¿Por qué tratar de ser la excepción?
EL LADRÓN que escoge como carrera el ser carterista es un especialista sumamente adiestrado. Se ha afanado para hacerse un experto en el uso de sus dedos, en la observación de la naturaleza humana y en la habilidad de no despertar sospechas. Invariablemente se complace en pensar que es más hábil que todos los otros de su profesión. Si se le llega a aprehender no solo queda abochornado sino a menudo sorprendido debido a incredulidad: “¿Cómo es posible que me hayan descubierto?” El carterista es un buen ejemplo de la debilidad humana de pensar que uno es la excepción de la regla.
El robar carteras palidece ante los crímenes de violencia de la actualidad. Pero la presunción característica del carterista está más en boga que nunca antes. Cada vez más y más personas participan en conducta desaforada, tonta, temeraria o relajada, con la confianza de que pueden salirse con la suya, que no se les atrapará o que no tendrán que pagar el precio de su desatino.
Entre los antiguos ejemplos bíblicos que se pudieran mencionar de personas que pensaron que podían salirse con la suya está el de Acán. Cuando llegó el tiempo de Dios para que los israelitas capturaran la ciudad de Jericó, y se les advirtió a éstos que no tomaran despojo alguno, Acán se apoderó en secreto de despojo valioso y lo escondió en su tienda. Pensó que era la excepción, que podría salirse con la suya. Pero, ¿lo logró? No; Jehová Dios estaba vigilando y se encargó de que Acán fuera expuesto y sufriera el castigo: muerte a pedradas.—Jos. 7:1-26.
Hoy, entre los que piensan que son la excepción de la regla están los que juegan por dinero. El razonamiento llano debería indicarles que el jugador no puede ganar, que las casas de juego hacen fortuna a costa de los jugadores. Es por eso que algunas de ellas en Reno, Nevada, EE. UU., fletan aviones y ofrecen viajes gratuitos a los que desean ir a jugar, a sabiendas de que los jugadores perderán mucho más que el costo del pasaje por avión. Las azafatas de estos aviones dicen que es más difícil atender a estos pasajeros que a los pasajeros de vuelos corrientes y que esto se hace más patente en los vuelos de regreso. Y con razón, porque al regresar están frustrados debido a haber perdido su dinero, han aprendido a duras penas que no son la excepción de la regla, que el jugar por dinero no da buenos resultados. ¿Aprendido? ¡No, simplemente experimentado, pues siguen volviendo vez tras vez para perder cada vez más dinero!
Entre otros que son igualmente tontos están los que ingieren bebidas alcohólicas antes de conducir un automóvil. Solo uno o dos tragos de whisky pueden introducir la cantidad suficiente de alcohol en su caudal sanguíneo para convertirlos en conductores imprudentes, temerarios o descuidados. Aunque vez tras vez se advierte a los conductores de autos de este peligro, ¿qué encontramos? Muchísimos piensan que son la excepción de la regla y, como resultado, más de la mitad de las 55.000 muertes que hubo en 1970 en los Estados Unidos como resultado de accidentes automovilísticos se debieron a que el conductor había bebido demasiado alcohol.
Por otra parte, hay los que continúan fumando tabaco. Las autoridades médicas de muchos países concuerdan en que el fumar cigarrillos resulta en gran daño, y a medida que pasa el tiempo se acumula más evidencia a favor de esto. Tal como una de estas autoridades dijo: ‘Los cigarrillos son más mortíferos que los gérmenes, las balas o los virus.’
Recientemente la revista Science (14 de mayo de 1971, páginas 741-743) informó sobre pruebas hechas con jóvenes fumadores. En comparación con los que no fumaban, los jóvenes que habían estado fumando aun por menos de un año mostraban señales de deterioro en la condición de sus pulmones. Se notaron efectos malos especialmente en los que fumaban más de cinco cigarrillos al día, y el hábito perjudica más a las muchachas que a los muchachos. Y sin embargo, en los Estados Unidos, a pesar de no darse más publicidad a los cigarrillos por TV y por radio, el primer trimestre de 1971 mostró un aumento de 6 por ciento en el consumo de cigarrillos sobre el primer trimestre de 1970, con un total de 131.500 millones de cigarrillos.—Business Week, 29 de mayo de 1971.
Entre otros que se podría decir que son aun más tontos al pensar que son la excepción están los que juegan con la inmoralidad sexual y creen que pueden salirse con la suya. Participan en flirtear, besar y de caricias amorosas, y en poco tiempo se hallan envueltos en fornicación o adulterio; y más que eso, posiblemente contraen alguna enfermedad venérea o tienen que hacer frente a una preñez ilegítima. Hoy ambas cosas están aumentando a pasos agigantados.
La Biblia suministra consejo sabio que ayuda a uno a contrarrestar la tendencia de la imperfecta naturaleza humana de tratar de ser la excepción de la regla. Nos dice: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón.” ¿Por qué debe hacerse esto? Entre las razones está el hecho de que debido al pecado heredado “el corazón es más traicionero que cualquier otra cosa.” Este lo adula a uno con la noción de que puede salirse con la suya en lo que toca a desafuero o desatino de una clase u otra.—Pro. 4:23; Jer. 17:9.
Sabia y justamente la Palabra de Dios advierte: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gál. 6:7) “El salario que el pecado paga es muerte.” (Rom. 6:23) “Su pecado los alcanzará.” (Núm. 32:23) “Los pecados de algunos hombres son públicamente manifiestos, conduciendo directamente al juicio, mas en cuanto a otros hombres sus pecados también se hacen manifiestos más tarde.”—1 Tim. 5:24.
¿Qué le ayudará a uno a tomar en serio estas advertencias para no ser tentado a tratar de ser la excepción de la regla? Una cosa es el temor de Dios, porque éste es el principio de la sabiduría y significa odiar lo que es malo. Ciertamente si uno tiene el temor de desagradar a Dios jamás se engañará a sí mismo pensando que puede salirse con la suya en alguno de estos asuntos. Este temor le ayudará a ser cuidadoso y a ejercer el fruto de espíritu: gobierno de uno mismo.—Pro. 8:13; 9:10; Gál. 5:22, 23.
Otra gran ayuda es el fijar la mente en las cosas virtuosas, amables, de buena reputación y dignas de alabanza y el estar satisfecho con éstas más bien que vehementemente desear las emociones y la excitación concomitantes a los pasatiempos dudosos. Como dice la Biblia: ‘Gran ganancia es la devoción piadosa junto con el bastarse con lo que uno tiene.’—1 Tim. 6:6; Fili. 4:8.