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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1960
w60 1/10 págs. 606-607

Preguntas de los lectores

● ¿Puede decirme por qué Jesús no bautizó? ¿Hay algunos textos que muestren por qué no lo hizo? —F. P., Canadá.

En Juan 4:1-3 leemos: “Ahora, cuando el Señor se dio cuenta de que los fariseos habían oído que Jesús estaba haciendo y bautizando más discípulos que Juan—aunque, en realidad, Jesús mismo en ningún caso bautizaba, sino que sus discípulos lo hacían—salió de Judea y partió otra vez para Galilea.”

Cuando se consideran los grandes números de personas que venían a Jesús para bautizarse, es razonable concluir que Jesús dejó el bautismo de ellos a sus discípulos para estar libre él para la obra más importante de curación espiritual y física. Además, Jesús indudablemente no quiso bautizar a persona alguna para que más tarde no hubiese quien se sintiera superior por haber sido bautizado por el Hijo de Dios o menos favorecido por no haber tenido ese privilegio. Tal como lo expresó el apóstol Pablo años después al escribir respecto a su propio caso: “Agradecido estoy de que no bauticé a ninguno de ustedes salvo a Crispo y a Gayo, para que nadie diga que ustedes fueron bautizados en mi nombre.”—1 Cor. 1:14, 15.

Además, el bautismo que los discípulos de Jesús efectuaban antes del Pentecostés era el mismo bautismo que el de Juan y sus discípulos, a saber, para simbolizar arrepentimiento en preparación para recibir al Mesías prometido. Si Jesús mismo hubiese bautizado no pudiera haberlo hecho lógicamente en preparación para él mismo. Por lo tanto hubiese tenido que empezar algo nuevo, un bautismo en su propio nombre, y el tiempo para eso no llegó sino hasta el día del Pentecostés.

Así que tenemos razones amplias y apremiantes en cuanto al porqué Jesucristo, cuando estuvo en la tierra, dejó el bautizar en agua en símbolo de arrepentimiento a sus discípulos.

● ¿Es necesario que una hermana se cubra la cabeza cuando ora en la presencia de un hermano dedicado que no es su marido? ¿Es necesario que ella lo haga cuando está conduciendo un estudio bíblico bajo semejante circunstancia, como, por ejemplo, en la presencia de un siervo de la congregación quien la esté entrenando o cuando el siervo de circuito la acompaña?—M. S., EE. UU.

No parece haber ningún motivo por el cual una mujer dedicada jamás deba conducir en oración en la presencia de adultos varones dedicados. (1 Cor. 11:3) En el hogar Betel en Brooklyn jamás se les pide a hermanas que guíen a la familia en oración. Siempre que esté presente un varón dedicado adulto, en la congregación o en el hogar, él debería representar a los demás en petición a Jehová Dios. Si un marido no dedicado desea que su esposa diga la oración en voz audible, ella puede hacerlo, pero entonces por respeto a la posición que él ocupa como cabeza ella debería cubrirse la cabeza. (1 Cor. 11:5, 10) Cuando el marido está ausente pero varones dedicados menores, hijos, están presentes, la madre también debería tener cubierta la cabeza si ella ora. En tales ocasiones sería a discreción de ella u ofrecer la oración ella misma o pedir que uno de sus hijos dedicados lo haga. Pero nunca debería un hijo no bautizado representar en oración a miembros dedicados de la familia. Cuando están presentes en el hogar solamente la madre dedicada e hijas dedicadas, si la madre lo desea ella puede pedir que una de las hijas dedicadas ore. En tales casos no es necesario que ninguna se cubra la cabeza.

Hay casos, sin embargo, cuando es aconsejable que una hermana conduzca un estudio bíblico de hogar en la presencia de un hermano dedicado, tales como los que se mencionaron en la pregunta; o puede ser que ella esté conduciendo un estudio bíblico de hogar con un hermano recién bautizado que todavía necesita ayuda. ¿Entonces qué? En tales casos el hermano dedicado debería hacer la oración, y la hermana puede conducir el estudio teniendo cubierta la cabeza. Esto lo hace por respeto al orden teocrático porque él, lo mismo que ella, es miembro de la congregación de Dios, y en la congregación el hombre es quien debería enseñar. (1 Tim. 2:11, 12) Si una hermana dedicada está conduciendo un estudio con su marido no dedicado o con otra persona pero en la presencia de su marido no dedicado, también debería ella tener la cabeza cubierta. Esto sería en reconocimiento del hecho de que el marido es quien debería estar dando la educación bíblica en la presencia de su familia a quien en este caso su esposa representa.

La Ley de Moisés de varias maneras recordaba a las mujeres israelitas la posición preferida que los hombres ocupaban delante de Jehová para que no perdieran de vista la posición de cabeza ocupada por el hombre cayendo así en el error cometido por Eva. Por eso la marca física de identificación que distinguía al pueblo pactado de Jehová fue una que aplicaba solamente al varón, a saber, la circuncisión. Luego también, el período de impureza de la madre que diera a luz una niñita era el doble de lo que era para un hijo varón. Cuando Jesús milagrosamente dio de comer a las multitudes sus apóstoles contaron solamente a los hombres que estaban presentes: “Los que comían constaban de unos cinco mil hombres, aparte de mujeres y niños pequeños.” “Los que comían constaban de cuatro mil hombres, aparte de mujeres y niños pequeños.”—Éxo. 12:48; Lev. 12:2, 5; Mat. 14:21; 15:38.

Igualmente en la congregación cristiana, por medio de la provisión del cubrir la cabeza se destaca la posición teocrática de la mujer en relación al hombre. Fuera de su rico significado simbólico, obra en el interés de la armonía y la paz. También sirve para advertir a mujeres cristianas contra el ejercer indebida influencia femenina y alerta a hombres cristianos contra el sucumbir a ésta como lo hicieron Adán, Sansón, el rey Salomón y los de la congregación de Tiatira.—Apo. Rev. 2:20-23.

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