Un hombre cuyo corazón era recto
¡EL RELATO bíblico de Jehú y Jonadab es conmovedor! Está lleno de acción. Pero, lo que es más importante, señala de manera significativa a desenvolvimientos del día moderno que lo implican a usted. ¿Lo ha leído usted? ¿Quiere usted abrir su Biblia ahora en Segundo de Reyes, 2Re capítulo 10, versículos 15 al 28? Lo que se dice allí le ayudará a usted a determinar su posición delante de Dios en este tiempo sumamente crítico de la historia.
Estos son los antecedentes. Era el siglo décimo a. de la E.C. Jehová Dios comisionó al general Jehú a aniquilar al rey Acab de Israel y a toda su casa. “Tienes que derribar a la casa de Acab,” se le dijo. También, Jehú había de desarraigar la adoración de Baal que la esposa pagana de Acab, Jezabel, había fomentado en el país. (2 Rey. 9:6-10) ¿A qué se debió esta purificación que mandó Dios?
Se debió a la extremada iniquidad de Acab, y a la degradada adoración de Baal que practicaba. Como dice la Biblia: “Sin excepción nadie ha resultado como Acab, que se vendió para hacer lo que era malo a los ojos de Jehová, a quien incitó Jezabel su esposa.” (1 Rey. 21:25) Estos dos eran defensores porfiados de una religión en la que los adoradores se reunían en “lugares altos del Baal para quemar a sus hijos en el fuego como holocaustos al Baal.” (Jer. 19:5; 1 Rey. 16:30-33) Los adoradores del Dios verdadero Jehová hasta eran perseguidos y muertos violentamente. Acab era culpable de derramamiento homicida de sangre a la vista de Dios. (1 Rey. 18:4; 19:10) Puesto que Acab rehusó arrepentirse de su maldad, ¡él y su casa, junto con la adoración de Baal, merecían la destrucción! Solo de esta manera podía mantenerse la adoración dadora de vida del Dios verdadero.
Pero, ¿qué opinó la gente acerca de la campaña relámpago que Jehú efectuó al llevar a cabo el decreto de ejecución? ¿Lo acusaron severamente algunos de ser oportunista o asesino despiadado? ¿Pasaron por alto el hecho de que Jehová mismo había autorizado las ejecuciones? ¿Cómo habría usted reaccionado personalmente? ¿Se habría puesto usted denodadamente de parte del ejecutor comisionado por Dios, sin importar la impopularidad que trajera tal derrotero? Eso es algo que a usted le toca determinar. Pero sabemos con certeza acerca de un hombre que recibió la bendición de Dios porque tuvo la actitud correcta.
EL CORAZÓN DE JONADAB ERA RECTO
Este hombre fue Jonadab, hijo de Recab. En 2 Reyes 10:15 leemos acerca de su encuentro con Jehú. Lo que se desprende es que ésta no fue una reunión casual. Jonadab estaba en marcha para encontrarse con Jehú y ofrecer su apoyo incondicional. Reconocía en Jehú al paladín que Jehová había levantado para exterminar el régimen político de Acab culpable de derramamiento homicida de sangre y para destruir del país la inmunda adoración de Baal y sus apoyadores. Sabía que Dios estaba con Jehú para hacer prosperar su modo de obrar.
A la pregunta de Jehú: “¿Es tu corazón recto conmigo, como mi propio corazón lo es con tu corazón?” Jonadab contestó sin vacilar: “Lo es.” Entonces, ¿qué hizo? ¿Simplemente le deseó éxito a Jehú y se despidió de él? ¡De ninguna manera! Jonadab aceptó la invitación de viajar públicamente con Jehú en su carro, haciendo patente así a todos los observadores que estaba apoyando activamente al ungido de Jehová.
Primero, viajaron a Samaria y terminaron de exterminar la casa de Acab. Luego, se enfocó la atención en los adoradores israelitas de Baal. Estos decían que adoraban al Dios verdadero, pero el hecho de que practicaban una forma de adoración condenada por el Creador del hombre los hacía dignos de la muerte a los ojos de Dios.
Por eso, valiéndose de una estratagema Jehú atrajo a los sacerdotes y adoradores de Baal a su gran templo de adoración idólatra. Hizo que se pusieran sus vestimentas especiales de identificación. Examinó la muchedumbre para asegurarse de que no se hallara ningún adorador del Dios verdadero entre ellos. Entonces, con las salidas selladas, Jehú dio la señal a su personal: “¡Entren, derríbenlos! No dejen salir ni uno solo.” Pero Jonadab, que estuvo allí mismo para presenciar la matanza violenta que Dios había decretado, sobrevivió. Tenía un corazón recto.—2 Rey. 10:16-25.
PARALELOS MODERNOS
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con nosotros en la actualidad? Bueno, estamos viviendo en medio de desenvolvimientos de la historia que establecen un paralelo con la situación que existió en el tiempo de Jonadab. Simplemente considere algunos de estos detalles.
La profecía bíblica identifica claramente a nuestro tiempo como “la conclusión del sistema de cosas,” cuando Dios exterminará a todos los inicuos regímenes políticos de la Tierra. (Mat. 24:3-14) Tal como Acab y su casa de la antigüedad fueron culpables de derramamiento homicida de sangre y merecían la destrucción, así sucede con lo que hoy corresponde a Acab... el Estado político del día moderno. Es por eso que dice la profecía bíblica: “El Dios del cielo establecerá un reino que . . . triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”—Dan. 2:44.
Estos reinos actuales son tan culpables de derramamiento homicida de sangre a la vista de Dios como lo fueron Acab y su casa. Como Acab, han rechazado al Dios verdadero Jehová y sus decretos justos. ¡Aun gobiernos que afirman ser cristianos han derramado ríos de sangre inocente al promover y pelear dos guerras mundiales y numerosas guerras más pequeñas solo durante esta generación! En particular, han imitado a Acab al perseguir y matar a los adoradores verdaderos de Dios que rehúsan apoyar sus empresas impías. Tan solo en la Alemania “cristiana” millares de adoradores verdaderos de Jehová sufrieron martirio durante la segunda guerra mundial por no apoyar los ardides de conquista de Hitler. Verdaderamente, “todos estos reinos” de la Tierra merecen destrucción, así como la merecieron Acab y su casa.
Pero, ¿qué hay del paralelo moderno de la antigua adoración de Baal, que Acab practicaba y apoyaba? Es interesante que los adoradores israelitas de Baal a menudo también afirmaban adorar al Dios verdadero Jehová. Mezclaban las dos formas de religión, contaminando la adoración verdadera con prácticas paganas. Hoy, también, es común el que haya personas que afirmen que profesan el cristianismo, la adoración verdadera del Padre celestial de Jesucristo, y, al mismo tiempo, participen en prácticas paganas.
Por ejemplo, se conocen bien los antecedentes paganos de muchas de las enseñanzas y fiestas religiosas de la cristiandad. Los adherentes de la cristiandad son como los israelitas de la antigüedad que quisieron combinar la adoración pagana de Baal con el servicio al Dios verdadero. Además, los adoradores israelitas de Baal ofrecían “a sus hijos en el fuego como holocaustos,” una práctica detestable a Jehová. (Jer. 19:5; 32:35) Así, también, las religiones de la cristiandad, aunque declaran seguir a Cristo, han instado a que los hijos de sus adoradores sean ofrecidos en sacrificio en guerras nacionalistas.
Por lo tanto, tal como Jehú sirvió de ejecutor comisionado por Jehová Dios contra la casa de Acab y los que apoyaban la adoración de Baal, así Jesucristo, el Jehú Mayor, ha sido comisionado por Dios para ejecutar a todos Sus enemigos. Destruirá a “todos los reinos del mundo” y a todos los que apoyan las religiones falsas semejantes a Baal. Pero habrá sobrevivientes, como Jonadab.—Mat. 4:8, 9; Dan. 2:44; Rev. 18:21-24; 19:11-16.
¿DE PARTE DE QUIÉN ESTÁ USTED?
Tal como Jehú de la antigüedad separó a los adoradores verdaderos que habrían de ser preservados de los adoradores de Baal que habrían de ser ejecutados, así el Jehú Mayor hoy está identificando a la gente, ya sea para destrucción o para preservación. ¿Cómo? Por la manera en que responden al mensaje acerca del reino de Dios, que Dios está haciendo que se predique “en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” (Mat. 24:14) De esta manera, los que rechazan el reino de Dios mediante Cristo se identifican como enemigos de Jehová tan claramente como los adoradores de Baal que se pusieron sus vestimentas religiosas.
Bueno, entonces, ¿de parte de quién está usted? ¿Es su corazón recto hacia Dios, como era el de Jonadab? Recuerde, Jonadab realmente subió al carro y viajó con Jehú. Mediante esto declaró públicamente que apoyaba la obra ejecutora justa en la que Jehú estaba ocupado. ¿Está usted de manera semejante en armonía de corazón con la obra ejecutora de Jesucristo? ¿Ha declarado usted públicamente ese apoyo?
Esto se hace por medio de apoyar públicamente a los representantes del Jehú Mayor, que ahora están proclamando en toda la Tierra el mensaje de que el reino de Dios pronto ‘triturará y pondrá fin a todos estos reinos de la tierra,’ y entonces introducirá condiciones justas. (Rev. 21:3, 4) Tal como Jonadab subió al carro, así es vital que usted, también, se una con estos representantes terrestres del Jehú Mayor. Es importante que así muestre usted públicamente que cree que Jesucristo obra correctamente al ejecutar al sistema político culpable de derramamiento homicida de sangre, así como a toda religión falsa y a los que la apoyan.—2 Tes. 1:7-9.
¡Por lo tanto, cuán urgente es aprender los hechos acerca de Jesucristo como el Ejecutor nombrado y comisionado por Dios, y luego ajustar su actitud y su vida para que concuerden con ese conocimiento! Aun ahora los desenvolvimientos actuales en todas partes de la Tierra subrayan el hecho de que la destrucción predicha se acerca a paso acelerado. Vendrá y efectuará su obra devastadora tan seguramente como las fuerzas ejecutoras de Jehú exterminaron la casa de Acab y todos los adoradores de Baal en Israel. ¿Será usted un testigo sobreviviente de ese justo juicio, como lo fue Jonadab en su día? Esto depende de usted.
Asegúrese, entonces, de que su manera de proceder hoy lo identifique claramente como uno cuyo corazón es recto, que usted concuerda con Cristo Jesús en su actitud para con un sistema de cosas condenado a la destrucción. Al proceder así usted puede evitar el desastre seguro que viene sobre todos los que rehúsan o por descuido dejan de identificarse públicamente como amigos y apoyadores del Jehú Mayor, el Rey ungido de Dios, Cristo Jesús.