Líderes comunistas temen la verdad bíblica
¿SEGUIRÁ BAJO PROSCRIPCIÓN SOVIÉTICA EL LIBRO MÁS EXTENSAMENTE LEÍDO DEL MUNDO?
LA VERDAD proviene de JEHOVÁ. Él dice la palabra y nunca vuelve a él sin fruto. Él no origina mentiras, porque “es imposible que Dios mienta.” Las falsedades son abundantes y baratas; no duran. Conforme pasa el tiempo, las imaginaciones, razonamientos y mentiras creados por el hombre se secan, se marchitan y desaparecen, pero “la verdad de Jehová permanece para siempre.” “Tu palabra es la verdad,” dijo el fiel Hijo de Jehová, Cristo Jesús. A los judíos que creyeron en él Jesús también les dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.” Esta verdad ahora escrita en la Biblia les ocasiona temor a los líderes rusos.—Isa. 55:11; Heb. 6:17-20, NM; Salmo 117; Juan 17:1-17; 8:31, 32, NM.
“¡No hay Dios!,” insistieron los líderes del comunismo soviético cuando, después de 1917, por primera vez se dedicaron a gobernar a millones, sí, y con los años a miles de millones de los habitantes de la tierra. (Sal. 14:1; 2:1-12) Para probar que podían habérselas sin Dios uno de sus primeros actos bajo su estado recién formado fué el proscribir la Biblia, el libro más extensamente leído del mundo.
“Desde la revolución bolchevique, las únicas Biblias nuevas que se han visto en Rusia han sido unas cuantas metidas de contrabando al país procedentes del extranjero—en su mayor parte en idiomas extranjeros,” informó el editor de noticias extranjeras de la Prensa Unida el pasado diciembre. Él agregó: “Desde la revolución, una Biblia—sin importar cuán usada y hecha jirones esté—ha sido una posesión tenida en aprecio por muchas familias rusas.
Desde 1917 los líderes soviéticos han tenido casi cuarenta años en que mostrar lo que podían hacer con su teoría de gobierno; y a medida que han pasado rápidamente los años, esos dictadores han acumulado una montaña de prueba en su propia contra como aborrecedores de Dios, aborrecedores de la gente que opta por adorar al Todopoderoso Dios con espíritu y verdad; sí, esos líderes soviéticos han probado que son superficiales, irrazonables, cada vez más codiciosos, insensatamente opresivos, tiránicos, y hasta despiadados asesinos en nombre de su “estado.” Cierto, han tratado de hacer muchas cosas en escala grande en una sección inmensa de esta tierra pequeña. Y hoy, sonriendo, riéndose entre dientes y manifestando exultación maligna, orgullosamente se jactan de sus logros, de sus hazañas en adelantarse ellos mismos, en servir a su dios, ¡su propio vientre!—Fili. 3:19.
¿A costa de quiénes han estado haciendo todos sus “logros,” todo su ‘adelantamiento’? Los vistazos de lo que sucede detrás de su “cortina de hierro” han sido verdaderamente escasos. Pero ahora, poco a poco, los vistazos se están amontonando. Hace unas cuantas semanas un corresponsal holandés escribió:
“Entre las grandes ciudades de la Unión soviética uno halla varias comunidades muy vastas que nunca han sido nombradas. Los viajeros visitan Leningrado, Moscú, Kiev, Odesa, Tashkent. Pero ¿quién conoce el nombre de Vorkuta, en el lejano norte de la Rusia europea, en el mapa al sudeste de Nueva Zembla; o Norilsk en la Siberia noroeste; o los nombres de Karaganda e Iwdjel? Sin embargo, en estos lugares tenemos que tratar con extensas ciudades de barracas. Se calcula que la población de Vorkuta es de 120,000 hombres y mujeres; la de Norilsk de 400,000; la de Karaganda de 150,000.”
Estos son unos cuantos de los muchos campos de trabajo, instituciones penales, de Rusia, donde se hace trabajar a los indeseables. Aquí el comunismo impío tiene sus trabajadores esclavos. Estos humanos de ninguna manera son todos prisioneros de guerra. Cientos de miles de ellos son pueblo de Rusia, nacidos allí, a quienes no les pareció gran mal el pensar un poco por sí mismos y expresarlo. Aquí a ellos, en cantidades de millones, se les castiga haciéndolos trabajar en minas, desmontar bosques, construir aldeas pequeñas para el gobierno comunista para poblarlas con ciudadanos más deseables, que apoyen y promuevan el régimen comunista. Ni siquiera Rusia puede mantener aprisionados a todos sus cautivos para siempre. Ahora, de cuando en cuando, algunos a quienes se tomó cautivos durante la guerra están regresando de estos campos rusos a tierras más libres. Por sus palabras el cuadro de la vida que millones de personas están llevando en tales ciudades de barracas se hace mucho más claro.
Pero nuestro relato tiene que ver con el libro más extensamente leído—con aquellos que están seriamente interesados en la Biblia. Aun los líderes rusos de hoy pueden creer que casi han matado la creencia en Dios, o que han adelantado a tal grado su estado que ya no se piensa en la adoración del Dios viviente. Ahora la sección rusa de su Iglesia ortodoxa se somete a los deseos de los líderes soviéticos, de modo que ellos tienen la cooperación requerida del clero ortodoxo ruso en Rusia. ¿Qué hay de los que no son del sistema ortodoxo ruso; por ejemplo, qué hay de los testigos de Jehová?
En el verano de 1955, mientras un funcionario de la Sociedad Watch Tówer Bible and Tract se hallaba en Europa habló con el corresponsal holandés mencionado antes. Por personas que habían regresado de Rusia se le había dicho a ese escritor que en lo que tocaba a los testigos de Jehová ellos mostraban solidaridad extraordinaria en los campos de prisión soviéticos. Hasta se ganaban la simpatía de algunos de los guardias y funcionarios. Él agregó que a estos testigos de Jehová se les conocía como muy serios estudiantes de la Biblia; que en estos campos estaban proclamando la presencia invisible de Cristo y la condenación de este presente sistema de cosas; que aunque no todos ellos se hallaban en campos de prisión, tenían que vivir secretamente en Rusia y que tenían un gran número de adherentes. Este caballero declaró además que durante cierta ocasión una entera aldea aislada fué cercada y todos los que se hallaban en esa aldea fueron capturados y enviados a campos de prisión, porque todos habían llegado a ser conocidos como testigos de Jehová.
Además, el escritor holandés recalcó que millones de personas de Rusia que creen en el patriarca y el metropolitano ortodoxos consideran que esos clérigos sólo son siervos del régimen soviético ateo de la actualidad; por consiguiente, la Iglesia ortodoxa rusa oficial tiene el disfavor de muchas personas. Por otra parte, las enseñanzas de los testigos de Jehová están siendo acogidas con entusiasmo por más y más personas en Rusia.
Las personas mansas siempre buscan la verdad, y sus opresores temen lo que sucedería si los mansos se juntaran. Jesús dijo: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra.” (Mat. 5:5, NM) Sin embargo, estas personas de genio apacible saben que es peligroso predicar en Rusia, pero los testigos de Jehová lo están haciendo, y están prosperando. Entre muchos hay un despertamiento notable en cuanto a la necesidad espiritual. Muchos están hartos del comunismo, y no todas las mentes han sido asfixiadas con la enseñanza insensata. (Sal. 53:1) De hecho, parece que hay millones de personas que creen en un Ser Supremo cuando consideran la tierra, el cielo, los árboles, la hierba, las flores y la vegetación. Tal evidencia natural no la han eliminado ni siquiera los dictadores soviéticos.
¡ÉCHENLOS EN LOS CAMPOS DE ESCLAVOS!
Aunque los líderes soviéticos con su policía secreta todavía tratan de descubrir a los testigos de Jehová con el fin de ponerlos en sus campos de esclavos, aun adentro de tales campos los testigos continúan predicando el reino establecido de Jehová. (Dan. 2:44; Mat. 6:9-13) Cuando los que creen en la Palabra de Dios son llevados de sus hogares a tierras donde están situados los campos de trabajo, tan pronto como ellos llegan a esas instituciones inmediatamente son recibidos por otros amadores de la Biblia, la Palabra de Dios, y son consolados y quedan bajo su protección, porque éstos conocen el método del campo, y no pasa mucho tiempo antes que se fortalezcan hasta el grado de dar el testimonio a todavía otros prisioneros. Su celo no es destruído a causa de estar en prisión. Usan la situación para hacer mayores obras de ministerio.
En otra ocasión en 1955 el presidente de la Sociedad Watch Tówer habló con un testigo de Jehová que recientemente salió de estos campos de prisión rusos. Allí había vivido toda una vida en seis años. Su relato fué el de un corazón puro lleno de celo, y fué conmovedor. Puesto que era un estudiante devoto de la Biblia, no le importaba a quién le hablaba, esclavo o libre, o hasta a uno que llevara uniforme comunista. Por predicar la Palabra de Dios a soldados rusos que pedían información en territorio fuera de Rusia ocupado por los comunistas, fué arrestado, llevado a los jefes comunistas e interrogado vez tras vez. La única cosa que pudieron descubrir contra él fué que platicó de la Biblia con aquellos soldados rusos que se habían dirigido a él y le habían preguntado sobre la Palabra de Dios. Porque él ayudó a esos soldados a leer el libro más extensamente leído, fué condenado a diez años de trabajo forzado en Rusia. Su viaje a Rusia fué indescriptible. Él y otros prisioneros fueron transportados en vagones para ganado, y por días fueron tratados peor que ganado, sin ningún alivio. Durante sus seis años en Rusia había sido trasladado de un campo a otro, y había trabajado en más de cincuenta campos diferentes, incluyendo algunos en Siberia. En cada uno de estos campos de prisión había hallado de diez a quince y más testigos de Jehová.
Una vez fueron traídos a un campo cuarenta y ocho prisioneros rusos, hombres y mujeres. Habían sido perseguidos y arrestados en Rusia y ahora se hallaban asignados al campo en que él estaba. Por decirles las muchas cosas buenas que había aprendido acerca de la Palabra de Jehová antes de ser llevado a Rusia, fué placer suyo el ayudar a éstos, nuevos en la verdad, a continuar en su carrera fiel. De parte de ellos tuvo gusto en saber que la verdad que había llegado a la parte occidental de Rusia en los primeros años del dominio soviético ahora estaba penetrando profundamente adentro de Rusia; en realidad, había pasado de un lado a otro de todo el país. Esto le produjo gran gozo y estímulo para continuar fielmente en el servicio de Jehová prescindiendo de dónde viviera.
Al verse con otros rusos que eran testigos de Jehová, él supo cómo los testigos de Jehová eran cazados por la policía, como si fueran conejos. Él se enteró de fuentes que podían darle información directa de cómo los líderes comunistas temían la verdad bíblica y trataban de aplastarla. Por predicar el reino de Dios, por el cual Jesús enseñó a sus discípulos que oraran, muchos han sido condenados a veinticinco años de prisión. Él dijo que tres aldeas pequeñas habían sido cercadas por la policía secreta a las 3 de la mañana, y que todos los testigos de Jehová habían sido buscados y sacados en la obscuridad de la noche, para desaparecer eternamente, en lo que tocaba a esas aldeas.
En uno de los campos adonde había sido trasladado encontró a un ucranio que poseía una Biblia, la cual de algún modo había metido de contrabando en el campo. El libro estaba muy usado. Él se había acostumbrado a leerlo secretamente por la noche, no dejando que siquiera este testigo de Jehová viera lo que él estaba leyendo, hasta que una noche el testigo vió de reojo las páginas. Se dirigió al ucranio y preguntó: “¿Sabe usted lo que está leyendo?” El ucranio dijo: “¿Cómo sabe usted lo que estoy leyendo?” Y la respuesta fué: “Sé que usted está leyendo la Biblia, ¿pero entiende lo que lee?” (Esto hace recordar la pregunta de Felipe al etíope que estaba leyendo el libro de Isaías y confesó que necesitaba ayuda para entenderlo, y Felipe bondadosamente le ayudó.—Hech. 8:26-39.) De modo que este prisionero de un país lejano, llevado a las profundidades de Rusia, tuvo la oportunidad de ayudar a este ucranio a tener conocimiento de la verdad sobre el reino establecido de Jehová.
Varias semanas después que habían estudiado calladamente juntos (en sus camas, que eran las literas superiores) y habían leído de la Biblia a cubierto, el jefe del campo los sorprendió leyendo la Biblia. En realidad, por varias noches este jefe de campo había escuchado detrás de la cama lo que estos dos hombres se decían uno al otro acerca de los propósitos de Dios y de la esperanza maravillosa ofrecida en las Escrituras para los hombres que se esfuerzan por hacer la voluntad de Jehová. Entonces el jefe se reveló y dijo a los hombres que deberían tener mucho más cuidado en cuanto a mantener la Biblia mejor escondida, porque era ilegal el leer y considerar las Escrituras. Él no les quitó la Biblia, pero les advirtió que tomaran medidas más cautelosas, porque él mismo quizás no estuviera allí siempre, y tampoco ellos; porque no tardaría mucho el día en que serían trasladados a algún otro campo. Fué Jesús quien dijo: “Felices son los que tienen hambre y sed de justicia, puesto que serán saciados.”—Mat. 5:6, NM.
Este siervo firme de Jehová Dios, que ahora ha sido puesto en libertad y ha salido del campo ruso y vuelto a casa a su tierra natal, indicó que cuando los prisioneros de guerra o condenados procedentes de Rusia o sus países satélites primero fueron llevados a estos campos se les ponía bajo un régimen alimenticio que causaba inanición y se les hacía trabajar hasta que casi morían de pie. Había sido la norma soviética el matar así a esos prisioneros. En años recientes, sin embargo, las cosas han cambiado. Los que se hallan al frente del gobierno han descubierto que tienen algunos buenos trabajadores esclavos aquí; y ahora están ofreciendo premios a los obreros de los campos para que hagan más trabajo y sirvan mejor. Se les da mejor alimento y atención a los prisioneros, porque la mano de obra de esclavos es barata, aun más barata que la mano de obra comunista.
El gobierno soviético verdaderamente teme a sus trabajadores esclavos. Estos campos de prisión rusos están cercados con alambre de púas y son vigilados por guardias que siempre tienen perros bravos atraillados. El camino de la muerte es una faja de tierra de tres metros de ancho alrededor de todo el campo. Todo el que pisa ese terreno muere pronto, ya sea porque lo maten a balazos inmediatamente, sin hacerle pregunta alguna, o porque hagan que perros rabiosos lo cacen. Los rusos y los que son apresados en otros países y llevados a Rusia son trabajadores esclavos, que sirven al estado. En muchos casos no han hecho ningún daño a Rusia y nunca han dicho una sola palabra acerca del gobierno soviético, ni se han envuelto en espionaje contra él. Se habían ocupado de lo suyo en los países donde habían vivido antes de ser llevados a Rusia. Pero los comunistas necesitaban hombres y mujeres, esclavos para fortalecer una nación degradada; y al mismo tiempo temen a sus esclavos. No aman a sus esclavos, ni los esclavos aman a sus amos.
Rusia es un país que vive en temor, aun temor de sus propios campos de concentración. Como en el caso de este testigo de Jehová, así sucede con todos los prisioneros rusos: no los dejan en un campo por más de tres o cuatro meses, luego los mudan a otro. En un campo de unas 4,000 personas, se llevan 200 de ellas cada cuantos días a otras prisiones y se traen nuevas personas a ocupar su lugar. Los líderes rusos temen la formación de alguna organización interna entre estas grandes masas de personas en quienes no tienen confianza, las cuales, algún día, pudieran hasta vencer a los guardias y apoderarse de parte de su territorio. ¡Qué manera de vivir para los gobernantes—en temor del hombre, no de Jehová Dios! Cuán veraz la Palabra de Dios, el libro que ellos aborrecen, al decir: “El que oprime al pobre vitupera a su Hacedor.”—Pro. 14:31.
Cuando este testigo de Jehová finalmente hubo servido su sentencia y fué puesto en libertad unos cuantos años antes a causa de una amnistía, él regresó a su casa y halló que su esposa había muerto de pesar unos cuantos meses después que él fué apresado. A sus hijos se los habían llevado y los habían puesto en otros hogares. Pero se regocijó de regresar a hermanos que todavía estaban dedicados al servicio del reino de Jehová. Lo único que él quiere hacer ahora es predicar estas buenas nuevas del reino de Jehová; porque él sabe que no hay esperanza para este viejo mundo o para alguna parte de él. Los comunistas temen la verdad bíblica, pero la verdad hizo libre a este hermano aun todos los años que estuvo en un campo de esclavos ruso. Jesús dijo: “Felices son los que han sido perseguidos por causa de la justicia, puesto que el reino de los cielos pertenece a ellos.”—Mat. 5:10, NM.
MUCHO ESTÁ PASANDO DENTRO DE RUSIA
Dentro de Rusia los testigos de Jehová tienen que llevar a cabo su trabajo como los cristianos primitivos trabajaron entre judíos y romanos. “Felices son ustedes cuando la gente los vitupera y los persigue y mentirosamente dice toda clase de cosas inicuas contra ustedes por mi causa. Regocíjense y salten de gozo, puesto que su galardón es grande en los cielos; porque de esa manera persiguieron a los profetas antes de ustedes.” (Mat. 5:11, 12, NM) La fe que los perseguidos tienen en Jehová Dios y en su reino los sostiene y mantiene activos y prefieren morir a contemporizar con alguna parte de este viejo mundo.
Allá en 1948 varios testigos de Jehová en Rusia estaban reproduciendo con mimeógrafo La Atalaya e imprimiendo material basado en lo que la Biblia enseña y luego distribuyéndolo a través del país de la mejor manera que les era posible. Pero los líderes comunistas temen las verdades bíblicas, y su policía secreta descubrió a estos ministros. Todo su equipo para imprimir, papel, tinta y otros materiales, fué confiscado y los hombres fueron arrestados y llevados a campos de esclavos.
La gran pregunta que la policía secreta se hacía era: “¿Cómo podemos librarnos de los testigos de Jehová?” Dondequiera los hallaban—no eran gente mala, simplemente eran personas que querían leer y hablar acerca del libro más extensamente leído del mundo, la Santa Biblia. Los funcionarios soviéticos pudieron dispersar y desorganizar a los testigos de Jehová por algún tiempo, pero no pasó mucho tiempo antes de que los testigos de Jehová se organizaran otra vez dentro de Rusia y hubieran establecido nuevos centros editoriales, para allí reproducir con mimeógrafo la verdad y enviarla a medida que la recibían. Los líderes comunistas estaban determinados a atrapar a todos los siervos de circuito y siervos de congregación, y cuando descubrieron a algunos de éstos les dieron condenas de veinticinco años y los echaron en prisión.
Durante los años que siguieron a la segunda guerra mundial les fué casi imposible a los hermanos esconder La Atalaya o cualquiera de las publicaciones de la Sociedad, o aun la Biblia. La policía secreta estaba en busca de toda cosa cristiana, y cuando descubrían que una persona era testigo de Jehová o se le acusaba de serlo, registraban su casa, desarmaban estufas, arrancaban el techo, hasta destruían la casa entera, para descubrir el lugar donde estuviera escondida la Biblia o literatura bíblica con el fin de tener evidencia de que se estaba haciendo propaganda cristiana, y entonces enviaban a esa persona a un campo de esclavos. En aquellos años les era imposible a los hermanos reunirse a la luz del día. Llevaban a cabo sus estudios bíblicos de familia principalmente en sótanos, en el bosque y en otros lugares inaccesibles. Los hermanos raramente tenían la oportunidad de estudiar con otros en su propia casa. El estudio de La Atalaya en grupo era imposible, pero en las casas donde la familia podía juntarse se celebraba un estudio regular, con todas las ventanas y puertas cerradas con llave. ¡Pero qué feliz familia! Podían hablar acerca de la verdad, la Palabra de Dios, y adorar a Jehová, el Gobernante Soberano del universo, aun en un país dictatorial como Rusia. La verdad hizo libres a estas personas, aunque vivían bajo un estado opresor. “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual, puesto que el reino de los cielos pertenece a ellos.”—Mat. 5:3, NM.
A causa del amor que muchos le tenían a la verdad, los testigos de Jehová continuaron creciendo de 1948 a 1951 a través de toda Rusia, y esto con gran disturbio para los líderes comunistas. Recientemente han salido informes de Rusia que declaran que en 1951, el 1, 7 y 8 de abril, los comunistas efectuaron una gran purga. Estas son fechas inolvidables para los testigos de Jehová en Rusia. En estos tres días todos los testigos de Jehová que pudieron ser hallados en Ucrania occidental, Rusia blanca, Besarabia, Moldavia, Letonia, Lituania y Estonia—más de siete mil hombres y mujeres—fueron arrestados y transportados a otro lugar. No se les permitió llevar con ellos ropa o alimento. Familias enteras fueron subidas a carretas, llevadas a estaciones de ferrocarril y allí puestas en vagones para ganado y enviadas muy lejos. Todos estos arrestos se hicieron de noche, y si el recogimiento de los testigos de Jehová no se había completado para las 7 de la mañana, se esperaba hasta que anochecía ese día. ¡Luego llegó el éxodo! Miles de testigos de Jehová fueron transportados a través del país y cientos de miles de rusos supuestamente libres oyeron a los testigos de Jehová cantar canciones de alabanza a Jehová y hablar la verdad al ir pasando sus trenes. Este gran grupo de testigos de Jehová fué llevado a bosques para despejar la tierra, y durante el primer invierno tuvo que vivir a base de raíces y nueces. Habiéndoseles distribuído sobre una amplia área forestal vigilada, se les dijo: “Desmonten el bosque; construyan casas; quédense aquí para siempre; trabajen si quieren vivir.” Su espíritu no decayó. Trabajaron; viven; su fe es firme y continúan predicando las buenas nuevas del reino establecido de Jehová.
Hoy, en el vasto país de Rusia, verdaderamente la mano de cada hombre está contra la de su prójimo. Allí se le ha enseñado a cada uno que se cuide de la persona que está a su lado, y especialmente que luche contra los testigos de Jehová. No importa quién sea usted, se halla bajo vigilancia; y cuando le llega correo a una oficina de correos los empleados postales lo leen. La única manera en que los mensajes de consuelo y verdad procedentes de Jehová pueden ir de una persona a otra es mediante mensajero personal. Cuando se descubre a los testigos de Jehová se les celebra juicio. Van a una sala de tribunal y ante un juez, pero de nada sirve contratar a un abogado para que defienda a uno. En muchos casos el gobierno nombra a un abogado para que defienda a alguien, pero aun un abogado a quien se nombra así para defender a un testigo de Jehová desempeña el papel de acusador en vez de abogado defensor; porque si él procede de otra manera y presenta una buena defensa, él mismo pudiera ser enviado al campo de esclavos. Así esparce justicia el sistema soviético.
Si hay un testigo de Jehová en algún territorio, se le conoce por todas partes, porque existe una gran corriente de información pasada ocultamente de persona a persona. La gente habla. No todos delatan ante las autoridades, porque muchos esperan que algún día ellos mismos estén libres de este reinado despiadado. Ya que su propia Iglesia ortodoxa rusa los ha chasqueado, puesto que es una iglesia de estado, ellos buscan a amadores de la verdad. “Felices son los que gimen, puesto que serán consolados.”—Mat. 5:4, NM.
DE COMUNISTAS A CRISTIANOS
En Rusia ahora hay una señora, una testigo de Jehová, quien, después de mucho sufrimiento, todavía está predicando las buenas nuevas del reino de Jehová. Su historia desde 1942 es típica entre las de cientos de otras personas. En 1942, cuando era una comunista activa los nazistas la deportaron a Alemania, junto con otros civiles rusos. Allí trabajó con un hortelano y en una planta industrial, diseminando sus ideas comunistas. Pronto la Gestapo de Hitler la halló. Se le envió a un campo de concentración nazista. Aquí, fuera de contacto con sus compañeros comunistas y sola, empezó a perder la fe en la organización comunista porque la había chasqueado. Empezó a pensar en Dios, habló con algunas personas, y finalmente encontró a los testigos de Jehová. Mientras estuvo en el campo nazista se bautizó y se hizo una estudiante muy diligente de las Escrituras. Después de aprender la verdad comenzó a platicar con otras mujeres rusas. Un día el jefe del campo vino a ver a estas mujeres rusas, y a esta mujer dijo: “¿Quién es usted?” Ella respondió: “Soy una testigo de Jehová.” El jefe insistió en que esto no era verdad: “Usted es rusa.” La hermana dijo entonces a este nazista, con énfasis: “Dios no sólo es Dios del pueblo alemán, sino de toda la gente.” Se le dejó ir sin castigo, y esto la fortaleció de modo que predicó aun más diligentemente entre las mujeres rusas. Finalmente un grupo de estas mujeres aprendió la verdad en su propio idioma.
Después que la guerra había terminado en 1945 y los campos de concentración de Hitler habían sido disueltos, esta señora, con muchas otras mujeres rusas, regresó a Rusia. Ahora una oración de una hermana alemana, que se les dijo a ellas mientras estaban en el campo nazista, llegó a ser la oración de cada una de estas testigos de Jehová, mujeres rusas libertadas: “Gracias te doy, Jehová, Padre, porque me has concedido lo que deseaba, hablar al pueblo ruso.”
Les ocasionó gozo el ser puestas en libertad y regresar a Rusia; pero no pasó mucho tiempo antes de que la policía secreta comunista estuviera buscándolas. Las halló, y porque predicaban el reino de Dios, indicando a otros las palabras consoladoras de la Biblia, estas mujeres fueron condenadas a veinticinco años en campos de esclavos. Pero aun allí hoy estas hermanas rusas, que habían aprendido la verdad en campos de concentración alemanes, todavía están predicando en los campos de prisión de Rusia, donde ahora viven, todo para la honra y la gloria del nombre de Jehová. Esta mujer en particular que anteriormente fué comunista y ahora es testigo de Jehová, todavía es una publicadora regular del Reino; ahora, naturalmente, en el campo de esclavos del gobierno soviético al cual en otro tiempo había servido. ¿Por qué? Porque cree en la Biblia. Se atrevió a predicar sus buenas nuevas en Rusia. Por eso está trabajando en construcción en el bosque, como esclava, ayudando a transformar el bosque en poblados que serán transferidos a gente comunista. Terminada esta tarea la enviarán a otro lugar de trabajo forzado.
En uno de estos campos donde hay testigos de Jehová, la verdad se ha predicado tanto que hasta guardias la han aceptado. Personas de oficinas que dirigen estos campos han obtenido un conocimiento de la verdad. Esto las impele a predicar las buenas nuevas. Con el tiempo algunos de estos guardias y oficinistas han sido sentenciados a diez y quince años de prisión. ¿Por qué? Porque estudiaron la Biblia, hablaron la verdad, declararon que son testigos de Jehová. Todas estas personas han sido separadas en diferentes campos y enviadas a diferentes partes de Rusia para que no formen un grupo fuerte propio.
LA DEPORTACIÓN ESPARCE LOS PREDICADORES
Los testigos de Jehová en Rusia dicen que porque están esparcidos por todos estos campos (y sabemos con certeza que se hallan en más de cincuenta) las buenas nuevas del Reino se predican de continuo por todo este vasto país de Rusia. Les hubiera sido imposible a ellos conseguir dinero para viajar 10,000 kilómetros (más de 6,000 millas) para predicar el mensaje del Reino. Pero el gobierno comunista los ha enviado de un extremo del país a otro para trabajar en estos campos de esclavos; y, según ellos lo ven, el gobierno ha pagado su pasaje a nuevos territorios para predicar el mensaje del Reino. Por toda Rusia los testigos están trabajando; algunos, el más grande número, en verdad, en campos de trabajo, otros en secciones aisladas de las que no se les permite salir. Todavía otros continúan trabajando en ciudades y aldeas, sin que se les haya atrapado hasta este momento. Recuerde cómo ‘Saulo [de Tarso] trató atrozmente con las congregaciones del pueblo de Jehová, allanando una casa tras otra, y, sacando a la rastra a hombres y mujeres, los entregaba para que fueran encarcelados.’ “Sin embargo, los que habían sido esparcidos fueron por toda la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra.”—Hech. 8:3, 4, NM.
Nuestros hermanos en Rusia de ninguna manera se han retraído de tratar de conseguir mayor libertad para la predicación del mensaje del Reino, y han dado al gobierno comunista la oportunidad de reconocer a los testigos de Jehová como organización religiosa. En 1948 enviaron una petición por medio del ministro de gobernación al presidium del Consejo Supremo soviético de la U.R.S.S. Esta petición describió la obra de los testigos de Jehová en Rusia. No recibieron respuesta; de modo que una delegación pequeña de tres hermanos se dirigió al Ministerio de Gobernación en Moscú y presentó la petición en persona. Interrogados tocante a de dónde venían, ellos dijeron: “De la Ucrania.” Por lo tanto se les aconsejó que se dirigieran al Ministerio de Gobernación de la Ucrania, república soviética socialista, en Kiev. Los hermanos fueron directamente de Moscú a Kiev y presentaron la petición al ministro de gobernación. Allí era aparente que a los funcionarios del Ministerio se les había dicho que ellos venían, porque después de presentar la petición el gobierno les hizo ciertas proposiciones a estos tres testigos de Jehová: ¿Servirán los testigos de Jehová en el ejército? ¿Participarán en las elecciones del gobierno soviético? ¿Se someterán a todo decreto del estado y colaborarán con otras organizaciones religiosas? A las tres preguntas los hermanos respondieron con las palabras del apóstol de Jesús, Pedro: “¡Es menester obedecer a Dios más bien que a los hombres!” (Hech. 5:29) A los delegados se les permitió salir de la oficina del Ministerio de Gobernación, pero en el transcurso de unos cuantos días sus hogares fueron allanados; ellos mismos fueron registrados y más tarde recibieron largas condenas de prisión.
En un lugar de Rusia fué posible que 120 personas estuvieran presentes en una celebración del Memorial. Esto es la excepción. Hace unos años había siete publicadores en Moscú, pero todos fueron deportados. Moscú es una de las pocas capitales del mundo donde no hay un solo testigo de Jehová. Pero se conoce la verdad allí. Al gobierno comunista se le ha informado acerca de los testigos de Jehová; éste ha hecho obreros esclavos de tantos de ellos que no le sería posible ignorar quiénes son. En todo país detrás de la cortina de hierro la organización comunista está tratando de combatir, abatir y aniquilar a los testigos de Jehová—en Polonia, Checoeslovaquia, Rumania, Hungría, Alemania oriental y en Rusia misma. Pero ella no puede destruirlos a ellos o a su mensaje. La verdad ha hecho libres a estas personas, y ellas continuarán siendo libres y continuarán predicando estas buenas nuevas del reino establecido de Jehová para dar un testimonio a todos los que oigan.
En Rusia es imposible el que una persona viva su propia vida y sólo sirva a Dios y ame a su prójimo como a sí mismo. No, él tiene que hacerse un esclavo del estado; tiene que aclamar al estado; tiene que adorar al estado. ¡Pero los testigos de Jehová no lo harán! Se han dirigido a la Palabra de Dios y prefieren seguir en las pisadas de Cristo Jesús. (1 Ped. 2:21) Cuando Jesús estuvo sobre la tierra dijo a los gobernantes que él estaba en el mundo pero que no era parte de él. (Juan 18:36, 37) Y ésa es la manera en que los testigos de Jehová consideran la vida hoy. (Juan 17:13, 14, 16) Estamos en el mundo, pero no somos parte de él. El mundo lleva a cabo sus propios asuntos de la manera que le agrada. Los testigos de Jehová no se inmiscuyen y no lo harán. Mientras Jehová Dios permita que las naciones hechas por el hombre permanezcan y funcionen, no hay razón para que los testigos de Jehová se inmiscuyan en su modo de vivir, y ellos acatarán todas las leyes hechas por el hombre a menos que esas leyes estén en pugna con la ley de Dios.
No importa en qué país estén los testigos de Jehová, tienen la asignación de ser ministros del reino de Jehová, representantes de Cristo Jesús. (Isa. 43:10-12; 52:7, 8; 61:1-3; Mat. 24:14; 2 Cor. 5:20) Por eso, aun en Rusia, con sus Biblias siguen adelante predicando las buenas nuevas dentro y fuera de los campos de prisión. (Mat. 24:9; 28:19, 20; Mar. 13:9-11; Luc. 21:12, 13; Apo. 2:10) Celebran el Memorial, privadamente o juntos, en sótanos, en bosques, en campos de esclavos, aislados. Están dispuestos a hacer frente a cualquier obstáculo y a tratar de vencerlo, pero rehusan contemporizar con este viejo mundo.—Joel 2:4-9; Fili. 1:28.
La Biblia está en Rusia para permanecer. Los testigos de Jehová la usan; y aunque la Prensa Unida informó el año pasado que el libro más extensamente leído del mundo estará “disponible otra vez en Rusia el mes próximo [queriendo decir enero de 1956],” ha estado proscrito por los comunistas por treinta y ocho años. Aun ahora, como la Prensa Unida indicó, sólo unas cuantas Biblias serán impresas: “El tipo había sido compuesto, y los sacerdotes del patriarcado de Moscú estaban leyendo las pruebas finales. La primera impresión, destinada para enero, será pequeña, ya que la iglesia tiene que comprar el papel y pagar al gobierno por la impresión; pero con el tiempo espera la iglesia distribuir la nueva Biblia por toda la Unión soviética.”
¿Será puesta en circulación la Biblia en gran cantidad a través de Rusia?
Cuando lo sea, los testigos de Jehová se la explicarán a la gente. Mientras los líderes comunistas y sus partidarios teman la verdad, esta nueva Biblia suya, en el idioma ruso, posiblemente sólo tenga una distribución limitada durante el tiempo que continúe el régimen comunista. Ciertamente no se la entregarán a los testigos de Jehová, porque en manos de ellos es como dinamita. Por eso continúa proscrita para ellos.
¿Se leerá extensamente en Rusia el libro más extensamente leído del mundo antes de que estalle la guerra de Jehová en el Armagedón?—Apo. 16:13-16; Jer. 25:32, 33; Isa. 34:1-4; Sof. 2:1-3; Hech. 2:19-21.
Ahora sólo los que buscan a Jehová, que tienen hambre de la verdad y la justicia, sí, sólo los que quieren librar “la correcta contienda de la fe” (1 Tim. 6:12, NM), sólo los que están dispuestos a entregar su misma vida por la verdad (Apo. 12:11), son los que alguna vez verán y entenderán la Biblia, no sólo en Rusia, sino en todo el resto del mundo.
(No deje de leer en el número próximo el relato directo de una de las siete mil personas llevadas a un bosque de Rusia, lo cual se mencionó en la página 216. Su historia personal se intitula “Yo viví en destierro en Siberia.” ¡No se la pierda!)