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Manteniendo firmemente asida la Palabra de VidaLa Atalaya 1958 | 15 de diciembre
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hombre de participar en esa vindicación. Contribuimos por medio de poner de manifiesto la falsedad de los enemigos de Dios y por medio de suministrar a Jehová la respuesta que él pide, a saber, que hay personas en la tierra que están deseosas de dedicar su tiempo, esfuerzo y vida para demostrar que el Diablo es un mentiroso. Los testigos de Jehová que retienen su integridad rehusan transigir en cuanto a los principios justos. Rehusan permitir que la pasión afecte su posición como siervos de Dios. Nunca volverá a ser necesario que los hombres apoyen el lado de Dios en conexión con el punto en disputa, porque, con el abismar a Satanás y sus demonios asociados y con la humillación y destrucción de sus agentes visibles, quedará resuelto el punto en disputa. Entonces toda criatura que respira alabará a Jehová.—Sal. 150:6.
14 Ahora es el tiempo de hallar uno su lugar en la sociedad del nuevo mundo y de mantener ese lugar. La voluntad de Dios es “que hombres de toda clase sean salvados y lleguen a un conocimiento acertado de la verdad.” El amor a Dios y el amor al prójimo impulsan a todos los siervos de Dios a estudiar con el propósito en mira de participar en esa gran obra salvavidas. El tiempo está limitado. Que “la paz de Dios que sobrepasa a todo lo que se pueda pensar [guarde] su corazón y sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús. . . . Las cosas que aprendieron así como también aceptaron y oyeron y vieron en conexión conmigo, practíquenlas; y el Dios de paz será con ustedes.”—1 Tim. 2:4; Efe. 5:15, 16; Fili. 4:7-9.
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Jovencito ‘enlaza textos bíblicos’La Atalaya 1958 | 15 de diciembre
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Jovencito ‘enlaza textos bíblicos’
El uso correcto de textos relacionados de la Biblia invariablemente ayuda a arrojar luz sobre determinado asunto bíblico. Para ilustrar esto se cita lo que ocurrió en la sala de clase del grado octavo de cierta escuela de Kentucky (E.U.A.). En esta sala, cuya clase se compone de treinta y cuatro estudiantes, todas las mañanas un estudiante lee parte de la Biblia o relata una historia de la Biblia. Se hacen las asignaciones para esto el día anterior. Parece que un día al maestro se le olvidó hacer la asignación el día anterior, de modo que pidió que Jaime, que es testigo de Jehová, pronunciara un discurso extemporáneo.
Jaime empleó tacto y pronunció un sermón sobre el nombre de Dios, Jehová. “¡Deberías ser predicador!” exclamó un compañero de clase. “¿Por qué será que nunca he oído el nombre de Dios en mi iglesia?” preguntó otro. Y, “Justamente, ¿por qué debe Dios tener un nombre?” preguntó todavía otro. El comentario del maestro fué: “Qué bueno que tengamos un estudiante que sepa enlazar sus textos. Yo he conocido esos textos toda mi vida, pero no sabía enlazarlos.”
Dentro de poco tiempo Jaime había pronunciado siete sermones, uno cada semana por siete semanas consecutivas, y se le había asignado pronunciar otros. Entre los temas que presentó estuvieron: “¿Quién está causando la angustia en la tierra?” “Nuevos cielos y una nueva tierra,” “Algunos vivirán en la tierra para siempre,” y “144,000 irán al cielo.” Hubo más de un estudiante que, después de buscar en la Biblia los textos que Jaime citó, tuvo que admitir: “¡Eso es precisamente lo que dice!”
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