¿Consentiría usted en que le provocaran el aborto?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Japón
● Ella sabía que tenía graves problemas de salud. Estuvo a punto de morir cuando dio a luz su segundo hijo. Ahora su médico le suplicaba encarecidamente que consistiera en provocarse un aborto: “Usted tiene dos hijos primorosos y sanos. Sería una lástima que tuvieran que crecer sin su madre. Simplemente es demasiado peligroso el que usted considere tener la criatura que ha concebido.” El argumento tenía poder persuasivo. ¿Debería acceder al aborto provocado?
● En otra parte del Japón un esposo emocionado trató de convencer a su esposa con estas palabras: “En tu presente estado de salud ciertamente no puedes tener un hijo. Tienes que ir al médico mañana y provocarte un aborto. Si no accedes a mis deseos, ¡me divorciaré de ti y tendrás que criar al niño sola!” ¿Debería acceder a un aborto provocado?
Lo que hemos mencionado no son casos aislados. En 1978 nacieron 1.708.643 bebés vivos en el Japón, y se informó que se realizaron 618.044 abortos, pero se cree que realmente la cantidad de abortos fue el doble de lo informado. Se calcula que cada año se llevan a cabo más de 40 millones de abortos por todo el mundo.
HACE más de una década muchos de los abortos eran provocados por personas que no habían recibido formación en la medicina y que solo estaban interesadas en ganar dinero. La cantidad de mujeres que moría era espantosa.
Con el tiempo, en varios países se aprobaron leyes que permitían que se provocara el aborto si existía una de las siguientes condiciones: (1) La salud física de la madre estaba en peligro. (2) La salud mental de la madre estaba en peligro. (3) La salud del feto estaba perjudicada. (4) Un embarazo no deseado que era el resultado de violación o incesto. (5) Por razones sociales o sociomédicas. Si se cumple con cualquiera de estas condiciones, se dice que ni el médico ni la paciente son culpables de un delito.
El Japón, junto con varios otros países, permite “abortos a petición.” En teoría, éstos deberían solicitarse en armonía con una de las condiciones mencionadas. Sin embargo, a menudo se hace la solicitud simplemente porque la mujer no quiere tener más hijos.
Actualmente, el promedio de hijos en el Japón es poco menos de dos por familia. Por lo tanto, la sociedad ejerce presión para que se mantenga el stato quo. Como resultado de esto, muchas esposas se han sometido a dos o tres abortos; otras, a diez o más. Son relativamente pocos los casos en que el apuro económico sea la verdadera razón.
Aunque la ley no apoya el que se recurra al aborto para limitar el tamaño de la familia, se elude esa restricción implícita de la ley mediante el afirmar que la salud de la madre está implicada. Se informa que en el Japón 99,7 por ciento de los abortos provocados caen en esta categoría. Se ve, pues, que se depende del aborto como una forma de controlar la natalidad. Como resultado de esto, un médico japonés informó que en tan solo un mes había asistido a 40 mujeres a dar a luz, ¡pero también había efectuado 80 abortos!
Ahora la preocupación aumenta en el Japón por las siguientes razones: (1) La facilidad con la que se puede conseguir un aborto ha disminuido el valor de la vida humana. (2) El hecho de que se depende de los abortos demuestra que por lo general se ignoran los métodos anticoncepcionales modernos. (3) Puesto que los abortos mantienen reducida la población, se dice que tal vez el Japón llegue a ser un país de personas de edad avanzada donde habrá comparativamente pocos jóvenes para cuidar de ellas.
La religión... ¿hasta qué grado impide los abortos?
El Japón es esencialmente un país budista. La enseñanza budista incluye respetar la vida, aun la de los no nacidos. ¿A qué se debe, entonces, que sea tan fácil conseguir un aborto?
Cuando se entrevistó a los sacerdotes de 10 templos budistas, por lo general se expresaron como sigue: Se considera que el aborto es incorrecto, que es un pecado. Consiste en apoderarse de una vida y destruirla. Pero, puesto que el aborto es legal en el Japón, se cree que el oponerse a la práctica abierta o firmemente sería provocar “dificultades innecesarias.” Por tanto, se guarda silencio al respecto.
Un sacerdote reprodujo un tratado en la multicopista y lo circuló entre los miembros del templo. El tratado estaba opuesto al aborto. Sin embargo, cuando se le preguntó lo que se haría si algún miembro se sometiera a un aborto provocado de todos modos, la respuesta fue: ‘Se sermonearía a la persona respecto al mal que hubiera cometido y se le diría firmemente que se abstuviera de hacerlo en el futuro.’ Y ¿qué sucedería si se repitiera la ofensa? ¿Se excomulgaría a la persona? ‘No, no se tomaría semejante acción drástica,’ fue la respuesta. A la delincuente se le pediría que tomara ciertas medidas para reparar su ofensa o que buscara el perdón mediante ritos.
Note el siguiente ejemplo de la clase de acción que se sugiere que tomen las culpables a fin de ser absueltas: Hace unos meses, 21 templos budistas de la ciudad de Numazu patrocinaron un anuncio acerca de un “Jizo conmemorativo para niños abortados.” (“Jizo” es el santo patrón de los niños.) Se anunciaba la venta de una imagen de piedra por 354 dólares o una versión más pequeña de ella por 77 dólares, ante las cuales habían de hacerse oraciones por haberse provocado un aborto. ¿Realmente anima tal proceder a que se evite el pecado?
¿Qué hay de la cristiandad? Algunas iglesias, pero no todas, han tomado la postura de que el aborto es incorrecto. Pero, ¿hacen que se cumpla con dicha postura? Claro está que no. De 66 países que han legalizado el aborto, casi la mitad se reconocen como países “cristianos,” ¡y aproximadamente la mitad de éstos son muy católicos! Aunque el papa ha hecho llamamientos para que se apoye la oposición de la Iglesia al aborto, dichos llamamientos, por lo general, han caído en oídos sordos.
Por supuesto, con esto no se quiere decir que todos los que son budistas o que pertenecen a una de las iglesias de la cristiandad acepten la práctica de provocar abortos. Pero estas iglesias ciertamente no toman medidas fuertes para impedirla.
¿Qué dice acerca de ello la Biblia?
En la Biblia no se hace mención directa de los abortos provocados por métodos médicos. Aunque se halla el término “aborto” en algunas traducciones de la Biblia, se emplea con referencia a malpartos que pudieran resultar de causas naturales. No obstante, las Escrituras no dejan a uno en duda en cuanto al punto de vista de Dios respecto a la vida de un niño aún no nacido.
Desde el punto de vista debido, el fruto de la matriz es una bendición procedente de Jehová Dios. (Salmo 127:3) La Biblia indica que el Creador mismo se mantiene amorosamente enterado del desarrollo del embrión o feto humano. (Salmo 139:13-16) Y para la protección tanto de la madre como del niño aún no nacido, Dios declaró lo siguiente en la ley que dio al Israel de la antigüedad: “En caso de que haya hombres luchando el uno con el otro y realmente lastimen a una mujer encinta y efectivamente salgan sus hijos pero no ocurra un accidente fatal, sin falta ha de imponérsele el pago de daños conforme a lo que le imponga el dueño de la mujer; y tiene que darlo por medio de los jueces. Pero si ocurre un accidente mortal, entonces tienes que dar alma por alma.”—Exodo 21:22, 23.
Algunas traducciones de la Biblia expresan el asunto de modo algo diferente. Pero el texto en el hebreo original dice claramente que en Israel había de imponérsele una multa al que lastimara a una madre de modo que su niño naciera prematuramente. Y si el accidente resultaba mortal a la madre o a la criatura que ella llevaba en la matriz, entonces la pena era “alma por alma.”
¿Ha cambiado el punto de vista de Dios respecto a la vida humana? Después que hubo terminado el pacto de la ley mosaica, Jehová hizo que se escribiera a la congregación cristiana este recordatorio enérgico: “Ustedes saben que ningún homicida tiene vida eterna permaneciente en él.”—1 Juan 3:15.
Si alguien que se ha hecho responsable de la muerte de otro ser humano quiere la aprobación de Dios, es de suma importancia que cese de hacer cosa alguna que lo identifique como homicida. Tiene que buscar el perdón de Dios con toda sinceridad y luego ponerse la “nueva personalidad,” que respeta y defiende la justicia de Dios y refleja lealtad a Sus mandatos que tienen que ver con lo sagrado de la vida. Se exige un cambio genuino.—Efesios 4:24.
El aspecto moral
¿Por qué desearía mujer alguna poner fin a la vida de un ser humano que está desarrollándose dentro de ella? Puede que la respuesta no agrade a las personas que favorecen el aborto. Pero, a pesar de todo, el egoísmo frecuentemente es la raíz del problema. Por lo general, tiene que ver con evadir la responsabilidad.
En la revista Harper’s, Andrew Hacker hizo la siguiente observación: “En realidad, el aborto oculta un conflicto social básico, pero es uno que no estamos preparados para considerar. Se trata de las relaciones sexuales.” Para muchas personas, las relaciones sexuales son un pasatiempo muy importante. Quieren disfrutar de ellas plenamente, pero no quieren la responsabilidad de cuidar de lo que naturalmente resulta de dichas relaciones... ¡un bebé! El aborto es un método para controlar la natalidad —método muy malsano— que se emplea no solo en el Japón sino en muchas partes del mundo.
Muchas personas se dan de toda alma a la búsqueda de los placeres. Su empeño egoísta de disfrutar de los placeres sexuales eclipsa su respeto a la vida. La Biblia dice: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos” y “amadores de placeres más bien que amadores de Dios.” ¿No es obvio que esta condición predomina en nuestros días?—2 Timoteo 3:1-4.
Los defensores del aborto se valen de diferentes expresiones para ocultar la verdadera atrocidad que se comete. Se refieren a “los productos de la concepción” y al “contenido del útero.” Al acto mismo de provocar el aborto se le llama la “terminación del embarazo.” Tratan de eludir la cuestión moral. Pero, expresada en términos sencillos, la pura verdad es ésta: El aborto provocado es el acto de matar a un ser humano. ¡Da lo mismo si se apaga la vida en el útero antes de pasar 12 semanas desde la concepción o si se le da muerte a la criatura por medio de estrangularla 12 minutos después que nazca! Se le ha matado.
Se informa que en Inglaterra, dos enfermeras tuvieron “pesadillas espantosas” después que presenciaron un feto de 24 semanas de edad vivir por diez minutos después de ser abortado. Algunas enfermeras han abandonado su profesión después de tales sucesos relacionados con el aborto. ¡No es una experiencia agradable ver al indefenso feto abortado luchando por vivir!
¿Accedieron al aborto provocado?
Al empezar este artículo, relatamos dos casos verdaderos en los cuales se sugirió el aborto como el modo de vencer un problema. En el primer caso, la madre de 27 años de edad sabía que tenía una enfermedad que ponía en peligro su vida. El argumento del médico era muy convincente y sincero. Pero esta señora es testigo de Jehová y también lo es su esposo. Estaban bien enterados de la ley de Dios respecto a lo sagrado de la vida. Su fe en la resurrección era firme. Por lo tanto, rechazaron la sugerencia del médico.
¿En qué resultó esto? Contrario a la advertencia sincera del médico, la esposa dio a luz no uno, sino dos niños sanos... ¡gemelos! Ella no ha mejorado de salud, pero tampoco ha empeorado. Debido a que puso las leyes de Jehová Dios en primer lugar y confió en él, tiene cuatro hijos sanos y la conciencia limpia.
Puesto que reconocen que ni siquiera los médicos pueden estar el 100 por ciento seguros de algo, muchas mujeres han elegido tener sus niños a pesar de las advertencias de que éstos puedan nacer atrasados o mal formados. Los padres que han tenido tales hijos han llegado a amarlos como algo especial. En cambio por el amor y la compasión que les han manifestado han recibido el amor afectuoso de estos hijos. Los que tienen una esperanza basada en la Biblia saben que en el futuro cercano en el nuevo orden de Dios sus hijos podrán disfrutar de una vida humana completamente normal, libre de toda mancha de la imperfección.—Revelación 21:3, 4.
¿Qué sucedió en el otro caso? La esposa era testigo de Jehová, pero su esposo no lo era. Ella no podía consentir en que se le provocara el aborto. Tal como él había amenazado hacer, el esposo se las arregló para conseguir un divorcio y empezó a vivir con otra mujer. La esposa se vio obligada a hallar algún modo de ganarse la vida y cuidar del nuevo niño cuando naciera. Le nació un muchachito y la esposa se sintió muy feliz con él.
Después de unos meses, el esposo descubrió que sus nuevas circunstancias no eran tan buenas como las que había tenido con su esposa anterior. Fue a visitarla y también vio al hermoso niño que él había engendrado. Ahora estaba resuelto a terminar su segunda relación y volver a su esposa anterior. Pero ella dijo que no volvería a casarse con él porque, como cristiana, solo se casaría con un hombre que fuera seguidor genuino de Jesucristo.
Esto fue un reto para él. Se humilló y empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Después de varios meses se bautizó. Tras eso se volvió a unir con su familia y, en los años subsiguientes, ha llegado a ser cristiano maduro, un ejemplo para otros de la congregación cristiana.
Estos dos casos ilustran bien el hecho de que Jehová no abandona a los que demuestran estar firmemente resueltos a defender lo sagrado de la vida.
Tal vez a algunas lectoras de este artículo les parezca que, porque han tenido un aborto, han cometido un pecado grave. Pero hay motivo para que estas personas cobren ánimo si realmente, desde el corazón, se arrepienten de su proceder pasado, se abstienen de repetir el mal, y buscan el perdón de Jehová, el Dador de vida.—Vea Isaías 1:18, también Isa 55:6, 7.
Así, ¿consentiría usted en que le provocaran el aborto? Queda con usted decidir. Tendrá que vivir con la decisión que tome.
[Recuadro en la página 17]
El papa ha dicho: ‘Nadie jamás tiene la autoridad para destruir una vida no nacida.’ Pero, de 66 países donde el aborto está legalizado, 15 son sólidamente católicos. En Italia, cada año se realizan 200.000 abortos. Cada año se llevan a cabo unos 180.000 abortos ilegales en Portugal, y unos 250.000 en Colombia
[Recuadro en la página 18]
La enseñanza budista incluye respetar la vida de los no nacidos. Los sacerdotes del Japón convienen en que el aborto es incorrecto. Pero, por lo general, permanecen callados acerca de ello para no provocar “dificultades innecesarias.” Y si alguien accede a un aborto... bueno, se puede pasar por alto
[Recuadro en la página 19]
¿Es el feto una entidad humana?
Los que abogan por el aborto sostienen que el feto no es una entidad humana porque no puede vivir de por sí. Si tal es el caso, ¿qué se ha de decir respecto a adultos que para seguir viviendo dependen del uso de una máquina que les sirve de riñón artificial o que precisan la ayuda de un marcapaso que funciona con batería? Ciertamente no se puede decir que esas personas sean algo menos que entidades humanas simplemente porque no pueden existir independientemente de estas ayudas.
La profesión médica por lo general concuerda en que la vida empieza en el momento de la concepción. En The World Book Encyclopedia, 1978, tomo 16, página 228b, hay una fotografía de un óvulo y un espermatozoide que se tomó a través de un microscopio. El título arriba de la foto dice: “Empieza una vida humana cuando el espermatozoide penetra en la cubierta exterior de un óvulo y lo fecunda.” ¡Sí, en el momento de la concepción! Por lo tanto, ¿puede decirse que el feto que se ha abortado no es una vida que se ha apagado? ¿Cómo contesta usted?
Que los que favorecen el aborto piensen en el siguiente hecho: Si sus progenitores, especialmente su madre, hubiesen tenido semejante deseo vehemente de que se legalizara el aborto, ¡ellos mismos bien pudieran haber llegado a parar en un cubo para basura! ¿Les pesa a ellos que sus madres se hayan interesado más bien en el “derecho a la vida”?