factores a unirse.
Como dice The World Book Encyclopedia (edición de 1970, tomo 10, página 185): “La fuerza que puso juntos a la ciencia y el dinero probablemente fue la demanda creciente de las comodidades de la vida.” Al principio quizás hayan sido cosas relativamente sencillas; los hombres deseaban las herramientas que podían ser producidas por las máquinas recién inventadas, las mujeres deseaban tela tejida a máquina. Pero a medida que aumentaba la corriente de productos, el deseo de tenerlos aumentaba con ellos.
Las máquinas —máquinas de hilar, máquinas de tejer, motores de vapor, hornos productores de hierro, convertidoras y aplanadoras— eran costosas. Solo los pocos hombres con capital podían comprarlas. Entonces tenían que establecer fábricas, preparar edificios especiales para sus máquinas, contratar personas para entrenarlas y emplearlas en la operación de máquinas. Las inversiones fueron fuertes y los inversionistas, por supuesto, estaban resueltos a realizar buenas ganancias. Al esparcirse las industrias, se atrajo a los hombres de las granjas, de oficios privados en talleres y hogares y llegaron a ser obreros fabriles. Y las fábricas tendieron a agruparse en ciudades donde el combustible y la mano de obra eran baratos. Ahora se van haciendo visibles los contornos básicos del patrón de la contaminación.
Con el tiempo se produjeron máquinas más rápidas, más complejas, más automáticas que hacían que las anteriores parecieran primitivas. Pero también requerían más energía eléctrica, mayores cantidades de combustible. Cada vez se añadían a la lista de los productos hechos a máquina más productos de los que habían sido hechos a mano por los artesanos. El número de los artesanos individuales fue constantemente menguando. Los talleres y las industrias más pequeños tenían que mantenerse al paso con la tecnología o verse arruinados por competidores que tenían producción en masa más rápida.
La invención de la locomotora de vapor y, más tarde, el motor de combustión interna que usaba gasolina dieron ímpetu al crecimiento de la industria. Con transporte más rápido y más barato, las fábricas pudieron ensanchar sus mercados, enviar sus productos cada vez más lejos, así como traer materias primas y combustible de puntos más lejanos. Con el tiempo se desarrollaron enormes industrias y las más pequeñas fueron eliminadas o absorbidas.
Todo este crecimiento fue aclamado como “progreso.” Pero ese progreso llevaba un precio muy alto. Afectaba seriamente la calidad de la vida humana.
Efecto en el ambiente del hombre
En las poblaciones industriales de desarrollo rápido, las fábricas a menudo se establecían en sitios selectos, como junto a una corriente de agua o distrito ribereño. Sus desperdicios eran echados a las corrientes o tirados cerca de ellas. (La descarga de una sola fábrica puede igualar la de una población entera de 100.000 o más personas.) Las minas productoras del mineral y la hulla vitales excavaban hoyos cada vez más profundos en la tierra o, con “la minería a cielo abierto,” allanaban colinas y excavaban cráteres grandes, dejando atrás zonas devastadas que se extendían por muchos kilómetros cuadrados. Más tarde los pozos de petróleo habrían de tener una participación aun mayor en el proceso de la contaminación. Las vías ferroviarias hicieron cicatrices en las faldas de las colinas y las locomotoras resoplaron en el mismísimo corazón de las ciudades, trayendo humo, arenilla y ruido. En aquel tiempo a la gente por lo general le parecieron al principio emocionantes todas estas cosas. Aun
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