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  • Niños desaparecidos: las proporciones de la tragedia
    ¡Despertad! 1995 | 8 de febrero
    • Niños desaparecidos: las proporciones de la tragedia

      ‘¡MI HIJO HA DESAPARECIDO!’

      Pocas cosas angustiarían más a la mayoría de los padres que tener que pronunciar estas palabras. Aunque no es posible determinar con exactitud la cifra mundial de niños desaparecidos, podemos percibir las proporciones de la tragedia a través de la información publicada en un buen número de países.

      EN ESTADOS Unidos desaparecen al año de medio millón a un millón de niños, dependiendo de cómo se los catalogue. Algunos se ausentan temporalmente, mientras que otros no vuelven a aparecer jamás. En Inglaterra desaparecen anualmente casi cien mil niños, aunque hay quienes afirman que la cifra es mucho más elevada. La ex Unión Soviética informa decenas de miles de menores desaparecidos. En África del Sur se dice que la cantidad supera los diez mil. Y millones de niños corren la misma suerte en América Latina.

      Un portavoz del Ministerio del Interior italiano indicó la extensión del problema cuando dijo, según el diario L’Indipendente: “Salen de casa en un día como tantos. Van a la escuela o a jugar, pero no regresan. Desaparecen como si se los tragara la tierra. Su familia los busca desesperadamente, pero solo consiguen indicios vagos, pistas insuficientes, testimonios escasos y dudosos”.

      Un estudio reciente realizado en Estados Unidos sobre la magnitud de este problema reveló que la clasificación “niños desaparecidos” incluye, en realidad, diversas categorías. Una de ellas es la de los niños raptados por extraños. Otra, la de los menores a quienes secuestran padres envueltos en casos de custodia. Una tercera es la de los niños que son abandonados por sus padres o tutores. Otra categoría importante corresponde a la de los que escapan de casa. Y la última es la de niños que se pierden o se separan de su familia por unas cuantas horas o días, la mayoría de las veces porque permanecen fuera de casa más tiempo del acordado o porque sus padres no han comprendido sus intenciones. Casi todos estos retornan a su casa.

      Ahora bien, ¿qué les sucede a los niños desaparecidos de las categorías más importantes? ¿Qué ocasiona esta trágica situación? Este número de ¡Despertad! examina varios aspectos del problema y responde a otra pregunta: ¿cuándo acabará?

  • Niños secuestrados por extraños
    ¡Despertad! 1995 | 8 de febrero
    • Niños secuestrados por extraños

      “¡POR FAVOR, AYÚDENNOS A ENCONTRARLA! ¡SE LO SUPLICAMOS, POR FAVOR, AYUDEN A SARA!”

      Este ruego vehemente de unos angustiados padres se televisó por todo Estados Unidos en un esfuerzo por recuperar a su hija de 12 años, Sara Ann Wood, que había sido raptada tres semanas antes mientras se dirigía a su casa en bicicleta por un camino rural.

      UN EQUIPO de búsqueda multitudinario rastreó los bosques, campos y lagos cercanos tratando de hallar pistas de la niña. Al mismo tiempo, Tina Piirainen, otra madre angustiada de un estado vecino, aparecía también ante las cámaras implorando ayuda para encontrar a su hija desaparecida. A Holly, de 10 años, la habían persuadido para que se metiera por un sendero forestal, y en menos de una hora había desaparecido. Sus restos fueron hallados posteriormente en un terreno.

      Los padres de niños desaparecidos sufren lo indecible. Día a día se enfrentan a la incertidumbre de si su hijo seguirá vivo, quizá siendo sometido a maltrato físico o abuso sexual, o si estará muerto, como le sucedió a la pequeña Ashley. Ella fue con su familia a ver jugar a su hermano un partido de fútbol. Cansada de mirar el juego, se dirigió al lugar donde estaban los columpios, y no la volvieron a ver. Más tarde encontraron su cadáver en un campo cercano. Había muerto estrangulada.

      Una horrible pesadilla

      Todos los años, de doscientas a trescientas familias estadounidenses sufrirán la horrible pesadilla de que rapten a uno de sus hijos y que tal vez no vuelvan a verlo con vida nunca más. Si bien las cifras parecen pequeñas en comparación con las de otros delitos violentos, el terror que se apodera de comunidades enteras afecta a miles de personas, que, alarmadas, se preguntan: ‘¿Cómo ha podido ocurrir semejante tragedia aquí? ¿Será mi hijo el siguiente?’.

      En Estados Unidos se denuncian anualmente de tres mil doscientos a cuatro mil seiscientos casos de niños raptados. Las dos terceras partes de estos, o más, son agredidos sexualmente. Ernest E. Allen, presidente del Centro Nacional de Niños Desaparecidos y Explotados, observó: “La principal razón del secuestro de menores es el abuso deshonesto, seguida del intento de asesinato”. Según el Ministerio de Justicia de ese país, cada año se producen otras 110.000 tentativas de secuestro, principalmente por parte de hombres que tratan de convencer a los jóvenes para que suban a su automóvil. Otros países también están experimentando una ola de violencia contra los niños.

      ¿Comparte la sociedad la culpa?

      Un investigador australiano muestra que los infanticidios “no son sucesos fortuitos”. En su libro Murder of the Innocents—Child-Killers and Their Victims (El asesinato de los inocentes. Los infanticidas y sus víctimas), Paul Wilson afirma que “tanto los asesinos como sus víctimas están atrapados en un círculo vicioso creado por la propia sociedad”.

      Pudiera resultar extraño pensar que la sociedad es culpable de esta tragedia o que al menos contribuye a ella, ya que a la mayoría de la gente le horroriza la explotación y el asesinato infantiles. No obstante, las sociedades industrializadas, y muchas de las menos desarrolladas también, están saturadas de películas, programas de televisión y publicaciones que ensalzan el sexo y la violencia.

      Cada vez se producen más filmes de pornografía dura en los que aparecen niños y hasta adultos caracterizados de niños. Las películas muestran escenas explícitas de actos sexuales con menores y de violencia dirigida contra ellos. Wilson apunta en su libro los títulos de algunas cintas: Death of a Young One (La muerte de un joven), Lingering Torture (Tortura lenta) y Dismembering for Beginners (Desmembramiento para principiantes). ¿Cuánto público tienen la violencia sádica y la pornografía? Es una industria que mueve miles de millones de dólares.

      La violencia gráfica y la pornografía ejercen una poderosa influencia sobre las personas que explotan a los niños. Un hombre condenado por agredir sexualmente y matar a cinco niños confesó: “Soy un homosexual pederasta convicto de asesinato, y en gran parte se lo debo a la pornografía”. El profesor Berit Ås, de la Universidad de Oslo, explica así los efectos de la pornografía infantil: “Cometimos un gran error a finales de los sesenta. Pensamos que la pornografía ofrecería una salida a los agresores sexuales, con lo que se pondría fin a los delitos de ese tipo, y por ello le dimos vía libre. Ahora sabemos que estábamos equivocados: la pornografía valida los delitos sexuales. Hace que el agresor piense: ‘Si puedo ver esto, debe estar bien que lo haga’”.

      En los adultos que se hacen adictos a la pornografía crece el deseo de excitación, lo que lleva a algunos a valerse de amenazas o violencia para someter a los niños a sus prácticas depravadas, que pueden degenerar en violación y asesinato.

      Los raptos de niños también se deben a otras razones. En algunos países han aumentado a causa de la mala situación económica. Las grandes sumas de dinero que las familias ricas pagan como rescate por la liberación de sus hijos sirven de aliciente a los secuestradores. Todos los años se roban niños y se venden a redes ilegales de adopción que los sacan de su país.

      ¿Qué grupo de niños desaparecidos es el más numeroso? ¿Qué les sucede? Los siguientes dos artículos tratan esta cuestión.

      [Fotografía en la página 5]

      El rapto de un niño constituye una pesadilla horrible

      [Recuadro en la página 6]

      Millones de niños se prostituyen

      Según la ONU, a unos diez millones de niños, principalmente de los países en desarrollo, se les ha forzado a prostituirse, muchos de ellos tras haber sido secuestrados. Este tráfico desalmado ha crecido en África, Asia y América Latina a la par que el turismo extranjero. En algunas zonas, dos tercios de los millones de visitantes que se reciben, sobre todo de los países más ricos, son “turistas del sexo”. Pero habrá un día de juicio, pues los crímenes de la humanidad están ‘abiertamente expuestos a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta’, Jehová Dios. (Hebreos 4:13.)

  • Niños raptados por sus padres
    ¡Despertad! 1995 | 8 de febrero
    • Niños raptados por sus padres

      TRAS años de aguantar fuertes palizas y maltrato emocional severo a manos de su esposo, quien finalmente la abandonó por otra mujer, Cheryl solicitó el divorcio.a Una vez conseguida la custodia legal de sus hijos, empezó a rehacer su vida, y poco a poco se restableció la calma... hasta un día en que sonó el teléfono. Era su ex esposo. “Si quieres ver de nuevo a tus hijos, tendrás que volver a casarte conmigo”, le dijo. Al concluir el mes de visita de los niños en el país nativo de su padre, este les impidió regresar con su madre, lo que constituyó un secuestro.

      Destrozada, Cheryl dirigió una instancia al Ministerio de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, pero no halló ninguna vía legal para recuperar a sus hijos. Los sentimientos de total desesperación que había experimentado durante los años de golpizas continuas volvieron a aflorar. “Es casi lo mismo —explica—. No ves cómo acabar con el problema.”

      “Violencia psicológica”

      El rapto de niños por parte de los padres se ha denominado “un acto grave de violencia psicológica” perpetrado contra un progenitor y su hijo. Carolyn Zogg, directora ejecutiva de Child Find of America, Inc., dijo respecto a tales raptores: “Muchos de los padres que hacen esto buscan desquitarse, y se desquitan de la peor forma posible y en el terreno más vulnerable. Se trata del terreno más próximo al [progenitor que tiene la custodia]: su tesoro, sus hijos. [...] No están pensando en el niño, sino en sí mismos y en la revancha, en la venganza”.

      El rapto de un menor no solo produce sentimientos de cólera, pérdida, desesperación y angustia en el padre o la madre, sino que casi invariablemente perjudica de algún modo el bienestar emocional del niño. En algunos casos, este se ve obligado a huir de acá para allá, sin poder forjar amistades estrechas y escuchando mentiras e informaciones distorsionadas sobre el otro progenitor. La experiencia puede causar un gran número de trastornos, como enuresis nocturna, insomnio, afecto o dependencia excesivos, temor a las ventanas y puertas, y pánico. Hasta en los niños más crecidos puede producir pesar y furia.

      En Estados Unidos, todos los años más de trescientos cincuenta mil padres se llevan a un hijo suyo incumpliendo la sentencia sobre la custodia, o no lo devuelven en el momento designado. En más de cien mil de estos casos, un familiar esconde al niño para que el padre o la madre nunca lo encuentre. A algunos niños los sacan del estado e incluso del país.

      Otras razones

      ¿Está siempre motivado el rapto de los hijos por el deseo de reconciliación o un espíritu vengativo? Michael Knipfing, de Child Find, explica que algunos padres temen perder la batalla de la custodia con su ex cónyuge, y, “llevados por tal temor, toman una acción preventiva”. O cuando se ha definido la custodia y uno de los progenitores niega reiteradamente al otro su derecho de visitar a los niños, este llega a frustrarse. Knipfing indica: “Si quieres a tu hijo y no se te permite verlo, tiendes a pensar que no te queda más remedio que agarrarlo y salir corriendo”.

      También dice que ‘la mayoría de la gente no se da cuenta de las implicaciones de secuestrar a un niño. No comprenden que les resultará difícil encontrar trabajo. Hay órdenes de detención contra ellos. Creen que se trata de un problema personal entre ellos y su ex pareja, y no se dan cuenta de que la policía ha intervenido en el asunto. Ahora necesitan dos abogados en lugar de uno, porque se enfrentan a una acusación criminal y al litigio civil de la custodia’.

      Algunos padres pudieran sospechar que su ex pareja maltrata a su hijo. Si el sistema judicial no actúa con prontitud, el desesperado padre o madre tal vez tome acción sin importarle las consecuencias. Esto fue lo que ocurrió en el caso de Hilary Morgan, de 5 años de edad. Un psiquiatra infantil aconsejó la suspensión de los encuentros entre ella y su padre, pues las pruebas de maltrato eran “claras y contundentes”. El tribunal, en cambio, decidió que las pruebas eran inciertas y que el padre podía seguir visitándola sin vigilancia. La Dra. Elizabeth Morgan, madre de Hilary, escondió a su hija, traspasando así el dictamen judicial. Estos padres que raptan a sus hijos y huyen con ellos en busca de protección cuentan con mucho apoyo público.

      En el caso de Elizabeth Morgan, ella perdió a sus pacientes, estuvo más de dos años encarcelada y acumuló una deuda total de más de 1.500.000 dólares en gastos médicos y judiciales. La Dra. Morgan declaró a U.S.News & World Report: “Según los especialistas, a estas alturas mi hija estaría trastornada de por vida si yo no hubiera puesto fin a los maltratos. [...] Tuve que hacer lo que el tribunal no quiso: salvar a mi hija”.

      El siguiente comentario de los investigadores G. Greif y R. Hegar con relación a los secuestros efectuados por los padres es muy certero: “Son casos sumamente complejos que, como un estanque profundo, parecen algo diferentes dependiendo del ángulo desde donde los contemplemos; cada vez que te quedas mirando al agua, ves algo nuevo”. (When Parents Kidnap—The Families Behind the Headlines [Cuando los padres son los secuestradores. Las familias tras los titulares].)

      Aparte de los menores raptados por los padres o por extraños, hay millones más de niños desaparecidos en todo el mundo: los que son echados de su casa y los que huyen de ella. ¿Quiénes son, y qué les ocurre?

      [Nota a pie de página]

      a Hemos cambiado el nombre.

  • Los echan de casa o se fugan
    ¡Despertad! 1995 | 8 de febrero
    • Los echan de casa o se fugan

      “ME CORTÉ el cabello, me vestí de hombre, me puse cadenas y candados alrededor del cuello, me atravesé la mejilla con un imperdible y así empecé a vivir al estilo punk.”—Tamara.

      Si hubiera visto a Tamara en las calles, ¿se habría imaginado que se trataba de una adolescente solitaria y maltratada que pedía a gritos la atención y el afecto que no le había proporcionado su familia? ¿Habría pensado que era una rebelde que acabaría metiéndose en líos con la justicia y quizás se convertiría en una delincuente? Tamara revela a ¡Despertad! los espantosos sucesos que la condujeron a llevar desde los 14 años de edad una vida que nunca había deseado.

      Los que son echados de casa

      Tamara cuenta: “Me crié en un pueblo de montaña de Italia, en el seno de una familia que no conocía el cariño. Desgraciadamente, fui testigo de las acaloradas disputas entre mis padres, durante las cuales se intercambiaban insultos irrepetibles. Muchas veces terminaba envuelta en la pelea, y mi padre, un hombre muy cruel, me golpeaba sin piedad. Los verdugones me duraban semanas.

      ”Cuando tenía 14 años, mi padre me dio algo de dinero y un boleto de tren de ida hacia la ciudad más cercana, que estaba llena de peligros. Hice amistad con otros jóvenes que, como yo, no tenían a nadie que los quisiera. Muchos de nosotros nos convertimos en alcohólicos. Yo me volví arrogante, vulgar y agresiva. En muchas ocasiones no tenía nada que comer. Una tarde de invierno, mis amigos y yo quemamos los muebles para calentarnos. ¡Cuánto hubiera deseado tener una familia que se preocupara por mí, que se interesara en mis sentimientos, mis ansiedades y mis temores! Pero no tenía a nadie; me sentía terriblemente sola.”

      En el mundo de hoy existen cientos de miles de “Tamaras”. En todos los continentes hay niños que han sido abandonados por padres irresponsables.

      Los que se fugan

      Otros jóvenes deciden irse de su casa porque “les aterra la idea de seguir viviendo allí; es muy doloroso y peligroso, así que se lanzan a la calle”. (New York State Journal of Medicine.)

      Cuando Domingos tenía 9 años, su madre volvió a casarse y lo abandonó en un orfanato. Debido a las palizas que le propinaban los sacerdotes, Domingos planeó escaparse. Su madre volvió a llevarlo con ella a casa, donde su padrastro lo sometió a maltrato físico constante. La única manera de librarse de la crueldad del hogar era fugándose.

      Lamentablemente, “millones de niños no pueden confiar en que los adultos de su propia casa les proporcionen un mínimo de cuidado y protección”, escribe Anuradha Vittachi en su libro Stolen Childhood—In Search of the Rights of the Child (Niños sin infancia. En busca de los derechos del menor). También escribe: “Se estima que en Estados Unidos mueren a diario tres niños por maltrato de sus padres”. En una gran cantidad de casos, un miembro de la familia abusa sexualmente de un niño en lugar de protegerlo.

      Explotados y traumatizados

      Domingos se vio obligado a vivir con niños de la calle que robaban y que consumían y vendían droga. La trágica realidad es que muchos de los que han huido de las malas condiciones de su casa son explotados por alcahuetes, pederastas y redes de pornografía. Hambrientos y solos, estos jóvenes aceptan la oferta de un techo bajo el cual vivir y las promesas de que un adulto “benévolo” cuidará de ellos, pero luego descubren que el precio es entregar sus cuerpos a la prostitución. Como no cuentan con experiencia laboral, muchos aprenden a subsistir en las calles de cualquier modo, ya sea seduciendo o siendo seducidos. Algunos no sobreviven. La droga, el alcohol, los asesinatos y los suicidios se cobran muchas vidas jóvenes.

      Una adolescente que había sido prostituta declaró con referencia a la vida de los niños de la calle: “Se pasa mucho miedo en la calle. Lo que más me molesta es que mucha gente, al ver a los niños durmiendo en un tren o vagabundeando siempre por las calles, piensa que es porque quieren. Ahora que soy mayor, no lo veo así. Cada uno de esos niños está clamando por ayuda a su manera. Ellos no desean estar así, pero sus padres no los quieren”.

      En busca de “libertad”

      Otros cientos de miles de jóvenes que se fugan del hogar se han sentido atraídos a la calle por la libertad de que, según se figuran, van a disfrutar allí. Algunos buscan libertad de la pobreza; otros, de la autoridad paternal y de normas que les parecen demasiado estrictas.

      Emma fue una joven que probó la supuesta libertad del control de los padres y de los principios de un hogar cristiano. Emma abandonó su casa para vivir con sus amigos y cayó presa de las drogas. Después de sufrir la violencia de las calles, expresó el deseo de regresar a su casa y dejar la droga. Pero, desgraciadamente, no cortó con las malas compañías, y una tarde de verano que estaba con sus amigos, todos ellos se inyectaron heroína. Para Emma, esta fue la última vez. Entró en coma y murió al día siguiente, sola y abandonada por sus “amigos”.

      ¿Mejorarán las perspectivas de los niños que sufren a manos de sus padres o de otras personas? ¿Habrá alguna vez un mundo en el que no se explote a los jóvenes? ¿Qué esperanzas hay de que la vida familiar mejore al grado que los jóvenes la aprecien y no quieran huir de casa? Encontrará las respuestas en el siguiente artículo.

  • ¿Cuándo acabará la tragedia?
    ¡Despertad! 1995 | 8 de febrero
    • ¿Cuándo acabará la tragedia?

      ¿CUÁNDO dejarán de ser los niños víctimas de raptos, maltratos, explotación y, en muchos casos, de la mala influencia de sus compañeros? ¿Estarían protegidos si se adoptaran más medidas para asegurar el cumplimiento de la ley y se aumentaran las penas por los delitos cometidos contra menores? ¿Terminarían los maltratos y las fugas con más programas sociales para proveer alimento, vivienda y educación? ¿Podrían los padres que se interesan por sus hijos contrarrestar las ansias de emoción que conducen a estos a ambientes destructivos si se les enseñara a comunicarse mejor con ellos?

      Aunque estas medidas podrían ser de utilidad, los niños seguirán sufriendo considerablemente hasta que no se suprima la causa primordial de tales tragedias. Según cierto joven, toda iniciativa para solucionar el problema de los niños que se fugan de casa que no se enfoque en impedir el maltrato y la negligencia en el hogar, probablemente tenga escaso éxito porque el daño ya está hecho.

      La causa fundamental

      ¿Cuál es la raíz de todos estos problemas? ¿Cómo se eliminarán? La Biblia explica que la célula familiar está siendo atacada por espíritus invisibles malvados, a saber, Satanás y sus demonios, que se recrean en la brutalidad, la explotación sexual y la perversión. (Génesis 6:1-6; Efesios 6:12.) Cuando Jesús estuvo en la Tierra, estos demonios atacaban a los niños. Había un muchacho al que atormentaban con convulsiones y lanzaban al fuego. (Marcos 9:20-22.)

      Siglos antes de la venida de Jesús, los demonios ya se deleitaban con la tortura y la quema de niños pequeños sacrificados a dioses paganos repulsivos como Baal, Kemós y Mólek. (1 Reyes 11:7; 2 Reyes 3:26, 27; Salmo 106:37, 38; Jeremías 19:5; 32:35.) Por consiguiente, no debería sorprender que en este mundo actual cada vez más depravado, los demonios procuren que los niños sufran a manos de hombres que están dispuestos a infligirles humillaciones, dolor y muerte. Los perpetradores de tales crímenes monstruosos suelen alimentar la mente de pornografía, lo que estimula sus perversiones.

      La presión que los demonios ejercen en la raza humana ha aumentado en este período de la historia al que la Biblia llama “los últimos días” del actual sistema de cosas inicuo. Esta predijo que serían “tiempos críticos, difíciles de manejar”. Los demonios influyen hoy más que nunca en los humanos para que reflejen su depravación. La Biblia vaticinó que la gente de nuestros días sería feroz y carecería de autodominio, cariño natural y amor al bien. (2 Timoteo 3:1-5, 13.)

      Esta descripción encaja muy bien con las personas codiciosas que producen películas, discos, revistas y libros que ensalzan el adulterio, la droga, el suicidio, el asesinato, la violación, el incesto, la esclavitud y la tortura. Por estos y otros medios, los demonios han promovido una cultura que, como el aire viciado, ha contaminado la mente y el corazón de jóvenes y adultos por igual, y ha erosionado los valores familiares y la moralidad piadosa.

      El incremento de los raptos, abusos sexuales y asesinatos de menores forma parte de la señal de los últimos días. La Biblia también dijo que los ‘hombres serían amadores de sí mismos, desleales, traicioneros y no estarían dispuestos a ningún acuerdo’. En consecuencia, el vínculo matrimonial se rompe hoy en muchos casos poco después de su formación. Con el aumento del número de divorcios, crece igualmente el de raptos por parte de los padres. Y cada vez son más frecuentes los maltratos físicos y los asesinatos de cónyuges actuales o anteriores, siendo las mujeres las principales víctimas. Por lo tanto, nos encontramos con una generación de niños cuyos padres los desatienden y maltratan, empujándolos así a marcharse de casa. Por otra parte, también son característicos de nuestros tiempos los niños “desobedientes a los padres” y “testarudos” que prefieren escaparse con sus amigos a respetar los valores piadosos. (2 Timoteo 3:2-4.)

      Fin inminente del problema

      No obstante, la influencia de Satanás y sus demonios terminará pronto. (Revelación [Apocalipsis] 12:12.) La profecía de Revelación 20:1-3 afirma que Dios los eliminará, después de lo cual su Reino celestial en manos de Jesucristo regirá la Tierra, garantizando justicia y seguridad para todos sus habitantes. (Salmo 72:7, 8; Daniel 2:44; Mateo 6:9, 10.) Habrán desaparecido los codiciosos sistemas comerciales, que oprimen a los pobres y explotan las debilidades humanas para su provecho, puesto que “el mundo va pasando, y también su deseo”. (1 Juan 2:17.) Todos los malhechores serán destruidos, ya que Proverbios 2:22 predice: “Los inicuos [...] serán cortados de la mismísima tierra”.

      Miqueas 4:4 explica que en el nuevo mundo de Dios todos disfrutarán de paz y seguridad: “No habrá nadie que los haga temblar”. ¿Cómo será posible? Gracias a la ley regia del amor. Esta ley suprema gobernará todos los pensamientos y acciones. Los que vivan entonces habrán aprendido a reflejar la personalidad de Jesús y de su Padre, Jehová Dios, pues en caso contrario no se les permitirá seguir con vida. Vistiéndose de ‘los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental y la apacibilidad’, suprimirán el egoísmo de la naturaleza humana. (Colosenses 3:12.) Será una vida rebosante de felicidad; en todos los hogares de la Tierra existirá cariño y afecto.

      Isaías 65:21-23 promete alimento en abundancia y casas buenas para todos: “Ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. [...] No se afanarán para nada, ni darán a luz para disturbio”. Ya no se cometerán más abusos; ni los hijos ni los padres volverán a sufrir nunca.

      Beneficios actuales

      El conocimiento de Jehová y de su propósito de convertir esta Tierra en un paraíso reporta beneficios incluso ahora, en las últimas horas de este sistema inicuo. Este conocimiento ha dado esperanza y un motivo de felicidad a muchos hijos y padres, aunque hayan sido víctimas de nuestros tiempos. Pongamos por ejemplo el caso de Tamara, mencionada en el artículo anterior. Ella explica qué sucedió en su vida:

      “A los 18 años me casé y prácticamente dejé mi círculo de ‘amistades’, algunas de las cuales acabaron en la cárcel, bajo el control de la droga o en el mundo de la prostitución. Pero seguía teniendo la misma personalidad, de modo que me peleaba con mi esposo. Sin embargo, poco después del nacimiento de nuestro hijo, ocurrió algo que cambió mi vida por completo. Encontré una Biblia y comencé a leerla. Una noche leí el capítulo de Proverbios que dice que ‘hallar sabiduría es como hallar tesoros escondidos’. (Proverbios 2:1-6.) Antes de irme a la cama esa noche, pedí en oración esa sabiduría. A la mañana siguiente, los testigos de Jehová llamaron a mi puerta. Empecé a estudiar la Biblia con ellos, pero tardé algún tiempo en poner en práctica lo que aprendía. Finalmente me decidí a seguir el modo de vida cristiano y me bauticé. Ahora, junto con mi esposo, ayudo a otras personas a recibir el consuelo procedente de Dios.”

      Tamara halló, efectivamente, la Fuente de todo consuelo, Jehová Dios, un Padre celestial que nunca abandona a quienes se aferran a él. El Salmo 27:10 nos dice: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería”.

      Domingos, también citado antes, encontró asimismo una verdadera familia que le ha dado consuelo, ánimo y apoyo. Él relata: “Un día recibí el libro Escuchando al Gran Maestro, y me sorprendió saber que Dios tiene nombre, que se llama Jehová.a Asistí a una reunión de los testigos de Jehová y quedé asombrado de ver que no había distinción de clases entre ellos. Los Testigos iniciaron un estudio de la Biblia conmigo a pesar de mi vestimenta pobre, mis modales toscos y mi desconfianza general. Me ayudaron a ir dejando poco a poco mi modo de vida anterior; incluso me ayudaron a encontrar trabajo. Con el tiempo, gracias a su respaldo, progresé hasta el bautismo”.

      Las congregaciones de los testigos de Jehová son como una red de seguridad para los jóvenes. Los Testigos ayudan con mucho gusto a todo el que quiera conocer la esperanza maravillosa que existe respecto al futuro. Los que se esfuerzan por tener una relación personal con su Padre celestial obtienen mucho consuelo, porque a los Testigos se les ha preparado para dar consejo y guía de la Palabra de Dios, la Biblia. Un Testigo señala que se debe mostrar a los jóvenes que están en circunstancias indeseables que a Jehová también le indigna su situación. Esta persona afirma: “Jehová no quiere que se maltrate a los menores ni que sean desdichados. Pero tampoco desea que cambien un tipo de maltrato por otro: el que reciben en la calle. Pueden dirigirse a personas maduras de la organización de Jehová y explicarles su problema para que les muestren la solución”.

      A los niños con corazones receptivos, la Palabra de Dios les ofrece un fuerte incentivo para evitar la trampa de la presión de los compañeros. Una joven de 17 años llamada Frances se dejó convencer por una condiscípula para que faltara a clases en unas cuantas ocasiones sin el conocimiento de sus padres. Al final se escapó de casa. Tras causar varias horas de angustia a sus padres, regresó. Más tarde, dos Testigos de su congregación la visitaron. Dialogando, supieron que la causa del problema no era el ambiente familiar, y con ternura le dieron consejo oportuno. Le hablaron de la obligación cristiana de los jóvenes de respetar a sus padres (Efesios 6:1, 2); de la necesidad de ser honestos, pues ella había faltado a la escuela sin decírselo a ellos (Efesios 4:25), y de la importancia de evitar las malas compañías (1 Corintios 15:33). Frances respondió al consejo.

      Ayuda de lo alto

      Cheryl también recibió ayuda de Jehová cuando su ex esposo secuestró a sus hijos.b A la pregunta de qué la ayudó a afrontar esa pesadilla, contestó: “Lo primero que hice fue leer los Salmos, en particular el Salmo 35. Fue reconfortante saber que Jehová veía la injusticia de que era objeto”. El Salmo 35:22, 23 dice: “Tú has visto, oh Jehová. No te quedes callado. Oh Jehová, no te mantengas lejos de mí. Levántate, sí, y despierta para atender a mi juicio, [...] a mi litigio”.

      Al cabo de dos años, con la ayuda de Jehová y de los Testigos, Cheryl se enfrentó a su ex esposo y visitó a sus hijos. Les dio explicaciones tranquilizadoras de por qué les había ocurrido aquello y les aseguró que no los había abandonado. Como los había educado para que honraran a Jehová, les pudo decir que en todo momento había confiado en ellos. Ella explicó: “Sé que mis hijos aman a Jehová, y él no va a permitir que reciban daño permanente”.

      Y así sucedió. Debido a su insistencia ante los agentes de inmigración extranjeros y su confianza en Jehová expresada mediante oraciones sinceras, Cheryl consiguió que le devolvieran a sus hijos. Aseguró: “Debo decir que los recuperé únicamente gracias a Jehová”.

      ¡Qué importante es que enseñemos a nuestros hijos ahora quién es Jehová y cómo hay que adorarlo! La Biblia menciona en 1 Pedro 3:12 que los ojos de Jehová “están sobre los justos, y sus oídos están hacia su ruego”. Jehová es un verdadero refugio para nuestros hijos. Su nombre es “una torre fuerte. A ella corre el justo, y se le da protección”. (Proverbios 18:10.)

      Aunque vivimos en tiempos muy peligrosos y no siempre sabemos qué les puede ocurrir a nuestros hijos, los padres que adoran a Jehová saben que, si son fieles, nadie les puede causar daño permanente. Él incluso ha prometido resucitar a todos los que han muerto víctimas de nuestros tiempos, y borrar el dolor y sufrimiento que se les infligió. (Isaías 65:17, 18; Juan 5:28, 29.)

      La esperanza del nuevo mundo de Dios es formidable, como también lo es saber que él pronto librará a la Tierra de Satanás y su pérfido sistema. Ya no penderá ninguna amenaza sobre nuestros hijos. Uno de los cánticos que los testigos de Jehová entonan en sus reuniones de congregación habla de ese nuevo sistema con estas palabras: “Cuando los niños canten / y el gozo reine por doquier, / podrás ver la resurrección / ¡si fijas allí la visión!”.

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