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  • ¡Cuídese de desear cosas perjudiciales!
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1968
w68 15/4 págs. 227-228

¡Cuídese de desear cosas perjudiciales!

¿QUIERE usted emprender el derrotero prudente y hacer lo que es correcto? “Por supuesto,” contesta usted. Entonces no puede darse el lujo de pasar por alto el consejo de la Palabra de Dios, la Santa Biblia. Lejos de ser un libro anticuado, sin aplicación a nuestro día, es tan pertinente y aplicable al modo de vivir en esta última parte del siglo veinte como cuando fue puesto por escrito por primera vez hace aproximadamente 3.500 años.

Por ejemplo, las palabras sabias de advertencia del apóstol Pablo llaman nuestra atención a las insensateces de los israelitas en el tiempo del profeta Moisés: “Ahora bien, estas cosas llegaron a ser nuestros ejemplos, para que nosotros no seamos personas que desean cosas perjudiciales, tal como ellos las desearon.” No hay duda en cuanto a ello, hoy se desean cosas perjudiciales más que nunca antes en la historia del hombre.—1 Cor. 10:6-10.

Entre muchas de tales cosas que se pudieran mencionar figura el hábito de fumar cigarrillos. Según el Dr. Hollis S. Ingraham, comisario de sanidad del estado de Nueva York, el cigarrillo es el “más grave agente letal que se conoce hoy en día . . . No hay otro agente, sean balas o gérmenes o virus, que esté matando a tantos norteamericanos como el cigarrillo.” Con razón países como la Gran Bretaña e Italia prohíben anuncios de cigarrillos en la TV y el gobierno estadounidense requiere que cada cajetilla que se venda dentro de sus fronteras contenga la advertencia: “Precaución: El fumar cigarrillos puede ser peligroso para la salud.” No obstante, en 1966 los embarques de cigarrillos en los Estados Unidos aumentaron 2,2 por ciento sobre el año previo, para un total de 522,5 mil millones de cigarrillos, o un promedio de 4.296 por año por cada norteamericano de más de dieciocho años de edad.—El Times de Nueva York del 28 de febrero de 1967.

Otra cosa perjudicial de que la gente está participando cada vez más son las drogas que causan alucinaciones, llamadas “alucinógenos.” Concerniente a ellas, el Dr. Dana L. Farnsworth informa: “Nuestra experiencia acumulativa de día tras día con enfermos que padecen las consecuencias de los alucinógenos demuestra indiscutiblemente que estas drogas pueden causar daño a la psique [personalidad] del individuo; en efecto, estropearla para toda la vida.” Lo apoya el informe que se publicó en el Daily News de Nueva York del 27 de abril de 1967 en cuanto a dos jóvenes que tomaron LSD. Uno de ellos, un joven bien parecido de diecinueve años, dijo: “Cuando veo mi cara en el espejo, veo que se convierte en mil caras.” Estaba semiconsciente y atado a una cama cuando un juez mandó que fuera internado en un hospital estatal para enfermos mentales. El otro era un brillante estudiante de veintiún años de la Universidad de Texas, a quien un juez internó en un hospital para enfermos mentales por noventa días.

Y luego hay aquello tan perjudicial, las relaciones sexuales promiscuas. El entregarse a ellas quizás parezca ofrecer promesa de intenso placer, pero ¡cuánta frustración y cuánto pesar y enfermedades venéreas están asociados a menudo con ello! Así, Suecia, en donde ya no se desaprueban las relaciones sexuales premaritales, tiene la proporción de enfermedades venéreas de más rápido aumento del mundo, pues casi se ha triplicado en los pasados diez años, y en el 52 por ciento de los casos están implicados jóvenes de quince a diecinueve años de edad. La proporción de ilegitimidad de este país es de 12 por ciento, tres veces mayor que la de otros países como el Canadá; y el 92 por ciento de las novias menores de veinte años están encintas cuando se casan.

Además de lo ya mencionado, una posesión deseada como un automóvil puede ser una cosa perjudicial cuando se le da a un joven inmaturo, como se desprende del hecho de que los adolescentes están implicados en dos veces más accidentes automovilísticos fatales, en proporción, que los conductores de más de veinticinco años de edad. Un caso típico de esto fue el de los cinco adolescentes, todos muchachos de cinco hogares diferentes, que fueron muertos fuera de la ciudad de Nueva York poco antes de la medianoche del 9 de abril de 1967, cuando trataron de jugar a las carreras con un tren al llegar a un cruce, yendo hasta el grado de rodear las barreras que ya habían sido bajadas. El usar un auto para excitación y emociones es hacerlo una cosa perjudicial.

Puesto que pudiera decirse que el desear cosas perjudiciales es como estar arriesgando mucho en un juego sin que valga la pena, ¿por qué lo hacen muchos? ¿Por qué? Debido al pecado de nuestros primeros padres, por cuya razón “la inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud,” como dijo el mismo Creador, Jehová Dios, inmediatamente después del diluvio del día de Noé. Debido a esta herencia estamos inclinados egoístamente a desear placeres sin respetar debidamente las leyes de Dios que los gobiernan. El Creador nos dio la vida con un propósito en mira, no simplemente para seguir tras el placer. El desear cosas perjudiciales, por lo tanto, es tanto incorrecto como imprudente, especialmente en vista de que no podemos hacernos daño a nosotros mismos sin afectar a otros también.—Gén. 8:21; Mar. 12:31.

¿Qué nos ayudará a cuidarnos de desear cosas perjudiciales? El estudio de la Palabra de Dios, y esto de tres modos. Primero, créala cuando nos advierte que el desear cosas perjudiciales incurre en la ira de Dios; y “nosotros no somos más fuertes que él, ¿verdad?”—1 Cor. 10:22, 5.

Segundo, la Palabra de Dios nos muestra exactamente qué cosas son perjudiciales, dañinas, y que por lo tanto han de evitarse porque son imprudentes, si es que además no son moralmente malas. Mediante sus leyes, principios y registro histórico nos educa. Como escribió el salmista inspirado hace mucho tiempo: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda.”—Sal. 119:105.

Y tercero, la Biblia nos ayuda a cuidarnos de cosas perjudiciales al grabar en nuestra mente el valor de las cosas buenas, verdaderas y sanas tales como el trabajo afanoso, una sana vida de familia y la adoración de Dios, que producen una buena conciencia y la esperanza de vida eterna por hacer lo que es correcto. Nos muestra que la “devoción piadosa junto con el bastarse con lo que uno tiene” es gran ganancia aun ahora. Ciertamente todas estas cosas son razones, así como ayudas, para que no estemos deseando cosas perjudiciales.—1 Tim. 6:6; Ecl. 9:7-9; Rom. 6:23.

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