¿Tiene usted tiempo?
¿TIENE usted tiempo para hacer las cosas que más le importan? Muchas personas no lo tienen, a pesar de que aumenta el uso de artefactos economizadores de tiempo. “A pesar de todos los artefactos economizadores de tiempo que poseen los estadounidenses,” se ha dicho, “ellos tienen más dificultad que nadie en hallar tiempo para cosa alguna.” No importa en qué país viva uno, este asunto de encontrar tiempo es importante. Es especialmente vital para los cristianos, a quienes se dice: “Vigilen estrechamente que su manera de andar no sea cual personas imprudentes sino cual personas prudentes, comprando el tiempo oportuno que queda para ustedes mismos.”—Efe. 5:15, 16.
Para comprar tiempo para actividades que verdaderamente enriquezcan nuestra vida necesitamos conocimiento acerca de cómo usamos el tiempo. Según una encuesta reciente, el hombre de término medio en EE. UU. pasa veinte años trabajando, veinte años durmiendo, cinco años afeitándose y vistiéndose, cinco años comiendo, un año telefoneando, tres años sólo esperando y dieciséis años jugando o descansando.
Estas categorías de esperar y descansar posiblemente les ofrezcan, a muchas personas, un tesoro de tiempo que puede comprarse. Después de todo, dieciséis años de jugar o descansar es mucho tiempo. ¿Podría usarse parte de este tiempo de manera más provechosa? Cada persona tiene que contestar tal pregunta para sí misma, tomando en cuenta lo que ella precisa en cuanto a reposo.
También debería considerar uno su meta en la vida. Si su meta es la de ser un verdadero seguidor de Cristo Jesús, entonces continuamente buscará maneras de comprar tiempo para enriquecerse a sí mismo y a otros espiritualmente. En esta edad de materialismo desenfrenado los que quisieran ser felices tienen que tener presente siempre las palabras de Jesús: “El hombre ha de vivir, no sólo de pan, sino de toda declaración que procede de la boca de Jehová.”—Mat. 4:4.
No sólo es prudente el que uno examine sus costumbres de descansar o distraerse, sino que también es provechoso estar pendiente de cómo pasa mucho de su otro tiempo libre. Algunas personas pasan mucho tiempo leyendo. Con la mira de sacar el mayor provecho de este tiempo uno debería preguntarse: ¿Con qué propósito leo esto o aquello? ¿Qué aprenderé? ¿De qué provecho me será? Cuando se lee con un propósito, se economiza tiempo y es más probable que se use sabiamente.
Puede desperdiciarse mucho tiempo en materia de lectura como los periódicos. El periódico dominical es un notorio desperdiciador de tiempo porque muchas personas tratan de leer demasiado de él. Por lo general hay solamente unos pocos artículos que son de verdadero interés al lector. Considere la prensa por lo que es—una página de historia. Manténgase al tanto de las noticias que son historia significante; pero difícilmente puede decirse que mucho de lo que llena los periódicos es eso.
Las personas que ya tienen sus requisitos de distracción en un nivel moderado o mínimo, pueden examinar otra categoría: el tiempo usado en esperar. Se dice que es un promedio de tres años. Puede que sea aun más. Un suizo que hizo un registro cuidadoso de su uso del tiempo descubrió que en sus ochenta años él había desperdiciado más de cinco años esperando a personas tardías.
A menudo hay tiempo considerable a la disposición de uno en esta categoría de esperar. Hay lo de esperar un corte de pelo, esperar una cita de doctor o de dentista, esperar al cónyuge, esperar trenes, aviones y autobuses y esperar mientras está en trenes, autobuses y aviones. Estos períodos de espera pueden suministrar oportunidades para estudiar lo que usted desea o necesita estudiar. ¡Piense en las muchas oportunidades de leer publicaciones que le ayudarán a uno a mejorar su vida espiritual! ¡Piense en las muchas oportunidades de leer la Palabra de Dios y de meditar en porciones de ella!
Para usar sabiamente el tiempo de esperar uno debe estar preparado. Algunos tal vez hallen conveniente llevar una Biblia de bolsillo. Los que poseen automóviles fácilmente pueden tener a la mano materia de lectura para uso durante períodos de espera.
Otra manera de comprar tiempo es alterar su horario. Algunas personas tal vez puedan ir pasándolo con menos sueño; quizás escojan levantarse media hora o una hora más temprano que lo acostumbrado. Esto les da tiempo valioso para leer la Palabra de Dios.
Para comprar tiempo hay otra cosa que puede hacerse: hacer tiempo por medio de organizar su tiempo. Un día o una semana de tiempo planeado no debe ser tan rígido, sin embargo, que deje a uno frustrado por no poder cumplirlo. El horario debe ser razonable. Debe tomar en cuenta las cosas vitales de la vida.
En su libro You and Your Work Ways, Morgan D. Parmenter recomienda que se haga una lista de tres diferentes tipos de actividad cuando se planea un día o una semana de tiempo planeado: (1) Las cosas que uno tiene que hacer, (2) las cosas que uno quisiera hacer y (3) las cosas que uno hará sólo si el tiempo lo permite.
El comenzar una semana o un día con una buena idea de lo que se piensa lograr resulta en que se haga muchísimo más de lo que se hubiese hecho sin un horario. “Todo su tiempo debería ser organizado,” dice Harry Simmons, muy conocido consultante administrativo, “o mucho de éste se desperdiciará—tanto su tiempo de estudio como su tiempo libre y el de trabajo. Un programa de estudio sin la disciplina de un horario definitivo generalmente resulta en no lograr nada en particular. La única manera de estudiar un tema es dedicarse a él adhiriéndose a un horario regular. Tome una cosa a la vez. Sencillamente asígnelo a un período definitivo cada día, o alternando días, y cumpla con su horario. Se sorprenderá de lo que podrá lograr de esta manera.”
En la categoría número uno—las cosas que uno tiene que hacer—la persona sabia pone asuntos que pertenecen a su vida espiritual. El mejor uso que se le puede dar a tiempo comprado es usarlo en hacer la voluntad del Creador. Puesto que este viejo mundo pronto terminará en la guerra de Dios del Armagedón, el tiempo es vida. Los que desperdician el tiempo pronto no tendrán tiempo que desperdiciar. Los que usan el tiempo sabiamente, comprándolo para el servicio del Creador, serán bendecidos con una eternidad de tiempo en el nuevo mundo de Dios.