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  • Salvación de la vida mediante sangre... ¿cómo?
    La Atalaya 1991 | 15 de junio
    • Salvación de la vida mediante sangre... ¿cómo?

      ‘Escoge la vida por medio de escuchar la voz de Dios, porque él es tu vida y la longitud de tus días.’ (DEUTERONOMIO 30:19, 20.)

      1. ¿De qué manera son singulares los cristianos verdaderos por su respeto a la vida?

      MUCHAS personas dicen que respetan la vida, y para probarlo expresan su opinión sobre la pena capital, el aborto o la caza. Sin embargo, los cristianos verdaderos tienen una manera especial de mostrar respeto a la vida. Salmo 36:9 dice: “Contigo [Dios] está la fuente de la vida”. Puesto que la vida es una dádiva de Dios, los cristianos adoptan Su punto de vista sobre la sangre vital.

      2, 3. ¿Por qué debemos tomar en cuenta a Dios con respecto a la sangre? (Hechos 17:25, 28.)

      2 Nuestra vida depende de la sangre, que transporta oxígeno por todo nuestro cuerpo, elimina el anhídrido carbónico, nos permite adaptarnos a cambios de temperatura y nos ayuda a combatir enfermedades. Aquel que nos dio la vida también diseñó y suministró el maravilloso tejido líquido sustentador de la vida llamado la sangre. Esto refleja su interés continuo en conservar la vida humana. (Génesis 45:5; Deuteronomio 28:66; 30:15, 16.)

      3 Tanto los cristianos como la gente en general deberían preguntarse: ‘¿Puede la sangre salvarme la vida únicamente mediante sus funciones naturales, o pudiera la sangre salvar la vida de modo más trascendental?’. Aunque la mayoría de la gente reconoce el enlace que existe entre la vida y las funciones normales de la sangre, en realidad hay mucho más que eso implicado. Tanto la ética de los cristianos como la de los musulmanes y los judíos gira en torno a un Dador de Vida que se expresó en cuanto a la vida y la sangre. Sí, nuestro Creador dice mucho acerca de la sangre.

      Firme postura divina sobre la sangre

      4. Temprano en la historia humana, ¿qué dijo Dios acerca de la sangre?

      4 En la Palabra de Dios, la Biblia, hay más de 400 referencias a la sangre. Entre las primeras está este decreto de Jehová: “Todo cuanto se mueve y tiene vida sobre la tierra os servirá de alimento. [...] Solamente os abstendréis de comer carne que tenga todavía su vida, esto es, su sangre”. Dios añadió: “De la sangre que sostiene la vida de cada uno de vosotros ciertamente exigiré satisfacción”. (Génesis 9:3-5, La Santa Biblia, versión de E. M. Nieto.) Jehová dijo eso a Noé, progenitor de la familia humana. Por lo tanto, se notificó a toda la humanidad que para el Creador la sangre representa la vida. Todo el que afirma que reconoce a Dios como Dador de Vida debe reconocer, pues, que Él adopta una postura firme respecto al uso de la sangre vital.

      5. ¿Qué razón primordial tenían los israelitas para no ingerir sangre?

      5 Dios mencionó de nuevo la sangre cuando dio a Israel el código de la Ley. Levítico 17:10, 11, según la versión judía de Editorial Sigal, dice: “Cualquier hombre de la casa de Isra-e-l, o de los extranjeros que moran entre ellos, que comiere cualquier clase de sangre, Yo Me volveré contra el que come la sangre, y le exterminaré de entre su pueblo; porque la vida de la carne está en la sangre”. Esa ley podía beneficiar la salud, pero había mucho más que eso implicado. Por tratar como cosa especial la sangre, los israelitas habían de mostrar que dependían de Dios para la vida. (Deuteronomio 30:19, 20.) Sí, la razón dominante por la cual no habían de ingerir sangre no era que hacer aquello podía perjudicarles la salud, sino que la sangre tenía significado especial para Dios.

      6. ¿Por qué podemos estar seguros de que Jesús sostuvo la postura divina sobre la sangre?

      6 ¿Cuál es la postura del cristianismo respecto a salvar la vida humana por medio de sangre? Jesús sabía lo que su Padre había dicho en cuanto al uso de la sangre. Jesús “no cometió pecado, ni en su boca se halló engaño”. Eso significa que observó la Ley perfectamente, incluso la ley sobre la sangre. (1 Pedro 2:22.) De ese modo fijó un modelo para sus seguidores, incluso un modelo o dechado de respeto a la vida y la sangre.

      7, 8. ¿Cómo quedó claro que la ley de Dios sobre la sangre aplica a los cristianos?

      7 La historia nos muestra lo que sucedió más tarde, cuando un concilio del cuerpo gobernante cristiano decidió sobre si los cristianos tenían que observar todas las leyes de Israel o no. Bajo guía divina, aquel cuerpo dijo que los cristianos no están obligados a observar el código de Moisés, pero que es ‘necesario’ que “sigan absteniéndose de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de cosas estranguladas [carne no desangrada], y de fornicación”. (Hechos 15:22-29.) Así aclararon que el abstenerse de sangre es moralmente tan importante como evitar la idolatría y la crasa inmoralidada.

      8 Los cristianos primitivos sostuvieron aquella prohibición divina. Comentando sobre esto, el erudito británico Joseph Benson dijo: “La prohibición de comer sangre, dada a Noé y a toda su posteridad, y repetida a los israelitas [...] nunca ha sido revocada, sino que, al contrario, ha sido confirmada bajo el Nuevo Testamento, Hechos xv.; y así ha sido hecha obligación perpetua”. Con todo, ¿se descartarían debido a lo que dice la Biblia sobre la sangre usos médicos modernos, como las transfusiones, que obviamente no se efectuaban en los días de Noé ni en el tiempo de los apóstoles?

      La sangre en la medicina o como medicamento

      9. ¿Qué uso medicinal se dio a la sangre en la antigüedad, en contraste con qué postura cristiana?

      9 El uso medicinal de la sangre no es nada moderno. El libro Flesh and Blood (Carne y sangre), de Reay Tannahill, señala que por casi 2.000 años en Egipto y otros lugares “se creyó que la sangre era el mejor remedio para la lepra”. Los romanos creían que se podía curar la epilepsia ingiriendo sangre humana. Tertuliano escribió acerca de aquel uso “médico” de la sangre: “Algunos, para remedio [de la epilepsia], bebieron con ardiente anhelo la sangre caliente del degüello de los gladiadores”. Esto estaba en contraste marcado con lo que hacían los cristianos: “No comemos sangre de animales [...] Entre las invenciones con que tentáis la observancia de nuestra ley, una es darnos una morcilla de sangre, porque os persuadís con certeza de que el cristiano que come sangre se desvía de su ley”. Considere lo que estaba implicado: Antes que ingerir sangre, que representaba la vida, los cristianos primitivos estaban dispuestos a arriesgarse a morir. (Compárese con 2 Samuel 23:15-17.)

      10, 11. ¿Por qué puede afirmarse que la norma divina sobre la sangre descarta el aceptar transfusiones de sangre?

      10 Desde luego, en aquel tiempo no había transfusiones de sangre, pues los experimentos con transfusiones empezaron solo alrededor del siglo XVI. No obstante, en el siglo XVII un profesor de anatomía de la Universidad de Copenhague objetó: ‘Parece que los que imponen el uso de la sangre humana para remedios internos de enfermedades están usándola mal y pecando gravemente. Se condena a los caníbales. ¿Por qué no aborrecemos a los que se manchan la garganta con sangre humana? Es similar recibir sangre ajena de una vena cortada, sea por la boca o mediante instrumentos de transfusión. Los autores de esta operación se hallan bajo terror debido a la ley divina’.

      11 Sí, hasta en siglos pasados la gente entendió que la ley de Dios descartaba tanto el introducir sangre en el cuerpo por las venas como introducirla por la boca. El que la gente se dé cuenta de esto quizás le ayude a entender hoy día la posición que adoptan los testigos de Jehová, una que armoniza con la postura de Dios. Aunque los cristianos verdaderos consideran muy valiosa la vida y aprecian la atención médica, respetan la vida como dádiva del Creador, así que no tratan de mantenerse vivos mediante ingerir sangre. (1 Samuel 25:29.)

  • Salvación de la vida mediante sangre... ¿cómo?
    La Atalaya 1991 | 15 de junio
    • a El decreto concluyó así: “Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán. ¡Buena salud a ustedes!”. (Hechos 15:29.) El comentario “buena salud a ustedes” no era una promesa en este sentido: ‘Si se abstienen de sangre o fornicación, tendrán mejor salud’. Era sencillamente la conclusión de la carta, como: ‘Que les vaya bien’.

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