Los saduceos del día de Jesús
CUANDO Cristo Jesús estaba en la tierra había tres sectas judías principales, los fariseos, los saduceos y los esenios. En las Escrituras cristianas griegas, o “Nuevo Testamento,” los fariseos son mencionados de nombre unas cien veces; los saduceos son mencionados como tales sólo catorce veces, mientras que los esenios ni siquiera aparecen. Habiendo considerado previamente a los fariseos y los esenios,a notemos ahora lo que la Biblia y otras obras históricas dicen acerca de los saduceos.
Los saduceos eran los aristócratas sacerdotales. Por eso leemos en Hechos 5:17 (NM): “Pero el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, la entonces existente secta de los saduceos.” Los sacerdotes principales Annás y Caifás eran saduceos. (Luc. 3:2) Por lo tanto fueron los sacerdotes principales saduceos los que, junto con los fariseos, despacharon oficiales policíacos para arrestar a Cristo Jesús.—Juan 7:32; 11:47, 57; 18:3.
Esto es confirmado más cuando consideramos el origen de su nombre. El término “saduceo” es la traducción griega del hebreo “zadduk.” Dado que el vocablo “zadduk” tiene el significado de moralmente limpio o justo, algunos han creído que los saduceos adoptaron este nombre porque se consideraban justos en su propia estimación y se adherían estrictamente a la ley de Moisés. Sin embargo, el peso de la evidencia une su nombre con el levita Sadoc, quien fué sumo sacerdote en el tiempo de David y Salomón. (1 Rey. 1:32-45; 2:35; 2 Cró. 31:10) Esta clase sacerdotal continuó llevando el nombre de saducea, aunque la línea del sumo sacerdote fué trasladada a otra casa, a la de los asmoneos, en los días de los macabeos.
Entre los saduceos había un grupo conocido como los boethusianos, a quienes se hace referencia en las Escrituras como “partidarios de Herodes” o “herodianos.” (Mar. 3:6, NM) Hallamos a éstos unidos a los fariseos en sus esfuerzos por desacreditar a Cristo, como se registra en Marcos 3:6 donde leemos que “los fariseos salieron e inmediatamente comenzaron a celebrar consejo con los partidarios de Herodes” para destruir a Jesús. (NM) Cristo Jesús amonestó contra la enseñanza de los saduceos así como amonestó contra la enseñanza de los fariseos: “Mantengan los ojos abiertos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes.” (Mar. 8:15, NM) En vista de la semejanza entre estos dos textos en Marcos y Mateo 16:1, 6, es bastante probable que Mateo simplemente se refirió a éstos como saduceos, mientras que Marcos los distinguió o identificó además como “partidarios de Herodes.” Por lo tanto parece que entre los saduceos se encontraban los sacerdotes principales y los “seguidores del partido de Herodes.”
SADUCEOS CONTRA FARISEOS
Estando inclinados a lo político, los saduceos creían en usar el arte de la política al tratar con otras naciones. Ellos querían efectuar la salvación de la nación judía, sin esperar que el Mesías los librara; ejemplo notable de esto siendo los macabeos, 166-63 a. de J.C. Los saduceos eran acaudalados y favorecían a la clase rica. Debido a su posición favorecida y debido a sus enseñanzas tenían poca influencia con la gente. En contraste sorprendente con éstos estaban sus rivales, los fariseos, quienes esperaban al Mesías para que los librara de sus males nacionales y quienes eran populares entre la gente común aunque ellos mismos la despreciaban.—Juan 7:49.
Las Escrituras aclaran para nosotros algunas de las diferencias principales entre las enseñanzas de los saduceos y las de los fariseos: “Los saduceos dicen que no hay resurrección ni ángel ni espíritu, pero los fariseos los declaran todos públicamente.” (Hech. 23:8, NM) Su incredulidad en cuanto a la resurrección es muy conocida de todos por razón de que trataron de confundir a Jesús con el asunto de la mujer que tuvo siete esposos.—Mat. 22:23-32.
Una tercera diferencia mayor entre los dos, según el historiador judío Josefo, era que los saduceos creían que el hombre tenía libre albedrío absoluto y que su prosperidad dependía enteramente de sí mismo; mientras que los fariseos se inclinaban hacia un fatalismo y creían en cierta forma de predestinación. Los fariseos creían que el hombre tiene un alma inmortal (otra vez según Josefo; otros escritores sostienen que sólo algunos de los fariseos creían esto) y que había recompensas de gloria por las buenas obras y castigo en el Hades después de la muerte por las malas obras. Los saduceos negaban todo esto.
Tocante a las Escrituras, los saduceos sólo aceptaban el Pentateuco, los cinco libros de Moisés, y negaban no sólo la inspiración del resto de las Escrituras hebreas sino también la tradición oral que los fariseos alegaban que había sido transmitida desde el día de Moisés.
Aunque alegaban rechazar la tradición oral, parece que los saduceos objetaban principalmente a las innovaciones posteriores. Realmente eran iguales a los fariseos cuando se trataba de ‘colar el jején y engullirse el camello.’—Mat. 23:24, NM.
Según los saduceos, la ley del matrimonio de levirato aplicaba sólo a las vírgenes prometidas, mientras que los fariseos sostenían que aplicaba a las viudas. El entender esta distinción añade significado a la pregunta que los saduceos plantearon en cuanto a cuál de los siete esposos tendría la mujer en la resurrección; porque según ellos la mujer, realmente podía llegar a ser la esposa del séptimo únicamente. Al plantear esta pregunta los saduceos atacaron tanto la enseñanza de la resurrección como la del matrimonio de levirato según se enseñaba por los fariseos. Los saduceos exigían que la mujer despreciada escupiera en la cara del cuñado maldispuesto, mientras que los fariseos sólo exigían que ella escupiera delante de la cara de él.—Deu. 25:5-9.
En la ley del talión, que demandaba que un hombre que había dado falso testimonio contra su prójimo fuera castigado con el mismo castigo que había tratado de acarrear sobre otro, los saduceos demandaban una ejecución literal de la ley de ‘ojo por ojo, mano por mano,’ pero los fariseos concedían que se substituyeran con pagos monetarios los requisitos reales. Por otra parte, los saduceos sólo demandaban el pago del castigo literal si el falso testimonio realmente resultaba en daño, mientras que los fariseos sostenían que la intención de dañar era en sí misma suficiente para demandar castigo. La Palabra de Dios sobre el tema dice: “Harás con él lo mismo que él pensaba hacer contra su hermano.”—Deu. 19:16-21.
En general pudiera decirse que los saduceos interpretaban la ley conservadoramente y aplicaban sus castigos con rigor, mientras que los fariseos trataban de agradar a la gente mitigando sus castigos donde fuera posible mitigarlos mediante algún razonamiento aparentemente plausible.
RESPONSABILIDAD
Los saduceos compartieron con los fariseos la culpa de ejecutar a Jesús. Se consideraban sumamente justos en su propia estimación y Cristo amonestó a sus seguidores contra la enseñanza de ellos así como los amonestó contra la enseñanza, “levadura,” de los fariseos. (Mat. 16:6, 11, 12, NM) Y aunque su denunciación severísima registrada en el capítulo 23 de Mateo se dirigió contra los escribas y fariseos, no hemos de pensar que los saduceos eran menos censurables. Más bien, parece que debido a mantenerse apartados de la gente no se pusieron en contacto con Jesús tan frecuentemente.
Fué la facción de los saduceos más propensa a la política, los boethusianos o partidarios de Herodes, la que trató de entrampar a Jesús con la pregunta del dinero de tributo. Su sinceridad fingida y su adulación a Cristo no le hicieron caer en la trampa de ellos. Él les quitó el disfraz con la pregunta: “¿Por qué me ponen a prueba?,” y evitó caer en su trampa haciéndoles mostrar una moneda con la imagen de César en ella y luego respondiéndoles: “Devuelvan las cosas de César a César, pero las cosas de Dios a Dios.”—Mar. 12:13-17, NM.
Parece que a raíz del Pentecostés los saduceos fueron los que figuraron principalmente en la persecución de los apóstoles, “molestos porque estaban enseñando a la gente y declarando claramente la resurrección de entre los muertos en el caso de Jesús” así como porque con su predicación los apóstoles parecían ‘determinados a traer la sangre de Jesús sobre la cabeza de ellos.’ (Hech. 4:1, 2, 19; 5:17, 28, 29, NM) Con la destrucción de Jerusalén en 70 d. de J.C., los saduceos desaparecieron rápidamente de la escena judía.
Cuarenta años antes de eso, Juan el Bautista los había amonestado, así como a los fariseos, de esa destrucción inminente. “Cuando divisó a muchos de los fariseos y saduceos que venían al bautismo les dijo: ‘Descendientes de víboras, ¿quién les ha mostrado cómo huir de la ira venidera? Así que entonces produzcan fruto que sea digno del arrepentimiento; y no se atrevan a decir entre ustedes: “Como padre tenemos a Abrahán.” Porque yo les digo que Dios puede levantarle hijos a Abrahán de estas piedras. Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles; todo árbol, pues, que no produce fruto bueno ha de ser cortado y echado en el fuego.’”—Mat. 3:7-10, NM.
Los saduceos, en muchos respectos, hallan lo que con ellos corresponde hoy en los clérigos modernistas de la cristiandad que manifiestan muy poca fe en la Palabra de Dios, demuestran el espíritu de considerarse justos en su propia estimación, acuden a los gobiernos mundanos más bien que al Rey de Dios y su reino y se oponen a los siervos de Jehová que llevan esta esperanza a la gente. Y con el Armagedón ellos pasarán de la escena mundial así como los saduceos pasaron con la destrucción de Jerusalén.
[Notas]
a Vea La Atalaya del 1 de septiembre de 1953 para un artículo sobre los fariseos y la del 1 de mayo de 1954 en que se trató de los esenios.