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  • El Armagedón... una guerra que resulta en verdadera paz
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1985
w85 15/2 págs. 5-7

El Armagedón... una guerra que resulta en verdadera paz

EN EL lenguaje de los que tienen que ver con las relaciones internacionales, la palabra que se utiliza para describir la situación mundial hoy día es MAD... siglas en inglés para Destrucción Mutua Asegurada. Dicho término es sumamente apropiado. En los 40 años desde que hizo explosión sobre Hiroshima, Japón, la primera bomba atómica durante una guerra, los arsenales nucleares del mundo han crecido de manera increíble. Ciertos informes afirman que los arsenales vienen a ser equivalentes a 12.000 millones de toneladas de TNT, ¡o aproximadamente tres toneladas por cada persona en la Tierra!

Jehová Dios, Aquel “que no la creó [la Tierra] sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada”, no permitirá, y en realidad no puede permitir, que las naciones continúen en su derrotero suicida. (Isaías 45:18; véase también Salmo 104:5.) Antes que éstas tengan la oportunidad de lanzar todas sus armas mortíferas unas contra otras, y como consecuencia de ello vayan a destruirse a sí mismas y destruir el ambiente, el Hacedor y Dueño de la Tierra y todo lo que hay en ella se alzará para tomar ciertas medidas. ¡Él ha prometido que hará esto en “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”, el Armagedón bíblico! (Revelación 16:14, 16.)

El Armagedón, por lo tanto, será mucho más que simplemente otra guerra para resolver el punto muerto de la política actual. Logrará lo que los hombres a través de los siglos solo han podido esperar. Eliminará todas las causas de la guerra humana. Establecerá verdadera paz en la Tierra. Sobre todo, restituirá al Dueño de la Tierra, Jehová Dios, la legítima gobernación de toda Su creación. ¿Cómo se logrará todo esto? Veamos.

Paz... mediante la eliminación de los medios de hacer guerra

Una de las razones por las cuales las naciones no han podido eliminar la guerra es que no han podido eliminar los medios de hacer guerra. Aunque saben que la acumulación vertiginosa de armas es un proceder suicida, no están dispuestas a abandonarlo o a ir más despacio. Ciertamente será ‘pasmoso’ cuando Jehová tome medidas y logre lo que las naciones no pueden lograr: “Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego”. (Salmo 46:8, 9.)

Jehová ha demostrado en el pasado que puede neutralizar las armas más avanzadas o impresionantes que las naciones esgrimieran. Por ejemplo, liberó a su pueblo aparentemente indefenso, los israelitas, de las fuerzas militares de la primera potencia mundial, Egipto, por medio de controlar las fuerzas elementales de las aguas del mar Rojo (Éxodo 15:3-5). De igual manera, las complejas armas estratégicas del rey cananeo Jabín, “novecientos carros de guerra con hoces de hierro”, bajo el mando del jefe de su ejército, Sísara, quedaron completamente inoperantes cuando Jehová desató los poderes de una riada. Aquello desconcertó totalmente las filas del enemigo, lo cual resultó en la eliminación del enemigo hasta el último hombre. El resultado final fue que “la tierra no tuvo más disturbio por cuarenta años”. (Véase Jueces, capítulo 4 y 5:21, 31.)

Es significativo que aquella batalla decisiva contra las fuerzas del rey Jabín tuvo lugar en el valle del torrente de Cisón, “junto a las aguas de Megido” (Jueces 5:19-21). Por eso nos proporciona por anticipado una vista dramática de la victoria total de Jehová en la venidera batalla de Armagedón.

No sabemos qué fuerzas “misteriosas”, si algunas, usará Jehová contra sus enemigos. Lo que sí sabemos es que él sí tiene a su disposición fuerzas que pueden devastar por completo los establecimientos militares de las naciones. Por ejemplo, los científicos saben que una poderosa vibración electromagnética —algo que aun ellos pueden generar mediante una explosión nuclear a gran altura— puede inutilizar los sistemas de comunicación y de control militar de una nación, de modo que produzca un estado de caos total. Es razonable que Jehová anule los arsenales de todas las naciones para sentar las bases de una paz total.

Paz... solo para los que la quieren

Se ha dicho con frecuencia que las guerras las pelean personas, no las armas. Por lo tanto, aunque es esencial eliminar los medios de hacer guerra, esto en sí no garantiza una paz duradera. Es lógico que si queremos ver verdadera paz, los odios políticos, raciales y nacionalistas que dividen al mundo en muchísimos bloques y campos tienen que eliminarse también. Jehová Dios efectuará esto al llevar a cabo lo que millones de personas por todo el mundo han estado pidiendo en oración: “Venga tu reino”. (Mateo 6:9, 10.)

Aunque el cumplimiento de profecías bíblicas muestra claramente que el Reino Mesiánico en manos de Jesucristo fue establecido en los cielos en 1914, año en que empezó la I Guerra Mundial, las naciones no recibieron de buena gana dicho Reino. Ni una sola de ellas quiso considerar el deponer sus armas y renunciar a su soberanía. Más bien, en su lucha frenética por alcanzar dominación mundial, se enredaron en la guerra más grande que había habido hasta aquel tiempo.

De manera profética, el segundo Salmo describe la situación: “¿Por qué han estado en tumulto las naciones y los grupos nacionales mismos han seguido hablando entre dientes una cosa vacía? Los reyes de la tierra toman su posición y los funcionarios encumbrados mismos se han reunido en masa como uno solo contra Jehová y contra su ungido”. Por eso Jehová da al Rey a quien ha nombrado, Jesucristo, el siguiente mandato: “Las quebrarás con cetro de hierro, como si fueran vaso de alfarero las harás añicos”. (Salmo 2:1, 2, 9; 110:2.)

Esa victoria del Rey ungido por Dios se describe detalladamente en lenguaje figurado en Revelación 19:11–20:3. Se ve a la Palabra de Dios, Jesucristo, respaldado por ejércitos angelicales y montado en un caballo blanco, “y juzga y lleva a cabo guerra en justicia. [...] Y de su boca sale una aguda espada larga, para que hiera con ella a las naciones”. La matanza de los inicuos que resulta de esto es muy grande. En su victoria aplastante, el Rey triunfante se encargará entonces del verdadero culpable de todos los ayes y el sufrimiento que hay en la Tierra. La visión de Revelación describe esto como si ya se hubiera logrado, al decir: “Y prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años”.

Paz... por mil años y más

¿Puede imaginarse usted lo que significará para la humanidad el tener mil años de paz? Actualmente las autoridades reconocen que el hambre, las enfermedades y la pobreza entre las naciones pudieran eliminarse si tan solo se empleara en ello una fracción de los centenares de miles de millones de dólares que se gastan anualmente en armamentos. Piense en lo que se logrará cuando todos los recursos de la Tierra se utilicen para fines constructivos. No se trataba de la ilusión de un soñador lo que Isaías fue inspirado a profetizar acerca de la gobernación del “Príncipe de Paz”, Jesucristo: “De la abundancia del gobierno principesco y de la paz no habrá fin”. (Isaías 9:6, 7.)

La pregunta apremiante es: ¿Sobrevivirá usted a la destrucción que el Armagedón traerá, para disfrutar de la paz sin fin? Quizás usted pregunte: ‘¿Qué tengo que hacer para sobrevivir?’. He aquí lo que aconseja la Biblia: “Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová” (Sofonías 2:2, 3). Los testigos de Jehová gustosamente le ayudarán a hacer esto. Así, en el caso de usted, el Armagedón no resultará ser una guerra que traiga destrucción total, sino una guerra que resulte en verdadera paz.

[Ilustración en la página 6]

En el mar Rojo Jehová mostró que puede neutralizar impresionantes armamentos de guerra

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