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Probando que somos amigos de DiosLa Atalaya 1962 | 15 de julio
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a muchos que son enemigos de Dios en amigos suyos—éste es el magnífico privilegio y obligación de cada cristiano verdadero. Para hacer esto debe ser un predicador de la verdad. Todo el que está “hablando la verdad en su corazón” hablará la verdad con la lengua, enseñando a otros con respecto al reino de Dios. Con respecto a la obligación del cristiano de convertir enemigos de Dios en amigos de él por medio de la verdad, el apóstol dijo: “Somos por lo tanto embajadores sustituyendo por Cristo, como si Dios estuviera haciendo súplica mediante nosotros. Como sustitutos por Cristo rogamos: ‘Reconcíliense con Dios.’”—2 Cor. 5:20.
21. Con el nuevo mundo que se ha acercado, ¿cuál debería ser nuestro proceder, y con qué resultado bendito?
21 El nuevo mundo de justicia se ha acercado, un mundo en el cual “la tienda de Dios” estará con la humanidad. “Oh Jehová, ¿quién será un invitado en tu tienda?” Seamos diligentes, entonces, en hablar a otros las verdades del reino de Dios mediante las cuales pueden reconciliarse con Dios. Hablemos desde un corazón lleno de la verdad, practicando a todo tiempo la justicia en nuestros tratos con toda la humanidad. Y siempre andemos con constancia sin culpa para con nuestro Dios, como anduvieron Enoc, Noé, Abrahán y Daniel, buscando siempre la dirección divina en lo que hacemos. ¡Oh que demos prueba, hasta el fin de este mundo y en el glorioso nuevo mundo, de ser los amigos leales de Dios! Entonces podemos regocijarnos con el salmista: “Seré un invitado en tu tienda por tiempos indefinidos,” porque seremos invitados de Dios, teniendo el privilegio de morar en la tienda de Jehová para siempre.—Sal. 61:4.
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La durabilidad de la BibliaLa Atalaya 1962 | 15 de julio
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La durabilidad de la Biblia
El profesor Oscar Paret, en su libro The Bible, Its Preservation in Print and in Writing, atribuye la conservación de la Biblia al cumplimiento de la propia promesa de Dios: “El dicho de Jehová dura para siempre.”—1 Ped. 1:25.
“Brevemente, éstos son los resultados de nuestra consideración: La Biblia es, entre los libros de la antigüedad, el que mejor se ha conservado. Es cierto que las Escrituras de la Biblia fueron escritas por hombres y transmitidas por ellos y por lo tanto han sido afectadas por errores e imperfecciones humanas. Pero, como cristianos, percibimos la mano dirigidora de Dios tras los destinos humanos de la Biblia, pues a pesar de todos los ataques de los hombres, ésta ha conservado la Biblia por dos mil años a través de un período de las clases más severas de persecución. Innumerables creaciones valiosas de mentes humanas se han perdido y olvidado. La Biblia, no obstante, que hoy está todavía a la delantera en marcha victoriosa por todo el mundo y todavía se imprime y distribuye por millones de ejemplares anualmente y se traduce toda o en parte en mil cien idiomas, ni se perderá ni se olvidará, pues, como testigo a la revelación de Dios, subsiste bajo la promesa: La Palabra del Señor dura para siempre. Debido a que esta Palabra de Dios encierra, como si dijéramos, deleitables tesoros dentro de vasijas de barro, lo que explica la mucho más grande influencia que ha tenido en la civilización humana en toda su extensión y amplitud que cualquier otro libro de la literatura mundial, expresada en los campos de la poesía (cánticos por Lutero y Pablo Gerhardt, el lenguaje de los clásicos), o el arte pictórico (Grünewald, Dürer, Riemenschneider) y de la música (Juan Sebastián Bach), además, ¡la Biblia ha durado y siempre durará como EL LIBRO DE LOS LIBROS!”
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