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AngolaAnuario de los testigos de Jehová 2001
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El hombre de Dios
Las buenas nuevas también llegaron a las regiones más remotas, como la de Gambos, cerca de la frontera con Namibia. Las verdades bíblicas se introdujeron en esa zona gracias al empeño de Tchande Cuituna, quien oyó por primera vez el mensaje del Reino en la antigua Rhodesia. Tras haber trabajado un tiempo en las minas de Sudáfrica, regresó a casa para dedicarse a la crianza de ganado. A fin de buscar publicaciones de la Watch Tower, hacía frecuentes viajes a la sucursal sudafricana, en uno de los cuales (1961) se bautizó. A partir de entonces divulgó con celo las buenas nuevas entre su pueblo.
Cargaba en su carreta agua, alimentos y publicaciones bíblicas, y salía a predicar de quimbo en quimbo (de aldea en aldea) durante dos o tres meses. Si se le estropeaba el vehículo, proseguía a lomos del buey. Incluso con 70 años solía recorrer a pie, junto con otros publicadores, distancias superiores a los 200 kilómetros [120 millas].
Tchande Cuituna llegó a poseer muchas cabezas de ganado, que pastaban en las llanuras. Él era el jefe de la sociedad patriarcal en que vivía. Comenzaba el día tañendo una campana para que todos se congregaran a escuchar la explicación que daba de un pasaje bíblico en el idioma local. Los días de reunión, el conocido sonido del gong invitaba a más de un centenar de personas a reunirse para recibir instrucción espiritual.
En toda la región de Gambos se le conocía como el hombre de Dios. Dado que aplicaba en su vida lo que aprendía mediante el estudio personal de la Biblia y de las publicaciones del “esclavo fiel y discreto”, era un ejemplo digno de imitación. Tradujo el folleto “Estas buenas nuevas del reino” al nyaneka y al kwanyama con el objeto de predicar al mayor número de personas posible.
En la oficina de Luanda se sabía de la obra de este hermano por los informes que enviaba de cuando en cuando a través de los hermanos de Windhoek (Namibia). Con objeto de que Cuituna se relacionara más con otros Testigos, se envió en 1979 a Hélder Silva, superintendente de circuito, a que lo visitara. Silva recuerda perfectamente el viaje.
Escribe: “Recorrimos 160 kilómetros [100 millas] en automóvil hasta Chiange; de ahí en adelante hicimos los 70 kilómetros [45 millas] restantes a pie. Una lluvia torrencial que duró seis horas casi nos impidió seguir. A veces nos llegaba el agua hasta las rodillas, pero no podíamos parar, pues en la zona abundaban las fieras. A causa del barro, tuvimos que caminar descalzos y llevar nuestras pertenencias al hombro, colgadas de un palo. Por fin llegamos a la región de Liokafela y a nuestro destino, la quimbo (aldea) de Cuituna. Estábamos hambrientos y muy cansados, así que las mujeres nos dieron leche agria, bulunga (bebida de maíz; en portugués kissangua), chocolate e ihita (puré de maíz; en portugués pirão de massango). Después de descansar junto al fuego, emprendimos la visita prevista”, la cual fue decisiva para impulsar la predicación organizada de las buenas nuevas en la zona de Gambos.
Ninguno de los que estuvieron presentes olvidará el bautismo, en agosto de 1986, de dieciocho nuevos hermanos y hermanas en el río Caculuvar. Fue el primero que se realizó en la región tras cuarenta años de testimonio. Los precursores que se habían mudado para apoyar la obra rebosaban de alegría. Era indescriptible la felicidad del hermano Cuituna, quien al presenciar las inmersiones dijo: “Me siento como el rey David cuando acompañó el arca de Jehová” (2 Sam. 6:11-15). Hasta la fecha, Cuituna es precursor regular.
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Cuando en 1983 José Maria Muvindi, de Lubango, emprendió el precursorado auxiliar por tres meses, se marchó hacia el sur y predicó en las zonas rurales próximas a las poblaciones de Jau y Gambos. Se adentró en la provincia de Namibe y enseñó las buenas nuevas a los mukubais, la tribu más importante. Al percibir la necesidad tan apremiante que existía en la zona, se quedó para servir de precursor regular, y otros lo imitaron.
La predicación del hermano Muvindi permitió que las verdades bíblicas motivaran a muchos lugareños a hacer los cambios pertinentes en su vida. Para que Jehová aceptara su servicio, tenían que abandonar prácticas contrarias a las Escrituras como la poligamia, la inmoralidad, la borrachera y la superstición. Empezaron a llevar algo más de ropa que el tradicional tchinkuani (taparrabos). Muchas parejas se desplazaron a Lubango para legalizar su matrimonio, lo que para algunos supuso salir de la aldea por primera vez en su vida. La oficina del registro civil de Chiange, que llevaba diez años cerrada, tuvo que volver a abrirse a fin de atender a la gran cantidad de personas de Gambos que querían certificados de nacimiento y documentos nacionales de identidad para inscribir su matrimonio.
Lamentablemente, Muvindi murió de hepatitis en 1986, pero su entusiasmo en el ministerio dio mucho fruto. Gracias a él y a otros predicadores, se dio un gran testimonio en estas regiones, en las que ahora hay nueve congregaciones y diez grupos aislados que promueven la adoración pura.
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