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  • Compartiendo las buenas nuevas por medio de contribuir personalmente

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  • Compartiendo las buenas nuevas por medio de contribuir personalmente
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
w59 1/7 págs. 413-415

Compartiendo las buenas nuevas por medio de contribuir personalmente

“Sus perspectivas de contribución” ayuda la expansión del reino por todas partes.

ALLÁ en agosto de 1879 esta revista dijo: “‘La Zion’s Watch Tower’ tiene, según nuestro parecer, a JEHOVÁ como su apoyador, y mientras éste sea el caso nunca mendigará ni solicitará sostén de los hombres. Cuando Aquel que dice: ‘Míos son todo el oro y la plata de las montañas,’ deje de suministrar los fondos necesarios, entenderemos que es tiempo de suprimir la publicación.” La Sociedad no suprimió la publicación, y nunca ha faltado un solo número de La Atalaya. ¿Por qué? Porque durante el período de casi ochenta años desde que La Atalaya declaró la citada regla o plan de acción de confianza en Jehová Dios, la Sociedad no se ha desviado de ella.

¿Qué hay del día actual? ¿Todavía se adhiere la Sociedad a esta misma actitud? Sí. ¿Ha habido ocasión en que la Sociedad le haya mendigado dinero a usted? No. Los testigos de Jehová nunca solicitan fondos. Nunca mendigan, suplican, importunan, pasan un platillo de colecta, cobran entrada, alquilan bancos, tienen juegos de azar ni recorren los distritos de comercio solicitando fondos.

¿Qué ha hecho la Sociedad? Ha dado, no solicitado; distribuído, no mendigado. Los testigos de Jehová dan de lo que ellos tienen. Tienen las buenas nuevas del Reino y esto lo dan, resultando en la bendición de otros.

Por todas partes de la tierra los testigos de Jehová están unidos en fe y en esfuerzo. Esta unidad se da a ver en cosas espirituales y también en cosas materiales. Saben que Proverbios 3:9 dice: “Honra a Jehová con tus cosas de valor y con las primicias de todos tus productos.” Porque toda Sucursal, congregación y persona individual se esfuerza sinceramente por contribuir al bienestar de todos, la entera sociedad del nuevo mundo se hace espiritualmente fuerte y próspera. La prosperidad material no da por resultado prosperidad espiritual. No obstante, la prosperidad espiritual sí trae prosperidad material suficiente para satisfacer las demandas de la obra de Jehová.

MANERAS DE COMPARTIR

Hay muchas maneras en que pueden compartir las buenas nuevas las personas por medio de contribuir personalmente. Una manera tiene que ver con los Salones del Reino. Hay varias cosas que se requieren para los Salones del Reino. Todo miembro de la congregación los usa. Alguien ha provisto los fondos para su construcción o alquiler, su alumbrado, calefacción y manutención. Es necesario que todos tengan que ver con el sostén de la congregación.

Se pueden hacer contribuciones a la Sociedad para el entrenamiento y transporte de misioneros y para su manutención en secciones del mundo donde las buenas nuevas no se han predicado hasta la fecha. Las donaciones pueden enviarse al centro de dirección en Brooklyn o a cualquier Sucursal del mundo. Las contribuciones que se hacen a cualquier Sucursal ayudan a la obra en todos los países.

Cuando uno hace una donación, no sabe en todo caso exactamente cómo se usará, pero ve los resultados en la expansión de la predicación del Reino. No se puede negar que hay expansión. Los informes en el Yearbook of Jehovah’s Witnesses para 1959 muestran que las buenas nuevas del Reino están siendo predicadas en 175 países e islas del mar por no menos de 798,326 ministros cristianos. Esto es algo muy animador. Cualquier dádiva, sin importar su tamaño, ayuda a compartir las buenas nuevas con otros.

La Sociedad no da publicidad a las contribuciones, en armonía con lo que dijo Jesús: “Cuando hagas regalos de misericordia, no dejes que tu mano izquierda sepa lo que tu mano derecha está haciendo, para que tus regalos de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que está mirando en secreto te pagará de vuelta.” (Mat. 6:3, 4) Para asegurar a los que contribuyen que sus donaciones se recibieron intactas y que se aprecian en gran manera, la Sociedad acusa recibo de toda contribución.

¿Hay cosa alguna que pudiéramos compartir con otros que sea mayor que las buenas nuevas? En realidad, cuanto hagamos debemos hacerlo con ese objetivo final, como lo expresó Pablo: “Hago toda cosa por causa de las buenas nuevas, para hacerme partícipe de ellas con otros.”—1 Cor. 9:23.

NO BAJO COMPULSIÓN

Para compartir las buenas nuevas con otros, a veces hay que compartir cosas materiales. Pablo da a saber lo correcto que es anunciar el privilegio de compartir de esta manera cuando se presenta. Nada de lo que Pablo dijo justifica el que se haga una solicitación: “Pensé que era necesario animar a los hermanos a ir a ustedes con anticipación y preparar con anticipación su don generoso previamente prometido, para que así éste estuviese listo como un don generoso y no como algo sacado por fuerza. Que cada uno haga exactamente como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana o bajo compulsión, porque Dios ama al dador alegre.”—2 Cor. 9:5, 7.

En armonía con las palabras de Pablo, cada año la Sociedad llama a su atención el privilegio que usted tiene de hacer contribuciones personales y de indicar a la Sociedad sus perspectivas para dichas donaciones durante el año que viene. Al hacer esto la Sociedad no está haciendo que nadie se comprometa, que haga una promesa. Dicho anuncio no cambia ninguna donación que se haga en respuesta a él de modo que deje de ser una donación voluntaria. Por ejemplo, en la preparación que se hizo para construir el tabernáculo, Moisés dijo: “Esta es la palabra que Jehová ha mandado, diciendo: ‘De entre ustedes mismos recojan una contribución para Jehová.’” ¿Cómo respondieron? “Los hijos de Israel trajeron una ofrenda voluntaria a Jehová.”—Éxo. 35:4, 5, 29.

Cuando David hizo preparaciones para la construcción del templo, preguntó: “¿Quién hay que ofrezca voluntariamente llenar su mano hoy con una dádiva para Jehová?” ¿Cómo respondieron? “Fué con corazón completo que [el pueblo] hizo ofrendas voluntarias a Jehová.”—1 Cró.29:5, 9.

Las contribuciones voluntarias hoy día muestran madurez cristiana. El niño no es maduro, y también depende de alguien, pero crece y llega a ser adulto. Como cristianos nosotros debemos crecer respecto a la responsabilidad que tenemos de compartir las buenas nuevas de cuantas maneras nos sea posible. Cuando uno ya no es niño, no sólo se sostiene a sí mismo, sino que también puede cuidar de otros. Asimismo sucede con las personas individuales y las congregaciones que componen la sociedad del nuevo mundo. Llegamos al grado en que podemos ayudar en cuanto a cosas materiales. Una congregación puede proveer su propio Salón del Reino y luego ayudar a alguna otra congregación a conseguir un Salón del Reino, y de otros modos adelantar la obra del Reino.

Si la mayoría de las personas en la tierra estuvieran dedicadas a la actividad del Reino, posiblemente no se necesitaría dinero. Habría compañías que le regalaran a la Sociedad papel y otras materias necesarias para la obra de imprimir; sistemas de transporte cargarían Biblias y ayudas para el estudio de la Biblia sin costo; contratistas y trabajadores de construcción podrían construir gratis lo que se necesitara a manera de Sucursales y Salones del Reino. Sistemas postales llevarían el correo gratis; casas de abastecimiento les suministrarían a los hermanos de Betel lo que necesitaran en cuanto a ropa y alimento. Pero no todo el mundo se interesa en compartir las buenas nuevas con otros, y la Sociedad no es dueña de las fábricas de papel ni de los sistemas de transporte. La Sociedad paga sus propios gastos. Si alguien desea ayudarnos en la obra que estamos haciendo, aceptamos esa ayuda y la apreciamos. Pero, no pedimos que nos la den; nos la ofrecen. Lo que nosotros podemos hacer a favor de personas que ayudan así es ministrar a sus necesidades espirituales.

Para que la Sociedad pueda planear de la debida manera su actividad para el año venidero, se ha hecho una provisión voluntaria que se llama “Sus perspectivas de contribución.” Esto no es una promesa, sino simplemente una declaración de lo que uno espera poder contribuir durante el año que viene. ¿Cómo puede usted expresarse en cuanto a esto? Escribiendo una tarjeta o carta a la oficina de la Sucursal de la Sociedad del país en que vive usted. En los Estados Unidos dirija su tarjeta o carta a: Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania, Treasurer’s Office, 124 Columbia Heights, Brooklyn 1, N.Y.

La declaración pudiera expresarse más o menos como sigue: “Son mis esperanzas que durante los próximos doce meses pueda donar a la obra de predicar las buenas nuevas del Reino la cantidad de $——————, las cuales contribuciones haré en tales cantidades y en tales ocasiones como resulten serme convenientes y según me dé prosperidad la bondad inmerecida de Jehová por medio de Cristo Jesús.” [Firmada] En la página 386 de este número de La Atalaya hay una lista de algunas oficinas de Sucursal. Se halla una lista completa al fin de casi todo libro y folleto de la Sociedad.

¿No es un gozo estar delante del mundo como una sociedad del nuevo mundo que trabaja duro y se sostiene a sí misma? ¿No es un gozo inspirador compartir las buenas nuevas con otros? A medida que la predicación del Reino sigue extendiéndose y moviéndose poderosamente, de nuevo afirmamos que Jehová Dios verdaderamente es el Apoyador de su obra y de su pueblo.

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