BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g86 8/4 págs. 6-7
  • La adicción entierra a la oposición

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • La adicción entierra a la oposición
  • ¡Despertad! 1986
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • La garra se aprieta
  • La imponente industria del cigarrillo
  • Cómo se aficionó el mundo
    ¡Despertad! 1986
  • ¿No desaparecerá nunca el fumar?
    ¡Despertad! 1981
  • Encárese a los hechos: el tabaco hoy día
    ¡Despertad! 1986
  • Cómo afecta el fumar al fumador
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1981
Ver más
¡Despertad! 1986
g86 8/4 págs. 6-7

La adicción entierra a la oposición

COMO en el caso de un fumador renuente que no está dispuesto a abandonar el hábito, el mercado del tabaco ha reducido a veces el consumo por temor de que el hábito de fumar pudiera ser nocivo y adictivo, solo para regresar de nuevo con más fuerzas que nunca. ¿Qué mecanismos suprimen esos temores? ¡La publicidad y la guerra! Según el historiador Robert Sobel, estos han sido “los dos métodos más importantes de propagar el uso del tabaco”.

El uso del cigarrillo subió vertiginosamente cuando se produjo el enfrentamiento de “nación contra nación” durante la primera guerra mundial. (Mateo 24:7.) ¿Qué ocasionó que la producción norteamericana de cigarrillos pasara de 18.000 millones en 1914 a 47.000 millones  en 1918? El que se efectuara para entonces una campaña para enviar ¡cigarrillos gratuitos a los soldados! Se consideró que el efecto narcótico del tabaco ayudaba a combatir la soledad en el frente.

Una canción británica de la época de la guerra decía: “Si tienes cigarrillos para fumar de tus problemas te puedes olvidar”. Como las agencias estatales y grupos patrióticos privados suministraban cigarrillos gratuitos a los hombres en el frente, ni siquiera los grupos antitabaco se atrevieron a emitir sus protestas.

La garra se aprieta

Los nuevos conversos al hábito llegaron a ser buenos clientes después de la guerra. Solo en 1925 los norteamericanos fumaron un promedio aproximado de 700 cigarrillos por persona. En la Grecia de la posguerra se consumió la mitad más per cápita que en los Estados Unidos. El cigarrillo norteamericano se hizo popular en muchos países, pero otros países como India, China, Japón, Italia y Polonia dependían de su propia producción de tabaco para satisfacer la demanda del mercado interior.

Para estrechar más el cerco en el mercado norteamericano, los publicistas se fijaron como objetivo aficionar a la mujer. A este respecto, Jerome E. Brooks dijo: “En las postrimerías de la década de los veinte la publicidad sobre el tabaco se caracterizó por haberse ‘vuelto loca’”. La publicidad mantuvo a los norteamericanos comprando cigarrillos aun durante y después de la depresión económica de 1929. Presupuestos publicitarios altísimos (unos $75.000.000, E.U.A., en 1931) se dedicaban a presentar el cigarrillo como ayuda para mantener la línea y una alternativa a los dulces. Las películas en las que se glorificaba a estrellas cinematográficas que aparecían habitualmente fumando, como Marlene Dietrich, ayudaron a crear una imagen sofisticada. De esta manera, en 1939, ya en vísperas de una nueva guerra mundial, la mujer norteamericana se había sumado al hombre en fumar unos 180.000 millones de cigarrillos.

¡Vino otra guerra! De nuevo se les dieron cigarrillos gratuitos a los soldados hasta en sus raciones de campaña. Un conocido eslogan publicitario, aprovechando el espíritu patriótico de guerra, decía: “¡El cigarrillo Lucky Strike Green se va a la guerra!”. Con un consumo que, según los cálculos, hacia el final de la II Guerra Mundial llegaba en los Estados Unidos a los 400.000 millones de cigarrillos al año, ¿quién podía poner en duda el lugar que el tabaco había alcanzado en el mundo?

De hecho, ¿quién podía poner en duda la importancia que los cigarrillos habían alcanzado en la Europa de la posguerra, donde hubo un momento en que los cartones de cigarrillos reemplazaron en el mercado negro la moneda en circulación? Los soldados americanos destacados en Europa compraban las cajetillas de cigarrillos que el estado subvencionaba por tan solo cinco centavos, y con ellas se podía pagar luego cualquier cosa, desde unos zapatos nuevos hasta una amante. Las ventas de cigarrillos exentos de impuestos en el ejército, ascendieron de 5.400 per cápita en 1945 a 21.250 en tan solo dos años.

Por décadas, se logró que todo aspecto objetable del tabaco se mantuviera fuera de la luz pública; no porque tales aspectos negativos hubiesen sido refutados, sino que sencillamente quedaron opacados por el crecimiento incesante de un hábito popular. Sin embargo, a nivel privado persistían preguntas como: ¿Es perjudicial el hábito de fumar? ¿Es limpio, o contaminante?

En 1952 salió a flote la candente cuestión de la salud. Médicos británicos publicaron un nuevo estudio en el que mostraban que las víctimas del cáncer solían ser fumadores empedernidos. La revista Selecciones publicó el informe y este recibió amplia difusión. En 1953 se dio comienzo a una campaña anticigarrillo que parecía encaminada al éxito. ¿Lograría el mundo deshacerse del hábito?

La imponente industria del cigarrillo

La industria tabacalera insistió públicamente en que la información publicada en contra de los cigarrillos estaba aún sin probar, y que eran meras estadísticas. Pero repentinamente —e irónicamente— reveló su arma secreta: un cigarrillo bajo en nicotina. El nuevo producto presentaba una imagen inocua y saludable a los asustados fumadores que no querían abandonar el hábito, mientras que nuevamente la publicidad demostró su capacidad para vender una imagen.

Lo cierto es que el cigarrillo bajo en nicotina aliviaba más la conciencia del fumador que su salud. Los científicos descubrirían más tarde que muchos fumadores compensaban el bajo nivel de nicotina inhalando el humo más profundamente y reteniéndolo en los pulmones por más tiempo, hasta conseguir tanta nicotina como antes. Pero pasaría otro cuarto de siglo antes que los investigadores pudieran demostrar esto. Mientras tanto, la industria tabacalera se convirtió en una de las más rentables del mundo, con un registro de ventas anuales por valor de más de $40.000 millones (E.U.A.).

Desde un punto de vista económico, la industria hoy está más fuerte que nunca. Los clientes siguen comprando. El consumo anual sube un 1% cada año en los países industrializados, y sobre un 3% en los países en vías de desarrollo del Tercer Mundo. En Paquistán y Brasil el incremento en el consumo es seis y ocho veces más rápido, respectivamente, que en la mayoría de los países occidentales. Una quinta parte de los ingresos del ciudadano tailandés se destina a comprar cigarrillos.

No obstante, para muchas personas reflexivas, el apasionado idilio, que ya dura unos 100 años, entre la humanidad y el tabaco no concluye la historia. ¿Pudiera ser que aun haya más de lo que a simple vista parece en este fenomenal aumento en el empleo del tabaco —especialmente desde 1914— y en su aceptación, prácticamente a ciegas, por tanta gente? Y, ¿qué hay de esas cuestiones a las que casi nunca se hace referencia, como el aspecto ético del hábito? ¿Es un hábito moralmente neutral o censurable? Nuestro siguiente artículo presentará algunas apreciaciones.

[Comentario en la página 7]

La publicidad y la guerra han sido los dos medios más importantes para extender el uso del cigarrillo

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir