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  • ¿Por qué me siento tan inseguro?
  • ¡Despertad! 1990
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¡Despertad! 1990
g90 22/4 págs. 25-27

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué me siento tan inseguro?

“Cuando estoy con otros, siempre me preocupo por mi apariencia, por lo que digo, lo que hago y lo que la otra persona estará pensando de mí. Tengo una constante sensación de inseguridad.” (Angélica, de diecisiete años.)

¿TE RETIENES de hacer cosas que en realidad te gustaría hacer solo por temor al fracaso? ¿Sientes celos por los éxitos de los demás? ¿Te preocupas mucho por lo que otros piensen de ti? ¿Te inquieta conocer a nuevas personas? ¿Te derrumbas cuando te critican? Si es así, es posible que tú también estés sufriendo la angustia que produce la inseguridad. ¿De dónde vienen estos sentimientos? ¿Cómo puedes vencerlos?

Jóvenes y vulnerables

En primer lugar, debes saber que todo el mundo tiene sentimientos de inseguridad. Todos hemos nacido imperfectos, y por consiguiente somos propensos a sentirnos incompetentes o hasta inútiles de vez en cuando. (Santiago 3:2; compárese con Romanos 7:21-24.) Para colmo, eres joven e inexperto. Es de lo más natural que te sientas inquieto ante circunstancias que no te son familiares o cuando se te pide que hagas algo completamente nuevo para ti.

Por ejemplo, la Biblia nos habla de cómo se sintió el joven Jeremías cuando Dios lo nombró profeta. Aunque es probable que tuviese ya más de veinte años, Jeremías se sintió inseguro respecto a si podría llevar a cabo dicha asignación, y se excusó diciendo: “Solo soy un muchacho”. (Jeremías 1:6.) Por lo visto, el joven Timoteo también se sintió incompetente, pues el apóstol Pablo tuvo que darle consejo franco para ayudarle a vencer sus sentimientos de inseguridad. (1 Timoteo 4:11-16; 2 Timoteo 1:6, 7.)

El libro Talking With Your Teenager (Hable con su hijo adolescente) dice que los jóvenes “se encuentran, por naturaleza, en un estado muy vulnerable. [...] Se preocupan por su apariencia, por lo que han dicho, por si son populares o inspiran cariño. [...] Son tímidos y se les hace sentir abochornados o humillados con facilidad”. Es frecuente que los jóvenes tengan “un sentido muy incierto de quiénes son”. ¿A qué se debe esto?

Una de las razones es que durante esos años de su vida los jóvenes crecen y cambian muy deprisa. La doctora Betty B. Youngs dice que “estos cambios, que no pueden ser controlados [por el joven], son intensos, emocionalmente agotadores y alarmantes [...]. [El] adolescente no puede ver la luz al final del túnel y no tiene ni idea de lo que le va a sobrevenir a continuación. Como es natural, no poder controlar la situación le causa inseguridad y estrés”.

La influencia de amigos y familiares

Otro factor es el ambiente que reina en tu casa. La familia debe ser fuente de dirección espiritual y de apoyo emocional. (Efesios 6:1-4.) La Biblia incluso da el siguiente mandato a los padres: “Padres, no estén exasperando a sus hijos, para que ellos no se descorazonen”. (Colosenses 3:21.)

Es lamentable el hecho de que algunos padres sí exasperan a sus hijos al criticarlos constantemente, sin proporcionarles las expresiones de encomio y afecto que tanto necesitan. La psicóloga Eleanor S. Field explica: “La crítica por parte de los padres con frecuencia provoca un sentimiento de inseguridad muy arraigado. [...] Y si cuando alcanzas la adolescencia todavía recibes mensajes [negativos], esto solo reforzará tus sentimientos de inseguridad”.

El que tus compañeros se burlen de ti constantemente o critiquen tu apariencia o forma de actuar también puede socavar la confianza en ti mismo. Si obedeces el mandato de Jesús de no ser ‘parte del mundo’ (Juan 17:16), estarás particularmente expuesto a recibir tales críticas. Un joven de quince años llamado Andrew se expresó así: “Eso me produce frustración. Quieres ser uno más entre ellos, pero no ser como ellos. No quieres que te rechacen, pero al mismo tiempo procuras apegarte a los principios bíblicos”. Una muchacha de quince años añadió: “Resulta duro porque no quieres que otros jóvenes digan que eres rara. Todos queremos caer bien a los demás”. Mantener el equilibrio apropiado puede ser una verdadera lucha que te haga sentir inseguro.

No obstante, algunas veces los sentimientos de inseguridad se los crea uno mismo. “Cuando estoy con otros —reconoció una joven de diecisiete años— me siento insignificante porque no sé hacer nada bien, y eso me provoca mucha inseguridad.” Tales sentimientos pueden tener su raíz en comparaciones no equitativas con otros.

Cómo luchar contra los sentimientos de inseguridad

Sea cual sea su causa, los sentimientos de inseguridad son tan solo parte del desarrollo y puede que nunca desaparezcan por completo.a Es posible que hasta personas adultas y equilibradas, a causa de una preocupación desmedida por su apariencia, reputación o aptitudes, vean también debilitada la confianza que tienen en sí mismas.

Muchos jóvenes tratan de disimular su falta de confianza en sí mismos mediante muestras de falsa fanfarronería, atuendo extravagante o comportamiento rebelde, pero hay maneras mucho mejores de hacer frente a la situación cuando te sientes inseguro.

Reconoce tus cualidades positivas: Puede que tu figura o tu físico no sean perfectos, pero posiblemente has cultivado las cualidades cristianas de “amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, autodominio”. (Gálatas 5:22, 23.) Estas cualidades son muchísimo más valiosas que cualquier atributo físico, y pueden ayudarte a ganar la aprobación de Dios.

Evita comparaciones que no sean equitativas: Como dijo en cierta ocasión Eleanor Roosevelt, esposa del trigésimo segundo presidente de Estados Unidos: “Nadie puede hacerte sentir inferior si tú no lo consientes”. Gálatas 6:4 nos da un buen consejo al respecto: “Que cada uno pruebe lo que su propia obra es, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona”.

¿Acaso el hecho de que alguien sea más guapo, tenga mejor ropa o sea más inteligente le hace mejor persona que tú? Lo cierto es que las apariencias externas no cuentan mucho para Dios. La Biblia dice: “Porque no de la manera como el hombre ve es como Dios ve, porque el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón”. (1 Samuel 16:7.)

Evita el lazo de los celos: “Los celos son podredumbre a los huesos” y engendran inseguridad. (Proverbios 14:30.) Por el contrario, aprende a ‘regocijarte con los que se regocijan’ y a alegrarte sinceramente por los logros de otros. (Romanos 12:15.) Si lo haces, los demás se sentirán mucho menos inclinados a hacer comentarios negativos sobre tus éxitos.

Interésate por otros: El doctor Allan Fromme comentó que “los que tienen un buen concepto de sí mismos disfrutan de cierta paz, porque se centran en otros [...]. Los que se tienen en poco son prisioneros del propio yo. Están encerrados en sí mismos, pendientes siempre de su persona”. Huye de esa situación por medio de no estar “vigilando con interés personal solo [tus] propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás”. (Filipenses 2:4.) Cuanto más te intereses por otros, menos te preocuparás por tus propios sentimientos de inseguridad.

Tómate las críticas con calma: “No des tu corazón a todas las palabras que hable la gente”, sobre todo cuando lo único que hacen es rebajarte. (Eclesiastés 7:21.) Por otro lado, si la crítica es merecida, busca maneras de aplicarla. “El sabio escucha y absorbe más instrucción [...]. La sabiduría y la disciplina son lo que han despreciado los que simplemente son tontos.” (Proverbios 1:5, 7.) Quizás te quedes corto en algún campo, pero eso no significa en absoluto que seas un fracaso como persona.

¿Y si las críticas vienen de tus padres? Los padres tienen la responsabilidad de disciplinar a sus hijos. (Efesios 6:4.) Si piensas que lo hacen de manera excesiva, injusta o humillante, podrías escoger un momento tranquilo para hablar del asunto con ellos y explicarles cómo te afectan sus palabras.

Fíjate metas realistas: No necesitas ser el alumno más destacado de la clase para ser un buen estudiante, ni tampoco convertirte en un atleta olímpico para disfrutar de los deportes. “La sabiduría está con los modestos”, y la modestia implica conocer nuestras limitaciones. (Proverbios 11:2.) No obstante, eso no significa que tengas que fijarte metas demasiado bajas por temor al fracaso, pues este puede servir de aprendizaje. Al fin y al cabo, se aprende a caminar por medio de superar la tendencia a caer.

No temas ser diferente: Los jóvenes que permiten que sus compañeros controlen su modo de hablar, vestir y arreglarse no son más que esclavos. (Romanos 6:16.) Tú, por el contrario, procura ‘servir a Jehová como esclavo’. (Romanos 12:11.) Si se burlan de ti por hacer lo que está bien, te servirá de consuelo saber que tu valentía regocija el corazón de Dios. (Proverbios 27:11.)

Aunque seguro que estas sugerencias te ayudarán, no esperes desarrollar seguridad en ti mismo de la noche a la mañana. Ten paciencia, espera reveses y trata de no ceder a la autocompasión. Al debido tiempo te sentirás más seguro que nunca.

[Nota a pie de página]

a Aquí no hablamos de los sentimientos de inseguridad que surgen a raíz de sufrir serio maltrato verbal o sexual. Aunque algunos de los principios que se consideran a continuación pueden ser útiles, es posible que para que cicatricen las heridas emocionales que dicho maltrato les haya ocasionado, las víctimas necesiten que se les suministre con paciencia mucha ayuda.

[Fotografía en la página 26]

Si los padres son excesivamente críticos con sus hijos y no los encomian, pueden crearles sentimientos de inseguridad

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