Un sacerdocio típico señala el camino
Israel es mi hijo, mi primogénito . . . un reino de sacerdotes y una nación santa.”—Éxo. 4:22; 19:6.
1. En el tiempo de Moisés, ¿cómo se refirió Jehová al pueblo de Israel, y en medio de qué circunstancias?
EN LA octava generación desde Abrahán (hasta Nadab hijo de Aarón) su descendencia había llegado a ser una multitud que ascendía a millones, pero servían como esclavos de un severo capataz, Faraón de Egipto. Su número ya había excedido la población nativa, de modo que el temor celoso dictó una norma de reducción por medio de esclavitud dura. En este punto crítico el ángel de Jehová se le apareció a Moisés en la zarza ardiente y le informó: “Indisputablemente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído el clamor de ellos a causa de los que los obligan a trabajar; porque conozco bien los dolores que sufren. Y estoy procediendo a bajar para librarlos de la mano de los egipcios y para hacerlos subir de aquella tierra.” Mandó a Moisés que le dijera a Faraón: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Israel es mi hijo, mi primogénito. Y yo te digo: Envía a mi hijo para que me sirva. Pero si rehúsas enviarlo, mira que estoy matando a tu hijo, a tu primogénito.’”—Éxo. 1:8-10; 3:7, 8; 4:22, 23.
2. ¿Dio prueba Jehová de ser un Dios para los israelitas? ¿Cómo?
2 Faraón ciertamente demostró su temeridad al rehusar acceder a la demanda de poner en libertad al primogénito de Jehová, a su pueblo Israel, y por eso tuvo que sufrir el castigo. Con mano poderosa Jehová libró a su pueblo, y al hacerlo hirió a la tierra de Egipto con fuertes golpes que sin duda lisiaron a aquella nación por muchas décadas. No solo recibieron graves daños el ganado y las siembras por medio de una serie de calamidades, sino que el primogénito de cada casa y de toda bestia fue muerto por el ángel de Jehová, y finalmente la flor y nata de los guerreros de Egipto junto con sus caballos y carros fueron sumergidos en el regreso de las aguas del mar Rojo. Por lo tanto Jehová pudo declarar con verdad: “Yo fui quien hizo subir a Israel de Egipto y quien los fue librando a ustedes de la mano de Egipto.”—1 Sam. 10:18.
3. ¿Qué magnífica oportunidad puso Dios delante del pueblo de Israel?
3 Al tercer mes después de aquella gran liberación el pueblo primogénito de Jehová estaba acampado delante del monte Sinaí, y por medio de su profeta Moisés Jehová les declaró allí: “Ustedes mismos han visto lo que hice a los egipcios, para llevarlos a ustedes sobre alas de águilas y traerlos a mí mismo. Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” (Éxo. 19:4-6) ¡Piense en eso! ¡Una nación de sacerdotes, y el primogénito de Jehová, lo cual da a entender que constituirían solo la primera de una familia de naciones que Jehová llegaría a tener! Y este “hijo” particular se distinguiría sumamente como nación sacerdotal que al debido tiempo podría tener el privilegio de representar a todos los otros grupos nacionales delante de Jehová. Esta santa nación habría de ser heredera de las bendiciones de Jehová en un sentido especial, a fin de que por medio de ella los beneficios alcanzaran a todos los otros pueblos de acuerdo con la promesa de Dios al fiel Abrahán.—Gén. 22:18.
4. ¿Con qué provisiones arregló Jehová unificar las tribus de Israel en una nación teocrática?
4 Fascinados, entonces, pasamos a considerar cómo Dios comenzó a tratar con esta nación a la cual le agradó designar su primogénito. De una asociación suelta de grupos tribuales ahora habría de llegar a ser una nación bajo gobierno teocrático, gobierno por Dios. Para promover este propósito, se hizo un arreglo especial para un sistema de adoración nacional. A los requisitos de la adoración pura de familia, ya conocidos por medio de la instrucción de los patriarcas fieles, ahora habrían de agregarse ciertos rasgos nuevos y singulares, a saber, un lugar santo de adoración central, un sacerdocio y disposiciones reglamentarias que gobernaran la adoración nacional pura de Jehová su gran Libertador.
5. ¿Por qué deberíamos esperar que serían importantes los detalles de la construcción de la tienda en el desierto?
5 El modelo que Moisés siguió en la construcción de un templo o lugar santo portátil no se basó en algo que el profeta hubiera visto en Egipto. Jehová le dio el modelo, pues el mensajero angelical de Dios aconsejó a Moisés: “Y ve que los hagas conforme a su modelo que te fue mostrado en la montaña.” Tomando en cuenta esto, los detalles de este modelo ciertamente habrían de estar vinculados con connotaciones profundas y significativas para el futuro, particularmente cuando comprendemos que esta tienda solo fue una provisión temporal para el período de sus jornadas en camino a la tierra que había sido prometida a Abrahán su antepasado.—Éxo. 25:40.
6. Describa la construcción y los accesorios de la tienda.
6 Las cortinas colocadas en postes alrededor del patio de la tienda separaban aquel lugar santo del campamento circunstante de los israelitas. La tienda misma estaba dividida en dos partes, una de las cuales era en forma de un cubo exacto. Este era el compartimiento recóndito o Santísimo. Estaba separado y oculto del cuarto anterior por una cortina de material bellamente bordado. Detrás de aquella cortina solo había un mueble, el arca del testimonio, con su cubierta de oro sólido intrincadamente construida en forma de un asiento de trono dominado por querubines con alas extendidas. Dentro del Arca misma estaban las Diez Palabras escritas por el dedo de Dios, y, más tarde, hubo una muestra del maná del cielo en un recipiente de oro, así como la vara de almendro que dio testimonio de que Dios había escogido a la casa de Aarón para el sacerdocio en Israel. En el compartimiento del frente había una mesa para el pan de la proposición, un candelabro de oro y un altar para incienso. Enfrente de la tienda estaba la palangana grande de cobre, mientras que entre ésta y la entrada del patio estaba situado el altar grande de sacrificio. Estuviera la nación acampada o en marcha, este lugar santo de adoración era atendido exclusivamente por un sacerdocio especialmente seleccionado y santificado.—Éxodo, caps. 25, 26, 27.
UN SACERDOCIO REPRESENTATIVO
7. ¿De qué maneras fue particularmente bendecida y honrada por Jehová la tribu de Leví?
7 Jehová dio instrucciones a su mediador Moisés para que formara un sacerdocio que sería representativo de la entera nación. Aarón y su prole masculina fueron escogidos como una familia sacerdotal especial por medio de la cual se aseguraría una sucesión de sumos sacerdotes. Hasta entonces, bajo las provisiones patriarcales, los hijos primogénitos habían estado en expectativa de actuar como sacerdotes, cada uno a favor de su respectivo grupo familiar. Sin embargo, ahora Jehová mandó que la entera tribu de Leví sustituyera al primogénito de todo Israel, y ésta habría de formar la congregación o tribu del primogénito bajo la dirección de la familia de Aarón. (Núm. 3:41) Su antepasado Leví había estado envuelto con Simeón en violencia presuntuosa y vengativa, por lo cual ellos habrían de sufrir. Sin embargo, cuando Moisés pidió voluntarios para que sirvieran de ejecutores contra compañeros israelitas obstinados e idólatras, los de la tribu de Leví respondieron sin demora. ¡Ahora, vea cómo Jehová los bendijo maravillosamente! Como tribu ahora tuvieron el privilegio bajo Aarón de llevar la delantera en asuntos de adoración, tal como lo hacían los fieles hijos o herederos primogénitos bajo la costumbre patriarcal.—Gén. 49:5-7; Éxo. 32:25-29; Núm. 3:5-51.
8. ¿Cómo se mostró que el cargo de Aarón era vital en la provisión de Dios para el pueblo de Israel?
8 Aarón fue a quien Jehová seleccionó para ser el sumo sacerdote y para tener la principal responsabilidad de la adoración correcta de un pueblo que debería esforzarse por ser digno de la designación “una nación santa.” Note cómo ciertos rasgos de la indumentaria del sumo sacerdote daban énfasis a esta responsabilidad: “Y Aarón tiene que llevar los nombres de los hijos de Israel en el pectoral de juicio sobre su corazón cuando entre en el Santo como memorial delante de Jehová constantemente. Y tienes que poner el Urim y el Tummim dentro del pectoral de juicio, y tienen que hallarse sobre el corazón de Aarón cuando entre delante de Jehová; y Aarón tiene que llevar los juicios de los hijos de Israel sobre su corazón delante de Jehová constantemente. Y [el turbante con la lámina especial de oro asegurada en su frente] tiene que llegar a estar sobre la frente de Aarón, y Aarón tendrá que responder por el error cometido contra los objetos santos, los cuales los hijos de Israel santificarán, es decir, todas sus dádivas santas; y tiene que quedar sobre su frente constantemente, para granjearse aprobación para ellos delante de Jehová.” (Éxo. 28:29, 30, 38) En todo esto podemos ver que se dio énfasis a la necesidad de purificar la adoración del pueblo para que Jehová no prorrumpiera sobre éste con ejecución ardiente merecida por su condición pecaminosa.
INSTALACIÓN DEL SACERDOCIO TÍPICO
9. ¿Qué pasos dio Moisés en relación con la instalación del sacerdocio típico?
9 El capítulo veintinueve de Éxodo expone las instrucciones para la instalación del sacerdocio aarónico, y el capítulo ocho de Levítico relata la ocasión en que se pusieron en vigor los requisitos de Jehová respecto al mismo. A todo Israel se le pidió que presenciara la ceremonia a la entrada del patio. Primero Moisés lavó a Aarón y sus cuatro hijos y luego vistió a Aarón con las prendas de vestir sacerdotales, distintivas. Entonces tomó un poco del aceite de unción y lo roció sobre la tienda y sus accesorios y utensilios. Finalmente derramó un poco del aceite en la cabeza de Aarón. Entonces Moisés vistió a los hijos de Aarón con sus prendas de vestir sacerdotales. Entonces vino el sacrificio de un toro joven y dos carneros; en cada caso Aarón y sus hijos primero pusieron las manos sobre la cabeza de los animales que fueron presentados para ser degollados. De hecho, eso fue un testimonio de su parte de que aquellos animales los estaban sustituyendo a ellos, y por eso la disposición particular de aquellos animales indicaría que ellos se hallaban limpios de pecado y de condenación delante de Dios, dando por resultado que fueran un sacerdocio santo y limpio digno de ser utilizado en el servicio sacerdotal de Jehová.
10. Explique (a) cómo se utilizaron las diversas partes del toro de la ofrenda por el pecado, (b) qué se hizo con el primer carnero y (c) cómo se trató con el carnero de instalación.
10 El toro joven fue degollado y su sangre fue salpicada sobre el altar de sacrificio y derramada en torno de su base como una santificación especial de esta “mesa” santa sobre la cual las futuras ofrendas por fuego a Jehová serían consumidas. Luego se hizo humear sobre el altar la grasa que cubría los intestinos del toro con sus riñones y el apéndice del hígado, mientras que las partes restantes de su carne con su piel y su estiércol fueron quemadas fuera del campamento. Luego se degolló el primer carnero y su sangre también se roció sobre el altar, después de lo cual se hizo humear sobre el altar todo el animal. Al segundo carnero se le trató de manera diferente. Moisés untó un poco de la sangre de éste en el lóbulo de la oreja derecha, el dedo gordo del pie derecho y el pulgar de la mano derecha de Aarón y sus cuatro hijos. Las porciones grasosas y la pierna derecha se colocaron entonces en las manos de aquellos cinco hombres y ellos las mecieron de acá para allá delante de Jehová. Entonces Moisés tomó estas porciones y las hizo humear sobre el altar como sacrificio de instalación. La porción selecta del pecho fue mecida de acá para allá delante de Jehová por Moisés mismo y luego Moisés se la comió como su porción de esta ofrenda especial.
11. ¿Qué otras instrucciones en cuanto a la ceremonia de instalación hizo arreglos Moisés para que se llevaran a cabo?
11 Entonces Moisés tomó un poco del aceite de unción mezclado con sangre del altar de la ofrenda quemada y lo salpicó sobre Aarón y sus hijos y sus prendas de vestir. Luego les mandó que cocieran las partes restantes del carnero de instalación y se las comieran como algo santo a la entrada de la tienda de reunión. Allí tenían que continuar sirviendo, día y noche, durante siete días en total, guardando la vigilancia obligatoria de Jehová. En cada uno de los subsiguientes seis días tenía que ofrecerse otro toro como ofrenda por el pecado. De modo que se necesitarían siete días para llenar las manos de este sacerdocio típico con poder y aceptabilidad para presentarse delante de Jehová a favor de la nación de Israel.
12. Describa la ocasión en que se apartó a los levitas como ayudantes del sacerdocio aarónico.
12 Puesto que habría de esperarse que los miembros de esta numerosa nación se acercaran con sus ofrendas personales y tribuales ahora que estaba disponible un sacerdocio facultado, se hizo patente que se necesitaba un gran cuerpo de ayudantes del sacerdocio debidamente autorizados. Se le ordenó a Moisés que satisficiera esta necesidad por medio de una ceremonia formal que se describe para nosotros en el capítulo ocho del libro bíblico de Números. En esta ocasión los varones elegibles de la tribu de Leví fueron presentados, y el pueblo, probablemente por medio de sus representantes principales, pusieron sus manos sobre las cabezas de los levitas. Entonces se hizo que los levitas se movieran de acá para allá delante de Jehová como una ofrenda mecida de parte de los hijos de Israel. Luego se presentaron dos toros jóvenes, y sobre éstos los levitas pusieron sus manos, después de lo cual fueron degollados los toros, uno de ellos como ofrenda por el pecado y el otro como ofrenda quemada. El significado de esta presentación de los levitas y la aceptación de ellos por Jehová se menciona en las palabras del ángel de Dios a Moisés: “Y tomaré a los levitas en lugar de todos los primogénitos entre los hijos de Israel. Y daré los levitas como dados a Aarón y sus hijos de entre los hijos de Israel, para que lleven a cabo el servicio de los hijos de Israel en la tienda de reunión y para que hagan expiación por los hijos de Israel, para que no ocurra plaga alguna entre los hijos de Israel por acercarse los hijos de Israel al lugar santo.”—Núm. 8:18, 19.
DISPOSICIONES REGLAMENTARIAS PARA LOS SACERDOTES TÍPICOS
13. ¿Qué disposiciones reglamentarias habían de aplicar al sacerdocio de Aarón?
13 Se requería que los sacerdotes y los levitas mantuvieran limpieza carnal, personal, superentendieran las ofrendas del pueblo, llevaran a cabo todos los servicios del santuario y superentendieran la observancia estricta de la ley de Dios entre el pueblo. Los sacerdotes que oficiaban tenían que hallarse sin defecto ni tacha de ninguna clase. No habían de llegar a estar en yugo de matrimonio con una extranjera ni con una muchacha israelita no elegible. No debían beber bebida embriagadora mientras estuvieran de servicio en la tienda. Eran responsables de tocar las trompetas santas, dando así acaudillamiento definido al pueblo, ya se tratara de acampar o de levantar el campamento, de trabar batalla o celebrar alguna fiesta especial a Jehová. A ningún levita se le habría de dar alguna herencia de tierra cuando el pueblo llegara a Canaán. En cambio se les habrían de dar moradas en cuarenta y ocho ciudades situadas estratégicamente a través de las tierras asignadas a las diversas tribus. De esta manera el decreto más temprano de Jehová de que habrían de ser esparcidos en Israel se llevaba a cabo, pero al mismo tiempo Jehová se encargaba de que estos que estaban capacitados para superentender la adoración pura estuvieran presentes en todas las porciones tribuales de la tierra.—Núm. 10:1-10; Levítico cap. 21; Núm. 35:6; Gén. 49:5, 7.
14. (a) ¿Cuáles son algunas de las ofrendas que traían a la tienda de reunión? (b) ¿Qué fue singular acerca de los sacrificios del día de expiación?
14 Se dio instrucción por medio de Moisés sobre las diversas ofrendas que se podían traer a la tienda de reunión, algunas de las cuales eran ofrendas de comunidad y algunas ofrendas familiares o personales; ofrendas por el pecado por agravios cometidos, ofrendas de culpa a causa de culpa en que de alguna manera hubieran incurrido quienes las ofrecían; ofrendas voluntarias de acción de gracias y ofrendas hechas en ocasiones en que se hacía algún voto delante de Jehová. (Vea Levítico, capítulos 1 a 7.) Entonces, una vez cada año, había sacrificios del día de expiación, que se ofrecían el día diez del mes séptimo. Era en esta ocasión que había de efectuarse un relimpiamiento y una resantificación del entero arreglo de la tienda, como si se preparara a la nación para otro año en el cual pudiera continuar teniendo la presencia y favor de Jehová. (Levítico, cap. 16) Este era el único día de cada año en que el sumo sacerdote penetraba en el Santísimo con la sangre de la ofrenda de expiación. Antes de hacerlo tenía que asegurarse de que no estuviera presente ningún subsacerdote en el compartimiento del frente de la tienda, y que el Santísimo se hubiera llenado de incienso humeante.
15. ¿Qué estatutos dio Jehová al pueblo, y quiénes tendrían mucha responsabilidad en cuanto a su observancia apropiada?
15 También se proveyeron otros estatutos relativos a la adoración pura de la entera nación, los cuales habían de ser puestos en vigor por el sacerdocio bajo la dirección de su sumo sacerdote. La grasa y la sangre no habrían de comerse so pena de muerte. La grasa había de hacerse humear sobre el altar para olor grato a Jehová. La sangre, cuando no se ofrecía sobre el altar, había de derramarse en el suelo. Toda clase de inmundicia sexual había de evitarse o inmediatamente expiarse con el sacrificio correspondiente o castigarse con la muerte. La calumnia, la extorsión, el recurrir a espiritismo de cualquier clase, eran asuntos que habrían de investigarse y los culpables habían de ser castigados adecuadamente. Se hacía provisión especial para casos de contaminación involuntaria por haber tocado un cadáver o alguna otra cosa o persona inmunda. Así Jehová recalcó a los israelitas lo vital que era mantener un campamento limpio para él continuar morando, sin causarles daño, en medio de ellos.—Lev. 3:17; Números, cap. 19.
16. (a) ¿A qué grado se apreció la provisión de Dios del arreglo de la tienda? (b) ¿Qué hechos señalan el fracaso de parte del sacerdocio?
16 De modo que muy detalladamente Jehová proveyó un lugar central de adoración, un sacerdocio representativo de la entera nación y disposiciones reglamentarias y sacrificios apropiados. Pero, ¿a qué grado apreciaría el pueblo esta provisión amorosa? ¿Cuánto lo acercaría esto al Dios puro y santo? Ciertamente este sacerdocio aarónico continuó por muchos siglos. Por sus manos pasaron las ofrendas de generación tras generación de israelitas. Al debido tiempo sus miembros oficiaron en el magnífico templo que construyó Salomón en la ciudad de Jerusalén. Pero el pueblo continuamente tendía hacia la idolatría y hacia las prácticas paganas inmundas. ¡Aun este sacerdocio representativo resultó infiel! De hecho, no mucho tiempo después de aquella instalación inicial Nadab y Abiú, hijos de Aarón, sufrieron muerte ardiente a manos de Jehová por atreverse a llevar a cabo ritos no autorizados dentro de su santo lugar de adoración. Más tarde los hijos de Elí presentaron otro ejemplo desilusionador de hombres codiciosos que utilizaron el puesto santo de sacerdote para lograr sus propios fines profanos y egoístas. El profeta Miqueas, en un día posterior, correctamente pudo imputar que los “propios sacerdotes [de Israel] instruyen solo por precio,” y no por amor a Jehová y a los compañeros de ellos en la adoración.—Lev. 10:1, 2; 1 Sam. 2:12-17; Miq. 3:11.
17. ¿Hubo algunos ejemplos buenos de fidelidad en el sacerdocio?
17 Hubo algunos miembros fieles de este sacerdocio cuyas hojas de servicio resaltan en vívido contraste con el derrotero de los infieles. Finees, nieto de Aarón, demostró celo digno de encomio por la adoración pura cuando sin demora dio muerte al hijo de un principal israelita y a una princesa pagana cuando se entregaban a relaciones sexuales prohibidas. Jehová le dio, como remuneración, un “pacto de paz,” el “pacto de un sacerdocio hasta tiempo indefinido.” Joiada, que valerosamente protegió e instruyó al príncipe joven Joás de Judá, salvándolo de la campaña asesina de Atalía, su abuela pagana, suministra otro ejemplo excelente.—Núm. 25:1-13; 2 Cró. 22:11; 23:1-3.
18. ¿Por qué no llenó la nación típica los requisitos para llegar a ser la “propiedad especial” de Jehová?
18 Al meditar en la historia subsecuente de Israel tenemos que darnos cuenta de que el sacerdocio aarónico en general no logró elevar la mente y el corazón de la gente y acercarla más a Dios. No desvió los golpes bien merecidos y desoladores que vinieron sobre el templo y la ciudad, sobre el sacerdocio y el pueblo, primero en 607 a. de la E.C. y entonces de nuevo en 70 E.C. Puesto que la nación no obedeció estrictamente la voz de Jehová su Salvador ni guardó su pacto, no llenó los requisitos para llegar a ser su “propiedad especial” de todos los pueblos de la Tierra. Por lo tanto la decisión judicial de Jehová se expresa por medio de su profeta: “Porque el conocimiento [de mi voluntad] es lo que tú mismo has rechazado, yo también te rechazaré de servirme como sacerdote.”—Ose. 4:6.
19, 20. (a) ¿Qué beneficios obtenemos de nuestro conocimiento de aquellos tratos con Israel? (b) ¿De qué manera compartió Israel la desventaja que estaba sobre todas las naciones? (c) ¿Qué debilidades tenían que vencerse?
19 Sin embargo, aquel entero arreglo del lugar santo, el sacerdocio y las disposiciones reglamentarias sí señalaron la necesidad de alguna provisión mayor para suministrar a los hombres alivio de la carga del pecado y ponerlos en comunión más estrecha con el Padre inmaculado en el cielo. También, puesto que el pueblo del Israel natural, como nación, no llenó los requisitos como primogénito y nación sacerdotal de Jehová, podemos confiar en que al debido tiempo él revelaría cómo se formaría tal “nación santa,” para su propia alabanza y para la bendición de todas las familias del suelo. También debe notarse que aquellas provisiones para adoración nacional tuvieron mucho que ver con la limpieza exterior y ofrecieron muy poco de limpieza interior mediante la cual el pueblo pudiera disfrutar de una buena conciencia para con Dios. Por lo tanto, todos los pueblos, entre ellos los israelitas, todavía estaban bajo el peso de la desventaja de una mala conciencia, es decir, la conciencia de ser impuros y estar desnudos delante de los ojos de Dios, y de no tener a nadie digno ni capacitado para presentar una ofrenda adecuada a favor de ellos. Aquel sacerdocio aarónico, con todas sus ministraciones, por tener solo ‘una sombra de las buenas cosas porvenir, pero no la sustancia misma de las cosas, nunca puede con los mismos sacrificios que ofrecen continuamente de año en año hacer perfectos a los que se acercan.’—Heb. 10:1.
20 ¿Cómo, entonces, y sobre qué base podría la gente esperar algún día acercarse al Dios del cielo, la Fuente de la vida, y disfrutar con él de una relación no manchada por una mala conciencia? ¿Cómo podría vencerse la debilidad fatal de la imperfección humana como se notó en el mediador Moisés, en el sumo sacerdote Aarón y en sus subsacerdotes, y en todo el pueblo? Jehová mismo suministra la respuesta alegradora, que consideraremos en el siguiente número de La Atalaya.