BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Los “supervivencistas”... ¿están preparados para el fin?
    ¡Despertad! 1984 | 22 de agosto
    • la guerra. De manera realista, la Biblia dice: “¿De qué fuente son las guerras y de qué fuente son las peleas entre ustedes? ¿No son de esta fuente, a saber, de sus deseos vehementes de placer sensual que llevan a cabo un conflicto en sus miembros?” (Santiago 4:1). El poner en primer lugar los intereses egoístas de uno lleva invariablemente a disensiones.

      ¿Son de naturaleza tan altruista las ideologías que ahora unen a los supervivencistas que la avaricia y el egoísmo no dominarían su modo de pensar cuando se encararan a las escaseces que una catástrofe mundial produciría? The Christian Century citó recientemente a Jerry Younkins, portavoz de un grupo de supervivencistas “cristianos”, quien dijo: “Primero somos cristianos; en segundo lugar, supervivencistas”. Con esto él quiso decir que cuando sí ocurra el desastre, ellos tratarán (por lo menos al principio) de poner en práctica los principios cristianos. “Compartiremos cuanto tengamos lo mejor posible”, continuó diciendo él. Pero ¿qué harán cuando las provisiones comiencen a agotarse? “Los mataremos —dijo el Sr. Younkins—. Es muy sencillo: En tal situación sería o nosotros, o ellos.”

      En semejante ambiente de terror, los depósitos de alimento u oro escondidos pudieran equivaler a la pena de muerte para un supervivencista.

      Antiguos supervivencistas

      El objetivo del movimiento de los supervivencistas no es realmente nada nuevo. De hecho, los supervivencistas nos recuerdan a un grupo que existió en el primer siglo de nuestra era común: los zelotes (celotes) judíos. A medida que se acercaba a su fin la séptima década, la hostilidad entre los judíos y sus opresivos gobernantes romanos estaba llegando a su punto de inflamación. El fanatismo religioso, catástrofes naturales, como terremotos y escaseces de alimento... todo esto avivaba los temores de que había llegado el fin del sistema de cosas existente (Mateo 24:6-8). Al igual que los supervivencistas de hoy día, algunos trataron de fortificarse para el futuro. Cuando los ejércitos romanos bajo el mando del general Cestio Galo marcharon contra Jerusalén, algunos zelotes judíos se las arreglaron para tomar la ciudad de Masada. En su fortaleza, edificada sobre un peñasco de unos 400 metros de altura (1.300 pies), los zelotes tenían una batería de armas y un amplio suministro de alimento y agua. La supervivencia parecía segura.

      Sin embargo, el general romano Tito destruyó a Jerusalén en 70 E.C., y así quedó Masada como el punto focal del ataque romano. Por siete largos meses los zelotes resistieron. Pero los ingenieros romanos lograron construir una enorme rampa que permitió a sus soldados tener acceso a la fortaleza. Puesto que los zelotes sabían que la toma significaba una existencia desdichada como esclavos, los 960 hombres, mujeres y niños de Masada se suicidaron todos. Sus esfuerzos por sobrevivir mientras se refugiaban en una fortaleza bien armada sobre la cima de una montaña resultaron ser inútiles.

      Empero, es interesante notar que hubo un grupo de personas que sobrevivió a aquella destrucción sin emplear semejantes tácticas.

  • El único camino a la supervivencia
    ¡Despertad! 1984 | 22 de agosto
    • El único camino a la supervivencia

      “CUANDO vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas” (Lucas 21:20, 21). Éstas son parte de las instrucciones que Jesucristo dio a sus discípulos. Y ¿qué pasaría a los que desobedecieran las palabras de Cristo? Él predijo: “Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será pisoteada por las naciones”. (Lucas 21:24.)

      Las palabras de Jesús hubieran sido repugnantes para los zelotes. Según el libro A History of the Jews, de Abram L. Sachar, los zelotes “eran extremistas que no se estremecían ante nada con el fin de derribar a sus amos paganos”. La idea de huir les hubiera parecido no solo poco práctica, sino, peor aún, ¡cobarde! De modo que en 66 E.C., la crueldad romana incitó a estos judíos a una franca rebelión. Después que los rebeldes judíos tomaron a Masada, las fuerzas militares de Roma se apresuraron a apoderarse de Jerusalén. Jerusalén llegó a estar entonces “cercada de ejércitos acampados”. Pero cuando el procónsul romano Cestio Galo retiró inesperadamente sus tropas, surgió la oportunidad para que los residentes de Jerusalén siguieran el consejo de Jesús y huyeran. Eusebio, historiador del siglo III, dice: “Sin embargo, el cuerpo entero de la iglesia de Jerusalén, habiéndosele mandado mediante una revelación divina [...] se mudaron de la ciudad, y moraron en cierta población más allá del Jordán, llamada Pela”. Pero ¿qué pasó a los que se quedaron?

      Llegó el año 70 E.C., y los romanos regresaron bajo el caudillaje del general Tito. Decididos a conquistarla, bloquearon la ciudad. Flavio Josefo, ex rebelde judío que entonces estaba al servicio de los romanos, se puso a dar la vuelta a los muros de Jerusalén, mientras suplicaba a su pueblo que abandonaran su inútil lucha. “Conozcáis —clamó él— que resistís no sólo a los romanos, sino a Dios también.” ¿Cuál fue el resultado? En sus propias palabras: “Diciendo Josefo estas cosas llorando y dando voces, los malos y revoltosos de la ciudad no por eso se movieron ni juzgaron serles cosa segura hacer alguna mudanza”. Como resultado, ¡centenares de miles de ellos murieron de hambre y por la espada, y a otras decenas de miles de judíos se les sacó de allí para llevar una desdichada vida de esclavitud! Sin embargo, los cristianos que estaban a salvo en Pela podían reflexionar sobre la bendición de haber obedecido la advertencia de Cristo.

      La supervivencia hoy día

      Lo que ocurrió en Jerusalén fue simplemente un ejemplo en pequeña escala de lo que tendrá lugar en nuestro tiempo en escala mundial. Pero lo que está en juego esta vez no es solamente la existencia de una ciudad, ¡sino la del sistema de cosas mundial! (Mateo 24:21.)

      Dios mismo es quien causará esa calamidad mundial. Pero ¿por qué? Para “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” (Revelación 11:18). Dios, “el Formador

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir