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  • ¿Qué cosas desea usted más?

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  • ¿Qué cosas desea usted más?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
w75 15/11 págs. 682-684

¿Qué cosas desea usted más?

CUANDO usted piensa en las cosas que más desearía, ¿piensa primero en el dinero? ¿en las riquezas? ¿en el poder? ¿O piensa usted primero en amigos buenos y leales, en paz y seguridad para usted mismo y su familia?

Al meditar en estas preguntas, quizás el dinero parezca muy atractivo porque puede comprar muchas cosas deseables. Pero muy probablemente usted considere la paz, la seguridad y la felicidad como las cosas que realmente son más importantes. De éstas, el dinero puede comprar muy poco. ¿Y no hay mucho más probabilidad de que estas cosas buenas se consigan mediante asociación con amigos leales que honradamente lo amen y hagan cuanto puedan por su bien?

Tal como usted sin duda pone a la gente buena y recta por encima de cosas materiales, así Dios considera a esas personas de mucho mayor valor. Realmente hacen feliz Su propio corazón, y dan felicidad a otros. (Pro. 23:15; 27:11; Ose. 6:6) Dios tuvo en una ocasión su propio magnífico templo material en Jerusalén, pero debido a que la gente solo le daba homenaje de boca a Él y no lo adoraba de corazón, permitió que aquel templo fuera destruido. (Isa. 29:13, 14) Más tarde, cuando restauró los judíos a Jerusalén haciendo que volvieran del exilio en Babilonia, Dios pudo haber hecho que se edificara un templo aun más trabajado y primoroso. Para impresionarlos con este hecho, dijo a los edificadores: “La plata es mía, y el oro es mío.” (Ageo 2:8) Pero un templo imponente no necesariamente ensalzaría Su nombre en la Tierra. ¿Qué lo ensalzaría?

Sería algo proveniente de las naciones que era mucho más valioso para él que el oro y la plata. Declaró: “Meceré todas las naciones, y las cosas deseables de todas las naciones tienen que entrar; y ciertamente llenaré esta casa de gloria.”—Ageo 2:7.

INDIVIDUOS AFECTADOS POR LA ‘MECEDURA’ DE LAS NACIONES

La mecedura de las naciones por la notificación de que Jehová Dios el Todopoderoso había tomado posesión de su soberanía universal en el año de carácter bélico de 1914 trajo ira contra los que anunciaban el Reino. La hostilidad de las naciones políticas de la Tierra se mostrará de lleno en una expresión final, y, en armonía con ello, Jehová literalmente mecerá a todas estas naciones hasta que se desmoronen en ruina y sean removidas para siempre. Por ello, toda tolerancia religiosa que les muestren las naciones a los embajadores del Reino en la actualidad es solo temporal. Que nadie se deje engañar por ello.

¿Cómo, entonces, antes del estallido final de ira por parte de todas las naciones y luego su remoción violenta, ‘entran las cosas deseables de todas las naciones’? Bueno, ¿qué muestran los hechos históricos en cuanto al cumplimiento de esta profecía hasta ahora? No muestran que todas las naciones políticas como naciones enteras, como establecimientos políticos, hayan entrado en el verdadero templo de adoración de Jehová y hayan traído consigo como dones voluntarios las cosas deseables de sus naciones.

Sin embargo, ¿qué hay en cuanto a ciudadanos de todas las naciones por sí mismos, individualmente? Bueno, hasta ahora ha habido decenas de miles de individuos que han respondido a la predicación del Reino de manera que ha diferido de la de sus gobiernos políticos y de manera que ha diferido de la de las organizaciones religiosas que se inmiscuyen en la política. Han llegado a ver que no hay futuro feliz, pacífico ni próspero para ellos bajo tales gobiernos políticos de hechura humana. Han llegado a ver que la única esperanza de que se les salve de ser destruidos con las naciones políticas de este sistema de cosas es el reino mesiánico del Señor Soberano Jehová. Profundamente creen que Satanás el Diablo es el “dios de este sistema de cosas,” y no quieren adorar a ese dios falso por medio de adorar a las naciones políticas. (2 Cor. 4:4) Reconocen que toda soberanía pertenece legítimamente al Dios Altísimo. Por consiguiente, se han dedicado de lleno al Señor Soberano Jehová para adorarlo en su verdadera casa de adoración. Se han asociado con sus embajadores.

EL GRAN TEMPLO ESPIRITUAL DE DIOS

Al contemplar a esos defensores modernos de la soberanía universal y la adoración de Jehová, estamos contemplando un cumplimiento conmovedor de la tan citada profecía de Isaías 2:2-4: “Tiene que suceder en la parte final de los días que la montaña de la casa de Jehová llegará a estar firmemente establecida por encima de la cumbre de las montañas, y ciertamente será alzada por encima de las colinas; y a ella tendrán que afluir todas las naciones. Y muchos pueblos ciertamente irán y dirán: ‘Vengan, y subamos a la montaña de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y él nos instruirá acerca de sus caminos, y ciertamente andaremos en sus sendas.’ . . . Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.”

En la Jerusalén de la antigüedad el templo de Jehová estaba ubicado en el monte Sión. Era el centro de adoración. Aquel templo fue destruido por los babilonios en 607 a. de la E.C., y el segundo templo, edificado después que los judíos fueron restaurados a Jerusalén desde el exilio babilónico, y reedificado y ensanchado por Herodes, fue destruido por los ejércitos romanos en 70 E.C. Por lo tanto, este templo del que habla Isaías que existiría en la parte final de los días, y al cual la gente se congregaría, no es un templo material hecho por manos humanas, sino que es aquel del cual el escritor del libro bíblico llamado “A los Hebreos” dijo: “Porque Cristo entró, no en un lugar santo hecho de manos, el cual es copia de la realidad, sino en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor nuestro.”—Heb. 9:24.

A esto es que la profecía de Ageo realmente señaló... al gran templo espiritual, en el Santísimo del cual, en el cielo mismo, Jehová Dios se sienta como Juez. (Heb. 12:22, 23) Cristo como Sumo Sacerdote y Rey es el agente principal de Dios para ‘mecer’ a las naciones. (Salmo 110) Está recogiendo a los que están “suspirando y gimiendo por todas las cosas detestables que se están haciendo,” especialmente en el dominio de la cristiandad, que alega servir a Dios y Cristo. (Eze. 9:4) La razón principal del ‘suspirar’ de estas personas es, no que las condiciones mundiales las afecten adversamente, sino la corrupción que ven que se practica entre los llamados cristianos... el vituperio que estas prácticas le acarrean al buen nombre de Jehová Dios el Soberano universal, y a su Hijo, su rey y sumo sacerdote. Demuestran que verdaderamente aman la justicia.

En esta parte final de los últimos días no hay duda en cuanto a la identidad de estas personas que están en los patios terrestres del templo espiritual de Jehová. Han venido de toda posición... toda raza, nación y antecedentes. Han limpiado su vida y están cambiando su personalidad de acuerdo con el modelo que se manifiesta en las Escrituras. (Efe. 4:22-24) La esperanza bíblica a la que se adhieren es la expectativa de vida eterna en la Tierra. El libro profético de Revelación los describe bien. Tocante al tiempo en que se acerca a la conclusión la ‘mecedura’ de las naciones por Dios, la visión de Revelación primero representa el recogimiento final de los que serán resucitados para ser reyes y sacerdotes celestiales con Jesucristo, y entonces, como lo registró el apóstol Juan:

“Después de estas cosas vi, y, ¡miren! una grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas . . . Y siguen clamando con voz fuerte, diciendo: ‘La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.’”

Entonces Juan preguntó quiénes eran estas personas, y el anciano de quien inquirió contestó:

“Estos son los que salen de la grande tribulación [cuando este sistema de cosas sea sacudido completamente hasta quedar desmenuzado], y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por eso es que están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo . . . Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, . . . porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos.”—Rev. 7:9-17.

MAYOR GLORIA SE TRAE A LA CASA DE DIOS

Estas personas, entonces, le son verdaderamente deseables a Dios. ¿Y no aprecia usted personalmente a las personas que se limpian, física y moralmente? ¿No son los no beligerantes, ‘que no aprenden más la guerra,’ sino que trabajan a favor de la paz y los mejores intereses de su prójimo, los que le parecen más deseables que los que no ejercen ningún control en sus deseos o su personalidad? Y, de hecho, ¿no son mucho más valiosas que el oro y la plata estas personas? Si toda la gente llegara a ser así, se removería el egoísmo, la causa básica de la delincuencia y el crimen, el fraude, la extorsión, el hurto y la guerra. Ni siquiera habría temor de inanición y contaminación, porque cada individuo se interesaría en su prójimo como en sí mismo.—Luc. 10:27.

De modo que Dios, como predijo por medio de su profeta Ageo, ha ‘traído paz en este lugar,’ es decir, en los patios terrestres de su gran templo espiritual, donde la “grande muchedumbre,” las “cosas deseables de todas las naciones,” se ha congregado. (Ageo 2:9) Estas personas que vienen voluntariamente a él, el Creador, y que amoldan su vida a sus principios, y lo glorifican, son las “cosas deseables” de las naciones a sus ojos. Por ellas, realmente, Jehová ha traído mayor gloria a su propio nombre y a este templo espiritual que al terrestre, como dijo que lo haría.

Además, los que se han congregado en unidad para servir en el gran templo espiritual de Jehová, y que han comenzado a rehacer su vida, son recipientes del cumplimiento de estas palabras de Jesús: “Nadie ha dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o campos, por causa de mí y por causa de las buenas nuevas, que no reciba el céntuplo ahora en este período de tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y campos, con persecuciones, y en el sistema de cosas venidero vida eterna.” (Mar. 10:29, 30) Al seguir los mandamientos de Jehová, se han hecho “cosas deseables,” y hallan satisfacción para los deseos de su propio corazón.—Sal. 145:16.

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