Maravillas naturales
Amor paterno
El amor materno ha recibido extensa publicidad. Pero cuando se pone el pingüino emperador a vista del público, es el turno del padre. De pie, este pingüino, el mayor de su especie, mide 120 centímetros. Alrededor de abril —al final del otoño en su tierra natal de la Antártida— todos se reúnen en un lugar elegido de antemano. Ahí pasan unos dos meses en tierra haciéndose la corte. Pudiera decirse que viven del amor, puesto que no comen durante este período. Entonces la hembra pone un huevo y se va. El macho hace rodar el huevo hasta que le queda sobre las patas, entonces lo cubre con un pliegue de su gordura, y se queda allí de pie por dos meses. Es de esperar que para entonces la mamá regrese de su excursión de dos meses en que se dedicó a comer, y que tenga alimento almacenado para el polluelo recién salido del cascarón. Si ella no aparece, el papá tiene que arrojar tosiendo la membrana de su gaznate y dársela de comer a su nueva prole. Para este tiempo él ha ayunado por cuatro meses, y su peso ha bajado en un 40 por ciento. Pero mire a ese hermosísimo bebé... ¡hace que todo ello valga la pena!
El papel matamoscas de una araña
De las hileras de una araña tejedora de orbes (Argiopidae) sale la materia proteínica líquida que se endurece rápidamente a medida que se le va extendiendo hábilmente hasta formar las hermosas telarañas que uno ve cargadas del rocío mañanero. Las hileras se pueden manipular para producir varias clases de telaraña... algunos hilos gruesos, algunos delgados y algunos pegajosos. La mayor parte de la seda no es pegajosa, pero sí lo son algunos hilos que se colocan estratégicamente. Estos son los hilos que se adhieren a las pobres moscas desventuradas... pero que nunca enredan a la araña. La araña se lubrica los pies con la boca y luego anda sobre la seda pegajosa con impunidad.
El pez con linternas
¿Ha tenido usted la experiencia alguna noche de hallarse cegado momentáneamente cuando alguien le arroja a los ojos el haz de luz de una linterna eléctrica? Entonces usted entiende cómo se sienten algunas criaturas marinas cuando están a punto de comerse un pez sabroso y de repente éste les despide una luz verde a los ojos y los ciega temporáneamente. Para el tiempo que se reponen, su comida ha desaparecido. Estos peces dotados de linternas, por decirlo así, no producen su propia luz como lo hacen las luciérnagas y los gusanos de luz y la mayoría de las otras criaturas bioluminiscentes. Este pez con linternas almacena bacterias en bolsas que tiene debajo de los ojos, y estas bacterias son las que realmente producen la luz. El pez puede regular la cantidad de luz que las bacterias producen, principalmente por medio de controlar el oxígeno. La bolsa en que están las bacterias tiene su propio párpado separado por medio del cual cubre o revela la luz verde. Se cree que además de usar estas linternas para cegar temporáneamente a los que se acercan para devorarlos, los peces con linternas las usan para comunicarse y como ayuda en su afanada búsqueda de alimento.