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  • El acicalado entre los animales

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  • El acicalado entre los animales
  • ¡Despertad! 1970
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¡Despertad! 1970
g70 22/9 págs. 24-26

El acicalado entre los animales

¡PEINES y cepillos para la cabeza! ¡Polvo y polveras! ¡Palillos y cepillos de dientes! Uno difícilmente pensaría en asociar estos artículos con los animales. De hecho, la mismísima idea de ello parecería ridícula para algunas personas. Sin embargo, los estudiantes y los observadores del comportamiento de los animales han descubierto que muchos de nuestros vecinos marinos, insectiles y animales están equipados con artículos de tocador como éstos y los usan con regularidad para asearse y embellecerse.

Nuestros vecinos animales no inventaron esta idea de acicalarse. No, el Dios Todopoderoso, su Creador, es el que los dotó con este equipo de belleza. Y él es quien les dio el instinto que les permite usar estos artículos de tocador para el fin con que se les dieron. Por consiguiente, es valiéndose de éstos que los animales pueden seguir un programa de higiene práctica que los ayuda a permanecer en buena salud.

Sus peines y cepillos

Considere los artículos de tocador de las humildes hormigas. Estos insectos menudos tienen peines, cepillos, jabones y pomada que usan con frecuencia y con gran vigor. De hecho, las hormigas tienen peines de dientes finos y peines de dientes gruesos como los tienen los humanos. Estos peines están adheridos a la cuarta articulación de sus patas.

El Dr. McCook, que estudió las hormigas por muchos años, dijo según lo citaron R. Dixon y B. Eddy en su libro Personality of Insects: “Este (el peine de la tibia) es un verdadero peine que pudo haber servido de modelo al inventor de nuestros propios peines, con la diferencia principal de que está adherido permanentemente a la extremidad que lo hace funcionar. Tiene un asa corta, un lomo duro y una orilla regularmente dentada.” Los dientes son “puntiagudos en el extremo libre y ensanchados en la base, son duros pero elásticos, y se recogen hacia atrás cuando se doblan como los dientes de un peine.”

Los cepillos de las hormigas son artefactos ingeniosamente prácticos. Están hechos de pelos blandos que son huecos y a través de los cuales se secreta un lubricante o pomada. Este lubricante hace que los granos de tierra y polvo se junten, lo cual hace fácil el removerlos.

El acicalado de las hormigas por lo general se lleva a cabo por la mañana cuando despiertan. Es entonces cuando se les ve peinarse y cepillarse vigorosamente. Por supuesto, siendo insectos melindrosos como lo son, las hormigas también se acicalan siempre que sienten la necesidad de hacerlo. Interesante es el hecho de que las hormigas se ayudan unas a otras a peinarse, cepillarse y lavarse, limpiando partes del cuerpo de otras hormigas que no pueden alcanzar ellas mismas. Sí, hasta practican el masaje.

Otra criatura equipada con artículos de tocador es el castor. Tiene un peine intraconstruido y abastecimiento de pomada para el cabello. La uña del segundo dedo de cada pata trasera está dividida, y el dedo mismo, estando articulado, puede doblarse en cualquier dirección. De modo que con este cepillo el castor se sienta en su cola, lo que parece ayudar a sus glándulas de aceite a descargar la pomada para el cabello que necesita, y acicala su piel.

Entre las criaturas aladas, los murciélagos de cola suelta tienen muy eficaces cepillos para el pelo. En los dedos exteriores de sus patas hay flecos de cerditas que sobresalen. Un poco antes de llegar a sus puntas, estas cerdas se doblan en ángulo recto. En consecuencia, sin importar a cuál lado mueva las patas puede escarbar hasta las raíces de su cabello. Y dedica bastante tiempo a acicalarse. Usa repetidamente ambos cepillos, alternándolos. Cuando termina de acicalarse el pelo de la espalda queda con una raya nítida en medio.

Los cepillos de la quisquilla, una criatura marina semejante al camarón, tienen cerdas que se levantan como las de un limpiador de botellas. Están situados en sus tenazas delanteras, y vigorosamente aplica estos cepillos a toda parte de su cuerpo, hasta una distancia sorprendente debajo de su concha. Cuando se ensucian sus cepillos, simplemente los limpia pasándolos a través de sus mandíbulas.

Empolvándose

Entre las ayudas para la belleza que usan algunos de nuestros vecinos animales para acicalarse está cierta forma de polvo, en la mayoría de los casos, tierra. Sin embargo, mire el tocador de la garza, ave de patas largas cuya dieta consiste principalmente de mariscos crudos. Puesto que ese alimento viscoso ensucia sus plumas, la garza tiene que limpiarse inmediatamente después de comer. Está equipada con dos ayudas para la belleza para efectuar esto.

En su pecho tiene una polvera que está hecha de plumas cortas, quebradizas, que están cubiertas de polvo ceroso. La garra del dedo de en medio de su pata es serrada. Bajo un microscopio parece un peine. Después de comer, la garza se frota suavemente con bastante polvo la cabeza y el cuello simplemente hundiéndolos en su polvera del pecho. Esto absorbe la sustancia viscosa. Luego, equilibrándose sobre una sola pata, usa la otra para quitarse el polvo de las plumas con su peine de la garra. Luego se acicala el pico y después un ala primero y luego la otra. Extendiendo un ala, le pasa su pata por debajo y arregla nítidamente sus plumas.

El avetoro es otro pájaro que se acicala de manera parecida, porque su dieta se asemeja a la de la garza. Sin embargo, su peine es aun más eficaz. ¡Tiene treinta y seis dientes bien formados!

Los faisanes y las perdices se dan baños de polvo con regularidad. Ambos tienen sitios o tinas de polvo favoritos. Los faisanes usan un lugar de polvoreamiento tan a menudo que llega a estar lleno de polvo fino. Cuando un faisán se posa en él y comienza a revolotear para echarse polvo en las plumas, el polvo se alza en nubes. Durante las sequías las perdices visitan sus tinas de polvo diariamente, sea en un camino o en algún lugar llano seco al pie de un banco.

A los elefantes les encanta darse baños de polvo también. Preparan su baño de polvo restregando sus enormes patas de una parte a otra. Cuando han rascado un montón adecuado de polvo, lo soplan sobre su lomo. A menudo hacen esto cuando las moscas y el calor les molestan. La mamá elefanta es muy particular acerca del aseo de su hijo. A pesar de las protestas de él, ella lo obliga a entrar en el agua y lo lava completamente. Entonces, después de su baño, lo empolva totalmente con polvo fino y termina de acicalarlo con un masaje dado con la trompa.

Conservando limpios sus dientes

¿Sabe usted cómo mantienen limpios sus dientes algunos animales? ¡La respuesta se encuentra dentro de la propia boca de ellos! En la parte interior de sus labios y mejillas hay excrecencias que forman cepillos de dientes naturales. Algunos mamíferos tienen estas excrecencias también a los lados de su lengua. Cada vez que abre y cierra la boca el animal, estos cepillos de dientes naturales suben y bajan en una acción limpiadora.

El lémur tiene seis dientes delanteros inferiores que se proyectan directamente hacia fuera desde su mandíbula delantera. Este es su peine, pero ¿cómo lo limpia cuando está atestado de desecho de piel peluda? Bueno, la superficie inferior de la parte delantera de su lengua tiene pequeñas proyecciones córneas. Moviéndola rápidamente de una parte a otra sobre sus dientes, los limpia muy eficazmente.

Las mangostas usan sus garras agudas como palillos. Frank W. Lane, en su libro Nature Parade, cuenta lo que dijo un hombre acerca de su mangosta domesticada: “Era excesivamente limpia, y después de comer se limpiaba los dientes usando sus garras a modo de palillos de una manera sumamente absurda.”

En el mar los dientes semejantes a lámina fundida del escaro son atendidos y limpiados por pececillos de aletas espinosas. Estos peces también limpian las escamas de otros peces. Hasta ayudan a la temida anguila morena en su higiene bucal. Entran en su boca y la limpian de parásitos. Cuando sucede esto, la anguila por lo general se abstiene de atacar a su dentista.

Los palillos animados del cocodrilo vienen en forma de pájaros garrapata y chorlitos. Cuando los cocodrilos se asolean en un banco, mantienen abiertas sus mandíbulas y permiten que los chorlitos les limpien los dientes y la boca. Se dice que los aguijones agudos de las alas de los chorlitos les dan a saber a los cocodrilos la presencia de sus palillos, para que no cierren las mandíbulas antes de que termine su trabajo.

Frank Lane informa que una vez hubo un cocodrilo viejo que se olvidó y cerró las mandíbulas mientras estaban dentro los pájaros garrapata que estaban limpiándole los dientes, de modo que los trituró. Parece que los otros pájaros nunca olvidaron lo que hizo este grandullón, porque lo evitaban como si fuera la peste.

Otros ayudan a embellecer

¿Ha visto usted alguna vez a un mono espulgar asiduamente el pelo de otro mono? Quizás haya pensado que estaba sacándole las pulgas. No, no son pulgas lo que busca, sino los trocitos escamosos de piel, cuyo sabor salado le deleita. No solo eso, sino que el que está siendo acicalado de esta manera evidentemente disfruta de una sensación sumamente agradable.

El ganado vacuno se ayuda entre sí a acicalarse partes que no son fácilmente accesibles. Se colocan cara a cara y proceden a lamerse la cabeza y el cuello uno al otro. Sí, se dan un masaje facial uno a otro.

El naturalista canadiense Dan McCowan informa que vio a un ciervo acicalando la piel de una liebre. La liebre fue saltando hasta el ciervo que estaba ramoneando al borde del bosque y se sentó enfrente de él. Inmediatamente el ciervo comenzó a lamerle la cabeza, el lomo y los costados a la liebre. Esto prosiguió por diez a doce minutos. McCowan descubrió que otros también habían visto a ciervos acicalando a liebres de esta manera. Evidentemente, el ciervo disfruta de las sustancias saladas de la piel de la liebre y las caricias de la lengua del ciervo sencillamente deleitan a la liebre.

Sí, el acicalamiento es una rutina regular de los animales. No son solo los humanos los que lo hacen.

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