En nuestra aldehuela portuguesa... la Palabra de Dios ejerce poder
Según lo relató Eva Maria Carvalho
MI HERMANO se llama Adán. Yo me llamo Eva. Alguna información básica le ayudará a entender por qué mi padre nos dio estos nombres.
Papá nació en 1879 en una comunidad católica muy conservadora, a 32 kilómetros al norte de Lisboa. Él era agricultor y crió una familia de nueve hijos. Él era un hombre que temía a Dios.
Después de comer, papá solía orar a Dios mientras todavía estaba a la mesa, y le daba gracias por el día. Porque mi padre rehusaba engañar a otros y aprovecharse de ellos, lo llamaban ‘el pobre.’ Sin embargo, en toda la comunidad no había hombre más respetado que él.
Papá había oído a la gente decir que la verdadera palabra de Dios estaba escrita en un libro, la Santa Biblia. Recuerdo que le oí decir: “Tiene que ser un libro muy costoso; no creo que yo alguna vez pueda tener uno.” Le dijeron que Adán y Eva eran los nombres del primer hombre y la primera mujer creados por Dios. Por eso, cuando nosotros nacimos, en su mente esto fue excelente razón para dar a mi hermano y a mí esos nombres.
Papá murió sin haber visto jamás una Biblia. Según lo recuerdo, era un buen hombre. Lo poco que conocía acerca de Dios le era importante. Este hecho, junto con el nombre que me dio, tuvo tremenda influencia en mi vida.
OBTENGO UNA BIBLIA
Pasaron los años. Me casé y crié una familia aquí en estos mismos cerros donde crecí. Nosotros vivimos en Serra de Alrote, una aldehuela diminuta de unos 35 hogares. Pero por algún tiempo mi esposo estuvo trabajando en Lisboa.
Cierto fin de semana cuando llegó a casa me dijo que un compañero de trabajo le había hablado acerca de la Biblia. Éste había dicho que podía obtener una por 25 escudos. Esta era mi oportunidad para aprender algo acerca de aquel singular libro que tanto había deseado mi padre.
Me las arreglé para ir a Lisboa poco después y conocer a este hombre. Fue emocionante observar cómo contestaba mis preguntas, una tras otra, yendo directamente a las páginas de la Biblia. El hombre era testigo de Jehová, y bondadosamente me invitó a una reunión.
Lamentablemente, solo pude hacer unos cuantos viajes a Lisboa, puesto que mi esposo se retiró de su trabajo en 1961 y vino a casa a vivir. Aunque yo había obtenido una Biblia y el pequeño folleto “Estas buenas nuevas del reino,” se me hacía difícil entenderlos. Aislada en estos cerros, perdí el contacto con los testigos de Jehová por varios años. Entonces mi hijo, quien se había casado y trabajaba en Lisboa, vino a casa con un libro publicado por los testigos de Jehová, De paraíso perdido a paraíso recobrado.
Cuando mi hijo nos explicó a su esposa y a mí algunas de las promesas de Dios de las cuales una Testigo le había hablado, nos emocionamos profundamente. Pedimos el nombre y la dirección de la Testigo que había hablado con él. Sin embargo, la única información que pudo darnos fue su nombre, María Julia, y la calle y el número donde creía que ella vivía.
BUSCANDO A LOS TESTIGOS
Con esta vaga información, escribimos una carta a María Julia. ¡Imagínese, ella la recibió, aunque la dirección no era la suya, sino la de una señora con la cual ella estaba conduciendo un estudio bíblico! De modo que fui a Lisboa, ¡y qué maravillosa tarde pasé con María Julia! ¡Fue tan alentador oír una explicación de las verdades de la Biblia!
Pero Lisboa parecía estar lejos de nuestro hogar en Serra de Alrote, especialmente cuando en aquel tiempo era muy difícil conseguir transportación pública. Se me dio la información de que la congregación más cercana a nuestro hogar estaba en Malveira, a 23 kilómetros de distancia. En mayo de 1969 fui a Malveira a encontrarme con un Testigo y éste me dijo que alguien vendría a vernos. Sin embargo, hubo gran demora en esto. Poco me daba cuenta yo entonces de lo ocupados que estaban los pocos Testigos de esta zona atendiendo a las veintenas de personas que mostraban interés y que, como yo, estaban muy deseosas de tener un estudio bíblico en su casa.
SE MANTIENEN VIVAS LAS SEMILLAS DE LA VERDAD BÍBLICA
Mientras tanto, María Julia, en Lisboa, mantenía regularmente por correspondencia un estudio bíblico con Argentina, mi nuera. En toda ocasión que se me presentaba, yo hablaba acerca de la esperanza del Reino con nuestros muchos parientes. Sí, aquel libro Paraíso con el tiempo entró en todas las casas de nuestros parientes que viven en estos cerros. Mi hermano, Adán, junto con su familia, se interesaba ahora también. Y María Julia empezó más estudios por correspondencia, con un número cada vez mayor de nuestros parientes.
Nunca olvidaremos la excitación que se produjo cuando mi nuera, Argentina, regresó de Lisboa en octubre de 1969, con el libro La verdad que lleva a vida eterna. Se le dijo que la persona que aceptara este libro tenía derecho a un curso de estudio de seis meses con la Biblia. Entonces la persona podría decidir por sí misma si deseaba obrar según el conocimiento recibido. Aquella noche, varios de nosotros hablamos acerca de lo urgente que era este asunto. De hecho, nos quedamos despiertos toda la noche, agrupados alrededor de una lámpara de queroseno hasta leer el libro La verdad casi de cubierta a cubierta.
COMIENZAN LAS REUNIONES REGULARES
Fue el 25 de enero de 1970 que un Testigo de Malveira vino a Serra de Alrote. Tengo que admitir que no era fácil hallar este lugar. La única manera de llegar aquí es por un caminito polvoriento que serpentea cerros arriba. Desde la carretera principal no se pueden ver las casas, y en aquel tiempo no había ningún letrero o aviso que indicara que hubiera alguna población. Pero acá arriba, internada en estos cerros, está nuestra pequeña población.
Al llegar, el hermano Basilio se sorprendió al hallar un grupito que verdaderamente tenía hambre y sed de conocimiento bíblico. Algunos de nosotros ya habíamos llegado al capítulo 16 en nuestro estudio del libro La verdad. El hermano hizo arreglos con nosotros para tener un estudio regular cada 15 días, puesto que el viaje de ida y vuelta a su hogar era de 44 kilómetros, y él estaba ocupado con varios otros estudios bíblicos.
Después de unos cuantos estudios, dijimos: “¡Dos semanas es un tiempo largo! Puesto que la gasolina es tan cara, nosotros ayudaremos a pagar por ella. ¡Entonces quizás podamos tener nuestro estudio cada semana!”
Pues bien, Basilio consintió gustosamente en esto. Como resultado de ello, los siete adultos que estuvimos presentes en su primer estudio dedicamos nuestra vida a servir a Jehová, y simbolizamos esto al bautizarnos el 16 de mayo de 1971. En poco tiempo, nuestro estudio bíblico de casa se convirtió en un estudio de libro de congregación. Ahora mi nuera, Argentina, estaba conduciendo siete estudios bíblicos de ella misma semanalmente, muchos de ellos con parientes aquí en los cerros.
LA PERSEVERANCIA DA RESULTADOS
Sin embargo, no todos los parientes aceptaban enseguida lo que estaban aprendiendo. Mi propio hijo, José Pedro, quien está casado con Argentina, es un ejemplo típico de esto. Él primero quería ver el mundo, entonces casarse. Así que se unió a los marinos mercantes. Un viaje que hizo a los Estados Unidos se convirtió en una verdadera bendición. Él visitó las oficinas centrales de los testigos de Jehová en Brooklyn, Nueva York.
Allí vio a centenares de hombres y mujeres jóvenes saliendo de la fábrica y encaminándose al hogar Betel para comer. Se dijo: “¡Hay que ver esto! Todos estos jóvenes de mi edad, ocupados y felices en la obra de Jehová.”
Un Testigo que hablaba portugués lo llevó por los edificios, y el espíritu que José Pedro observó entre el pueblo de Jehová en Betel lo conmovió profundamente. Poco después de eso cambió de empleo, se bautizó y ahora es siervo ministerial en nuestra congregación.
Evaristo, el hermano de mi nuera Argentina, se disgustaba mucho cuando nosotras hablábamos acerca de la Biblia con su esposa. Cuando Argentina empezó un estudio bíblico con la esposa de Evaristo, él le advirtió: “¡Cuidado con lo que haces! Yo no quiero problemas con mi esposa. Apreciaría mucho que dejaras de meterle ideas extrañas en la cabeza.”
La esposa de Evaristo le habló acerca de la advertencia divina sobre una destrucción mundial que se acerca, que sería similar al diluvio del día de Noé. (Mat. 24:37-39) Esto hizo que Evaristo pensara seriamente, porque de joven había leído en la Biblia acerca de Noé y la destrucción de la humanidad inicua por el diluvio. Puesto que estaba en la marina de guerra y viajaba, decidió llevar consigo el libro La verdad en un viaje. También obtuvo una Biblia católica para poder investigar para sí mismo si doctrinas como las del infierno de fuego, la Trinidad y la inmortalidad del alma se enseñaban en ella. Investigó cada texto bíblico mencionado en el libro La verdad y después de un mes quedó convencido de que los testigos de Jehová enseñaban la verdad. Los resultados fueron emocionantes.
Evaristo empezó a asistir a las reuniones cuando obtenía permiso de ausencia. Poco antes de ser licenciado de la marina de guerra, empezó a participar en la predicación. En septiembre de 1972 se bautizó junto con el segundo grupo procedente de nuestros cerros, y ahora sirve celosamente de siervo ministerial en la congregación.
El esposo de mi sobrina, Antonio, se oponía mucho al mensaje del Reino. Mientras servía en las fuerzas armadas en Angola, su esposa empezó a escribirle cartas en las cuales le hablaba acerca de las cosas maravillosas que estaba aprendiendo de la Biblia. Cuando Antonio averiguó que ella estaba estudiando con los Testigos, solicitó permiso para ausentarse, expresamente con el fin de ir a su hogar para “salvar” a su esposa. ¡Qué sorpresa le esperaba!
Todas sus acusaciones fueron contestadas tranquilamente con la Biblia y, dentro de un mes, él también quedó convencido de que los testigos de Jehová estaban predicando la verdad. Regresó a Angola hecho un hombre diferente. Sus compañeros pensaban que se había vuelto loco, porque de noche se quedaba despierto y leía. Todos los esfuerzos que hicieron para lograr que él participara con ellos en la vida inmoral que llevaban fracasaron. Antonio se bautizó después el 15 de julio de 1973, con el tercer grupo procedente de esta zona. Él, también, es ahora uno de nuestros siervos ministeriales.
PERSECUCIÓN
Durante todo este tiempo la actividad de los testigos de Jehová era ilegal en Portugal. Cuando empezamos a celebrar reuniones en esta aldehuela, algunos vecinos reaccionaron vigorosamente e informaron nuestra actividad a la G.N.R. (Guardia Nacional Republicana). Un policía vino a visitarnos y nos dijo que sabía que en el hogar de mi hijo se celebraban reuniones con regularidad. Nos ordenó que no nos reuniéramos allí de nuevo. Cuando llegó el tiempo para la siguiente reunión, nos congregamos como de costumbre, pero en mi hogar. La policía recibió informe de esto y rápidamente llegó y nos encontró a todos juntos en medio de un estudio bíblico.
El policía dijo: “¿No les ordené antes que dejaran estas reuniones?”
Yo contesté: “Sí, usted dijo en la casa de José Pedro. Ahora no estamos en la casa de mi hijo. Esta es mi casa, un hogar diferente.” El policía se quedó verdaderamente sorprendido y se fue sin decir una palabra.
Nuestros vecinos no querían cejar en su determinación de detener nuestras reuniones cristianas. Comprendimos que era sabio evitar careos innecesarios. Por eso, celebrábamos las reuniones cada semana en días diferentes, a horas diferentes y en hogares diferentes. En cierta ocasión, después de una reunión, Basilio descubrió que los dos neumáticos de atrás de su auto estaban desinflados. Un examen más cuidadoso le mostró que habían sido punzados en varios lugares.
Los vecinos querían vernos arrestados costara los que costara, y finalmente fueron a la principal estación de policía para esta zona en Loures. Poco después de eso, en una noche de reunión, un yip de la G.N.R. llegó a nuestra aldea acompañado por 15 soldados armados que venían en otro vehículo. Por alguna razón nosotros habíamos celebrado nuestra reunión aquella noche una hora antes de lo usual. Ah, ¡qué desilusionada quedó la policía cuando sus planes quedaron frustrados! Vimos muchas cabezas de nuestros vecinos asomándose desde detrás de los edificios cercanos, aparentemente a la espera de una victoria. Para gran desilusión de ellos, la policía se fue con las manos vacías.
Los tiempos han cambiado aquí en la aldehuela. La persecución que venía de nuestros vecinos se ha desvanecido. Entre nuestra familia y parientes, la Palabra de Dios ciertamente ha demostrado estar viva. En total, ahora hay 28 Testigos del Dios Altísimo, Jehová; un total de 41 personas asisten a las reuniones y hay cinco siervos ministeriales. ¡Todo esto en una aldehuela de unos cien habitantes! ¡De seguro, la Palabra de Dios ha ejercido poder aquí!—Heb. 4:12.
[Ilustración de Eva Maria Carvalho de la página 9]