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  • ¡Aliméntese con regularidad de las verdades bíblicas!

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  • ¡Aliméntese con regularidad de las verdades bíblicas!
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
w82 1/2 págs. 28-30

¡Aliméntese con regularidad de las verdades bíblicas!

EL MEJOR maestro que jamás haya vivido declaró en cierta ocasión que el hombre no vive de pan solamente, sino que también necesita alimento espiritual, la Palabra de Dios. Por eso, ¿no es razonable concluir que los cristianos deben alimentarse con regularidad de alimento espiritual, al igual que se alimentan de pan literal? Ciertamente que sí. (Mateo 4:4) Tal alimento espiritual no solo incluye la Biblia, sino también literatura que nos ayude a entender la Biblia. Por eso, la Sociedad Watch Tower, entidad editora y administrativa de los testigos de Jehová, no se limita a solo imprimir Biblias. También, con regularidad, publica ayudas para el estudio de la Biblia a fin de ayudar a los lectores a tener un entendimiento más claro de la Biblia.

Se ha planteado la pregunta en cuanto al valor de leer con regularidad estas publicaciones, ya que a veces pudiera volverse a publicar y a considerar un mismo tema. Pero, ¿no comemos pan, patatas o arroz con regularidad? Además, el apóstol Pedro escribió: “Por esta razón siempre estaré dispuesto a recordarles estas cosas, aunque las conocen y están firmemente establecidos en la verdad que está presente en ustedes.” (2 Pedro 1:12) También queremos señalar que cuando se considera un tema más de una vez, a menudo hay nuevos aspectos, nuevos puntos de vista, mayor entendimiento, otros modos eficaces de presentar la información. Es tal como dice Proverbios 4:18: “La senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido.”

Entendiendo mejor la conciencia

Como ejemplo específico, considere el asunto de la conciencia. En febrero de 1973 La Atalaya publicó una serie de artículos relacionados con el papel que desempeña la conciencia humana como “dadora de testimonio.” Estos artículos mostraron que nuestra conciencia es un testigo innato, que da testimonio a favor o en contra nuestra, y que ésta funcionaba aun antes de que Jehová Dios diera al hombre leyes o códigos escritos. Estos artículos también señalaron a lo necesario que es respetar la conciencia de otras personas y al papel que desempeña la conciencia en asuntos de empleo. Nunca antes se habían dilucidado tan claramente estos asuntos.

Entonces, en septiembre de 1975, aparecieron otros dos artículos sobre la conciencia. Entre los diversos puntos que se establecieron en estos artículos estuvo el de que la conciencia desempeña dos papeles básicos. Uno es lo que pudiera considerarse como la capacidad judicial. Este es el papel que desempeña la conciencia “después del acto,” cuando nos declara culpables de haber cometido algún tipo de transgresión. (2 Samuel 24:10) No obstante, en el caso de los cristianos, el papel que más a menudo debería desempeñar la conciencia es lo que pudiera llamarse el papel legislativo. Por supuesto, esto no significa que ésta en realidad legisla nuevas leyes para el cristiano. Pero, teniendo las leyes y principios de la Biblia como base, una conciencia fuerte sirve de guía al cristiano. Es como si legislara para él por anticipado, indicándole que cierto derrotero es incorrecto. Un ejemplo bíblico muy conocido que ilustra este asunto es el del hijo de Jacob, José, quien rehusó las proposiciones deshonestas de la esposa de Potifar.—Génesis 39:9.

Después, aún más recientemente, La Atalaya (15 de enero de 1977) publicó otro artículo más sobre la conciencia, intitulado “Entrenando nuestra conciencia para que haga más por nosotros.” Por lo general cuando se consideran asuntos de conciencia, el objeto es determinar si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto. Pero en este artículo se dio énfasis a cómo la Biblia relaciona una buena conciencia con la fe y el amor. (1 Timoteo 1:5) Sí, la conciencia no solo debería impedir que violemos las leyes de Jehová Dios, sino que también debería influir en que aprovechemos las oportunidades que se nos presentan para obrar de manera generosa, noble, bondadosa y amorosa.—Compare con Lucas 10:29-37.

De modo que nunca dé por sentado que un artículo que aparece en La Atalaya es una mera repetición, simplemente porque trate de algún tema que se haya considerado antes. Cierto, quizás no se refine el tema de manera substancial, pero todo ello añade algo para revelar la verdad de la Biblia de manera más hermosa, más significativa, sí, más provechosa para nosotros.

Todo esto hace recordar una anécdota que se relató acerca de Miguel Ángel. Un amigo de él había estado contemplando con placer una hermosa estatua que Miguel Ángel había esculpido. Cuando el amigo fue a verlo poco tiempo después, se sorprendió de hallarlo trabajando todavía en la misma estatua. Miguel Ángel hizo notar todas las mejoras que había hecho mientras tanto, a lo que su amigo respondió: ‘Pero éstas solo son pequeñeces.’ En respuesta, Miguel Ángel dijo: ‘Sí, eso es cierto. ¡Pero las pequeñeces hacen la perfección y la perfección no es una pequeñez!’ Así, aunque a menudo pudiera parecer que el refinamiento del entendimiento carezca de gran importancia, sí ayuda a que la comprensión que tenemos de cierto asunto sea casi completa o perfecta.

Manteniéndonos listos para el combate

Y eso no es todo. La Biblia y las publicaciones que nos ayudan a entenderla mejor no se relacionan meramente con el conocimiento intelectual. La Palabra de Dios es ‘una lámpara para nuestros pies y una luz para nuestra vereda.’ (Salmo 119:105) Además, se nos dice que la Palabra de Dios es “provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, estando completamente equipado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16, 17) Pero, la Biblia puede servir a tales fines solo en la medida que la pongamos en práctica en nuestra vida. Y, ¿cómo podemos ponerla en práctica si hemos olvidado lo que hemos leído?

Es de vital importancia que se nos siga recordando el consejo que contiene la Palabra de Dios en vista de que tenemos que luchar contra tres enemigos. Uno de éstos es el mundo; la amistad con éste significa enemistad con Jehová Dios. (Santiago 4:4) Respecto a la lucha que tenemos contra el mundo, el apóstol Juan escribió: “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4) La fe depende del conocimiento... conocimiento que se pueda recordar fácilmente, no información que se haya olvidado hace mucho tiempo. Ya que día tras día el mundo ejerce muchísima presión en nosotros, necesitamos que se nos recuerde constantemente que no amemos al mundo ni a las cosas que están en él; porque el mundo y todo lo que hay en él pasarán, pero el que hace la voluntad de Dios permanecerá para siempre.—1 Juan 2:15-17.

También tenemos al Diablo y sus demonios como nuestros enemigos. “Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien.” (1 Pedro 5:8) El y sus demonios guerrean contra nosotros y por eso necesitamos ponernos la armadura espiritual completa que proviene de Dios, la cual el apóstol Pablo describe en Efesios 6:11-17. El que nos pongamos esta armadura y la usemos depende, nuevamente, de que nos alimentemos constantemente de la Palabra de Dios. Sin duda, para poder esgrimir eficazmente la ‘espada del espíritu, la palabra de Dios,’ necesitamos tener esa palabra fresca en la mente y el corazón.

Nuestro tercer enemigo no es otro sino nuestras propias inclinaciones pecaminosas que hemos heredado desde que nacimos, contra las cuales tenemos que luchar constante y tenazmente. Ya que nuestras madres ‘nos concibieron en pecado y nos dieron a luz en error,’ nuestra inclinación es mala desde la juventud en adelante. (Génesis 8:21; Salmo 51:5) Dado que éste es el caso, todos podemos lamentarnos, como lo hizo el apóstol Pablo: “Lo bueno que deseo no lo hago, mas lo malo que no deseo es lo que practico.” (Romanos 7:19) A causa de esta herencia, hallamos que el corazón humano es desviado, traicionero, engañoso. Pero con la ayuda de la Palabra de Dios y de las publicaciones bíblicas que nos ayudan a entender y poner en práctica los principios bíblicos, podemos enfrentarnos a este enemigo que está dentro de nosotros. No obstante, al igual que el apóstol Pablo, tenemos que aporrear nuestro cuerpo y conducirlo como a esclavo.—Proverbios 3:32; Jeremías 17:9; 1 Corintios 9:27.

¿Qué hay del tiempo para ello?

La vida del cristiano está llena de actividad. Tenemos que leer la Biblia, una revista nueva cada semana, prepararnos para las reuniones y asistir a ellas, y participar en la importantísima obra de hacer discípulos de los que nos escuchan con aprecio. Además, tenemos las responsabilidades cotidianas de índole seglar para nuestro sustento y el de nuestras familias. Cada uno muy bien pudiera preguntarse a sí mismo: ¿Cuánto tiempo dedico a la lectura de publicaciones, periódicos y revistas seglares? ¿Cuánto tiempo dedico a mirar la televisión o a escuchar música popular? Cierto, éstas son formas de recreación y entretenimiento, mientras que a muchos tal vez les parezca que el prepararse para las reuniones cristianas y el leer la literatura cristiana sea ‘demasiado trabajo.’ Pero, ¿tenemos que considerar así dicha preparación y lectura? El salmista dijo: “Ando alborozado a causa de tu dicho tal como uno hace al hallar mucho despojo.” (Salmo 119:162) Así, debemos considerar seriamente si nuestro derrotero en la vida realmente nos identifica como personas espirituales más bien que como personas físicas.—1 Corintios 2:14-16.

Todo esto nos recuerda las palabras de Jesús sobre la felicidad que sienten los que están conscientes de su necesidad espiritual. (Mateo 5:3) Las criaturas terrestres inferiores —las aves, los insectos, los mamíferos, los peces y así sucesivamente— no tienen necesidades espirituales. Pero el hombre sí las tiene. El haber desatendido estas necesidades ha contribuido a la lamentable confusión que existe actualmente en el mundo. Las filosofías e ideologías materialistas alejan al hombre cada vez más de Dios. Sus necesidades físicas —alimento, ropa y albergue— y asuntos tocante a lo sexual, al igual que el placer o el deseo vehemente de tener poder, se convierten en la cosa más importante de la vida. Pero si estamos verdaderamente conscientes de nuestras necesidades espirituales, nos alimentaremos con regularidad de las verdades bíblicas, buscaremos el tiempo para ello y mostraremos profundo aprecio por ellas. ¿Cuál será la recompensa? Bueno, se nos ayudará a seguir en el derrotero de devoción piadosa, que es “provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.”—1 Timoteo 4:8.

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