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  • Países de la antigua Yugoslavia
    Anuario de los testigos de Jehová 2009
    • “El 16 de mayo de 1992, trece Testigos nos hallábamos escondidos en un apartamento mientras los proyectiles de mortero llenaban Sarajevo de metralla. Dos de aquellos proyectiles impactaron contra el edificio donde nos habíamos refugiado. Aunque éramos croatas, serbios y bosnios, igual que quienes se mataban entre sí en las calles, a nosotros nos unía la adoración pura. Al amanecer, el bombardeo no era tan intenso y abandonamos el apartamento en busca de un lugar más seguro. Tal como habíamos hecho en la noche, oramos a Jehová en voz alta, y él nos escuchó.” (Halim Curi)

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    Anuario de los testigos de Jehová 2009
    • Halim Curi, anciano de congregación en Sarajevo, escribió lo siguiente en un informe: “La gente se está muriendo de hambre. Solo recibimos algo de harina, 100 gramos [cuatro onzas] de azúcar y medio litro [16 onzas] de aceite al mes. Cualquier terreno disponible en la ciudad se utiliza para plantar vegetales. La gente corta los árboles para hacer leña y, cuando ya no quedan árboles, arranca los pisos de madera de sus apartamentos y los utiliza como combustible para la cocina y la calefacción. Usan cualquier cosa que pueda arder, incluso zapatos viejos”.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2009
    • “Se nos presentó una prueba cuando escuchamos que habría agua en las casas solo por períodos breves —recuerda Halim Curi—. Así que todo el mundo tendría que aprovechar esos momentos para ducharse, lavar la ropa y almacenar tanta agua como fuera posible. Pero ¿y si llegaba el agua, que tanto necesitábamos, justo a la hora de alguna reunión? Pues tendríamos que escoger entre ir a las reuniones y quedarnos en casa.”

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    Anuario de los testigos de Jehová 2009
    • Prometimos que volveríamos

      HALIM CURI

      AÑO DE NACIMIENTO 1968

      AÑO DE BAUTISMO 1988

      OTROS DATOS Ayudó a organizar y distribuir ayuda humanitaria en Sarajevo. En la actualidad es anciano, miembro de un Comité de Enlace con los Hospitales y representante legal de los testigos de Jehová en Bosnia-Herzegovina.

      EN 1992, la ciudad de Sarajevo estaba sitiada. Cuando no recibíamos las publicaciones, estudiábamos alguna revista menos reciente. Los hermanos copiaban los artículos de estudio disponibles con la ayuda de una vieja máquina de escribir. Aunque solo éramos 52 publicadores, las reuniones contaban con más de doscientos asistentes, y dábamos cursos bíblicos a unas doscientas cuarenta personas.

      Nuestra hija, Arijana, nació en noviembre de 1993, durante la etapa más sangrienta de la guerra. Era un momento muy difícil para traer un hijo al mundo. A veces pasábamos semanas enteras sin agua corriente ni electricidad, y usábamos algunos muebles como combustible. Además, para ir a las reuniones, teníamos que atravesar zonas muy peligrosas. Los francotiradores disparaban indiscriminadamente, así que debíamos cruzar a la carrera ciertas calles y barricadas.

      Un día apacible, mi esposa, la nena, el hermano Dražen Radišić y yo volvíamos de la reunión cuando de repente escuchamos ruido de ametralladoras. Nos tiramos al suelo en plena calle, pero una bala me alcanzó en el estómago. El dolor era intenso. Muchas personas vieron desde sus ventanas lo que ocurría, y algunos jóvenes valientes salieron corriendo de sus casas para llevarnos a un lugar seguro. Me trasladaron a toda prisa a un hospital, donde los médicos quisieron administrarme una transfusión de sangre. Les expliqué que mi conciencia no me permitía aceptar la transfusión, pero me presionaron para que cambiara de opinión. Sin embargo, yo tenía clara mi decisión y estaba preparado para afrontar las consecuencias, así que me operaron. La intervención duró dos horas y media, y pude recuperarme sin necesidad de una transfusión.

      Debía reposar después de la operación, pero no era posible debido a la guerra, así que decidimos visitar a nuestra familia en Austria y quedarnos una temporada. Sin embargo, la única vía de escape de Sarajevo era un túnel que pasaba debajo del aeropuerto. Tenía cerca de 900 metros [media milla] de largo y 1,2 metros [cuatro pies] de alto. Mi esposa cargaba a la niña, y yo intentaba llevar el equipaje. Pero estaba tan débil que ella tuvo que ayudarme.

      Resulta muy difícil explicar lo felices que nos sentimos en Austria. Cuando partimos de Sarajevo, tanto a nuestros hermanos como al Creador les prometimos que volveríamos. Fue muy duro dejar a la familia en Austria, especialmente a mi madre, pero les explicamos que le habíamos prometido a Dios que regresaríamos a Sarajevo si nos ayudaba a salir de allí para descansar un poco. ¿Cómo íbamos a decirle ahora: “Gracias por ayudarnos a llegar hasta Austria. Hemos disfrutado muchísimo y nos gustaría quedarnos”? Además, los hermanos de Sarajevo nos necesitaban, y mi esposa, Amra, apoyó mi decisión en todo momento.

      Así que en diciembre de 1994 llegamos al túnel de Sarajevo, aunque esta vez para entrar en la ciudad. Al vernos volver a través del túnel, la gente nos decía: “Pero ¿qué hacen? Todo el mundo quiere salir, ¿y ustedes vuelven a la ciudad sitiada?”. No tengo palabras para describir el maravilloso reencuentro con nuestros hermanos en el Salón del Reino de Sarajevo. Nunca hemos lamentado haber vuelto.

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