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  • ¡Lluvia asesina!

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  • ¡Lluvia asesina!
  • ¡Despertad! 1984
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  • Se esparce la plaga
  • ¿Qué está haciendo esto al ambiente?
  • El daño aumenta
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¡Despertad! 1984
g84 22/2 págs. 15-19

¡Lluvia asesina!

“Nos parece que el jurado ha llegado a una decisión. Las autoridades científicas de alrededor del mundo concuerdan en que la precipitación ácida existe y que se tiene que hacer algo para controlarla.” Así dice Robert F. Flacke, comisario del Departamento para la Conservación del Ambiente del Estado de Nueva York.

“Nos parece que el jurado aún no ha llegado a una decisión”, replica Carl E. Bagge, presidente de la Asociación Nacional Carbonera. “No se conocen las causas ni los efectos de la lluvia ácida”, afirma él.

Se acaba de citar a dos de los principales portavoces, que expresan dos opiniones contradictorias. ¿Quién tiene razón?

“CUANDO llegué aquí la cantidad de pesca era sin igual.” Mientras hablaba, Peter Peloquin, residente desde hace mucho tiempo de la región de Canadá al lado del lago Chiniguchi y dueño de una posada allí, inclinó el cuerpo hacia la mesa para dar mayor énfasis a sus palabras. “En aquella cadena de Chiniguchi —dijo él a continuación— había una pesquería espectacular en casi una docena de lagos grandes.”

Pero a fines de la década de 1950 y a principios de 1960 empezaron a suceder cosas extrañas en este lago. Truchas jóvenes estaban meneándose sobre la superficie —cosa que nunca hacen normalmente— y las gaviotas se las estaban comiendo rápida y fácilmente. Durante el mismo período el último de los peces grandes fue pescado. Hoy no hay peces en absoluto en Chiniguchi ni en los centenares de lagos circunvecinos.

¿Cuál es la causa de estos estragos? La lluvia ácida... uno de los más graves problemas ecológicos de nuestro tiempo.

El mal aliento de la industria

En Norteamérica, 30 por 100 de la lluvia ácida se debe a óxidos nítricos... la mitad de los cuales provienen de los escapes de vehículos motorizados. La otra mitad resulta de la combustión de combustibles derivados de materias fosilizadas, principalmente el carbón, por servicios públicos de electricidad y otras industrias. El carbón también es la fuente de un peor criminal, el dióxido de azufre, que constituye el 70 por 100 de la lluvia ácida. Anualmente el escape de 60.000.000 de toneladas de estos gases llena el cielo norteamericano. La atmósfera está convirtiéndose en un basurero.

Cuando se exponen a la luz del Sol y al vapor de agua, estos óxidos, que permanecen a un nivel alto debido a los patrones predominantes del tiempo, pasan por cambios químicos complejos acerca de los cuales no se sabe mucho. La resultante interacción produce ácidos sulfúricos y nítricos... lluvia ácida. Dichos ácidos también descienden en forma de nieve, granizo, aguanieve, neblina y hasta en forma seca.

Se esparce la plaga

En 1852, cuando el científico inglés Robert Angus Smith descubrió la lluvia ácida cerca del pueblo industrial de Manchester, donde se quemaba carbón, se trataba meramente de un fenómeno de la localidad. Para las décadas de 1950 y 1960 las emisiones de humo estaban provocando protestas acaloradas en comunidades situadas cerca de plantas que quemaban carbón y petróleo.

¿Cómo se solucionó el problema en la década de 1970? Se construyeron chimeneas más altas. Por ejemplo, en Sudbury, la compañía International Nickel (ahora llamada Inco Limited), gigante de la industria de Canadá, estaba emitiendo hasta 7.000 toneladas de dióxido de azufre al aire diariamente. El humo devastó la zona a tal grado que a fines de 1960 astronautas estadounidenses ensayaron allí para caminar sobre la Luna. Entonces Inco construyó la “superchimenea”... ¡que medía 381 metros (1.250 pies), de modo que era la chimenea más alta del mundo en aquel tiempo! La hierba, las flores y los árboles empezaron a crecer de nuevo en Sudbury. Pero, la “superchimenea”, junto con centenares de otras chimeneas de Canadá, los Estados Unidos y otros países que habían sido hechas más altas, resultó ser un error desde el punto de vista ecológico... pues lo que había sido un problema local se convirtió en problema internacional.

La contaminación errabunda, que ahora se está haciendo llegar a un nivel alto de la atmósfera, está invadiendo otros países. Suecia y Noruega sirven de basureros para las sustancias contaminadoras de las importantes zonas industrializadas de Europa. Canadá recibe corrientes de aire ácido de los Estados Unidos. En cambio, Canadá exporta lluvia ácida al nordeste de los Estados Unidos. Islas distantes como Hawai y las Bermudas no han quedado exentas. Hasta la China y países del hemisferio del sur están siendo afectados.

¿Qué está haciendo esto al ambiente?

En ambientes donde hay un alto nivel de acidez, las aguas de los lagos se vuelven más despejadas que lo normal, a medida que el plancton y otros tipos de vida microscópica mueren. La reproducción entre los animales acuáticos se interrumpe o cesa. Además, el aluminio y otros metales, que normalmente se encuentran en compuestos inocuos, son despedidos de la tierra en formas tóxicas. El aluminio ataca las agallas de los peces, de modo que se les hace difícil la respiración. Éstos literalmente se asfixian.

Es particularmente trágica la primavera, cuando la vida va despertando del sueño invernal, cuando los peces están saliendo del cascarón y las ranas y salamandras están poniendo sus huevos en charcos de aguanieve. En muchos casos, la concentración de elementos contaminadores en la aguanieve aumenta la acidez de ésta hasta en cien por ciento, lo cual impide que 80 por 100 de las criaturas salgan del cascarón.

“Todo el sistema del agua cambia”, dice el Dr. Harold Harvey, precursor en las investigaciones relacionadas con la lluvia ácida. “Las almejas desaparecen primero, entonces los caracoles, luego los cangrejos de río; y muchos de los insectos acuáticos como la mosca de mayo, insectos del tipo plecóptera, y libélulas de los tipos zygóptera y neuróptera. Entonces empiezan a morirse los anfibios. [...] Luego desaparecen los peces y así por el estilo.”

¿Cuál ha sido el resultado de esto? En Ontario hay entre 2.000 y 4.000 lagos en los que ya no pueden vivir las truchas ni percas. Los salmones se están muriendo en nueve ríos de Nueva Escocia, donde abundaban en un tiempo. De acuerdo con los informes del gobierno, otros 48.000 lagos están en peligro.

En el nordeste de los Estados Unidos, más de 200 lagos de la región de las montañas Adirondack no tienen peces. Diez por ciento de los más grandes lagos de agua fresca de Nueva Inglaterra han llegado a figurar entre las víctimas. De acuerdo con un estudio efectuado por el gobierno del estado de Ohio, se predice que “si no se hace algo pronto, cada año morirán 2.500 lagos de Ontario, Quebec y Nueva Inglaterra hasta fines del siglo”.

Pero la lista de víctimas es peor en Suecia. De acuerdo con el Ministro de Asuntos Ambientales, Anders Dahlgren, ¡allí la cantidad de lagos muertos ha llegado a 20.000!

El daño aumenta

La lluvia ácida está arruinando la tierra... agotando las sustancias nutrientes esenciales como el calcio, el magnesio, el potasio y el sodio. El aluminio nocivo está atacando las raíces de los árboles, privándoles del agua y destruyendo su defensa contra la enfermedad. En las Green Mountains de Vermont, E.U.A., desde 1965 han muerto 50 por 100 de los abetos rojos... tanto nuevos como viejos.

Los bosques están muriendo también en Inglaterra, Francia, Suiza, Yugoslavia y Polonia. Se calcula que 30 por 100 de la tercera parte de Alemania Occidental que está poblada de árboles está sufriendo daño grave. Aunque las emisiones de azufre permanezcan constantes, dicen los expertos, los árboles pierden su capacidad de resistir al ácido. Con alarma, BUND (Unión para la Conservación del Ambiente y de la Naturaleza de Alemania) informa que en Alemania Occidental la cantidad de bosques enfermos se ha duplicado en menos de un año. En Europa se dice que la lluvia ácida está causando un “exterminio ecológico en masa”.

Eso no es todo. Bajo este lavado ácido está yendo en aumento la corrosión de los metales. Además, el dióxido de azufre que hay en el aire ha estado convirtiendo el calcio de la piedra arenisca, de la caliza, del concreto y del yeso en sulfato cálcico desmoronadizo. En los Estados Unidos, el Consejo Presidencial sobre la Calidad del Ambiente calcula que anualmente el daño que sufren los edificios y monumentos representa un costo de más de $2.000 millones. Las columnas del Partenón de Atenas, el Coliseo de Roma y los edificios parlamentarios de Canadá están todos bajo ataque.

En lo que tiene que ver con la salud humana, la prueba de los efectos adversos de la lluvia ácida es escasa, pero no obstante, alarmante. El agua ácida de los lagos ha sacado plomo y cobre tóxicos de los sistemas de cañería, de modo que éstos han ido a parar al abastecimiento de agua. En ciertas zonas esto ha resultado en males como la diarrea entre los infantes. Pero aun más espantosos han sido los estudios que dan a entender que el dióxido de azufre en el aire provoca bronquitis y enfisema, y afecta el corazón y el sistema circulatorio, ¡lo cual provoca enfermedades que anualmente podrían causar la muerte a 50.000 norteamericanos!

¿Cuál es la solución?

Obviamente se tiene que limpiar el ambiente. Pero la industria carbonera y muchas empresas de servicios públicos de la región del oeste medio dicen que no hay prueba conclusiva de que la legislación estricta para el control de las emisiones ácidas tendría efecto alguno en los niveles de la lluvia ácida.

Entonces, el 29 de junio, el Consejo Nacional para las Investigaciones de los Estados Unidos emitió un informe que, de acuerdo con la revista Science, probablemente sea el estudio definitivo sobre la lluvia ácida por muchos años. El consejo concluyó que entre 90 y 95 por 100 de la lluvia ácida del nordeste de los Estados Unidos proviene de fuentes de hechura humana, como el humo industrial y los escapes de los automóviles. “El disminuir en 50 por 100 las emisiones de gases de azufre y nitrógeno —se declara— producirá una disminución de aproximadamente 50 por 100 de los ácidos que, después de ser transportados por el viento desde la fuente de las emisiones, caen sobre la tierra y el agua.”

Pero la Compañía de Electricidad Norteamericana, que es dueña de una cadena de plantas de combustión carbonera en la región del oeste medio, afirma que la enmienda respecto a la lluvia ácida, que se ha propuesto con relación a la ley para mantener limpio el aire, resultaría en que el costo de la electricidad aumentara en 50 por 100 para los residentes y en 80 por 100 para las industrias.

Pero los especialistas en cuestiones ambientales no están de acuerdo con esto, y citan sus propias cifras. De acuerdo con una comparación de precios, autorizada por el Congreso de los Estados Unidos y basada en un estudio efectuado para el Instituto Eléctrico de Edison y en otro que se llevó a cabo para la Federación Nacional en pro de la Fauna Silvestre y la Confederación Nacional para el Aire Limpio, el costo sería de entre $2.400 millones y $4.600 millones en 1990... lo cual representaría un aumento de solo 2,4 a 4,6 por 100 en el costo de la electricidad.

A pesar del costo, muchos países ya han tomado medidas. En Japón por años se han estado tratando las emisiones con depuradores, lo cual ha resultado en un aumento modesto de 12 por 100 en el costo de la electricidad. También a las industrias contaminadoras se les impone un impuesto, a manera de multa, por las emisiones de azufre. En Suecia se han impuesto controles estrictos a las industrias que usan el petróleo como combustible, aunque 67 por 100 de la contaminación de este país proviene de más allá de sus propias fronteras. Todo esto se ha hecho a pesar de que algunas industrias contaminadoras afirman que no hay suficiente prueba para justificar el que se tomen dichas medidas.

¿Cuántos años nos quedan antes de que se tomen las medidas apropiadas? Eville Gorham, experto en la lluvia ácida, advierte: “Si esperamos hasta que se haya reunido la última chispa de prueba y hasta que se corrobore la entera cadena de factores contribuyentes, se habrá dañado una parte frágil de la vida de nuestro planeta”. La tardanza podría resultar en “un ambiente viciado y envenenado para siempre, el arruinamiento de las pesqueras, de los bosques y de las industrias de turismo, y posiblemente en perjuicio para la salud humana”, de acuerdo con la evaluación de un informe del gobierno canadiense.

Debido a toda la retórica, no se sabe con certeza qué creer. De un lado, se acusa a los expertos en asuntos ambientales de estar reaccionando más de la cuenta ante los peligros de la lluvia ácida. Pero por otro lado, la revista Time dice: “Lo que preocupa a los expertos en cuestiones ambientales es que los industriales sigan valiéndose de tácticas dilatorias para postergar las mejoras costosas que se necesitan hacer a fin de disminuir las emisiones”.

Sin embargo, mientras los seres humanos hablan y arguyen, ya está en camino un remedio permanente. Dentro de poco, el Gran Creador de la Tierra tomará medidas para eliminar de ella a todas las personas egoístas que la contaminan, de modo que nuestro hogar terrestre nunca más será despojado de su belleza debido a la lluvia ácida ni ninguna otra plaga industrial. ¿Le agrada a usted saber esto? Entonces considere seriamente la promesa segura de la Biblia respecto a esta gobernación venidera del Reino. (Revelación 11:17, 18.)

[Diagrama en la página 16]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

La lluvia ácida está causando daño grave a muchos bosques del norte de los Estados Unidos y de Europa

Deficiencia de calcio; las copas mueren

Se agota el manganeso; las hojas de pino se vuelven amarillas

Las agujas y las hojas caen

Se remueve la capa de cera protectiva de las hojas. Éstas quedan cicatrizadas. Se impide la respiración

El árbol deja de crecer; se vuelve menos resistente a la escarcha y a los insectos

Se obstaculiza el suministro de agua y alimentos

Se impide la descomposición de las hojas secas mediante las bacterias; las sustancias nutrientes disminuyen

El aluminio tóxico destruye las puntas de las raíces; se debilitan las defensas contra la enfermedad

Se destruyen las lombrices de tierra

La acidez agota las sustancias nutrientes esenciales... el calcio, el magnesio, el potasio y el sodio

[Diagrama en la página 17]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Europa es una caldera de emisiones de azufre transportadas por el aire. Los bosques de Europa Central se están muriendo. En Escandinavia miles de lagos sensibles al ácido ya están muertos

[Diagrama en la página 17]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Los vientos predominantes llevan emisiones de azufre desde el valle del río Ohio hasta Canadá. En cambio, Canadá manda sus elementos contaminadores al nordeste de los Estados Unidos

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