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¡Despertad! 1983
g83 8/10 págs. 9-11

Esperanza de un futuro mejor

AL CONTEMPLAR la Tierra desde una altura de unos 240 kilómetros, Jack Lousma, capitán del tercer vuelo del Columbia (transbordador espacial), declaró: “Está claro que estábamos observando un mundo que era justamente como Dios lo hizo: sin las fronteras que vemos en los globos y mapas que tenemos en nuestros hogares y nuestras escuelas”. Entonces, al comparar la Tierra con una nave espacial, añadió: “Vamos a tener que llevarnos mejor como tripulación, o no va a ser un vuelo de éxito para ninguno de nosotros”.

Para la mayoría de los observadores ya es evidente que ninguna nación en particular, ni siquiera un grupo de naciones, puede resolver la gama de problemas a que nos enfrentamos hoy día. Muchas autoridades y agencias han reconocido que la única manera de poder solucionar los problemas apremiantes de la humanidad es que las naciones cedan su soberanía individual a un gobierno central o mundial, o que, al menos, se sometan a éste.

Arnold Toynbee, el afamado historiador británico, en su obra Estudio de la historia, de 12 tomos, y en otros escritos, defendió reiteradamente la idea de que el futuro de la humanidad reside en la creación de ‘un Mundo unido bajo el control de una sola autoridad política’ y en una ‘confederación de pueblos que tengan un gobierno central que exija y reciba la lealtad personal y directa de cada ciudadano particular de la unión’. También vio tal arreglo como el único modo de poder eliminar la guerra. ‘La guerra se puede pelear únicamente entre estados, y se requieren por lo menos dos estados para pelear.’ ‘Si no hay estados, no hay guerra’, según lo expresó él.

Aunque se han criticado las opiniones de Toynbee, emitidas hace un cuarto de siglo, y se ha dicho que son idealistas, desde entonces muchas otras personas han expresado puntos de vista parecidos a los de él. Por ejemplo, Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma, afirma que el orden político de estados soberanos, individuales y en competencia, que existe hoy día no solo es “inestable, irracional, obsoleto”, sino que no “corresponde a las realidades modernas”. Aunque no aboga por un gobierno mundial absoluto, cree que se necesita una nueva clase de sociedad mundial que libre a la humanidad de la situación difícil en que se haya metida actualmente. “Si uno está a bordo de un trasatlántico que se está hundiendo —añade—, tiene que haber solidaridad entre la tripulación y los pasajeros; de otro modo, se desencadenaría un motín y todos perecerían.”

La lógica y la perspicacia de tales observaciones son muy evidentes. Pero también hacen surgir la pregunta: ¿Cómo llegará a existir un orden o gobierno mundial de esa clase? En realidad, ¿quién está capacitado para ser el gobernante que salve de la autodestrucción a la humanidad?

Fuente de esperanza

Hace unos 3.000 años, un rey sabio y capacitado dijo, casi al final de su próspero reinado de 40 años:

“Tuya, oh Jehová, es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, El que también te alzas como cabeza sobre todo. Las riquezas y la gloria las hay debido a ti, y tú lo estás dominando todo; y en tu mano hay poder y potencia, y en tu mano hay habilidad para hacer grande y para dar fuerzas a todos”. (1 Crónicas 29:11, 12.)

Al expresar esas palabras, el rey David, del antiguo Israel, reconoció lo que los pensadores políticos están buscando... una gobernación central poderosa y unificadora, que tenga grandeza, excelencia y dignidad; y sin embargo, al mismo tiempo, que tenga la ‘habilidad de hacer grande a sus súbditos y darles fortaleza a todos’. Pero la cuestión importante para nosotros es si el Dios Todopoderoso, Jehová mismo, está suficientemente interesado en los asuntos de la humanidad para querer gobernar sobre nosotros. He aquí Su respuesta, dada por medio del profeta Daniel:

“Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. (Daniel 2:44.)

Sí, la Soberanía y el Reino de Dios vendrán al rescate del hombre. La humanidad está al umbral de un futuro mejor.

Esto no es un sueño utópico o algo que se han imaginado hombres que están en una situación desesperada. Pues en su Palabra, la Biblia, Dios ha explicado claramente cómo resolverá los problemas de la humanidad.

La paz y la seguridad no se harán realidad por medio de una carrera de armamentos, sino mediante un desarme total. “Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra”, dice la Biblia. ¿Cómo? “Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego” (Salmo 46:9). Lo que la organización de las Naciones Unidas afirma que está haciendo, a saber, que “forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” se realizará solo bajo la gobernación justa y pacífica del Reino de Dios. (Isaías 2:4, Versión Moderna.)

Un ambiente limpio y seguro, libre de contaminación y todos sus efectos nocivos, será el resultado que tendrá en la Tierra la administración del Reino de Dios. La humanidad no tendrá que abandonar la Tierra y lanzarse al espacio exterior en busca de un ambiente de esa clase donde poder vivir. Dios pondrá fin a la destrucción y la contaminación del ambiente al “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” (Revelación 11:18). Entonces a los súbditos del Reino se les dará la oportunidad de llevar a cabo el mandato original de Dios con relación a sojuzgar la Tierra y cuidar de su flora y su fauna (Génesis 1:28). La Tierra será el hogar permanente de la humanidad... un Paraíso.

La felicidad y la libertad será la porción correspondiente de cada habitante de esa limpiada Tierra paradisíaca. Esto no se logrará por medio de renunciar a todo tipo de normas, o por seguir la filosofía de “hacer cada uno lo suyo”. La bien conocida regla áurea —”Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”— será la norma de conducta diaria. Todo el mundo llegará a comprender que, en realidad, ‘hay más felicidad en dar que en recibir’. (Mateo 7:12; Hechos 20:35.)

En el breve examen que hemos hecho tocante al tema del futuro, hemos visto que por muchos años peritos en cuestiones ambientales, científicos, historiadores y otras personas han estado advirtiendo que hay que tomar medidas urgentes para prevenir el fin catastrófico de la civilización como la conocemos hoy. También hemos visto que, en general, se ha hecho caso omiso de dichas advertencias, lo cual ha resultado en que se ciernan serias amenazas sobre la prolongación de la existencia de la humanidad, por no mencionar un futuro mejor.

Obre ahora para asegurarse un futuro mejor

Por otro lado, se considera que la única opción a la extinción es un nuevo tipo de sociedad mundial. Aunque se está presionando mucho a los peritos para que propongan un proyecto factible, Jehová Dios, mucho antes de que la humanidad siquiera se diera cuenta de los problemas, delineó claramente un arreglo detallado y progresivo para restaurar la Tierra a un Paraíso bajo un solo gobierno justo, Su Reino.

Por más de 100 años los testigos de Jehová han estado señalando al Reino de Dios como la única esperanza que tiene la humanidad de disfrutar de un futuro mejor. Nuestro deseo sincero es ayudarlo a usted, lector, a averiguar lo que tiene que hacer ahora a fin de asegurarse ese futuro más feliz para sí mismo y sus amados.

[Ilustraciones en las páginas 10, 11]

¿Será ASÍ el futuro...

...o será ASÍ?

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