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  • Buscando la verdad de Dios
    ¡Despertad! 1970 | 22 de julio
    • Testigos y hablé con ellos por unas cuantas horas. Decidí asistir desde entonces a sus reuniones y aprender todo lo que pudiera.

      Me gustó tanto lo que vi y oí que estaba fuera de mí. Sin embargo, todavía quería una última oportunidad para probar que ésta era la verdad de Dios. Naturalmente, quedé sumamente alarmada al saber que la cristiandad está saturada de paganismo, hasta la cruz y las agujas de las iglesias. Me preguntaba si quizás habría alguna buena razón para este paganismo. Ciertamente en la cristiandad hay personas inteligentes. De modo que decidí averiguar en cuanto a ellas por qué habían permitido que su religión se infectara de paganismo.

      Fui a ver a mi madrastra, que había sido católica romana toda su vida, y le pregunté acerca de las doctrinas eclesiásticas de origen pagano. ¡No pudo darme ninguna respuesta! Ella simplemente dijo que creían en la Biblia pero que no basan su iglesia en ella sino en el sacrificio de la misa. Sugirió que visitara al sacerdote de la iglesia de San Pedro, en Westminster. El sacerdote con quien hablé es el director de todos los sacerdotes de Colombia Británica. Cuando le expliqué las cosas que había aprendido, contestó: “Ciertamente son paganas, pero la Iglesia dice que están bien, de modo que están bien.” No creía en absoluto en la Biblia. No acepta el parto virginal, la resurrección, ni, de hecho, la creación, sino que cree en la evolución. Para entonces, le pregunté directamente: ¿Cómo puede usted llamarse sacerdote y enseñar a otros?

      Pasó a explicar que él también admiraba a los testigos de Jehová y que quisiera que su gente fuera tan entusiástica como ellos. Le pregunté por qué no lo era. Si verdaderamente creyeran que su fe era la correcta, tendrían el mismo entusiasmo. Respondió: “En los primeros pocos siglos cuando el cristianismo era nuevo, todos los cristianos eran celosos, pero la naturaleza humana intervino. Dé a los Testigos unos cuantos años más y serán exactamente como nosotros.”

      Contesté: “¡Jamás!”

      Poco después de esta discusión, le telefoneé a un profesor de religión de la Universidad de Colombia Británica. Le dije que había estado investigando diferentes religiones y que ahora estaba estudiando con los testigos de Jehová. Le pregunté si podría darme alguna información que pudiera usar para hacer que tropezaran. Dijo: “Nosotros solo estudiamos religión. No nos interesa en cuál esté la verdad.” Ahora quedé completamente convencida de que los Testigos tenían razón cuando se referían a su creencia como “la verdad.”

      Yo había orado y buscado por tanto tiempo que cuando llegué a comprender que la verdad de Dios se encuentra en la organización de los testigos de Jehová, no hubo para mí necesidad de esperar para dedicarme a Dios. Después de seis meses de estudio me dediqué y me bauticé en símbolo de la dedicación. Mi esposo también ha decidido estudiar la Biblia. ¡Cómo me regocijo de haberme asegurado de todas las cosas y de que ahora me estoy adhiriendo a lo que es excelente y verdadero!—1 Tes. 5:21.—Contribuido.

  • La protección de los peces
    ¡Despertad! 1970 | 22 de julio
    • La protección de los peces

      ● Casi todos los peces están cubiertos desde la cabeza hasta la cola con una armadura flexible de láminas o escamas redondeadas que se traslapan. Estas están enclavadas en la capa interior de la piel, y, aunque no aumentan en cantidad, sí aumentan en tamaño a medida que crece el pez. Algunos peces tienen escamas tan grandes como la mano de un hombre. Sobre esta vestidura básica de escamas, muchos peces tienen además la protección que suministra una capa delgada de lama mucosa. Esta mucosidad es antiséptica y también ayuda a que no entren hongos ni bacterias, además de lubricar la superficie del cuerpo del pez.

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