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  • ¿Deberíamos continuar siendo lo que somos?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1970
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1970
w70 1/11 págs. 645-647

¿Deberíamos continuar siendo lo que somos?

¿HAY RAZONES VÁLIDAS PARA EFECTUAR UN CAMBIO?

A MUCHAS personas les parece que deben continuar siendo lo que son, por lo menos en lo que toca a religión. Le dicen a uno que sus padres y sus abuelos pertenecieron a cierta religión, y no ven razón alguna para efectuar un cambio. En el campo de la personalidad, también, algunos dicen de hecho: “Acéptenme como soy.” Parece que actúan según la suposición de que Dios los hizo como son, y que por lo tanto no tienen que cambiar.

Pero, ¿qué piensa usted en cuanto a este asunto? ¿Es prudente el punto de vista de ellos? ¿No concuerda usted que en el caso de todos nosotros hay lugar para que mejoremos?

En muchos de los asuntos comunes de la vida efectuamos cambios. Por ejemplo, ahora que usted es adulto, no acepta toda idea que expresan las personas de mayor edad con la misma fe que las aceptaba cuando era niñito. Hoy cuando éstas hacen declaraciones, usted probablemente considera en su mente la exactitud de sus declaraciones, y opta por concordar o disentir. Continuamente obtiene más conocimiento y experiencia, y por eso está mejor equipado para sacar conclusiones que se basen en hechos. En la escuela usted sin duda aprendió cosas que no se sabían cuando sus abuelos fueron a la escuela. Si la información es exacta, entonces usted no querría pasarla por alto y persistir en la idea que se le enseñó a una generación anterior.

¿POR QUÉ UN CAMBIO RELIGIOSO?

Aun en el campo de la religión hay razones por las cuales por lo menos considerar un cambio de punto de vista. Muchas personas son producto de una organización religiosa que se encargó de ellas en la infancia, vino protegiéndolas cuidadosamente de toda enseñanza que no fuera la de ella y prescribió exactamente lo que tenían que creer. Fueron adoctrinadas, como sus padres y abuelos, en una colección de tradiciones antiquísimas.

Pero ahora, una población ilustrada, despierta, está haciendo preguntas escrutadoras en cuanto a las tradiciones, credos, dogmas y rituales de las iglesias, y las respuestas no siempre son satisfactorias. Organizaciones eclesiásticas se encuentran en agitación, por la tan grande confusión de ideas. Miembros de iglesias daban por sentado que ideas como el abstenerse de carne los viernes, el orar a determinados santos y la prohibición de que el clero se casara estaban arraigadas y fundadas en las Santas Escrituras. Sin embargo, ahora se han enterado de que pueden comer carne los viernes, que algunos de los santos han sido expuestos como fraudes, y oyen una agitación continua de parte de sacerdotes a favor de que el clero se case.—1 Tim. 4:1-3; Heb. 13:9.

Naturalmente, las personas inteligentes empiezan a preguntarse cuántas otras enseñanzas religiosas de su iglesia realmente saldrían bien paradas después de un examen cabal hecho con la ayuda de la Biblia. ¿Sería razonable evitar toda investigación de esta clase, por temor de que surgieran otras preguntas embarazosas, por temor de que uno descubriera más razones para efectuar un cambio en su punto de vista religioso? Ciertamente eso no sería el proceder sabio. El apóstol cristiano Pablo recomendó esto a compañeros de adoración: “Asegúrense de todas las cosas; adhiéranse firmemente a lo que es excelente.”—1 Tes. 5:21.

Cuando Jesús sirvió entre los judíos hace mil novecientos años, la mayoría de ellos confiaba en el hecho de que su religión se había originado de Dios. No se molestaban en examinar las enseñanzas tradicionales de sus rabinos y compararlas con los escritos de Moisés y los profetas. No podían discernir que les fuera necesario efectuar cambio alguno. ¿Con qué resultado? La mayoría de ellos pereció o entró en esclavitud cuando los romanos paganos invadieron y destruyeron su nación.

Por otra parte, un resto pequeño de los judíos prestó atención al mensaje de Jesús y sus discípulos. Compararon diligentemente las palabras de él con las de sus propios santos escritos y hallaron que eran verdaderas. Por eso, cuando vino la devastación sobre su país, sobre Jerusalén y su templo, ya estaban a salvo más allá de las fronteras de Judea, pues habían prestado atención a la advertencia de Jesús de huir al tiempo señalado. (Luc. 21:20-24) No insistieron tontamente en seguir siendo lo que eran... devotos de un sistema de religión dado por Dios que se había deteriorado al grado de ser rechazado por Dios.—Mat. 23:37, 38.

SITUACIÓN SEMEJANTE HOY

Lo mismo que los judíos de aquel entonces, los adherentes de las religiones de la cristiandad de hoy día dan por sentado que son el propio pueblo de Dios. Se consideran altamente favorecidos, mucho más que los pueblos del llamado paganismo. Parece que piensan que por usar frecuentemente las palabras “Dios” y “Cristo” en sus ritos de adoración todo saldrá bien. A oídos de ellos, también, se da con diligencia el mensaje de advertencia de la Palabra escrita de Dios, la Biblia, que los seguidores del día moderno de los pasos de Jesús les anuncian. Con la Biblia se les advierte que pronto Dios destruirá a todos los sistemas religiosos falsos y sus adherentes —un mensaje que proclaman extensamente los testigos de Jehová— no obstante, la mayoría no ve necesidad alguna de cambiar. Prefieren continuar como están.

Es verdad que muchos adoptan el punto de vista de que sus clérigos educados en colegios deben saber más acerca de las Escrituras que los testigos de Jehová. Pero, ¿no es verdad también que cuando Jesús estuvo en la Tierra multitudes prefirieron confiar en los líderes religiosos profesionales más bien que prestar atención a las palabras de Jesús y sus compañeros pescadores? Con las lecciones de la historia delante de usted, no hay razón para que usted caiga en el mismo error. Por lo menos puede prestar atención e investigar.

Para tener la aprobación y bendición de Dios uno tiene que ‘seguir probando si uno está en la fe.’ (2 Cor. 13:5) Y eso no significa comparar la conducta de uno con lo que alguna organización religiosa requiera de uno. Significa comparar la conducta de uno con lo que la Biblia dice claramente que es la voluntad de Dios. La Biblia es la que puede rectificar todas las cosas y asegurarle acerca de su posición con Dios.—2 Tim. 3:16, 17.

ES POSIBLE EL CAMBIO DE PERSONALIDAD

No solo en el modo de pensar religioso de uno, sino también en la entera personalidad de uno, se puede mejorar. Y a menudo hay buenas razones para efectuar ese cambio. Quizás uno tenga mal genio o se haya entregado a conducta relajada o se incline a ser falto de honradez, u orgulloso, renuente a aceptar consejo. De niño quizás se le haya criado bajo la influencia mala de personas que tenían una o más de esas características malas. Pero cuando el niño crece, cuando entra en la sociedad y adquiere experiencia, no hay por qué haya de persistir en los mismos puntos de vista antiguos.

Considere la experiencia de una joven que fue invitada por una testigo de Jehová a tener un estudio bíblico en su hogar. Ella contestó: “Me gustaría eso mucho, pero realmente no soy buena. Soy mala. No creo que haya esperanza alguna para mí.” Se le instó a probar el estudio de la Biblia. Resultó bien, pues pronto se puso a limpiar su vida, que hasta entonces había sido inmoral. No continuó como era. Llegó a ser una perspicaz estudiante de la Biblia, se asoció con los testigos de Jehová y obtuvo gozo y satisfacción en la vida. Ya no vivía simplemente para satisfacer su anhelo vehemente de placeres sensuales.

Esos cambios de personalidad no son insólitos o excepcionales. Allá en el tiempo en que el apóstol Pablo predicaba por todo el mundo mediterráneo, se efectuaban esos cambios. En una ocasión él escribió, después de referirse a personas desaforadas, borrachos, injuriadores, fornicadores, adúlteros y practicantes de extorsión: “Eso es lo que algunos de ustedes [los cristianos] eran.” (1 Cor. 6:9-11) Pero habían efectuado un cambio tan señalado en su personalidad, con la ayuda de la Palabra y el espíritu de Dios y de asociados piadosos, que ahora eran aceptos como seguidores de Jesús.

Por supuesto, no es fácil efectuar un cambio como ése. Exige que uno persista en el estudio y en la aplicación de los principios que se aprenden de la Biblia. Y algunas religiones no estimulan a uno a estudiar así. De hecho, a la gente se le da a entender que las oraciones que ofrecen los sacerdotes religiosos la reconcilia con Dios. Por eso, el razonamiento de algunos miembros de las iglesias es: ¿Por qué he de molestarme haciendo un cambio si se puede efectuar expiación por el pecado pagando con regularidad por oraciones? Sin embargo, eso simplemente es una tradición inventada por los hombres. La Biblia enseña que hay “un solo mediador entre Dios y los hombres, . . . Cristo Jesús,” y así excluye el oficio de mediador de los sacerdotes por no tener ningún mérito.—1 Tim. 2:5.

Por eso, en vez de depender de la larga historia de la supuesta santidad conectada con una organización religiosa o de las facultades supuestas de sus clérigos para reconciliar a la gente con Dios, ¡cuánto mejor es aceptar este consejo inspirado del apóstol Pablo: “Desechen la vieja personalidad que se conforma a su manera de proceder anterior” y “sean hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente, y [vístanse] de la nueva personalidad”! (Efe. 4:22-24) Sí, el sustituir los pensamientos y tradiciones de los hombres con los pensamientos de Dios según se encuentran en las páginas de la Biblia es la manera de ser “hechos nuevos” en la fuerza que impulsa la mente.

Si, en su asociación religiosa actual, no hay estímulo para efectuar un estudio regular y progresivo de la Biblia, ¿por qué continuar como usted está? ¿Por qué no efectuar un cambio? Usted quiere vida eterna con paz y felicidad, ¿verdad? Bueno, pues, Cristo Jesús expresó en términos claros y sencillos el camino hacia esa meta que verdaderamente vale la pena: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3) La única fuente confiable de esta clase de conocimiento es la Biblia.

Usted verá que el estudio de las Escrituras en asociación con los testigos de Jehová es sumamente remunerador. Se le ayudará a efectuar progreso genuino. Llegará a saber lo que Dios realmente espera de usted. Y a medida que vaya amoldando su vida a las enseñanzas de la Biblia su punto de vista sobre la religión y su entera personalidad irán cambiando marcadamente, mejorarán.

No, no es prudente el quedarse estacionario, el no progresar, el simplemente continuar siendo lo que uno es. Cuando hay ajustes que ayudarán a uno a poner su vida en armonía con la voluntad de Dios, deben efectuarse cambios.

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