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  • ¿Qué hay de malo en aceptar un reto?

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  • ¿Qué hay de malo en aceptar un reto?
  • ¡Despertad! 1986
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¡Despertad! 1986
g86 8/5 págs. 21-23

Los jóvenes preguntan...

¿Qué hay de malo en aceptar un reto?

“¡ANDA!”, insistían los compañeros de clase de Lisa. “¡Dile a la profesora que tiene mal aliento!” El asunto en cuestión no era la higiene oral. A Lisa, una joven de catorce años, se le estaba desafiando a aceptar un reto... ¡y uno bastante arriesgado!

‘¡Búscale pelea!’ ‘¡Besa a una chica!’ ‘¡Escápate de la clase!’ ‘¡Róbate un reloj!’ ‘Salta a las vías del tren’. Así instan los jóvenes que derivan placer malsano en desafiar a otros a hacer cosas que van desde travesuras livianas a actos suicidas.

Un joven retó a su compañero de 14 años de edad diciendo: ‘Apuesto $10 a que tienes miedo de saltar al agua’. Doblegándose ante la presión, su amigo saltó del transbordador en que viajaban. No se dio cuenta de que había fuertes corrientes. De no haber sido porque uno de los trabajadores de la cubierta vio la zambullida y saltó para rescatarlo, el joven no hubiera vivido para contar la historia.

Después de tomarse unas cervezas, James, de 17 años de edad, se roció gasolina y retó a uno de sus amigos a prenderle fuego. Uno de ellos aceptó el desafío. James sufrió quemaduras de tercer grado en casi un 30% del cuerpo. Restándole importancia, el padre de James dijo: “Por lo que mi hijo me dice, los muchachos solo estaban jugando. Fue simplemente una estupidez”. ¿Qué piensas tú?

Un “reto”, de acuerdo con el American Journal of Public Health de 1984 es ‘el proceso por el que se desafía a alguien a efectuar una variedad de actividades’. Por supuesto, los desafíos en sí no son siempre malos. Si recibes malas calificaciones en matemáticas tus padres quizás te exijan: ‘¡Apréndete esa tabla de multiplicación ahora!’. ¡Y verás cómo te hallas rápidamente enfrentándote a ese desafío!

Pero cuando te desafían a hacer algo tonto, poco bondadoso o definitivamente peligroso, es tiempo de pensarlo dos veces antes de aceptar. Un hombre sabio dijo: “Las moscas muertas son lo que hace que el aceite del ungüentario hieda, borbotee. Eso mismo hace un poco de tontedad al que es precioso por sabiduría y gloria”. (Eclesiastés 10:1.) En los tiempos antiguos un ungüento o perfume valioso podía quedar arruinado por algo tan pequeño como una mosca muerta. De manera similar, la reputación que uno con trabajo ha ganado pudiera arruinarse con “un poco de tontedad”. ¿Quieres correr ese riesgo?

Por qué es difícil decir No

Sin embargo, los investigadores Charles y Mary Ann Lewis han hallado que uno de cada tres jóvenes prefiere aceptar un reto en vez de que se le llame gallina. Sin duda alguna, el deseo de ser aceptado por nuestros compañeros es muy fuerte. El libro The American Teenager cita una encuesta que muestra que para los jóvenes, ya sean ricos o pobres, “su preocupación es la de caer bien”.

De manera que un reto puede ponerte en una situación difícil. Deseas que otros te acepten, y por eso las consecuencias de no aceptar el reto pudieran parecerte costosas. Como dijo el joven Mike: “Los amigos lo hacen sentir a uno como un paria”. Pero el aceptar el desafío podría ser peligroso.

También, si aceptas sus desafíos, ¿violarás las normas de la Biblia o las que tus padres te han enseñado? Si así es, ¿realmente deseas que las normas de los jóvenes que solo buscan divertirse controlen tu vida? Además, ¿son verdaderos amigos los jóvenes que te piden que pongas en peligro tu vida y tu reputación? Un proverbio declara: “Existen compañeros dispuestos a hacerse pedazos, pero existe un amigo más apegado que un hermano”. (Proverbios 18:24.) Un amigo verdadero nunca pensaría en ponerte en una situación peligrosa.

Escuchó a los “jóvenes”

El peligro de rendirse ante las presiones de jóvenes como uno se ilustra bien por la experiencia del rey Rehoboam del antiguo Israel. Al principio de su reinado, sus súbditos le rogaron que aliviara las cargas que su padre había impuesto sobre ellos. Rehoboam primero buscó el consejo de los hombres de más edad, quienes sabiamente le dijeron que tenía que “hablarles con buenas palabras; y ellos de seguro llegarán a ser tus siervos siempre”. (1 Reyes 12:7.) Un consejo razonable, ¿no es cierto? Sin embargo, no estando conforme con lo que los hombres de más edad le dijeron, Rehoboam fue y pidió consejo a los jóvenes que se habían criado con él.

Sus amigos, en efecto, lo instaron a demostrar cuán duro era. Lo indujeron a decir: “Mi padre, por su parte, cargó sobre ustedes un yugo pesado; pero yo, por mi parte, añadiré al yugo de ustedes. Mi padre, por su parte, los castigó con látigos, pero yo, por mi parte, los castigaré con escorpiones”. (1 Reyes 12:10, 11.)

Rehoboam escogió seguir el consejo de sus amigos jóvenes. Sin embargo, sus súbditos se encolerizaron. ¡Estalló una rebelión, y 10 de las 12 tribus de Israel escogieron a otro rey! Todo debido a que Rehoboam ‘se aconsejó con los jóvenes que se habían criado con él’. (1 Reyes 12:8-17.)

Cultiva discernimiento

Está claro que te es mejor ‘inclinar el oído y oír las palabras de los sabios’. (Proverbios 22:17.) Esto quizás signifique que tengas que buscar más amistades sanas. Proverbios 13:20 dice: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal”.

Esto también implica aprender a discernir entre el consejo útil y el que es producto de deseos infantiles —o hasta perjudiciales— “incidentales a la juventud”. (2 Timoteo 2:22.) Si alguien te reta a hacer algo, considera las consecuencias de aceptar el reto. Es cierto, como lo hizo notar un joven llamado André, a menudo los jóvenes tratan de inducirte diciendo: “Nadie te va a ver”. Pero ‘vas a segar lo que siembres’. (Gálatas 6:7.) ¡Y a menudo las travesuras pueriles resultan en calificaciones más bajas, en suspensión de la escuela y hasta en arrestos!

Aprende a decir No

¿Cómo, entonces, puedes evitar el lazo de los retos? Un escritor bíblico dijo: “Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar [o responder]”. (Santiago 1:19.) Toma en consideración quién te habla y qué te pide que hagas. ¿Es razonable? ¿Es amoroso? ¿Es algo que manifiesta bondad y generosidad para con otros? Si no lo es, rechaza el reto. Es cierto lo que dijo otro joven llamado Maurice: “Te harán sentir como alguien raro”. Pero ¿quién realmente es “raro”? ¿La persona sensata, o la que promueve insensatez?

Por lo tanto, quizás trates de razonar con los jóvenes que presentan retos. A Terry, un joven de dieciocho años, le gusta “aguarles la fiesta” a los que le retan por medio de hacerles preguntas tales como ‘¿Por qué debería hacerlo?’ ‘¿Qué probaría si lo hiciera?’ ‘¿Cómo me beneficiará?’. Quizás sea eficaz usar la Biblia. Hazles saber que tienes normas definidas conforme a las cuales intentas vivir. Una chica trató de desafiar a un joven a cometer inmoralidad diciéndole: “No sabes lo que te pierdes”. El joven le contestó: “Sí, yo sé lo que me pierdo: herpes, gonorrea, sífilis [...]”. ¡Cuán cierto es que el dejarte guiar por una conciencia entrenada por la Biblia puede ayudarte a no hacer algo que más tarde lamentarías! (Compárese con Génesis 39:7-12.)

Sin embargo, la joven Lisa hace la siguiente observación: “Cuando ellos saben que tú no concuerdas con ellos, la mayoría de los chicos te dejan en paz. Sin embargo, habrá algunos que seguirán poniéndote a prueba vez tras vez”. Cuando Cristo Jesús estuvo solo en el desierto por 40 días, el Diablo lo tentó en tres ocasiones. Satanás le dijo con sarcasmo: ‘¡Convierte las piedras en pan!’ ‘¡Arrójate del almenaje del templo!’ ‘¡Inclínate ante mí!’. La respuesta de Jesús fue: “¡Vete, Satanás!”. (Mateo 4:1-10.) Aun así, Lucas 4:13 añade: “El Diablo, habiendo concluido toda la tentación, se retiró de él hasta otro tiempo conveniente”. El resistir repetidos desafíos puede requerir persistencia similar de tu parte. Pero no te sientas provocado por retos tontos. ¡Ten el valor de mantenerte firme a favor de lo que es correcto!

Eso sí es un verdadero desafío, ¿no es así?

[Ilustración en la página 22]

El seguir tu conciencia entrenada por la Biblia evita que hagas algo que más tarde lamentarías

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