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  • ¿Qué preocupa a los ancianos?
  • ¡Despertad! 1979
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¡Despertad! 1979
g79 8/11 págs. 5-7

¿Qué preocupa a los ancianos?

¿Qué consideran los ancianos mismos que son sus problemas más graves? Los que se mencionan con más frecuencia son: carecen de suficiente dinero; inadecuada asistencia médica; temor de crímenes; soledad; el que se les considere inútiles; el tremendo cambio en su estilo de vida.

A muchos ancianos les aflige el cambio drástico en el ritmo de su vida, especialmente después de jubilarse. El no tener una rutina diaria ocasiona problemas. Les es difícil llenar su tiempo libre, especialmente si en los años anteriores de la vida no tenían una variedad de cosas en que interesarse.

Además, la jubilación de un hombre casado puede tener un efecto profundo en su esposa. Si el esposo está en casa todos los días, ofreciendo comentarios, criticando, deseando atención, puede desarrollarse tirantez entre los dos. Se ha descubierto que más o menos la tercera parte de los matrimonios se deterioran después de la jubilación.

Muchos países tienen una edad obligatoria de jubilación y esto perturba a grandes cantidades de ancianos. Pueden trabajar y quieren trabajar. Pero no pueden conseguir trabajo. En el año 1900, el 70 por ciento de los hombres norteamericanos que tenían más de 65 años de edad estaban trabajando. Actualmente solo el 20 por ciento está trabajando. Sin embargo, la tercera parte de ellos dicen que trabajarían si pudieran hallar trabajo.

Un maestro explica lo que puede suceder:

“El que se me considere inadecuado para el mismísimo trabajo para el cual se me entrenó, en el cual tengo muchos años de experiencia, es un rechazo de la clase más despiadada.”

Pero aunque los problemas que tienen que ver con el cambio en el estilo de vida y el ocio obligatorio son muy reales, a menudo los eclipsan problemas más urgentes. En primer lugar el del dinero.

Problemas monetarios

Muchas veces la jubilación ocasiona una carga financiera inmediata. De repente los ingresos decaen, tal vez a solo la mitad de lo que antes eran. Las personas que se han jubilado ahora tienen que vivir de una pensión de la compañía o de la asistencia gubernamental, tal como el “seguro social.” Pero esto no se aproxima de modo alguno a sus ingresos anteriores. Esto, más la inflación, crea problemas monetarios.

Considere por ejemplo los Estados Unidos. La revista U.S. News & World Report reveló que en la ciudad de Nueva Orleáns el 69 por ciento de las personas que tienen más de 65 años de edad tienen ingresos inferiores a lo que se considera el margen de la pobreza. En muchas otras ciudades, también, de la cuarta parte a la mitad de los ancianos viven así.

Se halla un caso típico en el ‘ghetto canoso’ de San Francisco, donde un señor de 72 años de edad pensó al tiempo de jubilarse que tenía una pensión amplia. Pero la inflación redujo en gran manera su poder adquisitivo. De modo que ahora dice: “Por lo general, cuando llega el fin del mes solamente me quedan unos cuantos dólares. Cuando eso sucede, a veces lo paso sin cenar.” En esa misma ciudad, una anciana dijo:

“Hay personas muriendo de hambre en la calle. Hay personas que comen de los cubos de basura. ¿Lo cree usted? ¡Sí, de los cubos de basura!

¿Es eso una exageración, o un caso aislado? Una carta escrita al director del Times de Nueva York declara:

“Sin ingresos adicionales, como sucede en el caso de muchos ancianos de la ciudad de Nueva York, la vida no puede sostenerse. . . .

“Se necesita socorro inmediato para evitar que haya verdadera hambre entre los ancianos pobres.”

También está la señora de 80 años de edad, residente de St. Petersburg, Florida; como viuda tenía que vivir de una pensión pequeña. Omitía las comidas, y lo pasaba con cada vez menos. Por fin sufrió un colapso en su maltrecha habitación, y cuando murió pesaba 34 kilos. La autopsia reveló que no tenía indicio alguno de alimento en el estómago. El pesquisidor que investigó la causa de su fallecimiento la atribuyó a “desnutrición.” Pero un amigo anciano de la señora la clasificó: “rendición.” Dijo: “Simplemente dejó de creer que mañana sería mejor.”

Mala salud

Aunque la herencia desempeña una parte en la salud de la persona durante la vejez, un factor importante es cómo vivió durante los años en que era más joven. Si fumaba, entonces el precio más tarde en la vida pudiera ser cáncer pulmonar, cáncer de la vejiga, cardiopatía crónica o enfisema. El beber en exceso resulta en la muerte prematura de las células cerebrales, así como también en enfermedad del hígado. El comer en exceso puede contribuir a trastornos cardiacos, diabetes y otras enfermedades.

La alimentación defectuosa es una causa importante de la mala salud de los ancianos. Esto es especialmente cierto porque muchos no pueden darse el lujo de comer correctamente. Pero, aun cuando sus recursos se lo permitirían, algunos ancianos todavía descuidan su dieta, especialmente si viven solos. Esto los hace mucho más susceptibles a la enfermedad.

En cuanto a la senilidad, un estudio de la Universidad Duke indica que solo el 15 por ciento de los ancianos jamás llegan a padecer de senilidad. Y algunos han llegado a la conclusión de que no es resultado directo de la vejez, sino de la enfermedad.

Es trágico, pero el ataque de la mala salud, el aburrimiento, el temor y la depresión ha ocasionado entre los ancianos un problema que ha seguido creciendo: el alcoholismo. En los Estados Unidos casi un anciano de cada 10 es alcohólico.

Temor del crimen

En muchos lugares, como por ejemplo, en las grandes ciudades, los ancianos más que cualquier otro grupo clasificado por edad son víctimas de los crímenes. Son los más indefensos.

Un oficial en la lucha contra el crimen en Nueva York dijo esto acerca de los 1,3 millones de ancianos de la ciudad: “Casi todos tienen miedo y consideran el crimen como uno de los problemas más graves a los cuales se enfrentan.” Las ofensas comunes que se cometen contra los ancianos incluyen el arrebato de sus carteras, asaltos, fraude, entrada forzada para robar o hasta violar. Un residente de San Francisco dijo: “Uno no puede protegerse. La mayoría de las personas de más edad no salen después de las tres de la tarde.”

Soledad

Uno de los problemas que más afligen a las personas de edad avanzada es la soledad. Son demasiados los ancianos que sienten que no se les ama, que no se les desea. Este sentimiento puede agravarse cuando un cónyuge matrimonial muere, especialmente en casos en que la pareja ha disfrutado de una buena relación.

En los “días de antaño,” los padres de edad avanzada por lo general vivían con sus hijos adultos, lo cual les proveía compañerismo. En muchos países, como África, Asia y América Latina, esto sigue siendo cierto. Pero aun en éstos, es evidente que ha habido un cambio. Por ejemplo, en el Japón las personas de edad avanzada que viven solas han aumentado a más de un millón, 20 por ciento más que el año anterior. De ellas, el Daily Yomiuri de Tokio dijo:

“Es patente que el Japón, a un ritmo constante, está convirtiéndose en una sociedad llena de ancianos, pero en su mayor parte el alojamiento público y privado no está al alcance de ellos y debido a eso a muchos ancianos les es difícil hallar un lugar en el cual vivir. . . .

“Aunque se supone que el Japón está tratando de convertirse en un país de bienestar social, casi no se está haciendo nada para proveer a las personas de edad avanzada lo que más necesitan; a saber: alojamiento.”

En las sociedades occidentales, aumenta el número de personas de edad avanzada que viven solas, o se alojan en casas para ancianos. Y una tendencia paralela es que aumenta el número de hijos adultos que no pueden cuidar de sus padres envejecidos, o no desean hacerlo.

¿Qué opina usted acerca de esas tendencias del mundo de hoy día? De hecho, ¿cómo ve usted a los ancianos? ¿Y cuál es el punto de vista de Dios?

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