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  • ¿Qué implica la invitación de Jesús “Sé mi seguidor”?
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO UNO

      ¿Qué implica la invitación de Jesús “Sé mi seguidor”?

      De rodillas, un joven gobernante rico haciéndole una pregunta a Jesús.

      “¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”.

      1, 2. ¿Cuál es la mejor invitación que puede recibir un ser humano, y qué pregunta hacemos bien en plantearnos?

      ¿CUÁL es la mejor invitación que ha recibido? Tal vez piense en la ocasión en que lo invitaron a un evento especial, como la boda de una pareja muy querida. O quizás lo invitaron a trabajar en algo importante. Si alguna vez ha recibido este tipo de invitaciones, seguro que se sintió emocionado e incluso honrado. Pero lo cierto es que le han hecho una invitación muchísimo mejor. En realidad, nos la han hecho a todos, y la respuesta que demos influirá profundamente en nuestra vida. Aceptarla es la decisión más importante que podemos tomar.

      2 ¿De qué invitación estamos hablando? De la que nos hace Jesucristo, el Hijo unigénito del Dios todopoderoso, y que encontramos en las páginas de la Biblia. En Marcos 10:21, Jesús dijo: “Ven y sé mi seguidor”. Y precisamente esta es la invitación que nos dirige a cada uno de nosotros. Por eso, hacemos bien en plantearnos: “¿Qué le responderé?”. La respuesta tal vez parezca obvia, pues ¿quién va a negarse a aceptar una oportunidad tan maravillosa? Pero, aunque parezca extraño, la mayoría de la gente no la acepta. ¿Por qué?

      3, 4. a) ¿Qué cosas tenía el hombre que le preguntó a Jesús por la vida eterna? b) ¿Qué cualidades pudo haber visto Jesús en aquel gobernante rico?

      3 Veamos el ejemplo de un hombre que recibió esta invitación en persona hace casi 2.000 años. Se trataba de alguien muy respetado que tenía al menos tres cosas que por lo general todo el mundo quiere: juventud, dinero y poder. De hecho, la Biblia dice que era “joven”, que era “muy rico” y que era “un gobernante” (Mateo 19:20; Lucas 18:18, 23). Pero se destacaba por algo más importante: había oído hablar del Gran Maestro, Jesús, y lo que había oído le había gustado.

      4 La mayoría de los gobernantes de aquel tiempo no trataban a Jesús con el respeto que merecía (Juan 7:48; 12:42). Pero aquel gobernante actuó de manera distinta. La Biblia dice que, cuando Jesús iba por el camino, este hombre “vino corriendo, cayó de rodillas delante de él y le preguntó: ‘Buen Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?’” (Marcos 10:17). Fíjese: tenía tanto interés en hablar con Jesús que llegó al punto de correr hacia él, como habría hecho alguien de las clases sociales más bajas. Y, por si fuera poco, se arrodilló respetuosamente. Está claro que tenía cierto grado de humildad, y comprendía que debía satisfacer sus necesidades espirituales. Jesús valoraba mucho estas cualidades (Mateo 5:3; 18:4). Por eso, no nos extraña que, al mirarlo, Jesús sintiera “cariño por él” (Marcos 10:21). Ahora bien, ¿qué le contestó Jesús?

      Una invitación única

      5. ¿Qué le respondió Jesús al joven rico, y cómo sabemos que lo que le faltaba no era deshacerse de todas sus cosas? (Vea también la nota).

      5 Jesús indicó que su Padre ya le había dado información sobre esa importante pregunta, es decir, sobre lo que debemos hacer para obtener la vida eterna. Para eso, citó de las Escrituras, y entonces el joven le dijo que ya estaba cumpliendo fielmente la Ley mosaica. Pero Jesús, que podía ver más allá de las apariencias, vio que había un problema (Juan 2:25). Percibió que aquel gobernante tenía un grave problema espiritual, así que le dijo: “Te falta una cosa”. ¿A qué “cosa” se refería? Jesús le dijo: “Ve a vender lo que tienes y dales el dinero a los pobres” (Marcos 10:21). ¿Quería decir Jesús que para servir a Dios hay que quedarse en la miseria? No.a Más bien, estaba enseñando algo muy importante.

      6. ¿Qué invitación le hizo Jesús al joven gobernante rico? ¿Cómo demostró la respuesta del joven lo que había en su corazón?

      6 A fin de dejar claro lo que le faltaba a aquel joven, Jesús le hizo una invitación extraordinaria: “Ven y sé mi seguidor”. ¡Imagínese: el propio Hijo del Altísimo invitándolo en persona a seguirlo! Además, le prometió una gloriosa recompensa, algo que jamás hubiera podido soñar: “Tendrás un tesoro en el cielo”. ¿Aceptó de inmediato esa increíble invitación el gobernante rico? El relato aclara que, en vez de eso, “se desanimó y se fue muy triste, ya que tenía muchas posesiones” (Marcos 10:21, 22). Por lo tanto, la respuesta inesperada de Jesús sacó a la luz el problema que había en el corazón de aquel hombre: estaba demasiado apegado a sus posesiones y, seguramente, no quería perder la autoridad y el prestigio que le daban sus riquezas. Por desgracia, amaba más todo aquello que a Cristo. Esto nos permite ver qué “cosa” le faltaba: aunque les tuviera amor a Jesús y a Jehová, no era un amor incondicional ni sacrificado. Por eso rechazó una invitación única. Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo esto con nosotros?

      7. ¿Por qué podemos estar seguros de que la invitación de Jesús también va dirigida a cada uno de nosotros?

      7 Esa invitación no se limitaba a ese gobernante ni a un círculo selecto de gente. Jesús “se puso a decirles a todos: ‘Si alguien quiere ser mi seguidor, que [...] me siga constantemente’” (Lucas 9:23). Como vemos, “todos” pueden ser seguidores de Cristo, si de verdad quieren serlo. Dios atrae a las personas de buen corazón a su Hijo (Juan 6:44). Por eso la invitación de Jesús no va dirigida solo a los ricos ni solo a los pobres. Tampoco se limita a gente de cierta raza, nación o época. Más bien, es una oportunidad para todos. Así que la invitación “Ven y sé mi seguidor” también tiene que ver con usted. Pero ¿qué razones hay para seguir a Cristo? ¿Y qué implica seguirlo?

      Razones para seguir a Cristo

      8. ¿Qué necesidad tenemos todos los seres humanos, y por qué?

      8 Todos los seres humanos necesitamos un líder que nos dirija bien. Y, aunque muchos no quieran reconocerlo, esta es una verdad innegable. De hecho, el profeta Jeremías lo reconoció así por inspiración divina: “Oh, Jehová, yo sé muy bien que el hombre no es dueño de su camino. Al hombre que está andando ni siquiera le corresponde dirigir sus pasos” (Jeremías 10:23). Así es, los seres humanos no son capaces de gobernarse ni tienen el derecho a hacerlo. En líneas generales, la historia es una larga sucesión de malos dirigentes (Eclesiastés 8:9). En los días de Jesús, las autoridades oprimían, maltrataban y engañaban al pueblo. Jesús veía que las personas comunes y corrientes estaban “como ovejas sin pastor” (Marcos 6:34). Y lo mismo se puede decir de las personas de la actualidad. Sea a nivel colectivo o individual, necesitamos un líder que merezca nuestra confianza y respeto. ¿Será Jesús ese líder? Tenemos razones para decir que sí. Veamos algunas.

      9. ¿Qué hace a Jesús diferente de los demás líderes?

      9 En primer lugar, Jesús ha sido elegido por Jehová Dios. La mayoría de los dirigentes humanos han sido escogidos por personas que son igual de imperfectas que ellos y que, por tanto, son presa fácil de engaños y errores de juicio. Pero Jesús es un líder muy diferente, como lo indica el propio título que recibe. La palabra Cristo, al igual que Mesías, significa “ungido”. Y Jesús fue ungido (o sea, nombrado para desempeñar un cargo sagrado) por el propio Señor Soberano del universo. Jehová Dios dijo sobre su Hijo: “Miren, este es mi siervo, a quien elegí; mi amado, quien tiene mi aprobación. Pondré mi espíritu sobre él” (Mateo 12:18). Nadie sabe mejor que el Creador la clase de líder que nos hace falta. Y, como Jehová posee sabiduría infinita, podemos confiar plenamente en su elección (Proverbios 3:5, 6).

      10. ¿Por qué es el ejemplo de Jesús el mejor que podemos seguir?

      10 En segundo lugar, Jesús nos ha dejado un ejemplo perfecto que nos motiva a seguirlo. El mejor líder es el que tiene cualidades dignas de admirar e imitar, el que traza con su ejemplo el camino por el que deben ir sus seguidores y el que los motiva a ser mejores personas. ¿Cuáles son las cualidades que más admira usted de un líder? ¿La valentía? ¿La sabiduría? ¿La compasión? ¿La perseverancia ante las dificultades? Al estudiar la vida de Jesús en la Tierra, veremos que reunía todas estas cualidades y muchas más. Como era el reflejo exacto de su Padre celestial, demostraba a la perfección todas las preciosas cualidades de Dios. Era un hombre perfecto en todo sentido. Por eso, cada una de sus acciones, palabras y emociones es digna de imitar. La Biblia dice que les puso a los cristianos “el ejemplo para que siguieran fielmente sus pasos” (1 Pedro 2:21).

      11. ¿Cómo demostró Jesús que era “el pastor excelente”?

      11 En tercer lugar, Jesús demostró que era “el pastor excelente”, como él mismo afirmaba (Juan 10:14). Esta imagen la entendían muy bien las personas de tiempos bíblicos. Sabían que el pastor tenía que trabajar mucho para cuidar del rebaño, y que, si de verdad era “excelente”, le daba más importancia a la seguridad del rebaño que a la suya propia. Este fue el caso de un antepasado de Jesús, el rey David, quien de joven arriesgó la vida en más de una ocasión para proteger de las fieras a las ovejas que cuidaba (1 Samuel 17:34-36). Pero Jesús hizo mucho más por sus seguidores: dio la vida por ellos (Juan 10:15). ¿Cuántos líderes tienen un espíritu de sacrificio como ese?

      12, 13. a) ¿Cómo demuestra un pastor que conoce a sus ovejas, y cómo demuestran ellas que lo conocen a él? b) ¿Por qué le gustaría a usted que lo guiara el Pastor excelente?

      12 Jesús también fue “el pastor excelente” en otro sentido, pues dijo: “Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí” (Juan 10:14). Pensemos en el cuadro que él estaba presentando. Aunque para muchos el rebaño sea tan solo un conjunto de animalitos lanudos, el pastor no lo ve así. Él conoce a cada una de sus ovejas: a las preñadas —que necesitarán su ayuda en el parto—, a las enfermas o lastimadas y a los corderitos que tiene que cargar por ser muy pequeños o estar muy débiles. Y las ovejas también conocen a su pastor. Identifican su voz y nunca la confunden con la de ningún otro. Y, cuando notan un tono de alarma o urgencia en la voz del pastor, reaccionan con rapidez. Además, siempre lo siguen adonde él las dirige, y él sabe adónde llevarlas. Sabe dónde hay pastos verdes, corrientes de agua limpia y campos seguros. Cuando el pastor las vigila, se sienten a salvo del peligro (Salmo 23).

      13 ¿A quién no le gustaría tener un líder así? El Pastor excelente ha demostrado de forma incomparable que trata así a sus seguidores. Promete llevarnos a cada uno de nosotros a una vida llena de alegrías y satisfacciones en la actualidad, y guiarnos a un futuro que será eterno (Juan 10:10, 11; Apocalipsis 7:16, 17). Por lo tanto, necesitamos saber qué implica seguir a Cristo.

      ¿Qué implica seguir a Cristo?

      14, 15. Para seguir a Cristo, ¿por qué no basta con afirmar que uno es cristiano o que uno ama a Jesús?

      14 Cientos de millones de personas quizá piensen que han aceptado la invitación de Cristo, pues, al fin y al cabo, se llaman cristianas. Tal vez sigan en la religión en la que los bautizaron sus padres. O incluso quizás afirmen amar a Cristo y haberlo aceptado como su Salvador personal. Pero ¿los convierte eso realmente en seguidores de Cristo? ¿Es a eso a lo que se refería Jesús con la invitación de seguirlo? La verdad es que esa invitación implica mucho más.

      15 Pensemos en la cristiandad. En muchos países, la mayoría de las personas afirman ser cristianas. Pero ¿sigue la cristiandad las enseñanzas de Jesús? ¿O vemos en estos países el mismo odio, opresión, delincuencia e injusticia que en el resto del mundo?

      16, 17. ¿Qué suele faltarles a muchos que afirman ser cristianos, y qué distingue a los verdaderos seguidores de Cristo?

      16 Jesús dijo que, para saber quiénes serían sus verdaderos seguidores, no bastaría con ver quiénes dicen ser cristianos. Más bien, habría que ver quiénes se portan como cristianos. Por ejemplo, él dijo: “No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el Reino de los cielos. Solo entrarán los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). ¿Por qué hay tantas personas que dicen que Jesús es su Señor, pero no hacen la voluntad de su Padre? Por lo general, porque les pasa lo mismo que al gobernante rico. Les “falta una cosa”: no aman con toda el alma ni a Jesús ni a su Padre, quien lo envió.

      17 ¿Cómo es eso posible? ¿Acaso no hay millones de personas que aseguran ser cristianas y amar a Cristo? Así es. Sin embargo, el amor a Jesús y a Jehová no debe quedarse en simples palabras. Jesús dijo: “Si alguien me ama, obedecerá mis palabras” (Juan 14:23). Y, refiriéndose a su papel de Pastor, señaló: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen” (Juan 10:27). Como vemos, el auténtico amor a Cristo no se queda solo en sentimientos y palabras, sino que sobre todo se demuestra con acciones.

      18, 19. a) ¿Qué efecto debería tener en nosotros lo que aprendamos acerca de Jesús? b) ¿Cuál es el objetivo de este libro, y cómo les ayudará a quienes piensan que llevan mucho tiempo siguiendo a Cristo?

      18 Ahora bien, las cosas que hacemos revelan lo que somos por dentro. Así que hay que empezar por lo que somos en el interior. Jesús dijo: “Esto significa vida eterna: que lleguen a conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Si nos esforzamos por conocer a Jesús mediante la Biblia y meditamos en lo que leemos, lo que aprendamos influirá en nuestro corazón. Amaremos cada vez más a Jesús, y aumentarán nuestras ganas de seguirlo todos los días.

      19 Y precisamente ese es el objetivo de este libro. Esta publicación no pretende hacer un resumen completo de la vida y el ministerio de Jesús, sino ayudarnos a entender con más claridad cómo podemos seguirlo.b Se ha preparado para que nos miremos en el espejo de la Palabra de Dios y nos preguntemos: “¿De verdad estoy siguiendo a Jesús?” (Santiago 1:23-25). Ahora bien, ¿y si pensamos que ya llevamos mucho tiempo siguiendo al Pastor excelente? Bueno, ¿no es cierto que siempre podemos mejorar en algo? La Biblia nos hace esta invitación: “Sigan examinándose para saber si están firmes en la fe. Sigan comprobando lo que ustedes mismos son” (2 Corintios 13:5). Así que es importante que nos aseguremos de estar aceptando la guía del tierno Pastor excelente, Jesús, el Líder que Jehová ha elegido para nosotros.

      20. ¿Qué vamos a examinar en el próximo capítulo?

      20 Al estudiar este libro, usted podrá fortalecer su amor por Jesús y por Jehová. Si su vida gira en torno a ese amor, disfrutará de la mayor paz y felicidad que se puede tener en este sistema. Además, podrá darle las gracias a Jehová durante toda la eternidad por haberle dado un Pastor excelente. Claro, para conocer mejor a Jesús, primero tenemos que saber exactamente quién es él. Por eso, en el capítulo 2 examinaremos la función que desempeña Jesús en el propósito de Jehová.

  • “El camino, la verdad y la vida”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO DOS

      “El camino, la verdad y la vida”

      Jesús andando por un camino mientras algunas personas muy felices lo siguen.

      “Sé mi seguidor”.

      1, 2. ¿Por qué no puede ninguno de nosotros hallar por su cuenta el camino que nos acerca a Dios, y cómo nos ayuda Jesucristo a hacerlo?

      ¿HA ESTADO usted perdido alguna vez? Quizá recuerde alguna ocasión en que iba a visitar a un amigo o un familiar y no lograba dar con la dirección. Al ir avanzando por un camino desconocido, ¿se detuvo en algún momento a pedir ayuda? Imagínese que, en una situación como esa, se encuentra con una persona bondadosa que no se limita a explicarle cómo llegar, sino que le dice: “Mejor sígame, que lo acompaño”. ¡Qué gran alivio!

      2 Pues bien, en cierto sentido, eso es lo que ha hecho Jesús por los seres humanos. Ninguno de nosotros podría hallar por cuenta propia el camino que nos acerca a Dios. Como hemos heredado la imperfección y el pecado, todos nos encontramos perdidos, “separados de la vida que le pertenece a Dios” (Efesios 4:17, 18). Y justamente por eso necesitamos orientación y guía. Pero Jesús es como esa persona bondadosa: no solo nos aconseja y dirige, sino que nos invita a seguir sus pasos. Como vimos en el capítulo 1, nos hace esta invitación: “Ven y sé mi seguidor” (Marcos 10:21). Además, nos da muy buenos motivos para seguirlo. En una ocasión dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí” (Juan 14:6). Veamos algunas razones por las que solo podemos acercarnos al Padre a través del Hijo. Luego, con estas razones presentes, examinemos de qué maneras demuestra él que es “el camino, la verdad y la vida”.

      Un papel muy importante en el propósito de Jehová

      3. ¿Por qué hay que acercarse a Dios a través de Jesús?

      3 Jehová le encargó a su Hijo un papel muy importante, y esa es la razón principal por la que solo podemos acercarnos a Dios a través de Jesús.a El Padre lo convirtió en la figura central, el elemento clave en el desarrollo de todos sus propósitos (2 Corintios 1:20; Colosenses 1:18-20). Para comprender ese papel tan importante, debemos reflexionar sobre lo que ocurrió en el jardín de Edén, cuando la primera pareja humana se unió a la rebelión de Satanás contra Jehová (Génesis 2:16, 17; 3:1-6).

      4. ¿Qué cuestión planteó la rebelión de Edén, y cómo decidió resolverla Jehová?

      4 La rebelión de Edén planteó una cuestión de trascendencia universal: ¿es aquel que lleva el nombre Jehová realmente santo, bueno, justo y amoroso en todo lo que hace? Para resolver esta cuestión, Jehová decidió enviar a la Tierra a un hijo espiritual perfecto. Este hijo realizaría una misión de máxima importancia: entregaría su vida para santificar el nombre de su Padre y pagar un rescate para salvar a la humanidad. Al mantenerse fiel hasta la muerte, haría posible que se resolvieran todos los problemas causados por la rebelión de Satanás (Hebreos 2:14, 15; 1 Juan 3:8). Ahora bien, Jehová contaba con millones y millones de hijos espirituales perfectos (Daniel 7:9, 10). ¿A cuál elegiría para realizar esta misión tan importante? A su “Hijo unigénito”, quien llegó a ser conocido como Jesucristo (Juan 3:16).

      5, 6. ¿Cómo demostró Jehová que confiaba en su Hijo, y en qué se basaba esa confianza?

      5 ¿Debería sorprendernos la elección de Jehová? ¡No, para nada! El Padre tenía confianza absoluta en su Hijo unigénito. Siglos antes de enviarlo a la Tierra, Jehová anunció que su Hijo se mantendría fiel en medio de todo tipo de sufrimientos (Isaías 53:3-7, 10-12; Hechos 8:32-35). Pensemos en las implicaciones de esta profecía. Como todas las criaturas inteligentes, su Hijo tenía libre albedrío, es decir, la capacidad de tomar sus propias decisiones. Aun así, Jehová confiaba tanto en él que profetizó que le sería leal. ¿En qué se basaba esa confianza? En el conocimiento. Jehová lo conoce a la perfección y sabe cuánto desea agradarle (Juan 8:29; 14:31). Además, el Hijo ama al Padre, y Jehová siente lo mismo por él (Juan 3:35). Ese amor mutuo crea entre ellos un lazo de unión y confianza que no se puede romper (Colosenses 3:14).

      6 Como hemos visto, el Hijo tiene un papel muy importante. El Padre confía por completo en él, y el amor que los une es muy intenso. Por eso no nos extraña que nosotros solo podamos acercarnos al Padre mediante Jesús. Sin embargo, hay otra razón por la que el Hijo es el único que puede llevarnos al Padre.

      El Hijo es el único que conoce realmente al Padre

      7, 8. ¿Por qué pudo asegurar Jesús que “nadie conoce realmente al Padre excepto el Hijo”?

      7 Para acercarnos a Jehová, tenemos que cumplir ciertos requisitos (Salmo 15:1-5). Y el Hijo conoce mejor que nadie las normas divinas que hay que cumplir para tener la aprobación de Dios. Jesús dijo: “Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce realmente al Hijo excepto el Padre. Y nadie conoce realmente al Padre excepto el Hijo y todo aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mateo 11:27). Veamos por qué Jesús no estaba exagerando cuando aseguró que “nadie conoce realmente al Padre excepto el Hijo”.

      8 Como el Hijo es “el primogénito de toda la creación”, tiene una relación muy especial con Jehová (Colosenses 1:15). Imagínese la relación tan estrecha que se desarrolló entre ellos durante todo el tiempo que estuvieron solos: desde que Jehová creó a Jesús, hasta que llegaron a existir otros seres espirituales (Juan 1:3; Colosenses 1:16, 17). Piense en la maravillosa oportunidad que tuvo el Hijo al estar junto a su Padre, adoptando su forma de pensar y aprendiendo su voluntad, sus normas y su manera de actuar. Sin duda, no es una exageración afirmar que Jesús lo conoce mejor que nadie. Gracias a esta relación tan estrecha, Jesús pudo revelar de una manera única cómo era la personalidad de su Padre. Ninguna otra persona podría haberlo hecho así.

      9, 10. a) ¿De qué maneras reveló Jesús a su Padre? b) ¿Qué debemos hacer para tener la aprobación de Jehová?

      9 Por un lado, Jesús reveló con sus enseñanzas que él conocía muy bien lo que Jehová piensa, lo que siente y lo que espera de quienes lo adoran.b Pero además, reveló al Padre de otra manera muy importante. Jesús dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:9). Y es que él lo imitó a la perfección en todo lo que dijo e hizo. En la Biblia, vemos por ejemplo que su forma de hablar y enseñar impactaba a las personas, que su compasión lo movía a curar a la gente y que su empatía lo llevaba a derramar lágrimas al ver el sufrimiento de los demás. Así que, cuando vemos todos estos detalles sobre Jesús, podemos imaginarnos muy bien a Jehová haciendo lo mismo (Mateo 7:28, 29; Marcos 1:40-42; Juan 11:32-36). Las palabras y acciones del Hijo revelaron perfectamente la forma de actuar del Padre y también su voluntad (Juan 5:19; 8:28; 12:49, 50). Por lo tanto, para tener la aprobación de Jehová, debemos obedecer las enseñanzas de Jesús y seguir su ejemplo (Juan 14:23).

      10 Como Jesús conoce tan bien a Jehová y lo imita a la perfección, no nos sorprende que Jehová decidiera utilizarlo como un medio para llegar a él. Pues bien, hasta este momento hemos visto por qué solo es posible llegar a Jehová mediante Jesús. Así que, con esto en mente, examinemos qué quiso decir Jesús cuando afirmó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí” (Juan 14:6).

      “Yo soy el camino”

      11. a) ¿Por qué solo podemos llegar a disfrutar de la aprobación de Dios mediante Jesús? b) ¿Cómo destaca Juan 14:6 la posición única de Jesús? (Vea la nota).

      11 Ya aprendimos que solo podemos acercarnos a Dios a través de Jesús. Analicemos ahora, con más detenimiento, qué significa esto para nosotros. Jesús es “el camino” en el sentido de que tan solo mediante él es posible llegar a disfrutar de la aprobación de Dios. ¿Por qué? Pues bien, Jesús se mantuvo fiel hasta la muerte, y así dio su vida como rescate (Mateo 20:28). Sin el rescate, nunca podríamos acercarnos a Dios. Y es que el pecado crea una barrera entre Jehová y los seres humanos, ya que él es santo y no puede aprobar el pecado (Isaías 6:3; 59:2). Pero el sacrificio de Jesús, que expía o cubre nuestros pecados, elimina esa barrera (Hebreos 10:12; 1 Juan 1:7). Si aceptamos el medio que Dios nos ha dado a través de Cristo y ponemos nuestra fe en él, podremos conseguir la aprobación de Jehová. No hay ninguna otra manera de llegar a estar “reconciliados con Dios” (Romanos 5:6-11).c

      12. ¿En qué sentidos es Jesús “el camino”?

      12 Además, Jesús es “el camino” en lo que tiene que ver con las oraciones. Solo mediante él podemos orarle a Jehová con la seguridad de que escuchará nuestros ruegos sinceros (1 Juan 5:13, 14). Así lo dijo el propio Jesús: “Si le piden cualquier cosa al Padre en mi nombre, él se la dará. [...] Pidan y recibirán, para que su felicidad sea completa” (Juan 16:23, 24). Por eso es apropiado que, en el nombre de Jesús, le oremos a Jehová y lo llamemos “Padre nuestro” (Mateo 6:9). Ahora bien, Jesús también es “el camino” en el sentido de que es nuestro ejemplo a seguir. Como ya hemos visto, él imitó a la perfección a su Padre. Por eso, su ejemplo nos muestra cómo tenemos que vivir a fin de hacer feliz a Jehová. Así que, para poder acercarnos a Jehová, tenemos que seguir las pisadas de Cristo (1 Pedro 2:21).

      “Yo soy [...] la verdad”

      13, 14. a) ¿Cómo demostró Jesús que era alguien que decía la verdad? b) ¿Qué tuvo que hacer Jesús para ser “la verdad”, y por qué?

      13 Jesús siempre dijo la verdad sobre la palabra de Dios (Juan 8:40, 45, 46). En su boca nunca hubo engaño (1 Pedro 2:22). Hasta sus enemigos reconocían que enseñaba “el camino de Dios de acuerdo con la verdad” (Marcos 12:13, 14). No obstante, la afirmación “Yo soy [...] la verdad” no solo se refería a que todo lo que Cristo decía, predicaba y enseñaba era verdad. Había mucho más implicado.

      14 Recordemos que, siglos antes, Jehová había inspirado a los escritores de la Biblia para que incluyeran en ella muchas profecías sobre el Mesías o Cristo. Estas profecías aportaban muchos detalles sobre su vida, ministerio y muerte. Además, la Ley de Moisés contenía, por decirlo así, sombras —o modelos proféticos— que se cumplirían en el Mesías (Hebreos 10:1). Ahora bien, ¿se cumpliría todo lo que se había profetizado sobre él? Para eso tendría que ser fiel hasta la muerte. ¿Lo lograría? Solo así quedaría demostrado que Jehová es el Dios que pronuncia profecías auténticas. ¡Qué peso tan grande llevaba Jesús sobre sus hombros! Por su manera de vivir —por cada una de sus palabras y acciones—, Jesús probó que aquellos modelos proféticos eran totalmente ciertos (2 Corintios 1:20). Por lo tanto, Jesús era “la verdad” en persona. Era como si mediante él se hubiera hecho realidad la palabra profética de Jehová (Juan 1:17; Colosenses 2:16, 17).

      “Yo soy [...] la vida”

      15. ¿Qué implica demostrar fe en el Hijo, y qué podremos tener gracias a esa fe?

      15 Jesús también es “la vida”, pues solo mediante él podemos recibir “la vida que realmente es vida” (1 Timoteo 6:19). La Biblia dice: “El que demuestra fe en el Hijo tiene vida eterna, pero el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él” (Juan 3:36). ¿Qué implica demostrar fe en el Hijo de Dios? Estar convencidos de que sin él no podemos obtener la vida. También implica demostrar nuestra fe con obras, continuar aprendiendo de él y hacer todo lo posible por seguir sus enseñanzas y su ejemplo (Santiago 2:26). Así que, si demostramos fe en el Hijo de Dios, tendremos vida eterna, sea como espíritus inmortales en el cielo —en el caso de los cristianos ungidos del “rebaño pequeño”—, o como seres humanos perfectos en un paraíso en la Tierra, en el caso de la “gran muchedumbre” de “otras ovejas” (Lucas 12:32; 23:43; Apocalipsis 7:9-17; Juan 10:16).

      16, 17. a) ¿En qué sentido será Jesús “la vida” incluso para quienes han muerto? b) ¿De qué podemos estar seguros?

      16 ¿Y entonces qué va a pasar con las personas que ya han muerto? Pues Jesús también es “la vida” para ellas. Poco antes de resucitar a su amigo Lázaro, Jesús le dijo lo siguiente a Marta, la hermana del difunto: “Yo soy la resurrección y la vida. El que demuestre fe en mí, aunque muera, llegará a vivir” (Juan 11:25). Jehová le ha entregado a su Hijo “las llaves de la muerte y de la Tumba”, y eso le da a Jesús la capacidad de resucitar a los muertos (Apocalipsis 1:17, 18). Utilizando estas llaves, Jesús glorificado abrirá las puertas de “la Tumba” —el lugar simbólico donde descansan los muertos— y liberará a todos los que se encuentren allí (Juan 5:28, 29).

      17 “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Con esta declaración tan sencilla, Jesús resumió el propósito de su vida y ministerio en la Tierra. Estas palabras tienen un gran significado para nosotros. Recordemos que después de decir eso él añadió: “Nadie puede llegar al Padre si no es por medio de mí” (Juan 14:6). Estas palabras siguen siendo válidas en nuestros días. Por eso, podemos estar totalmente seguros de que nunca estaremos perdidos si seguimos a Jesús: él nos mostrará el camino para llegar “al Padre”, es el único que puede hacerlo.

      ¿Cómo responderá usted?

      18. ¿Qué implica ser un verdadero seguidor de Jesús?

      18 Como vimos, Jesús cumple un papel muy importante y es la persona que mejor conoce al Padre. Así que tenemos buenas razones para seguirlo. Y, como analizamos en el capítulo anterior, para ser un verdadero seguidor de Jesús, no basta con simples palabras y sentimientos: hacen falta obras. Seguir las pisadas de Cristo implica amoldar nuestra vida a sus enseñanzas y su ejemplo (Juan 13:15). Estudiar este libro le ayudará a hacerlo.

      19, 20. ¿Cómo nos ayuda este libro a seguir a Cristo?

      19 En los próximos capítulos estudiaremos con detalle la vida y el ministerio de Jesús. Este libro está dividido en tres secciones. En la primera conoceremos la forma de ser y de actuar de Jesús. En la segunda examinaremos su ejemplo de entrega y empeño al predicar y enseñar. Y en la tercera analizaremos las diversas maneras en que demostraba amor. Además, a partir del capítulo 3, todos los capítulos tienen un recuadro titulado “¿Cómo puede usted seguir a Jesús?”. Estos recuadros contienen citas bíblicas y preguntas para que reflexionemos sobre las formas de imitar a Jesús con nuestras palabras y acciones.

      20 Gracias a Jehová, no tenemos por qué estar perdidos o separados de él por culpa del pecado heredado. Jehová ha pagado un precio muy alto: por amor, nos ha enviado a su Hijo para que nos enseñe cómo tener una buena relación con él (1 Juan 4:9, 10). ¿Cómo responderá usted a ese amor tan grande? ¡Seguro que aceptará la invitación que le hace Jesús: “Sé mi seguidor”! (Juan 1:43).

      a El papel del Hijo es tan importante que la Biblia le asigna muchos nombres y títulos proféticos (vea el recuadro “Algunos títulos de Jesucristo”).

      b Vea, por ejemplo, las palabras de Jesús en Mateo 10:29-31; 18:12-14, 21-35; 22:36-40.

      c Cuando en Juan 14:6 Jesús dijo “yo soy el camino”, usó la palabra yo y la palabra el. Esto destaca que la posición de Jesús es única, ya que él —y nadie más— es el camino exclusivo para acercarnos al Padre.

      Algunos títulos de Jesucristo

      El Amén. (Es decir, “así sea” o “seguro”). En él se cumplen sin falta las promesas de Dios (2 Corintios 1:19, 20; Apocalipsis 3:14).

      Padre Eterno. Jehová le ha dado autoridad para darnos la oportunidad de vivir para siempre en perfección en la Tierra (Isaías 9:6).

      Sumo Sacerdote. Nos limpia del pecado y nos libra de sus efectos mortales (Hebreos 3:1; 9:13, 14, 25, 26).

      Rey de reyes. Como Rey celestial nombrado por Dios, es mucho más poderoso que cualquier gobernante humano (Apocalipsis 17:14).

      Príncipe de Paz. Es el gobernante del Reino de Dios y establecerá en toda la Tierra una paz que nunca tendrá fin (Isaías 9:6).

      Maravilloso Consejero. Ofrece siempre consejos prácticos y perfectos que nos llevan a la salvación (Isaías 9:6; Juan 6:68).

      La Palabra. Es el portavoz de Jehová (Juan 1:1).

  • “Soy [...] humilde de corazón”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO TRES

      “Soy [...] humilde de corazón”

      Jesús sentado en un burrito mientras la gente grita y ondea hojas de palmera al lado del camino. Hay personas que extienden sus mantos y hojas de palmera por el camino.

      “¡Mira! Tu rey viene hacia ti”.

      1-3. ¿De qué manera entró Jesús en Jerusalén, y por qué puede que algunos de los presentes se sorprendieran?

      LA GENTE de Jerusalén está llena de entusiasmo. ¡Va a llegar alguien muy importante! Salen a las afueras de la ciudad y lo esperan junto al camino. Tienen muchas ganas de recibirlo. Según dicen algunos, es el heredero del rey David, el que tiene derecho a ocupar el trono de Israel. Algunos llevan hojas de palmera para ondearlas, y otros extienden en las calles ramas de árboles y mantos para facilitarle el paso en señal de respeto (Mateo 21:7, 8; Juan 12:12, 13). Tal vez muchos se pregunten cómo será su entrada en la ciudad.

      2 Algunos quizás se imaginen que llegará de una forma espectacular. Seguro que han oído hablar de hombres importantes que hicieron entradas grandiosas. Por ejemplo, cuando Absalón, el hijo de David, se autoproclamó rey, llegó en un carruaje y delante de él iban 50 hombres corriendo (2 Samuel 15:1, 10). Y el gobernante romano Julio César exigió aún más ostentación: llegó en un desfile triunfal hasta el capitolio de Roma junto a 40 elefantes que portaban unos candelabros. La gente de Jerusalén espera a alguien mucho más importante. Sea que la multitud lo entienda bien o no, se trata del Mesías, el hombre más grande de todos los tiempos. Sin embargo, cuando este futuro Rey haga su aparición, es posible que algunos se lleven una sorpresa.

      3 No ven ni carruaje ni corredores ni caballos... ¡Mucho menos elefantes! Más bien, Jesús viene sentado en una humilde bestia de carga: un burrito.a Además, no lleva un atuendo llamativo, y el burrito tampoco lleva adornos lujosos. En vez de ir en una silla muy costosa, Jesús va sobre unas cuantas prendas de vestir que sus seguidores más cercanos han puesto encima del burrito. ¿Por qué ha decidido entrar en Jerusalén de manera tan humilde, si hombres muy inferiores a él habían exigido ceremonias mucho más ostentosas?

      4. ¿Qué predijo la Biblia sobre la forma en que entraría el Rey mesiánico en Jerusalén?

      4 En realidad, Jesús estaba cumpliendo la siguiente profecía: “Alégrate mucho [...]. Grita en triunfo, oh, hija de Jerusalén. ¡Mira! Tu rey viene hacia ti. Es justo y trae salvación, es humilde y va montado en un burro” (Zacarías 9:9). Esta profecía indicaba que llegaría el día en que el Mesías, el Ungido de Dios, entraría en Jerusalén y le mostraría al pueblo que él era el Rey que Dios había elegido. Además, la forma en que lo haría —sentado en un burro— indicaría una bella cualidad que le nacería del corazón: la humildad.

      5. ¿Por qué nos conmueve pensar en la humildad de Jesús, y por qué es esencial que aprendamos a imitarlo?

      5 La humildad de Jesús es una de sus cualidades más atrayentes, y pensar en ella nos conmueve. Como vimos en el capítulo anterior, solo el Hijo de Dios es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). Es obvio que entre los miles de millones de personas que han pisado la Tierra no ha habido ni una sola que se le acerque en importancia. Sin embargo, Jesús nunca demostró la menor sombra de orgullo, arrogancia o soberbia, defectos muy comunes en los seres humanos. Para seguir a Cristo, tenemos que luchar contra nuestra tendencia al orgullo (Santiago 4:6). No olvidemos que Jehová odia la arrogancia. Por lo tanto, es esencial que aprendamos a imitar la humildad de Jesús.

      Un largo historial de humildad

      6. ¿Qué es la humildad, y por qué estaba seguro Jehová de que el Mesías sería humilde?

      6 La humildad es la actitud mental opuesta al orgullo o la arrogancia. Es una cualidad que se cultiva desde el corazón y se demuestra con la forma de hablar, comportarse y tratar a los demás. Ahora bien, ¿por qué estaba seguro Jehová de que el Mesías sería humilde? Porque sabía que su Hijo reflejaba el ejemplo perfecto de humildad que él mismo le había dado (Juan 10:15). De hecho, ya lo había visto mostrar humildad. ¿Por qué decimos esto?

      7-9. a) ¿Cómo mostró Miguel humildad cuando discutió con Satanás? b) ¿Cómo podemos imitar los cristianos la humildad de Miguel?

      7 La carta de Judas contiene un ejemplo muy interesante: “Cuando Miguel el arcángel tuvo un desacuerdo con el Diablo y discutía acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a condenarlo con palabras ofensivas, sino que dijo: ‘Que Jehová te reprenda’” (Judas 9). El nombre Miguel se aplica a Jesús, tanto antes como después de vivir en la Tierra, en su función de arcángel o jefe del ejército celestial de ángeles de Jehová (1 Tesalonicenses 4:16).b Fijémonos, sin embargo, en cómo manejó Miguel aquella discusión con Satanás.

      8 Judas no nos dice qué pensaba hacer Satanás con el cuerpo del fiel Moisés, pero sin duda tenía malas intenciones. Tal vez deseaba usarlo para promover la religión falsa. Pero, aunque Miguel estaba en contra de sus malvados planes, demostró un autocontrol admirable mientras discutía con él. La verdad es que Satanás merecía que lo reprendieran. Pero a Miguel aún no se le había confiado “toda la labor de juzgar”, por lo que dejó que fuera Jehová Dios quien lo condenara (Juan 5:22). Al ser el arcángel, Miguel tenía mucha autoridad. Pero, en vez de salirse de los límites de su autoridad, humildemente dejó el asunto en manos de Jehová. Y además de humildad, mostró modestia, es decir, fue consciente de sus limitaciones.

      9 ¿Por qué escribió Judas bajo inspiración sobre este incidente? Por desgracia, en esa época había cristianos que no eran humildes. Él destacó lo arrogantes que eran cuando dijo: “Hablan de manera ofensiva de todas las cosas que en realidad no entienden” (Judas 10). Como somos imperfectos, ¡qué fácil es que nos dejemos llevar por el orgullo! ¿Cómo reaccionamos si no entendemos algo que pasa en la congregación cristiana? ¿Y si no comprendemos una decisión del cuerpo de ancianos? La verdad es que no sabemos todas las razones que hay detrás de una decisión. Así que, si nos ponemos a hablar mal y a criticar, podría ser que nos falte humildad. Es mucho mejor imitar a Miguel, sí, a Jesús, y no juzgar asuntos sobre los que Dios no nos ha dado ninguna autoridad.

      10, 11. a) ¿Por qué fue notable que el Hijo de Dios aceptara venir a la Tierra? b) ¿Cómo podemos imitar la humildad de Jesús?

      10 El Hijo de Dios también demostró humildad al aceptar la misión de venir a la Tierra. Pensemos en lo que tuvo que dejar atrás. No solo era el arcángel, sino “la Palabra”, el propio portavoz de Jehová (Juan 1:1-3). Vivía en el cielo, la “elevada morada de santidad y gloria” de Dios (Isaías 63:15). Aunque era el Hijo de Dios, “dejó todo lo que tenía y tomó la forma de un esclavo y se convirtió en un ser humano” (Filipenses 2:7). No olvidemos lo que implicaba su labor en la Tierra. Jehová pasó la vida de su Hijo a la matriz de una virgen judía, donde se desarrollaría durante nueve meses. Al nacer, sería un bebé indefenso y crecería en la casa de un humilde carpintero. Allí daría sus primeros pasos, pasaría su infancia y entraría en la adolescencia. A pesar de ser perfecto, pasaría la primera etapa de su vida sujeto a unos padres humanos imperfectos (Lucas 2:40, 51, 52). ¡Qué humildad!

      11 ¿Imitaremos la humildad de Jesús? Podemos hacerlo aceptando de buena gana asignaciones de servicio que en ocasiones pudieran parecer poco importantes. Por ejemplo, hace falta humildad para predicarles las buenas noticias a personas que no quieren escucharnos, que hablan mal de nosotros o nos tratan mal (Mateo 28:19, 20). Pero, si no nos rendimos, tal vez logremos salvar vidas. En cualquier caso, aprenderemos una buena lección de humildad y estaremos siguiendo las huellas del Amo, Jesucristo.

      La humildad de Jesús durante su vida humana

      12-14. a) ¿Cómo demostró Jesús humildad cuando la gente lo elogiaba? b) ¿De qué maneras demostró Jesús que era humilde al tratar a los demás? c) ¿Cómo sabemos que la humildad de Jesús no era cuestión de simple formalismo o cortesía?

      12 Durante su ministerio en la Tierra, Jesús siempre fue humilde. Él demostró esta cualidad al darle siempre la alabanza y gloria a su Padre. La gente a veces lo elogiaba por la sabiduría de sus palabras, el poder de sus milagros e incluso por su bondad. Pero Jesús se negó en todo momento a aceptar esa gloria y la dirigió a Jehová (Marcos 10:17, 18; Juan 7:15, 16).

      13 Jesús era humilde al tratar con las personas. De hecho, dejó muy claro que no había venido a la Tierra para que le sirvieran, sino para servir a los demás (Mateo 20:28). Demostró que era humilde siendo razonable y amable. Cuando sus discípulos le fallaron, no los regañó, sino que siguió esforzándose por llegarles al corazón (Mateo 26:39-41). El día que quería descansar y llegaron las multitudes, no les dijo que se fueran, sino que sacrificó su descanso y les enseñó “muchas cosas” (Marcos 6:30-34). En cierta ocasión, una mujer que no era israelita le pidió que sanara a su hija. Aunque al principio él le dijo que no lo haría, ella siguió insistiendo. ¿Cómo reaccionó Jesús? En vez de enojarse, estuvo dispuesto a ceder al ver la extraordinaria fe de aquella mujer, como analizaremos en el capítulo 14 (Mateo 15:22-28).

      14 De muchísimas formas, Jesús fue fiel a la descripción que hizo de sí mismo: “Soy apacible y humilde de corazón” (Mateo 11:29). Su humildad no era pura apariencia, una cuestión de simple formalismo o cortesía; le nacía del corazón, de lo más profundo. Por eso no nos sorprende que para Jesús fuera tan importante enseñarles a sus discípulos a ser humildes.

      Enseña a sus discípulos a ser humildes

      15, 16. ¿Cómo marcó Jesús la diferencia entre la actitud de los gobernantes del mundo y la que debían cultivar sus discípulos?

      15 A los apóstoles les costaba trabajo aprender a ser humildes, así que Jesús tuvo que enseñarles lecciones de humildad vez tras vez. Por ejemplo, en cierta ocasión Santiago y Juan —utilizando a su propia madre como intermediaria— le pidieron a Cristo que les diera puestos muy importantes en el Reino de Dios. Pero él les respondió con toda modestia: “Yo no soy el que dice quiénes van a sentarse a mi derecha y a mi izquierda. Esos lugares son para aquellos para quienes mi Padre los ha preparado”. Al enterarse de lo que habían hecho Santiago y Juan, los otros 10 apóstoles “se indignaron” con ellos (Mateo 20:20-24). ¿Cómo manejó Jesús la situación?

      16 Los corrigió a todos con bondad. Dijo: “Saben que los gobernantes de las naciones dominan al pueblo y que los hombres importantes tienen autoridad sobre la gente. Entre ustedes no debe ser así. Más bien, el que quiera llegar a ser grande entre ustedes tiene que servir a los demás y el que quiera ser el primero entre ustedes tiene que ser esclavo de los demás” (Mateo 20:25-27). Muy probablemente, los apóstoles habían comprobado lo arrogantes, ambiciosos y egoístas que podían ser “los gobernantes de las naciones”. Pero Jesús les dijo que quienes quisieran seguirlo debían ser diferentes a esos tiranos obsesionados por el poder, debían ser humildes. ¿Captaron los apóstoles la idea?

      17-19. a) ¿De qué manera les dio Jesús a sus discípulos una lección inolvidable de humildad la noche antes de su muerte? b) ¿Cuál es la lección de humildad más impresionante que dio Jesús en la Tierra?

      17 A decir verdad, se les hizo difícil. No fue ni la primera ni la última vez que Jesús les enseñaría a ser humildes. En cierta ocasión, empezaron a discutir sobre quién era el más importante. Entonces Jesús puso a un niño en el centro y les dejó claro que debían imitar a los niños. Y es que por lo general los pequeños no son orgullosos ni ambiciosos, y tampoco les preocupa la posición social, cosas tan comunes en los adultos (Mateo 18:1-4). Aun así, la noche justo antes de morir vio que sus apóstoles seguían teniendo un problema con el orgullo. De modo que les dio una lección inolvidable. Se ató una toalla a la cintura y realizó la tarea más humilde que existía, algo que normalmente hacían los sirvientes con los huéspedes: les lavó los pies a todos los apóstoles, incluido Judas, quien iba a traicionarlo (Juan 13:1-11).

      18 Jesús destacó por qué lo había hecho al decirles: “Yo les he dado el ejemplo” (Juan 13:15). ¿Les llegó por fin la lección al corazón? Bueno, esa misma noche volvieron a discutir sobre quién era el más importante (Lucas 22:24-27). Pese a todo, Cristo no perdió la paciencia con ellos, sino que les recalcó una vez más que fueran humildes. Luego les dio la mayor lección que puede haber: “Se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, así es, una muerte en un madero de tormento” (Filipenses 2:8). Jesús estuvo dispuesto a morir de una forma humillante, acusado injustamente de blasfemar a Dios y ser un delincuente. Así demostró que su humildad era perfecta y total; ningún otro ser creado por Jehová ha sido tan humilde.

      19 Es probable que esta lección de humildad —la última que les dio Jesús como ser humano— fuera la que grabara este punto de forma imborrable en el corazón de sus apóstoles fieles. La Biblia cuenta que después estos hombres trabajaron juntos con humildad durante años y hasta décadas. ¿Qué tiene que ver esto con nosotros?

      ¿Seguirá usted el modelo de Jesús?

      20. ¿Cómo podemos saber si somos humildes de corazón?

      20 Pablo nos hace esta invitación: “Mantengan esta misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús” (Filipenses 2:5). Igual que Jesús, tenemos que ser humildes de corazón. ¿Y cómo podemos saber si lo somos? Para averiguarlo, pensemos en las siguientes palabras de Pablo: “No hagan nada motivados por un espíritu conflictivo o egocéntrico, sino que humildemente piensen que los demás son superiores a ustedes” (Filipenses 2:3). Por lo tanto, la clave es cómo vemos a los demás en relación con nosotros. Tenemos que considerarlos superiores o más importantes. ¿Seguiremos ese consejo?

      21, 22. a) ¿Por qué deben ser humildes los superintendentes cristianos? b) ¿Cómo demostraremos que estamos vestidos de humildad?

      21 Muchos años después de la muerte de Jesús, el apóstol Pedro aún tenía muy presente la importancia de la humildad. Por eso les mandó a los superintendentes cristianos que cumplieran sus deberes con humildad y que no actuaran como si fueran los amos de las ovejas de Jehová (1 Pedro 5:2, 3). Los puestos de responsabilidad no dan licencia para ser orgullosos. Al contrario, exigen aún más humildad (Lucas 12:48). Claro, esta cualidad no solo es esencial para los ancianos, sino para todos los cristianos.

      22 Seguro que Pedro nunca olvidó la noche en que Jesús le lavó los pies a pesar de que al principio no quería que lo hiciera (Juan 13:6-10). Él mismo les escribió a los cristianos: “Vístanse todos de humildad al tratar unos con otros” (1 Pedro 5:5). La expresión griega original para “vístanse” transmite la idea de un esclavo que se ata un delantal para hacer una tarea humilde. Es muy probable que esto nos recuerde la ocasión en que Jesús se ató una toalla y se arrodilló para cumplir con la tarea de lavarles los pies a sus discípulos. Así que, si seguimos a Jesús, no pensaremos que somos demasiado importantes como para hacer cualquier cosa que Dios nos pida. La humildad de nuestro corazón debería ser visible para todos, como una prenda de vestir que llevamos puesta.

      23, 24. a) ¿Por qué deberíamos luchar contra la más mínima tendencia a ser orgullosos? b) ¿Qué idea equivocada acerca de la humildad veremos en el próximo capítulo?

      23 El orgullo es un veneno muy destructivo: hace que hasta la persona más hábil sea inservible para Dios. En cambio, la humildad convierte hasta a la persona más insignificante en un instrumento útil para Jehová. Si cultivamos día a día esta valiosa cualidad y nos esforzamos por seguir el ejemplo de humildad de Cristo, tendremos una maravillosa recompensa. Pedro dijo: “Humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que él los engrandezca a su debido tiempo” (1 Pedro 5:6). En el caso de Jesús, Jehová lo engrandeció por haber demostrado una humildad perfecta y total. Y con gusto lo recompensará a usted si también demuestra esa cualidad.

      24 Por desgracia, algunos creen que la humildad es señal de debilidad. Pero el ejemplo de Jesús muestra que eso no es así, pues, como veremos en el próximo capítulo, el hombre más humilde de la historia fue también el más valiente.

      a Al hablar de esta ocasión, una obra especializada llama a los burros “criaturas humildes”, y añade que “son de aspecto poco agraciado, lentos y testarudos, y son los animales de trabajo que por lo general usan los pobres”.

      b En el sitio oficial de los testigos de Jehová, jw.org, encontrará más pruebas de que Miguel es Jesús. Vea el artículo “¿Quién es el arcángel Miguel?”, de la sección “Preguntas sobre la Biblia”.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • Cuando sienta la tentación de presumir de sus logros, ¿cómo podría ayudarle el ejemplo de Jesús? (Mateo 12:15-19; Marcos 7:35-37).

      • ¿Cómo podría usted imitar a Jesús al realizar tareas humildes a favor de los hermanos de la congregación? (Juan 21:1-13).

      • ¿Cómo podría ayudarle el ejemplo de Jesús si le atrae la idea de ser importante y triunfar en este mundo? (Juan 6:14, 15).

  • “Mira, el León de la tribu de Judá”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO CUATRO

      “Mira, el León de la tribu de Judá”

      Jesús, calmado, identificándose ante una multitud furiosa que viene con soldados. Sus apóstoles fieles miran desde cierta distancia.

      “Soy yo”.

      1-3. ¿A qué peligro se enfrentó Jesús, y cómo reaccionó?

      UN GRUPO de hombres violentos van de noche en busca de Jesús. Están armados con espadas y con palos, y vienen con soldados. Tienen un mismo objetivo, un plan perverso. Cruzan las oscuras calles de Jerusalén y van hacia el monte de los Olivos a través del valle de Cedrón. Aunque hay luna llena, llevan lámparas y antorchas. ¿Para qué? ¿Para alumbrar el camino porque las nubes ocultan la luz de la luna? ¿O será que piensan que su presa está escondida entre las sombras? Una cosa es cierta: quien crea que Jesús se va a asustar no lo conoce.

      2 Aunque sabe lo que le espera, Jesús no se mueve de donde está. Dirigidos por Judas, aquellos hombres se acercan. Él había sido uno de los amigos de confianza del Maestro. Pero ahora lo traiciona descaradamente identificándolo con un saludo hipócrita y un beso. Aun así, Jesús mantiene la calma. Da un paso al frente y pregunta: “¿A quién buscan?”. “A Jesús el Nazareno”, responden ellos.

      3 Cualquiera se moriría de miedo al ver a toda esa gente armada. Quizás así es como esperan que reaccione el hombre que tienen delante. Pero Jesús no se echa para atrás, no huye, no se escuda en una mentira. Simplemente dice: “Soy yo”. Su porte transmite tanta tranquilidad y valentía que los hombres retroceden asombrados y se caen al suelo (Juan 18:1-6; Mateo 26:45-50; Marcos 14:41-46).

      4-6. a) ¿Con qué se compara al Hijo de Dios, y por qué? b) Mencione tres aspectos en los que Jesús demostró valor.

      4 ¿Qué hizo que Jesús mantuviera por completo la calma ante una situación tan peligrosa? Dicho sencillamente: el valor. Entre las cualidades de un buen líder, esta es una de las más importantes y de las que más llaman la atención. Y nunca nadie ha sido tan valiente como Jesús. En el capítulo anterior vimos lo humilde y apacible que fue Jesús. De hecho, se le llamó “el Cordero” (Juan 1:29). Sin embargo, debido a su valor se le llama también de otra manera muy distinta. La Biblia dice del Hijo de Dios: “Mira, el León de la tribu de Judá” (Apocalipsis 5:5).

      5 Se suele asociar al león con la valentía. ¿Se ha encontrado usted cara a cara con un león adulto alguna vez? En ese caso, lo más probable es que lo haya hecho a través de las rejas de un zoológico o algo por el estilo. Aun así, esta experiencia puede ponerle los pelos de punta a cualquiera. Si estamos frente a frente con este animal imponente y feroz mientras nos clava la mirada, difícilmente nos lo imaginemos huyendo despavorido de algo. La Biblia dice que el león es “el más poderoso de los animales, que no retrocede ante nadie” (Proverbios 30:30). Así de valiente es Cristo.

      6 A continuación, analizaremos tres aspectos en los que Jesús ha demostrado un valor como el del león: al defender la verdad, al promover la justicia y al afrontar oposición. Y también veremos que todos —seamos valientes por naturaleza o no— podemos imitarlo y demostrar esta cualidad.

      Defendió la verdad con valentía

      7-9. a) ¿Qué le pasó a Jesús cuando tenía 12 años, y por qué podemos decir que el ambiente era intimidante? b) ¿Cómo demostró valor Jesús cuando estuvo con los maestros en el templo?

      7 En este mundo dominado por Satanás, “el padre de la mentira”, hace falta valor para defender la verdad (Juan 8:44; 14:30). Jesús no esperó a ser adulto para hacerlo, como lo demuestra cierto episodio que vivió cuando tenía 12 años. Él había ido con sus padres a celebrar la fiesta de la Pascua en Jerusalén. Resulta que, al volver, Jesús ya no estaba con ellos. Así que María y José lo estuvieron buscando desesperadamente por tres días. Al final, “lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros”. ¿Y qué estaba haciendo? “Estaba escuchándolos y haciéndoles preguntas” (Lucas 2:41-50). Piense en cómo tuvo que haber sido aquella conversación con los maestros.

      8 Según los historiadores, algunos de los líderes religiosos más prominentes tenían la costumbre de quedarse después de las fiestas en alguno de los espaciosos pórticos del templo para enseñar a la gente. Las personas se sentaban a los pies de ellos para escucharlos y hacerles preguntas. Estos maestros tenían mucha preparación. Conocían muy bien la Ley mosaica, así como el sinfín de complejas leyes y tradiciones humanas que se habían multiplicado con los años. ¿Cómo se hubiera sentido usted allí en medio de ellos? ¿Intimidado? No es para menos. ¿Y si fuera un niño de 12 años? Muchos niños son tímidos (Jeremías 1:6). Algunos tratan por todos los medios de pasar inadvertidos durante las clases. Quizás tienen miedo de que sus maestros les hagan una pregunta, de que los elijan para hacer algo, de pasar vergüenza o de que se rían de ellos.

      9 Sin embargo, ahí estaba Jesús, sentado en medio de aquellos expertos, haciéndoles preguntas sin miedo sobre cuestiones profundas. Y no solo eso, pues el relato añade: “Todos los que lo escuchaban se quedaban asombrados al ver su entendimiento de los asuntos y las respuestas que daba” (Lucas 2:47). Aunque la Biblia no especifica lo que dijo en esa ocasión, seguro que no repitió como un periquito las mentiras que enseñaban aquellos maestros religiosos (1 Pedro 2:22). Más bien, Jesús defendió la verdad de la Palabra de Dios. Por eso, al ver a un niño de 12 años expresarse con tanta inteligencia y valor, todos los que lo oyeron se maravillaron.

      Una joven Testigo usando el libro “¿Existe un Creador que se interese por nosotros?” para hablar con su maestra.

      Muchos jóvenes cristianos hablan de sus creencias con valor.

      10. ¿Cómo imitan hoy día los jóvenes cristianos el valor de Jesús?

      10 Actualmente, muchos jóvenes cristianos siguen las huellas de Jesús. Es verdad que, a diferencia de él, no son perfectos. Pero sí copian su ejemplo, porque no esperan a ser adultos para defender la verdad. Ya sea en la escuela o en su comunidad, les enseñan con respeto la verdad a los demás, haciéndoles preguntas con tacto y escuchándolos (1 Pedro 3:15). Muchos han ayudado a compañeros, maestros y vecinos a hacerse seguidores de Cristo. ¡Qué feliz debe sentirse Jehová al ver el valor de estos jóvenes! Su Palabra los asemeja a gotas de rocío: son refrescantes, agradables y numerosos (Salmo 110:3).

      11, 12. Cuando Jesús era adulto, ¿cómo demostró valor al defender la verdad?

      11 De adulto, Jesús siguió defendiendo la verdad con valor. De hecho, su ministerio empezó con una confrontación que a muchos les causaría terror. Tuvo que enfrentarse a Satanás, el más fuerte y peligroso de todos los enemigos de Jehová. Pero esta vez no en su papel de poderoso arcángel, sino como un simple hombre de carne y hueso. Jesús rechazó al Diablo y dejó claro que estaba manipulando unas palabras inspiradas por Dios. Al final, terminó ordenándole con valor: “¡Vete, Satanás!” (Mateo 4:2-11).

      12 Jesús defendió con valentía la Palabra de su Padre contra los intentos de torcerla o manipularla, y así lo siguió haciendo durante todo su ministerio. En ese entonces —igual que ahora— había muchas mentiras religiosas. De hecho, Jesucristo les dijo a los líderes religiosos de su día: “Con las tradiciones que ustedes transmiten, anulan la palabra de Dios” (Marcos 7:13). Aunque el pueblo tenía en un pedestal a aquellos hombres, Jesús tuvo el valor de decirles que eran unos guías ciegos e hipócritas (Mateo 23:13, 16).a ¿Cómo podemos copiar su ejemplo de valor?

      13. ¿Qué no podemos hacer a diferencia de Jesús, pero qué privilegio tenemos?

      13 Desde luego, debemos recordar que, a diferencia de Jesús, nosotros no podemos leer los corazones ni tenemos autoridad para juzgar. Pero sí podemos defender la verdad con el mismo valor que él. Piense en esto: aunque el mundo está en oscuridad por culpa de Satanás, nosotros ayudamos a la gente a ver la luz de la verdad. ¿Cómo? Poniendo al descubierto las enseñanzas falsas, es decir, las mentiras religiosas sobre Dios, sus propósitos y su Palabra (Mateo 5:14; Apocalipsis 12:9, 10). Estas enseñanzas esclavizan a las personas, hacen que le tengan miedo a Dios y envenenan su relación con él. Pero nosotros podemos ayudarles a liberarse de estas mentiras. Jesús prometió: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32). ¡Qué honor tenemos de ver cómo se cumplen estas palabras!

      Promovió con valor la justicia

      14, 15. a) Mencione una manera en que Jesús aclaró “lo que es la justicia”. b) ¿Qué prejuicios no le importaron a Jesús cuando habló con una mujer samaritana?

      14 La Biblia predijo que el Mesías les aclararía a las naciones “lo que es la justicia” (Mateo 12:18; Isaías 42:1). Y precisamente Jesús comenzó esa labor cuando estuvo en la Tierra. Siempre trató a los demás de manera justa y equitativa, lo que exigió gran valor de su parte. Por ejemplo, se negó a adoptar actitudes contrarias a las Escrituras, como los prejuicios y el fanatismo que predominaban a su alrededor.

      15 Cuando los discípulos lo encontraron hablando con una mujer de Samaria en el pozo de Sicar, se extrañaron. ¿Por qué? Porque en aquel entonces los judíos en general detestaban a los samaritanos, un sentimiento que venía de muchos años atrás (Esdras 4:4). Por otro lado, algunos rabinos despreciaban a las mujeres. Sus leyes, puestas por escrito tiempo después, disuadían a los hombres de hablar con ellas y hasta insinuaban que las mujeres no merecían que se les enseñara la Ley de Dios. Y en especial a las samaritanas se las consideraba impuras. Pero a Jesús no le importaron esos prejuicios y habló abiertamente con esta mujer —que llevaba una vida inmoral—, y hasta le reveló que era el Mesías (Juan 4:5-27).

      16. ¿Por qué necesitamos valor los cristianos para ser justos e imparciales?

      16 ¿Ha estado usted alguna vez en compañía de gente llena de prejuicios? Es muy probable que hagan bromas despectivas sobre personas de otra raza o nación, que hablen con desprecio de los miembros del sexo opuesto, o que marginen a los que tienen una posición social o económica distinta. En cambio, los seguidores de Cristo rechazamos esas actitudes que promueven el odio, y nos esforzamos por arrancar del corazón todo rastro de prejuicio (Hechos 10:34). Así que, para ser justos e imparciales, todos nosotros necesitamos valor.

      17. ¿Qué hizo Jesús en el templo, y por qué?

      17 El valor también llevó a Jesús a luchar por la pureza del pueblo de Dios y por todo lo relacionado con la adoración pura. En los comienzos de su ministerio entró en el templo de Jerusalén y se horrorizó al ver comerciando allí a los mercaderes y a los que cambiaban dinero. Lleno de justa indignación, echó fuera a estos hombres codiciosos junto con sus mercancías (Juan 2:13-17). Y al final de su ministerio hizo algo parecido (Marcos 11:15-18). Aunque esto podía hacer que gente muy influyente se volviera en su contra, él no se echó para atrás. Y es que desde niño amaba de verdad el templo y, de hecho, decía que era la casa de su Padre (Lucas 2:49). No podía tolerar que se contaminara la adoración pura que se le daba allí a Jehová. La devoción que sentía le dio el valor necesario para evitar esa injusticia y hacer lo que debía.

      18. ¿Cómo podemos los cristianos mostrar valor para proteger la pureza de la congregación?

      18 A los cristianos también nos interesa mucho la pureza del pueblo de Dios y todo lo que tiene que ver con la adoración pura. Por eso, si vemos que un hermano comete un pecado grave, no hacemos la vista gorda, sino que nos armamos de valor para hablar (1 Corintios 1:11). Nos aseguramos de que los ancianos de la congregación lo sepan. Ellos pueden ayudar a quienes están enfermos espiritualmente y tomar medidas para proteger la pureza de la congregación (Santiago 5:14, 15).

      19, 20. a) ¿Qué injusticias se cometían en el tiempo de Jesús, y a qué presión se enfrentó él? b) ¿Por qué se niegan a participar en política y en actos violentos los cristianos, y qué tipo de premio han conseguido gracias a su postura?

      19 Ahora bien, ¿significa esto que Jesús luchó contra todas las injusticias sociales del mundo? Él vivía en una nación rodeada de injusticias que estaba bajo el dominio de una potencia extranjera, Roma. Los romanos oprimían a los judíos con una fuerte presencia militar, les imponían altos impuestos y hasta interferían en la religión. No es de extrañar, por lo tanto, que muchos quisieran que Jesús interviniera en la política (Juan 6:14, 15). Una vez más, su valor se puso a prueba.

      20 Jesús explicó que su Reino no era parte del mundo. Con su ejemplo, les enseñó a sus discípulos que no debían meterse en peleas ni en conflictos políticos, sino dedicarse a predicar las buenas noticias del Reino de Dios (Juan 17:16; 18:36). La noche en que una multitud fue a arrestarlo, enseñó una impactante lección de neutralidad. Resulta que el apóstol Pedro sacó por impulso una espada e hirió a un hombre. ¿Qué habría hecho usted? ¿Diría que estaba justificada la violencia? Podría parecer que sí, pues estaban atacando al Hijo de Dios, que era inocente. Sin embargo, justo en ese momento Jesús fijó la pauta que sus discípulos deberían seguir hasta el día de hoy. Dijo: “Guarda tu espada, porque todos los que usan la espada morirán a espada” (Mateo 26:51-54). Los seguidores de Cristo necesitaron valor para mantener una postura pacífica, y hoy pasa lo mismo. Gracias a su neutralidad, los cristianos verdaderos nunca se han involucrado en guerras, matanzas, revueltas ni en ningún otro acto violento. Este historial intachable es un premio en honor a su valentía.

      Afrontó la oposición con valor

      21, 22. a) ¿Qué ayuda recibió Jesús antes de afrontar la mayor prueba de su vida? b) ¿Cómo demostró Jesús valor hasta el final?

      21 El Hijo de Jehová ya sabía que afrontaría una fuerte oposición en la Tierra (Isaías 50:4-7). Muchas veces trataron de matarlo, y la última vez fue la que comentamos al principio de este capítulo. ¿Cómo pudo ser tan valiente ante todos estos peligros? Pues bien, ¿qué estaba haciendo poco antes de que aquella multitud lo arrestara? Le estaba orando con fervor a Jehová. ¿Y qué hizo Jehová? La Biblia dice que Jesús “fue escuchado” (Hebreos 5:7). De hecho, Jehová envió a un ángel del cielo para fortalecer a su Hijo, que había sido tan valiente (Lucas 22:42, 43).

      22 Poco después de haber sido fortalecido, Jesús les dijo a los apóstoles: “Levántense, vámonos” (Mateo 26:46). Piense en lo valiente que fue Jesús cuando pronunció esas palabras. Dijo “vámonos”. Pero él sabía que le pediría a ese grupo de gente violenta que dejara ir a sus amigos, sabía que ellos huirían y lo abandonarían, y sabía que al enfrentarse a la mayor prueba de su vida estaría solo. Nadie estuvo con él cuando fue víctima de un juicio ilegal e injusto, de burlas, de tortura y de una muerte atroz. Durante todo esto, sin embargo, no perdió el valor ni por un momento.

      23. ¿Por qué decimos que Jesús no afrontó el peligro y las amenazas de muerte de forma temeraria?

      23 ¿Actuó Jesús de forma temeraria e imprudente? De ningún modo, pues estas actitudes poco tienen que ver con el auténtico valor. Es más, él les enseñó a sus seguidores a ser cautelosos y evitar con prudencia el peligro para poder seguir haciendo la voluntad de Dios (Mateo 4:12; 10:16). Sin embargo, en esta ocasión Jesús entendía que retroceder no era una opción. Sabía cuál era la voluntad de su Padre y estaba resuelto a serle fiel. La única opción era seguir adelante y afrontar lo que le esperaba.

      Tres hermanos, vestidos con uniformes de presos, que estuvieron dispuestos a aguantar persecución en la Alemania nazi.

      Los testigos de Jehová han afrontado con valor la persecución.

      24. ¿Por qué estamos seguros de que podremos aguantar con valor cualquier prueba que se nos presente?

      24 Muchos cristianos han seguido con valentía el ejemplo de Jesús. Se han mantenido firmes a pesar de las burlas, la persecución, los arrestos, los encarcelamientos, la tortura y hasta la muerte. ¿De dónde sacan el valor estos seres humanos imperfectos? ¿De sus propias fuerzas? No, para nada. Así como Jehová ayudó a Jesús, también ayuda a quienes siguen a su Hijo (Filipenses 4:13). Por eso, nunca tenga miedo de lo que pueda pasar en el futuro. Esté decidido a ser fiel a Jehová, y él le dará el valor que necesita. Siga sacando fuerzas del ejemplo de nuestro Líder, Jesús, quien dijo: “¡Sean valientes!, que yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

      a Los historiadores han señalado que las tumbas de los rabinos o maestros judíos eran tan veneradas como las tumbas de los patriarcas y los profetas.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Cómo puede ayudarle el ejemplo de Jesús a hablar de las verdades bíblicas con valor, incluso si a algunos les resultan ofensivas? (Juan 8:31-59).

      • ¿Por qué no debemos dejar nunca que el miedo a Satanás o a los demonios nos impida ayudar a los demás? (Mateo 8:28-34; Marcos 1:23-28).

      • ¿Por qué debemos mostrarles compasión a los que sufren, incluso si se nos persigue por ayudarlos? (Juan 9:1, 6, 7, 22-41).

      • ¿Cómo le ayudó a Jesús la esperanza que tenía a aguantar las pruebas, y cómo puede la esperanza darle valor a usted? (Juan 16:28; 17:5; Hebreos 12:2).

  • “Todos los tesoros de la sabiduría”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO CINCO

      “Todos los tesoros de la sabiduría”

      1-3. ¿Cuál fue el escenario del sermón que pronunció Jesús en la primavera del año 31, y por qué se quedaron impactados quienes lo estaban escuchando?

      ES LA primavera del año 31, y Jesús está cerca de Capernaúm, una bulliciosa ciudad situada en la orilla noroeste del mar de Galilea. Después de pasar la noche orando él solo en una montaña, reúne a sus discípulos al amanecer y elige a 12 de ellos, a quienes llama apóstoles. Mientras tanto, una gran multitud de personas que lo siguieron hasta allí lo esperan en un lugar llano de la montaña. Algunas vienen de muy lejos y todas tienen muchas ganas de oírlo y de que las cure de sus enfermedades. Y él no las decepciona (Lucas 6:12-19).

      2 Jesús se acerca a las multitudes y sana a todos los enfermos. Al final, cuando ya no queda nadie que esté sufriendo por una enfermedad, se sienta a enseñarles.a Lo que él dice aquel bonito día de primavera seguramente sorprende a quienes lo están escuchando, pues nunca han oído a nadie enseñar como él. En vez de apoyar sus enseñanzas en las tradiciones orales o en las palabras de famosos rabinos, Jesús cita repetidas veces de las Escrituras Hebreas inspiradas. Su mensaje es directo, tiene un estilo sencillo y un significado claro. Cuando termina de hablar, las multitudes están impactadas. Y no es para menos, pues acaban de oír al hombre más sabio que ha pisado la Tierra (Mateo 7:28, 29).

      Jesús pronunciando el Sermón del monte ante una gran multitud.

      “Las multitudes estaban impactadas con su manera de enseñar”.

      3 Este sermón, así como muchas otras cosas que Jesús dijo e hizo, está registrado en la Palabra inspirada de Dios. Sacaremos mucho provecho si analizamos con cuidado lo que la Biblia nos dice acerca de Jesús, ya que “todos los tesoros de la sabiduría” se concentran en el Hijo de Dios (Colosenses 2:3). La sabiduría es la capacidad de usar de forma práctica el conocimiento y el entendimiento. Ahora bien, ¿de dónde sacó Jesús tanta sabiduría? ¿Cómo la demostró, y de qué modo podemos copiar su ejemplo?

      ¿Dónde consiguió este hombre esta sabiduría?

      4. ¿Qué se preguntaba la gente de Nazaret acerca de Jesús, y por qué?

      4 En uno de sus viajes de predicación, Jesús visitó Nazaret —el pueblo donde se crio— y se puso a enseñar en la sinagoga. Muchos de los presentes estaban impactados y se preguntaban dónde había conseguido aquella sabiduría. Conocían a sus padres y a sus hermanos, y sabían que provenía de un hogar humilde (Mateo 13:54-56; Marcos 6:1-3). Seguramente también estaban al tanto de que este carpintero, que se expresaba tan bien, no había estudiado en ninguna de las prestigiosas escuelas rabínicas (Juan 7:15). Así que lo que se preguntaban parecía tener lógica.

      5. ¿De dónde dijo Jesús que provenía su sabiduría?

      5 La sabiduría de Jesús no se debía simplemente a que tuviera una mente perfecta. Más adelante en su ministerio, mientras enseñaba en el templo, él reveló que su sabiduría provenía de una fuente mucho más elevada. Dijo: “Lo que yo enseño no es mío, sino del que me envió” (Juan 7:16). Así que la verdadera fuente de su sabiduría era su Padre, quien lo había enviado (Juan 12:49). Ahora bien, ¿cómo le dio Jehová esa sabiduría?

      6, 7. ¿De qué maneras recibió Jesús sabiduría de parte de su Padre?

      6 El espíritu santo de Jehová actuó en el corazón y la mente de Jesús. Isaías profetizó lo siguiente acerca de Jesús, el Mesías prometido: “El espíritu de Jehová se asentará sobre él, el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de poder, el espíritu de conocimiento y del temor de Jehová” (Isaías 11:2). Como vemos, el espíritu de Jehová estaba sobre él y dirigía sus pensamientos y acciones. De modo que todo lo que hacía y decía reflejaba la sabiduría perfecta de Jehová.

      7 Jesús consiguió sabiduría de su Padre de otra manera extraordinaria. Como vimos en el capítulo 2, tuvo la oportunidad de conocer a fondo el modo de pensar de Dios durante los miles y miles de años que vivió en el cielo antes de venir a la Tierra. ¿Se imagina cuánta sabiduría adquirió Jesús al lado de su Padre? Piénselo: él estuvo trabajando como su “obrero experto” en la creación de todo, tanto de los seres vivos como de las cosas inanimadas. Con razón la Biblia se refiere a Jesús antes de venir a la Tierra como la sabiduría personificada (Proverbios 8:22-31; Colosenses 1:15, 16). A lo largo de su ministerio, Jesús pudo aprovechar la sabiduría que había adquirido durante el tiempo que vivió con su Padre en el cielo (Juan 8:26, 28, 38).b Por eso no nos sorprende que las palabras de Jesús reflejaran tanto conocimiento y entendimiento, y que sus acciones reflejaran tanta sensatez y buen juicio.

      8. ¿Cómo podemos adquirir sabiduría los seguidores de Jesús?

      8 Nosotros, que somos seguidores de Jesús, también tenemos que acudir a Jehová como la fuente de la sabiduría (Proverbios 2:6). Claro, no la vamos a recibir de forma milagrosa. Pero, si se la pedimos a Jehová, él contestará nuestras súplicas y nos dará la sabiduría necesaria para enfrentar las dificultades de la vida (Santiago 1:5). Además de eso, tenemos que esforzarnos por conseguirla, como si buscáramos “tesoros escondidos” (Proverbios 2:1-6). Debemos seguir profundizando en la Palabra de Dios —donde él nos revela su sabiduría— y ajustar nuestra vida a lo que aprendamos en ella. Algo que nos ayudará mucho es pensar en el ejemplo del Hijo de Jehová. Analicemos varios ámbitos de la vida en los que él demostró esta cualidad y veamos cómo podemos imitarlo.

      Palabras de gran sabiduría

      Un hermano leyendo la Biblia. Tiene publicaciones bíblicas abiertas sobre el escritorio.

      La sabiduría de Dios se revela en la Biblia.

      9. ¿Por qué reflejaban tanta sabiduría las enseñanzas de Jesús?

      9 Enormes multitudes acudían a Jesús tan solo para escuchar lo que decía (Marcos 6:31-34; Lucas 5:1-3). ¿Y cómo no iban a hacerlo, si de su boca brotaban palabras de una sabiduría insuperable? Todo lo que enseñaba revelaba que conocía muy bien la Palabra de Dios y que tenía una capacidad incomparable para llegar siempre a la raíz del problema. Lo que es más, sus enseñanzas tienen el poder de atraer a personas de cualquier época y lugar. Veamos a continuación algunos ejemplos de la sabiduría que contienen las palabras de Jesús, el “Maravilloso Consejero” prometido (Isaías 9:6).

      10. ¿Qué cualidades nos anima a desarrollar Jesús, y por qué?

      10 Al principio del capítulo, hablamos del Sermón del Monte. Es la mayor colección de enseñanzas de Jesús registradas sin la intervención de un narrador ni de ningún personaje. En él, Jesús no se limita a darnos consejos sobre qué decir o cómo actuar, sino que va más allá. Él sabe que nuestras palabras y acciones vienen de lo que pensamos y sentimos. Por eso nos anima a desarrollar en la mente y el corazón cualidades como la apacibilidad, la justicia, la misericordia, la paz y el amor al prójimo (Mateo 5:5-9, 43-48). A medida que cultivemos estas cualidades, hablaremos y nos comportaremos de una manera apropiada. Y al hacerlo así no solo agradaremos a Jehová, sino que también nos llevaremos bien con los demás (Mateo 5:16).

      11. ¿Cómo llegó Jesús a la raíz del problema al hablar de las cosas malas que debemos evitar?

      11 Al hablar de las cosas malas que debemos evitar, Jesús va a la raíz del problema. Por ejemplo, en vez de simplemente mandarnos que evitemos la violencia, nos aconseja que no guardemos ira en el corazón (Mateo 5:21, 22; 1 Juan 3:15). En lugar de limitarse a prohibir el adulterio, advierte sobre la pasión que puede nacer dentro de una persona y llevarla a cometer semejante acto de traición. Y también nos previene del peligro de dejar que los ojos despierten en nosotros deseos inmorales (Mateo 5:27-30). Así que Jesús no trata solo los síntomas, sino también las causas del pecado, pues describe las actitudes y los deseos que lo originan (Salmo 7:14).

      12. ¿Cómo ven los seguidores de Jesús sus consejos, y por qué?

      12 ¡Cuánta sabiduría hay en las palabras de Jesús! Con razón “las multitudes estaban impactadas con su manera de enseñar” (Mateo 7:28). Para quienes lo seguimos, sus sabios consejos son una guía para la vida. Por ejemplo, nos aconseja cultivar cualidades como la misericordia, la apacibilidad y el amor. Y nos esforzamos por desarrollarlas en nosotros, pues sabemos que eso nos ayudará a comportarnos de la forma que Dios aprueba. Por otro lado, nos aconseja rechazar sentimientos como la ira y los deseos inmorales. Y nos esforzamos por desarraigar del corazón ese tipo de cosas, pues sabemos que esto evitará que caigamos en la conducta que Dios odia (Santiago 1:14, 15).

      La sabiduría rigió su vida

      13, 14. ¿Cómo sabemos que Jesús mostró buen juicio al elegir el rumbo que le daría a su vida?

      13 Jesús no solo demostró sabiduría por lo que dijo, sino también por lo que hizo. Con su modo de vivir —sus decisiones, su opinión sobre sí mismo y su manera de tratar a los demás— reveló las múltiples y bellas facetas de la sabiduría. Él siempre usaba “la sabiduría práctica y la capacidad de pensar” (Proverbios 3:21). Veamos algunos ejemplos de cómo lo hacía.

      14 La sabiduría implica actuar con sensatez. ¿Se comportó así Jesús? Claro que sí. Jesús mostró buen juicio al elegir el rumbo que le daría a su vida. ¿Se imagina usted la clase de vida que pudo haber tenido, el tipo de casa que pudo haber construido, el negocio que pudo haber establecido o el prestigio que pudo haber conseguido en este mundo? Pero él sabía que dedicar la vida a conseguir esas cosas “es en vano, es perseguir el viento” (Eclesiastés 4:4; 5:10). Hacerlo hubiera sido una insensatez, que es, justamente, lo contrario de la sabiduría. Pero Jesús optó por llevar una vida sencilla. A él no le interesaba hacer dinero ni acumular bienes (Mateo 8:20). Siguiendo lo que él mismo enseñaba, mantuvo la vista enfocada en un único objetivo: hacer la voluntad de Dios (Mateo 6:22). Por eso dedicó sabiamente su tiempo y energías a los asuntos relacionados con el Reino, que son mucho más importantes que las cosas materiales y dan mayor felicidad (Mateo 6:19-21). Así nos dejó un ejemplo digno de imitar.

      15. ¿Cómo demostramos los cristianos que tenemos la vista enfocada en los asuntos relacionados con el Reino, y por qué es lo mejor que podemos hacer?

      15 Los seguidores de Jesús también sabemos que lo más sabio es mantener la vista enfocada en los asuntos relacionados con el Reino. Por esta razón no nos cargamos con deudas innecesarias ni nos dejamos llevar por las metas que este mundo promueve y que consumen demasiado tiempo y energías (1 Timoteo 6:9, 10). Más bien, muchos han simplificado su vida para poder participar más en el ministerio, quizás sirviendo como evangelizadores de tiempo completo. Esto es lo mejor que uno puede hacer, pues no hay mayor alegría que poner el Reino en primer lugar (Mateo 6:33).

      16, 17. a) ¿De qué maneras demostró Jesús que era modesto y realista en sus expectativas? b) ¿Cómo podemos demostrar nosotros esas mismas cualidades?

      16 La Biblia relaciona la sabiduría con la modestia, una cualidad que, entre otras cosas, consiste en reconocer nuestras propias limitaciones (Proverbios 11:2). ¿Demostró modestia Jesucristo? Claro que sí. Jesús fue modesto y realista en lo que esperaba de sí mismo. Sabía que no todos los que lo escucharan se convertirían en sus seguidores (Mateo 10:32-39). Comprendía que solo iba a poder predicarle a un número limitado de personas. Así que fue sensato y les encargó a sus seguidores la tarea de hacer discípulos (Mateo 28:18-20). Con modestia, admitió que ellos harían “obras más grandes” que las suyas, pues su predicación llegaría a más personas, abarcaría una zona más extensa y duraría más tiempo (Juan 14:12). Por otra parte, él reconoció que otros lo podían ayudar. Por eso aceptó la ayuda que los ángeles le brindaron en el desierto y dejó que un ángel lo fortaleciera en el jardín de Getsemaní. Y, en el momento más crucial de su vida, el Hijo de Dios pidió auxilio (Mateo 4:11; Lucas 22:43; Hebreos 5:7).

      17 Nosotros también debemos ser modestos y realistas en lo que esperamos de nosotros mismos. Claro, deseamos trabajar con toda el alma y esforzarnos al máximo en la obra de predicar y hacer discípulos (Lucas 13:24; Colosenses 3:23). Pero debemos recordar algo importante: Jehová no nos compara con los demás, y tampoco debemos hacerlo nosotros (Gálatas 6:4). Si somos sabios, nos fijaremos metas realistas tomando en cuenta nuestras capacidades y circunstancias. Además, quienes ocupan puestos de responsabilidad demuestran sensatez cuando reconocen que tienen limitaciones y que necesitan ayuda y apoyo de vez en cuando. Si son modestos, aceptarán agradecidos esa ayuda, ya que saben bien que Jehová puede utilizar a un hermano para que sea “una fuente de gran consuelo” para ellos (Colosenses 4:11).

      18, 19. a) ¿Qué demuestra que Jesús era razonable y bondadoso al tratar con los discípulos? b) ¿Qué buenas razones tenemos para ser bondadosos y razonables con los demás? ¿Qué podemos hacer para tratarlos así?

      18 “La sabiduría de arriba es [...] razonable”, afirma Santiago 3:17. ¿Fue así Jesús? Por supuesto. Jesús fue razonable y bondadoso al tratar con sus discípulos. Aunque conocía sus debilidades, se fijaba en sus buenas cualidades (Juan 1:47). Por ejemplo, a pesar de que sabía que lo iban a abandonar la noche de su arresto, no dudó de su lealtad (Mateo 26:31-35; Lucas 22:28-30). También sabía que, en tres ocasiones, Pedro iba a negar conocerlo. Aun así, Jesús rogó por él y expresó confianza en su fidelidad (Lucas 22:31-34). Al orar a su Padre la última noche de su vida en la Tierra, no se centró en las faltas de sus discípulos. Más bien, destacó las cosas buenas que habían hecho hasta ese momento cuando dijo: “Han obedecido tus palabras” (Juan 17:6). Y, a pesar de sus imperfecciones, les encargó la misión de predicar el Reino y hacer discípulos (Mateo 28:19, 20). Como Jesús les dejó claro que confiaba mucho en ellos, seguro que eso los fortaleció para llevar a cabo su comisión.

      19 Los seguidores de Jesús tenemos buenas razones para imitar su manera de tratar a los demás. Después de todo, si el Hijo de Dios —que era perfecto— fue paciente al tratar con los discípulos imperfectos, ¿no deberíamos nosotros, seres humanos pecadores, ser razonables con los demás? (Filipenses 4:5). En vez de estar fijándonos en los defectos de nuestros hermanos, concentrémonos en sus cosas buenas. Recordemos que Jehová los ha atraído a él (Juan 6:44). Seguro que vio algo bueno en ellos, y nosotros debemos hacer lo mismo. Una actitud positiva nos ayudará no solo a pasar por alto las faltas de los demás, sino a buscar en ellos cosas por las que podamos felicitarlos (Proverbios 19:11). Cuando les demostramos a nuestros hermanos que confiamos en ellos, los animamos a dar lo mejor de sí en su servicio a Jehová y a disfrutar de él (1 Tesalonicenses 5:11).

      20. ¿Qué debemos hacer con el tesoro de sabiduría que contienen los Evangelios, y por qué?

      20 Los Evangelios, que relatan la vida y el ministerio de Jesús, son un verdadero tesoro de sabiduría. ¿Qué debemos hacer con este valioso regalo? En la conclusión del Sermón del Monte, Jesús no solo exhortó a todos los presentes a escuchar lo que él dijo, sino a hacerlo, es decir, a poner en práctica sus sabios consejos (Mateo 7:24-27). Si dejamos que sus sabias palabras y acciones moldeen nuestra forma de pensar, sentir y actuar, disfrutaremos del mejor modo de vida que existe ahora y nos mantendremos en el camino que lleva a la vida eterna (Mateo 7:13, 14). Es lo más sabio... ¡Lo mejor que podemos hacer!

      a Este discurso de Jesús se conoce como el Sermón del Monte. Tal y como se encuentra en Mateo 5:3 a 7:27, abarca 107 versículos. Y pronunciarlo tomaría apenas unos 20 minutos.

      b Al parecer, Jesús recordó su existencia prehumana cuando “los cielos se abrieron” en el momento de su bautismo (Mateo 3:13-17).

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • Si cree haber ofendido a un hermano, ¿qué es lo más sabio que usted puede hacer? (Mateo 5:23, 24).

      • Cuando lo insulten o lo provoquen, ¿cómo pueden las palabras de Jesús ayudarle a reaccionar de forma sabia? (Mateo 5:38-42).

      • ¿Cómo le ayudará meditar en lo que Jesús dijo a ver de manera equilibrada el dinero y las posesiones? (Mateo 6:24-34).

      • A la hora de fijar sus prioridades en la vida, ¿cómo lo impulsará el ejemplo de Jesús a tomar una decisión sabia? (Lucas 4:43; Juan 4:34).

  • “Aprendió lo que es la obediencia”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO SEIS

      “Aprendió lo que es la obediencia”

      1, 2. ¿Por qué se siente tan orgulloso un buen padre al ver que su hijo le obedece, y cómo refleja esto los sentimientos de Jehová?

      DESDE la ventana, un padre observa a su hijito jugando en el jardín con unos amigos. De repente, la pelota sale rebotando hacia la calle mientras el niño la sigue ansioso con la mirada. “¡Corre y búscala!”, insiste uno de sus amigos. Pero él, meneando la cabeza, responde: “No, mi papá no me deja”. Entonces su padre sonríe orgulloso.

      2 ¿Y por qué está tan orgulloso? Porque es él quien le enseñó a su hijo que nunca cruce solito la calle. El hecho de que el niño haga caso —aun sin saber que el padre lo está mirando— indica que está aprendiendo a ser obediente y que así corre menos peligro. Algo parecido siente nuestro Padre celestial, Jehová. Él sabe que, para permanecer fieles y disfrutar del maravilloso futuro que él nos ofrece, debemos aprender a confiar en él y obedecerlo (Proverbios 3:5, 6). Y para ayudarnos a ser obedientes nos envió al mejor de los maestros.

      3, 4. ¿En qué sentido Jesús “aprendió lo que es la obediencia” y fue “perfeccionado”? Ponga un ejemplo.

      3 La Biblia dice algo impresionante acerca de Jesús: “Aunque él era su hijo, aprendió lo que es la obediencia por las cosas que sufrió. Y, después de haber sido perfeccionado, llegó a ser el responsable de la salvación eterna de todos los que lo obedecen” (Hebreos 5:8, 9). Jesús, el Hijo primogénito de Dios, había existido por miles y miles de años en el cielo. Allí vio la rebelión de Satanás y sus ángeles, pero nunca se les unió. Su actitud se ve reflejada en estas palabras que se cumplieron en él: “Yo no fui rebelde” (Isaías 50:5). Entonces, ¿cómo es que “aprendió lo que es la obediencia” si siempre había sido obediente a Dios? ¿Cómo fue “perfeccionado” si ya era perfecto?

      4 Pongamos un ejemplo. Supongamos que un soldado tiene una espada de hierro. Aunque nunca ha sido probada en la guerra, está fabricada y diseñada a la perfección. Sin embargo, el soldado decide cambiarla por una más dura, de acero templado, que ya ha sido empleada eficazmente en el combate. ¿No diríamos que ha salido ganando? De la misma manera, Jesús ya obedecía a su Padre a la perfección antes de venir a la Tierra. Pero, después de haber vivido aquí, su obediencia llegó a ser de una calidad totalmente distinta: había sido probada —o templada, por así decirlo— en circunstancias que jamás se habrían dado en el cielo.

      5. ¿Por qué era tan importante que Jesús fuera obediente? ¿Qué examinaremos en este capítulo?

      5 La obediencia era fundamental para la misión de Jesús en la Tierra. A él se le llama “el último Adán”, pues vino a hacer lo que Adán no hizo: obedecer a Jehová Dios aun bajo prueba (1 Corintios 15:45). Jesús no obedeció de forma mecánica, sino con toda su mente, con todo su corazón y con toda su alma; y lo hizo con alegría. Para él, hacer la voluntad de su Padre era más importante que el alimento (Juan 4:34). Ahora bien, ¿qué nos ayudará a ser obedientes como Jesús? Si logramos que nuestra motivación sea como la de él, nos resultará más fácil vencer las tentaciones y hacer la voluntad de Dios. Así que, para empezar, analicemos qué lo motivaba a ser obediente. Luego veamos algunos de los beneficios de obedecer a Jehová tal como lo hizo Cristo.

      ¿Qué lo motivaba a ser obediente?

      6, 7. ¿Qué motivaba a Jesús a ser obediente?

      6 La obediencia de Jesús nacía de lo que tenía en su corazón. Como vimos en el capítulo 3, él era humilde de corazón. Las personas humildes están dispuestas a obedecer a Jehová de buena gana, mientras que las orgullosas y arrogantes se niegan a hacerlo (Éxodo 5:1, 2; 1 Pedro 5:5, 6). ¿Qué más le ayudó a Jesús a ser obediente? Las cosas que amaba y las que odiaba. Veamos por qué.

      7 Jesús amaba a Jehová sobre todas las cosas, como se explica con detalle en el capítulo 13. De hecho, fue ese amor lo que lo motivó a temer a su Padre celestial. Jesús lo amaba tanto y sentía un respeto tan profundo por él que temía lastimarlo. Y ese temor que Jesús sentía fue una de las razones por las que Jehová escuchó con gusto sus oraciones (Hebreos 5:7). Ahora, en su papel de Rey mesiánico, Jesús sigue demostrando este temor (Isaías 11:3).

      Dos hermanos enfrente de un cartel que anuncia una película violenta. Uno hace cara de asco y el otro levanta la mano y se gira.

      Cuando elige sus diversiones, ¿demuestra que odia lo malo?

      8, 9. Según se había predicho, ¿qué sentía Jesús por la justicia y por la maldad, y cómo lo demostró?

      8 Amar a Jehová también implica odiar lo que él odia. Fíjese, por ejemplo, en la siguiente profecía sobre el Rey mesiánico: “Amaste la justicia y odiaste la maldad. Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido a ti con el aceite de alegría más que a tus compañeros” (Salmo 45:7). Los “compañeros” de Jesús eran los demás reyes del linaje de David. Él podía alegrarse más que todos ellos por su nombramiento como Rey. ¿Por qué? Porque la recompensa de él es mucho mayor que la de ellos y porque los beneficios de su reinado serán ilimitados. Y precisamente recibe esa recompensa porque su amor a la justicia y su odio a la maldad lo impulsaron a obedecer a Dios en todo.

      9 ¿Cómo demostró Jesús lo que sentía hacia la justicia y la maldad? Por ejemplo, cuando sus discípulos siguieron sus instrucciones en la predicación y tuvieron éxito, ¿cómo reaccionó? Sintió una inmensa felicidad (Lucas 10:1, 17, 21). Y, cuando vio que los habitantes de Jerusalén no le hacían caso y rechazaban su amorosa ayuda una y otra vez, ¿cómo se sintió? Lloró por aquella ciudad rebelde (Lucas 19:41, 42). Como vemos, a Jesús le afectaban profundamente tanto la buena como la mala conducta de la gente.

      10. ¿Qué sentimientos debemos desarrollar hacia lo que es bueno y lo que es malo, y cómo lo logramos?

      10 Meditar en estos sentimientos de Jesús nos ayuda a ver qué nos motiva a obedecer a Jehová. Aunque somos imperfectos, podemos desarrollar un amor intenso hacia lo que es bueno y un odio profundo hacia lo que es malo. Y, para eso, tenemos que pedirle a Jehová que nos ayude a cultivar los mismos sentimientos de él y de su Hijo (Salmo 51:10). También debemos evitar las influencias que puedan corromper esos sentimientos. Por eso, es esencial que seamos muy cuidadosos a la hora de elegir el entretenimiento y las amistades (Proverbios 13:20; Filipenses 4:8). Si tenemos la misma motivación que Jesucristo, no obedeceremos simplemente por cumplir, sino que haremos lo bueno porque amamos lo bueno. Y evitaremos todo lo malo no solo por el temor a ser descubiertos, sino porque odiamos lo malo.

      “Él no cometió ningún pecado”

      11, 12. a) ¿Qué ocurrió al principio del ministerio de Jesús en la Tierra? b) ¿En qué consistió la primera tentación que el Diablo le puso a Jesús, y qué tácticas astutas utilizó?

      11 Al principio del ministerio de Jesús, el Diablo lo puso a prueba para ver si de veras odiaba el pecado. Tras su bautismo, pasó 40 días y 40 noches en el desierto sin comer nada. Entonces se le acercó Satanás para tentarlo, ¡y con qué astucia lo hizo! (Mateo 4:1-11).

      12 Lo primero que le dijo fue: “Si eres hijo de Dios, diles a estas piedras que se conviertan en panes” (Mateo 4:3). ¿Cómo se sentía Jesús después de tanto tiempo sin comer? La Biblia dice claramente que “tenía hambre” (Mateo 4:2). Satanás se aprovechó del deseo natural de comer y seguro que esperó a que Jesús estuviera débil. Fíjese también en el tono provocador de la frase: “Si eres hijo de Dios”, como si él no supiera que Jesús era “el primogénito de toda la creación” (Colosenses 1:15). Pero Jesús no dejó que aquella provocación de Satanás lo hiciera desobedecer. Sabía que no era la voluntad de Dios que él usara sus poderes con fines egoístas. Así que rechazó la propuesta del Diablo y demostró humildemente que confiaba en que Jehová le brindaría alimento y guía (Mateo 4:4).

      13-15. a) ¿Cómo tentó Satanás a Jesús la segunda y la tercera vez, y cómo reaccionó Jesús? b) ¿Por qué Jesús no podía bajar la guardia?

      13 Satanás lo subió a una parte alta de la muralla del templo para tentarlo por segunda vez. Manipulando astutamente las Escrituras, le propuso que realizara un acto espectacular: que se arrojara al vacío para obligar a los ángeles a acudir en su auxilio. Si así lo hacía, ¿acaso se atrevería alguien a dudar de que él era el Mesías prometido? Después de todo, en el templo había muchísima gente que vería el milagro. Además, ¿no se ahorraría muchos problemas y sufrimientos si, gracias a aquel espectáculo, el pueblo lo aceptaba como el Mesías? Pudiera ser, pero Jesús sabía que la voluntad de Jehová era que cumpliera su misión con humildad y no que la gente creyera por medios espectaculares que él era el Mesías (Isaías 42:1, 2). Así que en esta ocasión tampoco le desobedeció a Jehová: no se dejó deslumbrar por la fama.

      14 Ahora bien, ¿se dejaría entrampar por las ganas de tener más poder? En la tercera tentación, Satanás le ofreció a Jesús todos los reinos del mundo a cambio de un solo acto de adoración. Pero el Hijo de Dios no le dio vueltas al asunto. Su respuesta fue: “¡Vete, Satanás!”. Y agregó: “Porque está escrito: ‘Adora a Jehová tu Dios y sírvele solo a él’” (Mateo 4:10). Por nada del mundo adoraría Jesús a otro dios. Por más que le ofrecieran poder o prestigio, nunca cometería un acto de desobediencia.

      15 ¿Se dio por vencido Satanás? Es verdad que en aquella ocasión se alejó cuando Jesús se lo ordenó. Pero no se rindió, sino que, como añade el Evangelio de Lucas, “se alejó de él a la espera de otro momento conveniente” (Lucas 4:13). De hecho, el Diablo buscaría otras oportunidades para probarlo y tentarlo hasta el final, pues la Biblia dice que Jesucristo fue “probado [...] en todo sentido” (Hebreos 4:15). Así que Jesús nunca podía bajar la guardia, y lo mismo pasa con nosotros.

      16. ¿Cómo tienta hoy Satanás a los siervos de Dios, y qué podemos hacer para que no se salga con la suya?

      16 Hoy Satanás sigue tentando a los siervos de Dios. Por desgracia, nuestras debilidades a menudo nos convierten en presas fáciles del Diablo. Él se aprovecha con astucia de actitudes como el egoísmo, el orgullo y la ambición de poder. Y con la trampa del materialismo puede hacer que estas tres actitudes afloren en nosotros a la vez. Por eso, es esencial que de vez en cuando nos hagamos un autoexamen. Mientras meditamos en 1 Juan 2:15-17, preguntémonos si los deseos de la carne que promueve este mundo, las ansias de riquezas y el deseo de impresionar a los demás han debilitado hasta cierto grado el amor que le tenemos a nuestro Padre celestial. Recordemos que este mundo y su gobernante, Satanás, se encaminan a la destrucción. ¡No dejemos que el Diablo se salga con la suya! Imitemos el ejemplo de nuestro Maestro, quien “no cometió ningún pecado” (1 Pedro 2:22).

      “Siempre hago lo que a él le agrada”

      17. ¿Cómo se sentía Jesús al obedecer a su Padre? ¿Qué podría decir alguien al respecto?

      17 Obedecer significa mucho más que evitar el pecado. Jesús demostró que obedecer es algo activo, pues él cumplió cada uno de los mandatos de su Padre. Él dijo: “Yo siempre hago lo que a él le agrada” (Juan 8:29). Y esa obediencia lo hizo muy feliz. Claro, alguien podría decir que para Jesús era fácil obedecer. Al fin y al cabo, solo tenía que rendirle cuentas a Jehová, que es perfecto. En cambio, nosotros tenemos que rendirles cuentas a personas imperfectas con autoridad. Pero debemos recordar algo: Jesús también se sometió a la autoridad de seres humanos imperfectos.

      18. ¿Qué ejemplo de obediencia dejó Jesús cuando era jovencito?

      18 Jesús creció bajo la autoridad de José y María, quienes eran imperfectos. Probablemente notaba las imperfecciones de sus padres mucho más que otros niños. ¿Se rebeló por eso? ¿Dejó de respetar el papel que Dios le había dado como hijo y se puso a decirles cómo debían criar a una familia? No, Lucas 2:51 dice que Jesús “continuó sujeto a ellos”. Con su actitud, aquel jovencito de 12 años les dejó un magnífico ejemplo a los jóvenes cristianos, que tratan de obedecer a sus padres y mostrarles el debido respeto (Efesios 6:1, 2).

      19, 20. a) ¿En qué circunstancias particulares tuvo que obedecer Jesús a hombres imperfectos? b) ¿Por qué deben los cristianos obedecer a quienes dirigen la congregación?

      19 Jesús obedeció a hombres imperfectos en ciertas circunstancias por las que los cristianos de la actualidad nunca tendremos que pasar. Piense, por ejemplo, en la época tan particular en que vivió. El sistema religioso judío —con el templo de Jerusalén y el sacerdocio— había tenido la aprobación de Jehová desde hacía mucho tiempo. Pero estaba a punto de ser rechazado y sustituido por la congregación cristiana (Mateo 23:33-38). Muchos de los líderes religiosos enseñaban doctrinas falsas derivadas de la filosofía griega. Además, la corrupción en el templo estaba tan extendida que Jesús lo llamó “una cueva de ladrones” (Marcos 11:17). ¿Lo alejó esto del templo y de las sinagogas? No, pues todavía eran instrumentos de Jehová. Con el tiempo Dios intervino y cambió las cosas, pero mientras tanto Jesús siguió celebrando obedientemente las fiestas en el templo y acudiendo a la sinagoga (Lucas 4:16; Juan 5:1).

      20 Si Jesús obedeció en esas circunstancias, ¡con más razón deberíamos hacerlo los cristianos de la actualidad! Después de todo, vivimos en tiempos muy diferentes: vivimos en la era en que —como se anunció muchos siglos atrás— la adoración pura se ha restaurado. Dios nos asegura que nunca permitirá que Satanás corrompa a su pueblo restaurado (Isaías 2:1, 2; 54:17). Es cierto que en la congregación cristiana encontramos errores e imperfecciones. Pero ¿deberíamos poner esto como excusa para desobedecer a Jehová, quizás dejando de ir a las reuniones o criticando a los ancianos? ¡Jamás! Más bien, debemos apoyar con toda el alma a los que dirigen la congregación. Mostramos nuestra obediencia al asistir a las reuniones y asambleas, y al seguir los consejos bíblicos que se nos dan allí (Hebreos 10:24, 25; 13:17).

      Hermanos y hermanas conversando muy felices afuera del Salón del Reino.

      Mostramos obediencia cuando ponemos en práctica lo que aprendemos en las reuniones.

      21. ¿Qué hizo Jesús cuando otros lo presionaron para que desobedeciera a Dios, y qué ejemplo nos dio así?

      21 Jesús no permitió que nadie —ni siquiera algún amigo con buenas intenciones— lo hiciera desobedecer a Jehová. En cierta ocasión, el apóstol Pedro intentó convencerlo de que no hacía falta que sufriera y muriera. Sin embargo, Jesús rechazó con firmeza el consejo de Pedro de no ser tan duro consigo mismo. Aunque Pedro tenía las mejores intenciones, su consejo iba en contra de la voluntad de Jehová (Mateo 16:21-23). Quizás algunos familiares con buenas intenciones traten de disuadirnos de obedecer las leyes y principios de Dios. Pero, igual que los discípulos de Jesús del siglo primero, sabemos que “tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hechos 5:29).

      Recompensas de obedecer como lo hizo Cristo

      22. ¿Qué cuestión resolvió Jesús, y cómo lo hizo?

      22 La prueba de obediencia más difícil por la que Jesús pasó fue cuando se enfrentó a la muerte. Ese día “aprendió lo que es la obediencia” en todo el sentido de la palabra. Hizo la voluntad de su Padre, y no la suya (Lucas 22:42). Al seguir siendo fiel, dejó un modelo perfecto de integridad (1 Timoteo 3:16). De este modo, resolvió una cuestión que había surgido mucho tiempo atrás: ¿puede un ser humano perfecto obedecerle a Jehová a pesar de las pruebas? Adán y Eva fallaron. Pero entonces vino Jesús, quien con su vida y su muerte respondió esa cuestión y dejó claro que Satanás es un mentiroso. Así que la más importante de todas las criaturas de Jehová fue obediente a pesar del precio tan alto que tuvo que pagar.

      23-25. a) ¿Cómo se relacionan la obediencia y la integridad? Explíquelo con un ejemplo. b) ¿Qué veremos en el siguiente capítulo?

      23 ¿Cómo le demostramos a Jehová nuestra integridad, es decir, que queremos serle fieles? Siendo obedientes. Jesús se mantuvo íntegro gracias a su obediencia, y así benefició a la humanidad (Romanos 5:19). Como resultado, Jehová lo recompensó generosamente. Si nosotros obedecemos a Cristo, nuestro Amo, Jehová también nos recompensará, pues la obediencia a Cristo lleva a “la salvación eterna” (Hebreos 5:9).

      24 Además, la integridad ya es de por sí un premio. Proverbios 10:9 dice: “El que vive con integridad andará seguro”. Si comparáramos una vida de integridad a una mansión hecha con buenos ladrillos, cada acto de obediencia equivaldría a uno de ellos. Por sí solo, un ladrillo tal vez parezca insignificante, pero cada uno ocupa su lugar y es importante. Y, cuando ponemos uno sobre otro, vamos construyendo algo de mucho más valor. Por eso cada vez que obedecemos a Jehová —cada día, cada año— es como si fuéramos colocando los “ladrillos” que forman nuestro historial de integridad.

      25 La idea de obedecer a lo largo de los años nos recuerda otra cualidad: el aguante. En el siguiente capítulo veremos el ejemplo de aguante de Jesús.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Cuáles son algunos mandatos que dio Cristo? ¿Cómo podemos obedecerlos, y con qué resultados? (Juan 15:8-19).

      • Al principio, ¿qué opinaban del ministerio de Jesús sus parientes? ¿Qué aprendemos de la manera como él manejó la situación? (Marcos 3:21, 31-35).

      • ¿Por qué no deberíamos pensar nunca que obedecer a Dios puede privarnos de felicidad? (Lucas 11:27, 28).

      • ¿Qué nos enseña el que Jesús accediera a obedecer cierta ley aun cuando no estaba obligado a hacerlo? (Mateo 17:24-27).

  • “Piensen detenidamente en el que aguantó”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO SIETE

      “Piensen detenidamente en el que aguantó”

      1-3. a) ¿Hasta qué grado llegó la agonía de Jesús en el jardín de Getsemaní, y qué lo llevó a eso? b) ¿Qué puede decirse del ejemplo de aguante de Jesús, y qué preguntas surgen?

      LA PRESIÓN a la que se enfrenta es muy intensa. Jesús nunca ha sentido tanta angustia mental y emocional. Son las últimas horas de su vida en la Tierra, y se dirige con sus apóstoles a un lugar que conocen bien: el jardín de Getsemaní. Ya se han reunido allí varias veces, pero esta noche necesita estar un rato a solas. Jesús se separa de ellos, se adentra en el jardín, se arrodilla y empieza a orar. Son tan fervientes sus oraciones y es tan profunda su agonía que su sudor se vuelve “como gotas de sangre” que caen al suelo (Lucas 22:39-44).

      2 ¿Por qué está tan angustiado? Claro, sabe que dentro de poco va a sufrir dolor físico extremo, pero esa no es la razón por la que se siente así. Lleva sobre los hombros una responsabilidad muy pesada. Le preocupa profundamente el nombre de su Padre. Además, es consciente de que el futuro de los seres humanos depende de que él sea fiel. Sabe que es muy importante que aguante. Si falla, el nombre de Jehová quedará deshonrado. Pero Jesús no falla. Más tarde ese mismo día, antes de exhalar su último suspiro, el hombre que ha sido el mayor ejemplo de aguante en la Tierra exclama triunfante: “¡Se ha cumplido!” (Juan 19:30).

      3 La Biblia nos hace esta invitación: “Piensen detenidamente en el que aguantó”, es decir, en Jesús (Hebreos 12:3). ¿Y qué pruebas tuvo que aguantar? ¿Qué le ayudó a resistirlas? ¿Cómo podemos copiar su ejemplo? Antes de responder estas preguntas importantes, examinemos lo que implica el aguante.

      ¿En qué consiste el aguante?

      4, 5. a) ¿En qué consiste el aguante? b) ¿Qué ejemplo muestra que el aguante no es sufrir solo porque no queda más remedio?

      4 De vez en cuando, todos nos sentimos “angustiados por diversas pruebas” (1 Pedro 1:6). Ahora bien, si alguien está pasando por una prueba, ¿significa que está aguantando? No necesariamente. La palabra griega que se traduce “aguante” significa “la acción de permanecer firme [...] frente a los males”. Hablando del aguante al que se refieren los escritores de la Biblia, un experto dice: “Es el espíritu que puede sobrellevar las cargas por su esperanza inflamada [o ardiente], no por simple resignación [...]. Es la cualidad que mantiene a un hombre firme contra los elementos. Es la virtud que puede transmutar [o cambiar] en gloria a la desgracia más grande, porque, más allá del dolor, ve la meta”.

      5 Por lo tanto, aguantar no es cuestión de sufrir solo porque no queda más remedio. En sentido bíblico implica firmeza, mantener la debida actitud mental, sin perder la esperanza ante las adversidades. Pensemos en el siguiente ejemplo. Dos hombres están presos en la misma cárcel, pero por motivos muy distintos. Uno de ellos es un delincuente que cumple su condena con resentimiento y amargura. El otro es un cristiano que ha sido encarcelado por su lealtad, pero permanece fiel y mantiene una actitud positiva porque ve en su situación una oportunidad de demostrar su fe. ¿Diríamos que el delincuente es un ejemplo de aguante? Claro que no. En cambio, el cristiano leal sería para nosotros un excelente ejemplo de lo que en realidad es el aguante (Santiago 1:2-4).

      6. ¿Cómo cultivamos el aguante?

      6 El aguante es indispensable para alcanzar la salvación (Mateo 24:13). Sin embargo, no nacemos con esta cualidad tan necesaria; tenemos que cultivarla. ¿Cómo se hace esto? Romanos 5:3 dice: “Las dificultades producen aguante”. Así que, si de veras queremos desarrollar aguante, no debemos tratar de escapar de las pruebas de fe cada vez que se presenten. Aunque nos sintamos intimidados, tenemos que hacerles frente. El aguante es el resultado de afrontar y superar las pruebas grandes y pequeñas que se nos presentan a diario. Cada prueba que superamos nos fortalece para resistir la siguiente. Claro, no conseguimos el aguante por nuestra propia cuenta, sino que cada uno “depende de la fuerza que Dios da” (1 Pedro 4:11). A fin de ayudarnos a permanecer firmes, Jehová nos ha dado la mejor ayuda posible: el ejemplo de su Hijo. Analicemos el intachable historial de aguante de Jesús.

      Lo que Jesús aguantó

      7, 8. ¿Qué terribles sufrimientos aguantó Jesús en sus últimas horas de vida?

      7 Al acercarse el fin de su vida en la Tierra, Jesús aguantó una crueldad tras otra. Aparte de la gran tensión mental que experimentó durante su última noche, piense en las desilusiones que debió de sufrir y en las humillaciones que soportó. Alguien muy cercano lo traicionó, sus amigos más allegados lo abandonaron y el tribunal religioso más importante del país le hizo un juicio ilegal. Durante ese juicio se burlaron de él, le escupieron y le dieron puñetazos. Sin embargo, aguantó todo con calma, dignidad y fortaleza (Mateo 26:46-49, 56, 59-68).

      8 En sus últimas horas de vida, Jesús aguantó gran dolor físico. Le dieron latigazos de una manera tan brutal que —según una publicación médica— le causaron “profundos cortes en forma de tiras y una considerable pérdida de sangre”. Luego, lo ejecutaron de un modo que producía “una muerte lenta con el máximo dolor y sufrimiento”. Piense en el terrible sufrimiento que debió sentir cuando le hundieron largos clavos en las manos y los pies para clavarlo a un madero (Juan 19:1, 16-18). Imagínese el indescriptible dolor que soportó cuando levantaron el madero y cuando su cuerpo —con todo su peso— quedó suspendido de los clavos, mientras su espalda desgarrada rozaba la áspera superficie del poste. Y Jesús soportó esta terrible tortura a la vez que llevaba sobre sí una pesada carga emocional, como se mencionó al comienzo del capítulo.

      9. ¿Qué implica tomar nuestro “madero de tormento” y seguir a Jesús?

      9 Como seguidores de Cristo, ¿qué cosas pudiera tocarnos aguantar? Jesús dijo: “Si alguien quiere ser mi seguidor, [...] que tome su madero de tormento y me siga constantemente” (Mateo 16:24). La expresión “madero de tormento” simboliza aquí el sufrimiento, la vergüenza y hasta la misma muerte. Seguir a Cristo no es fácil. Las normas cristianas nos hacen diferentes, y el mundo nos odia porque no somos parte de él (Juan 15:18-20; 1 Pedro 4:4). Aun así, estamos dispuestos a tomar nuestro madero de tormento: estamos listos para sufrir —y hasta morir— antes que dejar de seguir a nuestro modelo (2 Timoteo 3:12).

      10-12. a) ¿Por qué fueron una prueba de aguante para Jesús las imperfecciones de quienes lo rodeaban? b) ¿Cuáles fueron algunas de las situaciones difíciles por las que Jesús pasó?

      10 Durante su ministerio, Jesús se enfrentó a las imperfecciones de quienes lo rodeaban, y eso también fue una prueba para él. Recordemos que él fue el “obrero experto” cuando Jehová creó la Tierra y todas las formas de vida que hay en ella (Proverbios 8:22-31). Por lo tanto, sabía bien que Jehová se proponía que los seres humanos reflejaran sus cualidades y disfrutaran de la vida con salud perfecta (Génesis 1:26-28). Sin embargo, ya en la Tierra, Jesús vio desde otra perspectiva las terribles consecuencias del pecado, pues él mismo era un hombre, capaz de experimentar los sentimientos y emociones humanos. ¡Qué triste debió de sentirse al ver de cerca cuánto se había alejado la humanidad de la perfección que tuvieron Adán y Eva! Esta era una prueba de aguante para Jesús. ¿Se desanimaría y se daría por vencido? ¿Consideraría a los seres humanos un caso perdido? Veamos lo que hizo.

      11 En cierta ocasión, a Jesús le dolió tanto ver lo insensibles que eran los judíos que lloró en público. Sin embargo, ¿logró la indiferencia de aquel pueblo que él se desanimara o que dejara de predicar? Todo lo contrario: “siguió enseñando diariamente en el templo” (Lucas 19:41-44, 47). En otra ocasión, cuando vio que los fariseos lo vigilaban para ver si curaba a un hombre en sábado, se sintió “muy dolido al ver que tenían el corazón tan duro”. Pero ¿se dejó intimidar por aquellos santurrones? Claro que no. De hecho, curó al hombre allí, ¡en el mismo centro de la sinagoga! (Marcos 3:1-5).

      12 Las debilidades de sus discípulos más cercanos también debieron de ser una prueba para Jesús. Como vimos en el capítulo 3, ellos demostraron una y otra vez que querían ser prominentes (Mateo 20:20-24; Lucas 9:46). Más de una vez, Jesús les dijo que tenían que ser humildes (Mateo 18:1-6; 20:25-28). Pero les costaba cambiar su forma de pensar. De hecho, en la última noche que él estuvo con ellos “surgió una fuerte discusión” sobre quién era el más importante (Lucas 22:24). ¿Se dio por vencido Jesús pensando que eran un caso perdido? Por supuesto que no. Siempre fue paciente y positivo, confiaba en ellos y se centraba en las cosas buenas que tenían. Sabía que de veras amaban a Jehová y querían hacer su voluntad (Lucas 22:25-27).

      En la predicación, una hermana retirándose de una casa. Ella está calmada, aunque la persona está enojada y la mira desde la puerta.

      ¿Dejaremos que la oposición nos desanime, o seguiremos predicando con entusiasmo?

      13. ¿Qué pruebas similares a las de Jesús es probable que enfrentemos?

      13 Es posible que nosotros pasemos por pruebas similares a las de Jesús. Por ejemplo, quizá nos encontremos con personas que son indiferentes o que hasta se oponen al mensaje del Reino. ¿Nos desanimará su actitud negativa, o seguiremos predicando con entusiasmo? (Tito 2:14). Las imperfecciones de nuestros hermanos también pueden ser una prueba. Una palabra irreflexiva o un acto desconsiderado por su parte puede herirnos (Proverbios 12:18). ¿Dejaremos que sus defectos nos hagan pensar que son un caso perdido? ¿O más bien seguiremos soportando sus faltas y concentrándonos en sus buenas cualidades? (Colosenses 3:13).

      Razones por las que aguantó

      14. ¿Qué dos cosas le ayudaron a Jesús a mantenerse firme?

      14 ¿Qué le ayudó a Jesús a mantenerse firme y fiel a Jehová a pesar de todos los sufrimientos, humillaciones y desilusiones que vivió? Veamos dos cosas importantes. En primer lugar, miró hacia arriba, por así decirlo, para pedirle ayuda a Jehová, “el Dios que da aguante” (Romanos 15:5). En segundo lugar, miró hacia adelante para centrar su atención en los resultados que obtendría si aguantaba. Analicemos estas dos ideas por separado.

      15, 16. a) ¿Cómo sabemos que Jesús no confió en sus propias fuerzas para aguantar? b) ¿Qué confianza tenía Jesús en su Padre, y por qué?

      15 Aunque Jesús era el Hijo perfecto de Dios, no confió en sus propias fuerzas para aguantar, sino que acudió a su Padre celestial para que lo ayudara. El apóstol Pablo escribió: “Cristo ofreció peticiones y ruegos con fuertes clamores y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte” (Hebreos 5:7). Fíjese en que Jesús no solo “ofreció peticiones”, sino también ruegos. El término ruego se refiere a una súplica especialmente sincera e intensa; significa implorar ayuda. La palabra “ruegos”, en plural, indica que Jesús le imploró ayuda a Jehová en más de una ocasión. De hecho, en el jardín de Getsemaní, él oró con fervor una y otra vez (Mateo 26:36-44).

      16 Él tenía plena confianza en que Jehová escucharía sus ruegos, pues sabía que su Padre es “el que escucha las oraciones” (Salmo 65:2). Antes de venir a la Tierra, Jesús, el Hijo primogénito, había visto a su Padre contestar las oraciones de sus siervos fieles. Él estaba en los cielos cuando el profeta Daniel hizo una oración sincera y Jehová le envió un ángel para responderle incluso antes de que terminara de orar (Daniel 9:20, 21). Entonces, ¿cómo no iba a contestarle el Padre a su Hijo unigénito cuando este le abrió su corazón “con fuertes clamores y lágrimas”? Jehová respondió las súplicas de su Hijo y mandó a un ángel para que lo fortaleciera y así pudiera resistir la prueba (Lucas 22:43).

      17. ¿Por qué debemos mirar hacia arriba, por así decirlo, para seguir aguantando, y cómo podemos hacerlo?

      17 Para aguantar, nosotros también tenemos que mirar hacia arriba, por así decirlo, y acudir al Dios que nos “da poder” (Filipenses 4:13). Si el Hijo perfecto de Dios sintió la necesidad de implorarle ayuda a Jehová, ¡cuánto más tendremos que hacerlo nosotros! Como Jesús, tal vez tengamos que suplicarle ayuda a Jehová en repetidas ocasiones (Mateo 7:7). Aunque no esperamos recibir la visita de un ángel, los cristianos leales sí estamos seguros de algo: cuando uno “no deja de rogar y orar día y noche”, Jehová responde (1 Timoteo 5:5). Sean cuales sean las pruebas que afrontemos —la mala salud, la muerte de un ser querido o la persecución—, Jehová nos responderá cuando le pidamos con fervor que nos dé sabiduría, valor y fuerzas para aguantar (2 Corintios 4:7-11; Santiago 1:5).

      Una hermana orando con mucha intensidad.

      Jehová nos responderá cuando le supliquemos que nos ayude a aguantar.

      18. ¿En qué sentido miró Jesús hacia adelante, más allá del sufrimiento?

      18 ¿Qué otra cosa le ayudó a Jesús a aguantar? Ver más allá del sufrimiento, mirar hacia adelante, a lo que le esperaba. De hecho, la Biblia dice: “Por la felicidad que fue puesta delante de él, aguantó un madero de tormento” (Hebreos 12:2). El ejemplo de Jesús muestra la relación que hay entre la esperanza, la felicidad y el aguante. Podríamos resumirlo así: la esperanza produce felicidad, y la felicidad, aguante (Romanos 15:13; Colosenses 1:11). A Jesús le esperaban cosas muy buenas si aguantaba. Sabía que con su fidelidad contribuiría a santificar el nombre de su Padre y podría recomprar a la humanidad del pecado y la muerte. Además, tenía la esperanza de ser Rey y Sumo Sacerdote, y así traería más bendiciones para los seres humanos obedientes (Mateo 20:28; Hebreos 7:23-26). Al concentrarse en las perspectivas y la esperanza que tenía por delante, Jesús sintió una felicidad infinita, y esa felicidad, a su vez, le ayudó a aguantar.

      19. ¿Cómo pueden ayudarnos la esperanza y la felicidad a aguantar las pruebas de fe?

      19 Al igual que Jesús, nosotros también necesitamos tener esperanza y felicidad para poder aguantar. El apóstol Pablo dijo: “Alégrense por la esperanza”. Y añadió: “Aguanten cuando tengan dificultades” (Romanos 12:12). ¿Está usted pasando ahora mismo por una situación grave que pone a prueba su fe? Entonces, mire hacia adelante. No olvide que su aguante le dará honra al nombre de Jehová. Tenga muy presente la preciosa esperanza de vivir bajo el Reino. Transpórtese al cercano nuevo mundo de Dios e imagínese disfrutando de las bendiciones del Paraíso. Concéntrese en el cumplimiento de las maravillosas promesas de Jehová, entre ellas la santificación de su nombre, la eliminación de la maldad en la Tierra y el fin de la enfermedad y la muerte. Así, sentirá una gran felicidad, y esa felicidad le ayudará a aguantar cualquier prueba. Así es: en comparación con el cumplimiento de la esperanza del Reino, todas las dificultades que estemos sufriendo en este mundo son “momentáneas y livianas” (2 Corintios 4:17).

      Sigamos “fielmente sus pasos”

      20, 21. ¿Qué espera Jehová de nosotros? ¿Qué debemos estar decididos a hacer?

      20 Jesús sabía que ser seguidor suyo no sería fácil, que haría falta tener aguante (Juan 15:20). Él estuvo dispuesto a aguantar, y sabía que su ejemplo fortalecería a otras personas (Juan 16:33). Claro, él fue el ejemplo perfecto de aguante, pero nosotros estamos muy lejos de la perfección. Entonces, ¿qué espera Jehová de nosotros? Pedro explica: “Cristo sufrió por ustedes y así les puso el ejemplo para que siguieran fielmente sus pasos” (1 Pedro 2:21). La manera como él se enfrentó a las pruebas es un “ejemplo”, es decir, un modelo que podemos imitar.a Su historial de aguante puede compararse a “pasos” o pisadas. Aunque somos incapaces de seguirlos a la perfección, sí podemos seguirlos “fielmente”.

      21 Así que estemos decididos a seguir el ejemplo de Jesús lo mejor que podamos. No olvidemos nunca que, mientras más fielmente sigamos sus pasos, mejor preparados estaremos para aguantar “hasta el fin”, ya sea el fin de este viejo mundo o el fin de nuestra vida actual. No sabemos qué llegará primero, pero sí sabemos esto: Jehová premiará nuestro aguante por toda la eternidad (Mateo 24:13).

      a La palabra griega traducida “ejemplo” significa literalmente “escrito debajo”. El apóstol Pedro es el único escritor de las Escrituras Griegas Cristianas que la utiliza. Se dice que esta palabra se refiere a “la muestra de letras o trazos que estaba escrita en la parte superior de un cuaderno para que los niños la copiaran con la mayor fidelidad posible”.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Cómo debemos considerar cualquier sufrimiento que experimentemos por seguir a Cristo? (Mateo 5:10-12).

      • ¿Qué les dijo Jesús a sus seguidores que debían esperar, y cómo podemos seguir su consejo? (Mateo 10:16-22).

      • ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Jesús cuando nos enfrentamos a oposición o persecución? (1 Pedro 2:18-25).

      • ¿Qué queda demostrado cuando aguantamos fielmente los sufrimientos? (1 Pedro 4:12-14).

  • “Para eso fui enviado”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO OCHO

      “Para eso fui enviado”

      1-4. a) ¿Cómo demostró Jesús habilidad al predicarle a la samaritana, y cuál fue el resultado? b) ¿Cómo reaccionaron los apóstoles?

      JESÚS y los apóstoles llevan horas caminando. Van de Judea a Galilea, en dirección norte. El camino más corto —que se puede recorrer en unos tres días— atraviesa Samaria. Cerca del mediodía llegan a una pequeña ciudad llamada Sicar, donde se detienen para reponer fuerzas.

      Jesús hablando con una samaritana junto a un pozo.

      2 Mientras los apóstoles van a comprar alimentos, Jesús se queda descansando junto a un pozo en las afueras de la ciudad. En eso ve que se acerca una mujer a sacar agua. Como está “cansado del viaje”, podría decidir no prestarle atención (Juan 4:6). Sería comprensible que sencillamente cerrara los ojos, sin fijarse en lo que ella hace. Según lo que vimos en el capítulo 4, es muy probable que la samaritana crea que Jesús, como cualquier otro judío, la va a tratar con desprecio. Sin embargo, Jesús se pone a hablar con ella.

      3 Él empieza la conversación usando una comparación relacionada con algo que ella hace todos los días, de hecho, es algo que la mujer está a punto de hacer. Ella ha venido a sacar agua, y Jesús le habla de un tipo de agua que da vida y que apagará su sed espiritual. A lo largo de la conversación, la mujer habla de temas que podrían ser polémicos.a Sin embargo, Jesús evita con delicadeza entrar en discusiones y no se desvía del tema. Más bien, se centra en asuntos espirituales: la adoración pura y Jehová Dios. Sus palabras tienen un gran efecto. Y es que, cuando la samaritana les cuenta a los hombres de la ciudad lo que él le ha dicho, ellos también quieren oír a Jesús (Juan 4:3-42).

      4 Cuando los apóstoles llegan y ven el testimonio poco común que Jesús está dando, ¿cómo reaccionan? Parece que no les hace ninguna gracia. Les extraña encontrar a Jesús hablando con aquella mujer, y al parecer no le dicen nada a ella. Cuando se va la samaritana, le insisten a Jesús para que coma de lo que han traído. Él les responde: “Yo tengo para comer un alimento del que ustedes no saben”. Extrañados, al principio toman sus palabras al pie de la letra, pero él les explica: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y completar su obra” (Juan 4:32, 34). De este modo, Jesús les enseña que la principal labor que debe realizar en su vida es mucho más importante que el alimento físico, y quiere contagiarles ese sentimiento. Ahora bien, ¿cuál es esta labor?

      5. ¿Cuál era la obra más importante que debía realizar Jesús, y qué analizaremos en este capítulo?

      5 En una ocasión, Jesús dijo: “También tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios [...], porque para eso fui enviado” (Lucas 4:43). Así es, Jesús fue enviado a predicar y enseñar las buenas noticias del Reino de Dios.b Hoy sus discípulos tenemos la misma comisión. Por eso es tan importante que analicemos las razones por las que él predicó, el mensaje que declaró y la actitud con que lo hizo.

      ¿Por qué predicó Jesús?

      6, 7. Según dijo Jesús, ¿qué debe sentir “todo maestro” por la predicación de las buenas noticias? Ponga un ejemplo.

      6 Primero veremos lo que Jesús sentía por las verdades que predicaba y, luego, lo que sentía por las personas a quienes les enseñaba. Mediante una comparación muy gráfica, Jesús mostró cuánto valoraba la oportunidad de dar a conocer las verdades que su Padre le había enseñado. Dijo: “Todo maestro que ha sido instruido acerca del Reino de los cielos es como un hombre, el señor de la casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas” (Mateo 13:52). ¿Por qué saca cosas de su tesoro el hombre de esta comparación?

      7 No lo hace para presumir de sus bienes, como sí lo hizo el rey Ezequías, algo que a la larga le salió muy caro (2 Reyes 20:13-20). Entonces, ¿qué lo motiva? Pues bien, pongamos un ejemplo. Suponga que usted va a visitar a un profesor que aprecia mucho, y él le muestra dos cartas que guarda en su escritorio. Una está amarillenta por el paso de los años, y la otra es más reciente. Son cartas de su padre. La primera la recibió hace décadas, cuando era niño, mientras que la segunda le llegó hace poco. Los ojos le brillan de felicidad al hablar de cuánto las valora. Sus buenos consejos le han cambiado la vida a él, y pueden serle útiles a usted también. Está claro que, para su profesor, estas cartas son un tesoro y ocupan un lugar especial en su corazón (Lucas 6:45). Si se las ha mostrado, no es por presumir ni para sacar alguna ganancia, sino para que usted se beneficie de ellas y entienda el valor que tienen.

      8. ¿Qué buenas razones tenemos para considerar como tesoros todas las verdades que aprendemos de la Palabra de Dios?

      8 El Gran Maestro, Jesús, le enseñaba a la gente las verdades de Dios por razones parecidas. Estas enseñanzas eran para él un tesoro muy valioso. Las amaba, ansiaba darlas a conocer y quería que todo discípulo suyo —“todo maestro”— sintiera por ellas lo mismo que él. ¿Y nosotros? Para nosotros, las verdades de la Palabra de Dios —tanto las que aprendimos hace mucho como las aclaraciones más recientes— son joyas inmensamente valiosas. También tenemos buenas razones para amar todas y cada una de ellas. Si hablamos con entusiasmo de las cosas que Jehová nos ha enseñado y mantenemos vivo nuestro amor por ellas, imitaremos a Jesús y ayudaremos a que otros también las amen.

      9. a) ¿Qué sentía Jesús por las personas a las que enseñaba? b) ¿Cómo podemos imitar la actitud de Jesús hacia los demás?

      9 Jesús también amaba a las personas a las que enseñaba, como veremos con más detalle en la sección 3. Las Escrituras habían predicho que el Mesías tendría “compasión del humilde y del pobre” (Salmo 72:13). Jesús se interesaba de verdad por la gente. Le importaba lo que pensaban y lo que los motivaba a actuar. Le preocupaban las cargas que los agobiaban y los obstáculos que les impedían captar la verdad (Mateo 11:28; 16:13; 23:13, 15). Recordemos el caso de la samaritana. Está claro que a ella debió causarle una impresión muy profunda el interés que él le mostró. Al darse cuenta de que Jesús sabía detalles de su vida personal, lo reconoció inmediatamente como profeta y se puso a hablarles a otros acerca de él (Juan 4:16-19, 39). Claro, nosotros no podemos leer el corazón de la gente a la que le predicamos. Pero, como Jesús, sí podemos demostrar que nos interesamos por ellos y que nos importan. También podemos adaptar lo que decimos a sus intereses, problemas y necesidades.

      ¿Qué mensaje declaró?

      10, 11. a) ¿Qué mensaje predicó Jesús? b) ¿Por qué llegó a ser necesario el Reino de Dios?

      10 ¿Qué mensaje predicó Jesús? Si buscamos la respuesta en las doctrinas de muchas Iglesias que afirman ser cristianas, quizás lleguemos a la conclusión de que promovió cambios sociales, que impulsó reformas políticas o que centró su mensaje en la salvación personal. Pero, como ya vimos, Jesús dijo claramente: “Tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios”. ¿Qué implicaba eso?

      11 Recordemos que el Hijo de Dios estaba en el cielo cuando, por primera vez, Satanás calumnió a Jehová y su santo nombre y puso en duda que su manera de gobernar fuera justa. ¡Cuánto debió dolerle que se acusara a su Padre de ser un gobernante injusto, que priva de cosas buenas a los seres que ha creado! ¡Y cuánto debió dolerle que Adán y Eva, los futuros padres de la familia humana, creyeran las mentiras de Satanás! Jesús vio cómo aquella rebelión contaminó a la humanidad con el pecado y la muerte (Romanos 5:12). Pero ¡qué feliz debió sentirse al saber que un día su Padre corregiría los asuntos por medio de su Reino!

      12, 13. ¿Qué injusticias corregirá el Reino de Dios? ¿En qué sentido fue el Reino el tema central del ministerio de Jesús?

      12 ¿Qué debía corregirse por encima de todo? Se tenía que santificar el santo nombre de Jehová, es decir, limpiarlo completamente de la deshonra que Satanás y sus cómplices le habían causado. Y, como el nombre de Jehová también implica su reputación como gobernante, se tenía que vindicar su soberanía, demostrar que su manera de gobernar es justa. Jesús entendía estas cuestiones tan importantes mejor que ningún otro hombre. De hecho, en la oración que Jesús dejó como modelo, les enseñó a sus discípulos a pedir que el nombre de su Padre fuera santificado, que viniera el Reino de su Padre y que se hiciera la voluntad de Dios en la Tierra (Mateo 6:9, 10). Dentro de poco, el Reino de Dios, con Cristo en el trono, eliminará del planeta el corrupto sistema de Satanás y quedará demostrado para siempre que el gobierno de Jehová es justo (Daniel 2:44).

      13 Este Reino fue el tema central del ministerio de Jesús. Todas sus palabras y acciones sirvieron para explicar qué es ese Reino y cómo cumplirá el propósito de Jehová. Jesús no permitió que nada lo desviara de su misión: predicar las buenas noticias del Reino de Dios. A pesar de que en aquellos días había problemas sociales graves y muchas injusticias, él se centró en su mensaje y en su obra. Pero ¿significa eso que Jesús era un hombre de mentalidad estrecha, aburrido y que siempre decía lo mismo? ¡No, para nada!

      14, 15. a) ¿Cómo demostró Jesús que era “más que Salomón”? b) ¿De qué manera podemos imitar a Jesús cuando predicamos?

      14 Como comprobaremos en esta sección, Jesús enseñaba de una manera amena y atractiva; conseguía llegar al corazón de las personas. Esto nos recuerda al sabio rey Salomón, quien trató de encontrar palabras agradables, exactas y llenas de verdad para escribir las ideas que recibió por inspiración divina (Eclesiastés 12:10). Gracias a que Jehová le dio a este hombre imperfecto “un corazón con tanto entendimiento”, él podía hablar sobre una gran diversidad de temas, desde los árboles hasta los peces, las aves y otros animales. La gente llegaba desde muy lejos para oírlo (1 Reyes 4:29-34). Con todo, no olvidemos que Jesús era “más que Salomón” (Mateo 12:42). Esto quiere decir que era mucho más sabio y que tenía mucho más “entendimiento”. Cuando enseñaba, se valía de los amplios conocimientos que tenía tanto de la Palabra de Dios como de las distintas clases de animales, el clima, la agricultura, la historia, los sucesos importantes de su día y las condiciones sociales. Sin embargo, nunca presumió de sus conocimientos ni buscó impresionar a los demás. Al contrario, su mensaje fue siempre sencillo y claro. ¡Con razón las multitudes lo escuchaban con tanto gusto! (Marcos 12:37; Lucas 19:48).

      15 Hoy, los cristianos tratamos de seguir el ejemplo de Jesús. Aunque no tenemos su inmensa sabiduría y conocimiento, sí tenemos ciertos conocimientos y experiencia que podemos utilizar al enseñar las verdades de la Palabra de Dios. Los padres, por ejemplo, pueden valerse de la experiencia que han adquirido en la crianza de su familia para ilustrar el amor que Jehová siente por sus hijos. También podemos valernos de comparaciones o ejemplos sacados del trabajo, la escuela, el trato con la gente o los sucesos actuales. Pero, aunque hablemos de todo esto, nos esforzamos por no desviarnos del mensaje principal que llevamos: las buenas noticias del Reino de Dios (1 Timoteo 4:16).

      ¿Qué actitud tuvo hacia su ministerio?

      16, 17. a) ¿Cuál fue la actitud de Jesús hacia su ministerio? b) ¿Cómo demostró Jesús que el ministerio era el centro de su vida?

      16 Jesús veía su ministerio como un valioso tesoro. Le gustaba enseñar cómo es en realidad su Padre, sin que ninguna doctrina ni tradición humana distorsionara su verdadera imagen. Le encantaba ayudarle a la gente a cultivar una buena relación con Dios y a tener la esperanza de la vida eterna. Disfrutaba llevándoles las buenas noticias que tanto consuelo y felicidad les darían. ¿Cómo demostró que sentía todo esto por su ministerio? Veamos tres maneras.

      17 En primer lugar, Jesús hizo del ministerio el centro de su vida. Hablar del Reino era su mayor interés, la obra de su vida. Por eso, como se explicó en el capítulo 5, fue sabio y sensato, y decidió llevar una vida sencilla. Aplicando él mismo lo que enseñaba, mantuvo la vista fija en lo más importante y no se distrajo acumulando bienes que tendría que pagar y luego mantener, reparar o reemplazar. Vivió con sencillez para que nada lo apartara innecesariamente de su ministerio (Mateo 6:22; 8:20).

      18. ¿De qué maneras dio Jesús lo mejor de él en su ministerio?

      18 En segundo lugar, Jesús dio lo mejor de sí mismo en su ministerio. Le dedicó todas sus energías y recorrió a pie literalmente cientos de kilómetros por toda Palestina buscando a todo el que escuchara las buenas noticias. Le hablaba a la gente en su casa, en las plazas públicas, en los mercados y en cualquier otro lugar. Les hablaba aunque estuviera cansado, con hambre o con sed, o aunque necesitara un momento de tranquilidad con sus amigos íntimos. Ni siquiera en los últimos momentos de su vida dejó de hablar de las buenas noticias del Reino de Dios (Lucas 23:39-43).

      19, 20. ¿Qué imagen usó Jesús para explicar la urgencia de predicar?

      19 En tercer lugar, Jesús veía su ministerio como una obra urgente. Recordemos su conversación con la samaritana en el pozo cerca de Sicar. Parece que los apóstoles no veían la urgencia de predicar las buenas noticias en esas circunstancias. Pero Jesús les dijo: “¿No dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la cosecha? Pues fíjense en lo que les digo: levanten la vista y miren, los campos están blancos, listos para la cosecha” (Juan 4:35).

      20 Jesús pensó en esta imagen por la época del año en la que estaban. Era, por lo visto, el mes de kislev (entre noviembre y diciembre), y todavía faltaban cuatro meses para la cosecha de la cebada, que tenía lugar alrededor de la Pascua (el 14 de nisán). Los agricultores no tenían por qué apresurarse, pues aún quedaba mucho tiempo. Pero ¿podía decirse lo mismo de “la cosecha” de discípulos? ¡Claro que no! Había muchas personas que estaban listas para escuchar, para aprender y para seguir a Cristo y obtener la maravillosa esperanza que Jehová les ofrecía. Era como si Jesús pudiera ver que aquellos campos simbólicos estaban blancos por el grano maduro que se mecía suavemente con la brisa. Esto señalaba que estaban listos para la cosecha.c Había llegado la hora, y era urgente realizar el trabajo. Por eso, cuando los habitantes de una ciudad trataron de retener a Jesús, él les contestó: “También tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios a otras ciudades, porque para eso fui enviado” (Lucas 4:43).

      21. ¿Cómo podemos imitar a Jesús?

      21 Nosotros podemos imitar a Jesús en los tres aspectos anteriores. Primero, haciendo del ministerio cristiano el centro de nuestra vida. Aunque tengamos que cuidar de nuestra familia y trabajar, podemos demostrar que le damos prioridad al ministerio participando en él con entusiasmo y regularidad, como lo hizo Jesús (Mateo 6:33; 1 Timoteo 5:8). Segundo, dando lo mejor de nosotros mismos en el ministerio y dedicándole nuestro tiempo, energías y recursos con generosidad (Lucas 13:24). Y, tercero, recordando siempre la urgencia de nuestra obra (2 Timoteo 4:2). Así que aprovechemos toda oportunidad que se nos presente para predicar.

      22. ¿Qué veremos en el próximo capítulo?

      22 Además, esta obra era tan importante para Jesús que se aseguró de que se siguiera haciendo después de su muerte; por eso les encargó a sus discípulos que continuaran predicando y enseñando. De esta comisión tratará el próximo capítulo.

      a Por ejemplo, cuando ella pregunta cómo es que un judío le habla a una samaritana, saca el tema de la enemistad que había entre judíos y samaritanos desde hacía siglos (Juan 4:9). Además, afirma que su pueblo desciende de Jacob, algo que los judíos negaban rotundamente (Juan 4:12). Ellos llamaban cuteos a los samaritanos para destacar su origen extranjero.

      b Predicar significa declarar o dar a conocer un mensaje. Enseñar tiene un significado parecido, pero implica algo más: transmitir el mensaje con mayor detalle y profundidad. Para enseñar bien hay que buscar maneras de llegar al corazón de la persona y así motivarla a aplicar lo que aprende.

      c Sobre este versículo, una obra especializada dice: “Cuando el grano madura, cambia de verde a dorado o adquiere un color claro, y esto indica que ha llegado el momento de recogerlo”.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Cómo demuestran nuestras oraciones y actos que entendemos que el ministerio es una obra urgente? (Mateo 9:35-38).

      • Si sentimos menos entusiasmo por el ministerio, ¿cómo nos ayudará pensar en la actitud de Jesús? (Marcos 1:35-39).

      • Al predicar, ¿cómo debemos ver a las personas humildes, oprimidas o marginadas? (Lucas 18:35-19:10).

      • ¿Por qué no debemos desanimarnos aunque la gente sea indiferente o se oponga a nuestro mensaje? (Juan 7:32-52).

  • “Vayan y hagan discípulos”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO NUEVE

      “Vayan y hagan discípulos”

      Un enorme campo de cultivo listo para cosechar.

      ¿Qué puede hacer un agricultor que no da abasto para recoger la cosecha?

      1-3. a) ¿Qué hace un agricultor que no da abasto para recoger él solo la cosecha? b) ¿A qué decisión se enfrentó Jesús en la primavera del año 33, y qué hizo?

      EL AGRICULTOR se enfrenta a una importante decisión. Hace unos meses aró sus tierras y sembró las semillas. Después, estuvo muy pendiente hasta que aparecieron los primeros brotes. Y, al ver que las plantas maduraban y crecían fuertes, se puso muy feliz. Ahora por fin llega el momento de recolectar el valioso fruto de su duro trabajo. Pero surge un problema: él solo no da abasto para recoger la cosecha. Y, como el tiempo del que dispone para hacerlo es limitado, toma la acertada decisión de contratar trabajadores y enviarlos a los campos.

      2 En la primavera del año 33, después de resucitar, Jesús se enfrenta a una decisión parecida. Las semillas de la verdad que sembró durante su ministerio en la Tierra han producido una abundante cosecha. Ahora hay que recolectar a una gran cantidad de personas que lo escucharon y quieren seguirlo (Juan 4:35-38). ¿Qué decide hacer? En una montaña de Galilea, poco antes de subir al cielo, Jesús les encarga a sus discípulos que consigan más trabajadores. Les dice: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones. Bautícenlos [...]. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (Mateo 28:19, 20).

      3 Estas palabras nos dan la clave de lo que significa ser un auténtico seguidor de Cristo. A continuación responderemos las siguientes tres preguntas: ¿por qué mandó Jesús conseguir más trabajadores?, ¿cómo capacitó a sus discípulos para que pudieran encontrarlos? y ¿qué tiene que ver eso con nosotros?

      Por qué hacían falta más trabajadores

      4, 5. ¿Por qué no completaría Jesús la obra que él empezó? ¿Quiénes continuarían con esa obra cuando él regresara al cielo?

      4 Cuando Jesús inició su ministerio en el año 29, sabía que él no completaría la obra que estaba empezando. Como no le quedaba mucho tiempo en la Tierra, no podía predicar el mensaje del Reino en todo el mundo ni a todo el mundo. Claro, él se centró principalmente en los judíos y prosélitos, “las ovejas perdidas de la nación de Israel” (Mateo 15:24). Pero, aun así, aquellas “ovejas perdidas” estaban dispersas por todo Israel, un territorio de miles de kilómetros cuadrados. Además, con el tiempo se tendrían que anunciar las buenas noticias en el resto del mundo (Mateo 13:38; 24:14).

      5 Jesús sabía que después de su muerte iba a quedar mucho trabajo por hacer. Por eso les dijo a sus 11 apóstoles fieles: “De verdad les aseguro que el que demuestre fe en mí también hará las obras que yo hago. Y hará obras más grandes, porque yo voy camino al Padre” (Juan 14:12). Como el Hijo regresaría al cielo, sus seguidores —no solo los apóstoles, sino también todos los futuros discípulos— tendrían que continuar con la labor de predicar y enseñar (Juan 17:20). Jesús reconoció humildemente que las obras de ellos serían “más grandes” que las suyas. ¿En qué sentido? De tres maneras. Veamos cuáles son.

      6, 7. a) ¿En qué sentido serían las obras de los seguidores de Jesús más grandes que las suyas? b) ¿Cómo podemos demostrar que Jesús no se equivocó al confiar en sus seguidores?

      6 En primer lugar, los seguidores de Jesús abarcarían más territorio. En la actualidad, su mensaje ha llegado hasta el último rincón del planeta, mucho más allá de los límites de donde Jesús predicó. En segundo lugar, llegarían a más personas. El pequeño grupo que Jesús dejó en la Tierra creció rápidamente hasta alcanzar los miles y miles de discípulos (Hechos 2:41; 4:4). Ahora hay millones de ellos, y cada año se bautizan cientos de miles. Y, en tercer lugar, predicarían durante más tiempo. Aunque Jesús predicó durante tres años y medio, sus discípulos siguen predicando hasta nuestros días, unos 2.000 años después.

      7 Al decir que sus seguidores harían “obras más grandes”, Jesús demostró que confiaba en ellos. Les estaba encargando una tarea muy importante para él: predicar y enseñar “las buenas noticias del Reino de Dios” (Lucas 4:43). Jesús estaba convencido de que cumplirían fielmente esta comisión. ¿Qué significa esto para nosotros, los cristianos de hoy? Cuando participamos en el ministerio con entusiasmo y empeño, demostramos que él no se equivocó al confiar en sus seguidores. ¿No es este un gran privilegio? (Lucas 13:24).

      Capacitados para dar testimonio

      Una hermana predicándole al encargado de una tienda.

      El amor nos mueve a predicar dondequiera que haya gente.

      8, 9. ¿Qué buen ejemplo dio Jesús en el ministerio, y cómo podemos copiarlo?

      8 Jesús les dio a sus discípulos la mejor capacitación posible para el ministerio. Sobre todo, les dio un ejemplo perfecto (Lucas 6:40). En el capítulo anterior analizamos su actitud hacia el ministerio. Pensemos por un momento en los discípulos que lo acompañaron en sus viajes de predicación. Ellos vieron que predicaba dondequiera que había gente: junto a lagos y colinas, en ciudades y plazas de mercado, y en casas particulares (Mateo 5:1, 2; Lucas 5:1-3; 8:1; 19:5, 6). También se dieron cuenta de que era muy trabajador, pues se levantaba temprano y se mantenía ocupado hasta muy tarde en la noche. Está claro que el ministerio no era para él un simple pasatiempo (Lucas 21:37, 38; Juan 5:17). Es muy probable que ellos percibieran que la motivación de Jesús era el profundo amor que sentía por la gente. Tal vez pudieron ver reflejada en su rostro la compasión que sentía en el corazón (Marcos 6:34). ¿Qué efecto cree usted que produjo en ellos el ejemplo de Jesús? ¿Qué efecto habría producido en usted?

      9 Como seguidores de Cristo, copiamos su ejemplo en nuestro ministerio. Por eso nos esforzamos al máximo por dar “un testimonio completo” (Hechos 10:42). Al igual que Jesús, vamos a los hogares de las personas (Hechos 5:42). Y, si es necesario, adaptamos nuestro horario para visitarlas cuando haya más probabilidades de que estén en su casa. Además, predicamos con prudencia en lugares públicos, como en calles, parques, tiendas y en nuestro empleo. Seguimos “trabajando mucho y esforzándonos” en nuestro ministerio porque lo tomamos muy en serio (1 Timoteo 4:10). El amor sincero y profundo por los demás nos mueve a seguir buscando oportunidades para predicarles a la hora y en el lugar en los que podamos encontrarlos (1 Tesalonicenses 2:8).

      Algunos discípulos de Jesús contándole a él muy felices lo bien que les fue en la predicación.

      “Los 70 volvieron sintiéndose felices”.

      10-12. ¿Qué importantes lecciones les enseñó Jesús a sus discípulos antes de enviarlos a predicar?

      10 Otra forma en que Jesús capacitó a los discípulos fue dándoles instrucciones detalladas. Antes de enviarlos a predicar —primero a sus 12 apóstoles y después a otros 70 discípulos—, celebró con ellos lo que pudiéramos llamar sesiones de preparación (Mateo 10:1-15; Lucas 10:1-12). Esa capacitación dio muy buenos resultados. De hecho, Lucas 10:17 dice que “los 70 volvieron sintiéndose felices”. Es cierto que las costumbres judías de tiempos bíblicos son diferentes a nuestras circunstancias. Aun así, podemos aprender mucho de las importantes lecciones que Jesús les enseñó. Analicemos dos de ellas.

      11 Por un lado, Jesús les enseñó a sus discípulos a confiar en Jehová. Les dijo: “No lleven ni oro ni plata ni cobre en su cinturón, y tampoco lleven una bolsa de provisiones para el viaje ni dos prendas de vestir ni sandalias ni bastón; porque el trabajador merece su alimento” (Mateo 10:9, 10). Los viajeros acostumbraban llevar un tipo de cinturón para el dinero, una bolsa de provisiones y un par extra de sandalias.a Al decirles a sus discípulos que no se preocuparan por estas cosas, Jesús en realidad les estaba diciendo: “Tengan plena confianza en que Jehová les dará lo necesario”. Jehová se encargaría de ellos al impulsar a quienes aceptaran las buenas noticias a mostrarles hospitalidad, algo muy común en Israel (Lucas 22:35).

      12 Jesús también les enseñó a sus discípulos a evitar las distracciones innecesarias. Les dijo: “No saluden a nadie por el camino” (Lucas 10:4). ¿Estaba enseñándoles a ser descorteses o antipáticos? ¡Por supuesto que no! Lo que sucedía era que en aquellos tiempos el saludo no solo se limitaba a decir “hola”, sino que incluía muchas formalidades y largas conversaciones. Un biblista comenta: “Entre los orientales los saludos no consistían, como entre nosotros, en una leve inclinación de la cabeza o en extender la mano, sino en muchos abrazos y en inclinarse y hasta postrarse en el suelo. Todo esto consumía mucho tiempo”. Al decirles a sus discípulos que evitaran saludar de la manera acostumbrada, Jesús en cierto modo estaba diciéndoles: “Aprovechen bien el tiempo, porque el mensaje que llevan es urgente”.b

      13. ¿Cómo demostramos que nos tomamos en serio las instrucciones que Jesús les dio a sus discípulos del siglo primero?

      13 Nosotros también nos tomamos muy en serio las instrucciones que Jesús les dio a sus discípulos del siglo primero. Confiamos totalmente en Jehová al realizar nuestro ministerio (Proverbios 3:5, 6). Sabemos que, si seguimos “buscando primero el Reino”, nunca nos faltará lo indispensable para la vida (Mateo 6:33). Los evangelizadores del Reino que sirven a tiempo completo por todo el mundo saben por experiencia propia que la mano de Jehová nunca se queda corta, ni siquiera en los momentos más difíciles (Salmo 37:25). Reconocemos también la necesidad de evitar las distracciones. Y es que, si nos descuidamos, este mundo puede desviarnos fácilmente de nuestro objetivo (Lucas 21:34-36). Ahora no es momento para distraernos: el mensaje que llevamos es urgente porque hay vidas en juego (Romanos 10:13-15). Si mantenemos el sentido de urgencia vivo en nuestro corazón, impediremos que las distracciones de este mundo nos roben el tiempo y las energías que sería mejor que usáramos en el ministerio. No olvidemos que el tiempo es corto y la cosecha es mucha (Mateo 9:37, 38).

      Una comisión en la que todos debemos participar

      14. ¿Qué indica que las palabras de Mateo 28:18-20 son aplicables a todos los seguidores de Cristo? (Vea también la nota).

      14 Jesús ya resucitado dejó en manos de sus seguidores una gran responsabilidad cuando les dijo “vayan y hagan discípulos”. Pero él no estaba pensando solamente en los discípulos que se habían reunido en la montaña de Galilea aquel día de primavera.c La comisión que dio fue la de predicar a “gente de todas las naciones”, y esto tendría que seguir haciéndose “hasta la conclusión del sistema”. Así que es obvio que todos sus seguidores, incluidos nosotros, debemos participar en ella. Analicemos con más detalle las palabras de Jesús en Mateo 28:18-20.

      15. ¿Por qué hacemos bien en obedecer el mandato de Jesús de hacer discípulos?

      15 Antes de dar la comisión de hacer discípulos, Jesús dijo: “Se me ha dado toda la autoridad en el cielo y en la tierra” (versículo 18). ¿Tiene Jesús realmente tanta autoridad? ¡Claro que sí! Como es el arcángel, está al mando de miríadas y miríadas de ángeles (1 Tesalonicenses 4:16; Apocalipsis 12:7). Y, como es “cabeza de la congregación”, tiene autoridad sobre sus discípulos en la Tierra (Efesios 5:23). Además, gobierna desde 1914 como Rey mesiánico en el cielo (Apocalipsis 11:15). Jesús incluso tiene autoridad sobre la sepultura, pues tiene el poder de resucitar a los muertos (Juan 5:26-28). Al empezar diciéndoles toda la autoridad que tiene, él indicó que lo que iba decir a continuación no era una sugerencia, sino un mandato. Y lo mejor que podemos hacer es obedecer a Jesús, porque la autoridad que tiene no la recibe de sí mismo; es Jehová quien se la da (1 Corintios 15:27).

      16. ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo “vayan”, y cómo seguimos esta instrucción?

      16 La comisión que Jesús les dio a sus discípulos empezaba con una sola palabra: “Vayan” (versículo 19). Como vemos, él quiere que seamos nosotros quienes vayamos y llevemos a otros el mensaje del Reino. Hay muchas maneras en que lo hacemos. Por ejemplo, predicamos de casa en casa, que es una de las formas más eficaces de tener contacto personal con la gente (Hechos 20:20). También buscamos cualquier oportunidad para anunciar las buenas noticias de manera informal. De hecho, siempre que sea apropiado, iniciamos conversaciones con las personas con quienes tratamos en nuestro día a día. Los métodos pueden variar según las necesidades y circunstancias de cada lugar. Pero hay algo que no cambia: todos vamos y buscamos hasta encontrar a alguien que merezca el mensaje (Mateo 10:11).

      17. ¿Cómo hacemos discípulos?

      17 A continuación, Jesús explicó cuál es el objetivo de nuestra comisión cuando dice “hagan discípulos de gente de todas las naciones” (versículo 19). ¿Y cómo se hace esto? Pues bien, un discípulo es alguien a quien se le enseña o se le prepara para algo. Pero hacer un discípulo implica algo más que llenar su mente de conocimiento. Cuando ayudamos a alguien a estudiar la Biblia, queremos que se convierta en un seguidor de Cristo. Por eso, siempre que podemos, destacamos el ejemplo de Jesús, para que el estudiante aprenda a verlo como su Maestro y su modelo a seguir, y que así viva como él vivió y haga la misma obra que él hizo (Juan 13:15).

      18. ¿Por qué es el bautismo el paso más importante en la vida de un discípulo de Cristo?

      18 Una parte fundamental de esta comisión se expresa con la frase “bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu santo” (versículo 19). El bautismo es el paso más importante que da un discípulo en su vida, pues es una demostración clara de que se ha dedicado por completo a Dios. Por eso es algo esencial para la salvación (1 Pedro 3:21). A los discípulos bautizados que se siguen esforzando al máximo en el servicio a Jehová les esperan bendiciones para toda la vida en el nuevo mundo. ¿Ha ayudado usted a alguien a hacerse discípulo de Cristo y bautizarse? No hay nada que cause más alegría en el ministerio cristiano (3 Juan 4).

      19. ¿Qué les enseñamos a los nuevos discípulos, y por qué podría continuar su capacitación después del bautismo?

      19 Jesús resumió la siguiente parte de la comisión al decir “enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (versículo 20). Los cristianos les enseñamos a los nuevos a obedecer los mandatos de Jesús, entre ellos, amar a Dios y al prójimo y hacer discípulos (Mateo 22:37-39). Les enseñamos gradualmente a explicar las verdades bíblicas y a defender todo lo que van aprendiendo. Cuando reúnen los requisitos para predicar con la congregación, los acompañamos y les mostramos con nuestras palabras y ejemplo cómo hacerlo de manera eficaz. Ahora bien, si un estudiante se bautiza, eso no significa que ya no necesite capacitación. Es posible que necesite ayuda para hacer frente a las dificultades que se presentan al seguir a Cristo (Lucas 9:23, 24).

      “Estaré con ustedes todos los días”

      20, 21. a) ¿Por qué no tenemos razones para sentir temor al cumplir con la comisión que Jesús nos dio? b) ¿Por qué no es este el momento de aflojar el paso, y a qué debemos estar decididos?

      20 Las palabras finales de la comisión de Jesús son muy animadoras: “Recuerden, estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mateo 28:20). Jesús sabe lo importante que es nuestra labor, y también sabe que habrá gente que nos odiará (Lucas 21:12). Pero no hay por qué temer, pues nuestro Líder no espera que hagamos nuestra tarea solos, sin ningún tipo de ayuda. ¿No nos consuela saber que contamos con el apoyo del que tiene “toda la autoridad en el cielo y en la tierra”?

      21 Jesús prometió que acompañaría a sus discípulos en su ministerio a lo largo de los siglos, hasta “la conclusión del sistema”. Tenemos que seguir cumpliendo con la comisión que Jesús nos encargó hasta que llegue el fin. Este no es el momento de aflojar el paso. Ahora mismo se está recogiendo una abundante cosecha espiritual; son muchos los que abrazan las buenas noticias. Como seguidores de Cristo, estemos decididos a cumplir con la importante misión que se nos ha encargado. Pongámonos el objetivo de emplear nuestro tiempo, energías y recursos para cumplir el mandato de Cristo: “Vayan y hagan discípulos”.

      a Jesús se refería a un cinturón que tenía un espacio para llevar dinero. Y la bolsa de provisiones que mencionó era una bolsa grande, generalmente de cuero, que se colgaba del hombro y donde la gente solía llevar comida u otras provisiones.

      b El profeta Eliseo le dio una instrucción parecida a su sirviente Guehazí. Cuando lo envió a la casa de una mujer que había perdido a su hijo en la muerte, le dijo: “Si te encuentras con alguien no lo saludes” (2 Reyes 4:29). Se trataba de una misión urgente, y no había tiempo que perder.

      c La mayoría de los seguidores de Jesús estaban en Galilea. Por eso, puede que la ocasión en la que él, ya resucitado, se les apareció “a más de 500 hermanos” fuera la misma que se narra en Mateo 28:16-20 (1 Corintios 15:6). Así que es posible que hubiera cientos de personas cuando Jesús dio la comisión de hacer discípulos.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿De qué manera debemos dirigirnos a las personas cuando les llevamos el mensaje del Reino? (Mateo 10:11-13; Lucas 10:5).

      • ¿Cómo nos ayudan las palabras de Jesús a aguantar la oposición a nuestra obra de predicar? (Marcos 13:9-13).

      • ¿Cómo debemos tratar a los que no muestran interés en el mensaje? (Lucas 10:10, 11).

      • Si le damos prioridad a la predicación, ¿de qué podemos estar seguros? (Lucas 12:22-31).

  • “Está escrito”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO DIEZ

      “Está escrito”

      Jesús leyendo de un rollo en una sinagoga.

      “Hoy se cumple este pasaje de las Escrituras”.

      1-3. ¿A qué importantísima conclusión quería Jesús que llegara la gente de Nazaret, y qué hizo para que llegaran a esa conclusión?

      JESÚS está empezando su ministerio. Acaba de regresar a su pueblo, Nazaret, y quiere que la gente llegue a una importantísima conclusión: que él es el Mesías predicho desde hace mucho. ¿Qué pruebas presenta para demostrarlo?

      2 Seguro que muchos esperan que haga algún milagro, ya que se han enterado de las cosas asombrosas que ha hecho. Pero él no les hace ningún milagro. Más bien, va como de costumbre a la sinagoga. Allí se pone de pie para leer y le pasan un rollo bastante largo, el libro de Isaías. Jesús lo va desenrollando con cuidado de un lado al otro hasta que da con el pasaje que busca: lo que hoy conocemos como Isaías 61:1-3. Entonces se pone a leerlo en voz alta (Lucas 4:16-19).

      3 Todos los presentes de seguro conocen bien ese pasaje. Es una profecía sobre el Mesías. Todo el mundo está mirando a Jesús y nadie dice nada. Entonces rompe el silencio y empieza a explicarles, quizás con detalle, esta profecía. Dice: “Hoy se cumple este pasaje de las Escrituras que acaban de oír”. Los presentes se asombran de sus palabras tan fascinantes, pero al parecer muchos siguen esperando que haga algún milagro espectacular. Jesús, sin embargo, se vale de un ejemplo de las Escrituras para demostrarles con valentía su falta de fe. En menos de lo que canta un gallo, tiene a la gente de Nazaret tratando de matarlo (Lucas 4:20-30).

      4. ¿Qué pauta siguió Jesús durante todo su ministerio, y qué vamos a ver en este capítulo?

      4 Jesús estableció en esa ocasión la pauta que seguiría durante todo su ministerio: basarse siempre en la Palabra que Dios inspiró. Es cierto que sus milagros fueron importantes demostraciones de que contaba con el apoyo del espíritu santo. Sin embargo, para él, nada tenía más peso que las Sagradas Escrituras. Examinemos el ejemplo que nos dejó nuestro Maestro en este asunto. Veamos la manera en que citó, defendió y explicó la Palabra de Dios.

      Citó de la Palabra de Dios

      5. ¿Qué quería Jesús que entendiera la gente, y cómo demostró que sus afirmaciones eran ciertas?

      5 Jesús quería que la gente entendiera cuál era el origen de su mensaje. Por eso dijo: “Lo que yo enseño no es mío, sino del que me envió” (Juan 7:16). En otra ocasión, explicó: “No hago nada por mi cuenta, sino que digo lo que el Padre me enseñó” (Juan 8:28). Y también dijo: “Las cosas que yo les digo no son ideas mías, sino que el Padre, que se mantiene en unión conmigo, está haciendo sus obras” (Juan 14:10). Una manera como demostró que esas afirmaciones eran ciertas fue citando vez tras vez de la Palabra escrita de Dios.

      6, 7. a) ¿Con qué frecuencia citó Jesús de las Escrituras Hebreas, y por qué es destacable eso? b) ¿Qué diferencia había entre la forma de enseñar de Jesús y la de los escribas?

      6 Al analizar las palabras de Jesús que aparecen en la Biblia, vemos que citó directa o indirectamente de más de la mitad de los libros de las Escrituras Hebreas. A primera vista, tal vez no parezca un dato destacable, e incluso habrá quien pregunte por qué no citó de todos los libros inspirados disponibles en su día si pasó tres años y medio enseñando y predicando públicamente. En realidad, es muy posible que sí lo hiciera. Recordemos que solo se puso por escrito una pequeña parte de lo que hizo y dijo (Juan 21:25). De hecho, basta con unas pocas horas para leer en voz alta todas las palabras de Jesús registradas en la Biblia. Imagínese que usted tuviera que hablar de Dios y su Reino en unas pocas horas y citar de más de la mitad de los libros de las Escrituras Hebreas. ¡Eso sería impresionante! Además, en la mayoría de las ocasiones, Jesús no tenía a la mano los rollos. En su famoso Sermón del Monte, hizo referencia a las Escrituras Hebreas o citó textualmente de ellas en decenas de ocasiones, siempre de memoria.

      7 Al citar de la Palabra de Dios, Jesús demostró su respeto profundo por ella. La gente quedaba “impactada con su manera de enseñar, porque les enseñaba como alguien con autoridad, y no como los escribas” (Marcos 1:22). Y es que a los escribas les encantaba hacer referencias a lo que conocían como la ley oral, citando las palabras de los instruidos rabinos de la antigüedad. Pero Jesús nunca se basó en la ley oral ni en las ideas de algún rabino. Más bien, veía la Palabra de Dios como la máxima autoridad. Vez tras vez nos lo encontramos diciendo: “Está escrito”. Usó esa expresión y otras similares tanto al enseñar a sus discípulos como al corregir ideas erróneas.

      8, 9. a) ¿Cómo se valió Jesús de la autoridad de la Palabra de Dios al echar del templo a los comerciantes? b) ¿Por qué podemos decir que los líderes religiosos mostraron gran falta de respeto por la Palabra de Dios en el templo?

      8 Cuando Jesús echó del templo de Jerusalén a los comerciantes, dijo: “Está escrito ‘Mi casa será llamada casa de oración’, pero ustedes la están convirtiendo en una cueva de ladrones” (Mateo 21:12, 13; Isaías 56:7; Jeremías 7:11). El día anterior había realizado muchos milagros allí. Los niños que los vieron quedaron tan impresionados que se pusieron a alabarlo. Sin embargo, los líderes religiosos le preguntaron con indignación si estaba escuchando lo que los niños decían. Les respondió: “Sí, lo oigo. ¿Es que ustedes nunca leyeron esto: ‘Has hecho que de la boca de los pequeños y de los niños de pecho salga alabanza’?” (Mateo 21:16; Salmo 8:2). Jesús quería que ellos supieran que la Palabra de Dios aprobaba lo que los niños estaban haciendo.

      9 Más tarde, los guías religiosos se reunieron en el templo para confrontar a Jesús y preguntarle: “¿Con qué autoridad haces tú estas cosas?” (Mateo 21:23). Él dejó muy claro quién le daba esa autoridad. No estaba enseñando ideas nuevas. Solo estaba explicando lo que decía la Palabra inspirada de Dios. En realidad, eran los sacerdotes y los escribas quienes estaban mostrando gran falta de respeto por Jehová y su Palabra. Tenían bien merecido que Jesús los censurara al sacar a la luz sus malas intenciones (Mateo 21:23-46).

      10. ¿Cómo podemos imitar a Jesús al utilizar la Palabra de Dios, y con qué ayudas que no existían en su época contamos nosotros?

      10 Al igual que Jesús, los verdaderos cristianos nos apoyamos en la Palabra de Dios en nuestro ministerio. En todo el mundo a los testigos de Jehová se nos conoce por el empeño con el que difundimos el mensaje bíblico. Nuestras publicaciones citan muchas veces de la Biblia. Y nosotros tratamos de hacer lo mismo siempre que predicamos (2 Timoteo 3:16). ¡Qué alegría nos da cuando nos dejan leer algunos versículos y mostrar el valor y el significado que tiene la Palabra de Dios! Aunque no tenemos la memoria perfecta de Jesús, contamos con muchas ayudas que no existían en su época. Además de la Biblia entera —que se edita cada vez en más idiomas—, tenemos muchas herramientas que nos hacen más fácil encontrar el pasaje que buscamos. Pongámonos el objetivo de seguir citando de la Biblia y de leerle de ella a la gente siempre que sea posible.

      Defendió la Palabra de Dios

      11. ¿Por qué Jesús tuvo que defender constantemente la Palabra de Dios?

      11 En una oración a su Padre, Jesús le dijo: “Tu palabra es la verdad” (Juan 17:17). Jesús sabía que los enemigos de la Palabra de Dios la atacaban constantemente, pero eso seguramente no le sorprendía. Sabía de sobra que Satanás, “el gobernante del mundo”, es “un mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8:44; 14:30). Cuando rechazó las tentaciones del Diablo, Jesús citó tres veces de las Escrituras. Satanás le citó un versículo de los Salmos, aplicándolo mal a propósito, pero Jesús defendió la Palabra de Dios al demostrar claramente que Satanás la había manipulado (Mateo 4:6, 7).

      12-14. a) ¿Cómo mostraron los líderes religiosos falta de respeto por la Ley mosaica? b) ¿Cómo defendió Jesús la Palabra de Dios?

      12 Como había gente que malinterpretaba y manipulaba las Santas Escrituras, Jesús las defendía constantemente. Los guías religiosos de su época ofrecían una imagen desequilibrada de la Palabra de Dios. Daban muchísima importancia a los más mínimos detalles de la Ley mosaica, pero muy poca a los principios en que se basaban sus mandamientos. De ese modo, fomentaban una adoración superficial en la que importaban más las apariencias que los asuntos de verdadero peso, como la justicia, la misericordia y la fidelidad (Mateo 23:23). ¿Cómo defendió Jesús la Ley de Dios?

      13 En el Sermón del Monte, Jesús usó varias veces la expresión “ustedes oyeron que se dijo” para introducir algún mandato de la Ley mosaica. Luego empleaba la frase “pero yo les digo” antes de explicar algún principio en el que se basaba la Ley. ¿Estaba cuestionando la Ley? No; la estaba defendiendo. Por ejemplo, los israelitas conocían muy bien el mandamiento “No asesines”. Pero Jesús les indicó que odiar a una persona estaba en contra del principio en el que se basaba ese mandamiento. Igualmente, si una persona alimentaba una pasión por alguien que no era su cónyuge, violaba el principio en que se basaba la ley de Dios contra el adulterio (Mateo 5:17, 18, 21, 22, 27-39).

      14 Por último, Jesús dijo: “Ustedes oyeron que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Pero yo les digo que amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen” (Mateo 5:43, 44). ¿Se basaba en la Palabra de Dios la orden “Odia a tu enemigo”? No; la habían impuesto por su cuenta los líderes religiosos. Con sus opiniones personales, le restaban importancia a la Ley perfecta de Dios. Pero Jesús defendió con valentía la Palabra de Dios contra las tradiciones humanas que la atacaban (Marcos 7:9-13).

      15. ¿Cómo defendió Jesús la Ley de Dios cuando los guías religiosos intentaron presentarla como excesivamente estricta?

      15 Los guías religiosos también atacaban la Ley de Dios al hacerla parecer excesivamente estricta o incluso dura. Por ejemplo, cuando los discípulos de Jesús arrancaron algunas espigas de trigo al pasar por un campo, unos fariseos dijeron que estaban violando el descanso sabático. Pero Jesús se valió de un ejemplo de las Escrituras para defender la Palabra de Dios contra esa afirmación tan exagerada. Citó del único pasaje bíblico que hablaba del uso del pan de la presencia fuera del santuario: la ocasión en la que David y sus hambrientos hombres comieron de él. De esta manera, Jesús mostró que aquellos fariseos habían perdido de vista la misericordia y la compasión de Jehová (Marcos 2:23-27).

      16. ¿Qué habían hecho los dirigentes religiosos con lo que decía la Ley de Moisés sobre el divorcio, y cómo reaccionó Jesús?

      16 Los dirigentes religiosos le restaban fuerza a la Ley de Dios ideando maneras de manipularla para evadir lo que mandaba. Tomemos como ejemplo lo que decía la Ley respecto al divorcio: el esposo podía divorciarse de su esposa si encontraba “algo vergonzoso” en ella, obviamente una falta grave que avergonzaba a la familia (Deuteronomio 24:1). Pero las autoridades religiosas del tiempo de Jesús se aprovechaban de esa concesión para justificar que el hombre se divorciara por cualquier motivo, ¡hasta porque a su esposa se le hubiera quemado la comida!a Por eso Jesús indicó que ellos habían distorsionado gravemente las palabras inspiradas de Moisés. Luego dejó claro cuál era la norma original de Jehová sobre el matrimonio, a saber, la monogamia, y explicó que la inmoralidad sexual era la única razón válida para divorciarse (Mateo 19:3-12).

      17. Igual que Jesús, ¿cómo defendemos la Palabra de Dios?

      17 En la actualidad, los seguidores de Cristo también nos sentimos en la obligación de defender la Palabra de Dios contra los ataques que recibe. Hay líderes religiosos que dan a entender que las normas morales de la Biblia están anticuadas, pero así en realidad la están atacando. Y pasa lo mismo cuando las religiones promueven doctrinas falsas como si fueran enseñanzas bíblicas. Para nosotros es un privilegio defender la Palabra de Dios —que es pura y verdadera—, demostrando, por ejemplo, que Dios no es una trinidad (Deuteronomio 4:39). Claro, esa defensa la hacemos con tacto, es decir, con apacibilidad y profundo respeto (1 Pedro 3:15).

      Explicó la Palabra de Dios

      18, 19. ¿Qué ejemplos demuestran que Jesús tenía una habilidad maravillosa para explicar la Palabra de Dios?

      18 Durante el tiempo en que se redactaron las Escrituras Hebreas, Jesús vivía en el cielo. Por eso, ¡qué contento tuvo que sentirse al tener la oportunidad de venir a la Tierra y poder explicar la Palabra de Dios! Pensemos en el día memorable en que, después de su resurrección, se encontró con dos de sus discípulos en el camino a Emaús. Antes de que ellos lo reconocieran, le contaron lo tristes y confundidos que estaban por la muerte de su amado Maestro. ¿Cómo reaccionó él? “Empezando por Moisés y todos los Profetas, les explicó cosas que se decían de él en todas las Escrituras”. ¿Qué efecto tuvieron estas explicaciones en ellos? Pues bien, más tarde comentaron entre sí: “¿Acaso no nos ardía dentro el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos explicaba claramente las Escrituras?” (Lucas 24:15-32).

      19 Ese mismo día, Jesús se reunió más tarde con sus apóstoles y otras personas. ¿Qué hizo? “Les abrió la mente por completo para que captaran el significado de las Escrituras” (Lucas 24:45). De seguro, aquel momento tan feliz les recordó las innumerables ocasiones en las que él había hecho algo parecido por ellos y por todos los que lo escuchaban. Muchas veces, tomaba algún pasaje bíblico bien conocido y lo explicaba de tal modo que dejaba maravillados a sus oyentes por las cosas nuevas que aprendían y porque podían entender mejor la Palabra de Dios.

      20, 21. ¿Cómo explicó Jesús lo que Jehová le dijo a Moisés?

      20 En una de esas ocasiones, Jesús estuvo hablando con un grupo de saduceos, una secta del judaísmo que tenía mucha relación con los sacerdotes y que no creía en la resurrección. Les dijo: “Sobre la resurrección de los muertos, ¿no leyeron que Dios a ustedes les dijo ‘Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Él no es el Dios de los muertos, sino el de los vivos” (Mateo 22:31, 32). Sin duda, era un pasaje que los saduceos conocían muy bien, y lo había escrito un hombre al que respetaban mucho: Moisés. Ahora bien, ¿comprendemos realmente por qué era tan poderoso el argumento de Jesús?

      21 Jesús estaba refiriéndose a la conversación que Moisés tuvo con Jehová junto a la zarza ardiente, alrededor del año 1514 antes de nuestra era (Éxodo 3:2, 6). Para entonces, Abrahán llevaba muerto 329 años, Isaac 224 y Jacob 197. No obstante, Jehová dijo: “Yo soy” su Dios. Aquellos saduceos sabían que Jehová no es como ningún dios de los muertos, como los dioses que —según algunas religiones— gobiernan en el supuesto mundo de ultratumba. No, él es el Dios “de los vivos”, como bien señaló Jesús. Entonces, ¿cuál era la conclusión lógica? Jesús mismo lo dijo: “Para él todos ellos están vivos” (Lucas 20:38). Los amados siervos de Jehová que han muerto están en la infinita y perfecta memoria de Dios. La promesa de Jehová de resucitarlos es tan segura que él habla de ellos como si estuvieran vivos (Romanos 4:16, 17). ¿Verdad que es una maravillosa explicación de la Palabra de Dios? Como era de esperar, “las multitudes quedaron impactadas” (Mateo 22:33).

      22, 23. a) Al explicar la Palabra de Dios, ¿cómo podemos imitar a Jesús? b) ¿Qué veremos en el próximo capítulo?

      22 Los cristianos tenemos el privilegio de imitar a Jesús en su forma de explicar la Palabra de Dios. Es cierto que no tenemos una mente perfecta como la suya. Aun así, muchas veces podemos comentar con las personas algún pasaje que ya conocen y aclararles aspectos en los que quizá nunca hayan pensado. Por ejemplo, tal vez lleven toda la vida repitiendo las palabras “Santificado sea tu nombre” y “Venga a nosotros tu reino” sin saber ni cómo se llama Dios ni qué es su Reino (Mateo 6:9, 10, Sagrada Biblia, de Serafín de Ausejo). ¡Qué gusto da cuando nos dan la oportunidad de explicar con sencillez y claridad verdades bíblicas como esas!

      23 Si queremos imitar la forma en que Jesús enseñó la verdad, es esencial que citemos, defendamos y expliquemos la Palabra de Dios. A continuación veremos algunos de los métodos tan eficaces que empleó Jesús para llegar al corazón de sus oyentes con las verdades bíblicas.

      a Años después, Josefo —historiador judío del siglo primero que era fariseo y estaba divorciado— dijo que el divorcio se permitía “por cualquier causa, y entre hombres hay muchas causas” de esas.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Por qué debemos tener mucho cuidado de no poner las opiniones y tradiciones humanas por encima de la Palabra de Dios? (Mateo 15:2-11).

      • ¿Por qué es bueno usar la Biblia para contestar las preguntas que nos hagan? (Lucas 10:25-28).

      • ¿Cómo podemos imitar la disposición de Jesús a guiarse por la Palabra profética de Dios tanto en su forma de vivir como al tomar decisiones? (Lucas 18:31-34; 22:37).

      • Cuando se cuestionan nuestras creencias, ¿por qué debemos defenderlas utilizando la Palabra de Dios? (Juan 10:31-39).

  • “¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO ONCE

      “¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”

      1, 2. a) ¿Por qué regresaron con las manos vacías los guardias que debían detener a Jesús? b) ¿Por qué era Jesús un maestro tan bueno?

      LOS fariseos están muy enojados. Jesús está en el templo, enseñando la verdad acerca de su Padre ante un público dividido: muchos ponen su fe en Jesús, pero hay quienes quieren que lo arresten. Los líderes religiosos están tan furiosos que envían a un grupo de guardias para que lo detengan. Sin embargo, estos regresan con las manos vacías. Los sacerdotes principales y los fariseos exigen una explicación. Les preguntan: “¿Por qué no lo trajeron?”. Los guardias responden: “¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”. Y es que su forma de enseñar les impresionó tanto que no se atrevieron a arrestarlo (Juan 7:45, 46).a

      2 Pero aquellos guardias no eran los únicos a quienes les asombraba la manera como enseñaba Jesús. Multitudes de personas se reunían tan solo para oírlo (Marcos 3:7, 9; 4:1; Lucas 5:1-3). ¿Por qué era tan buen maestro? Como vimos en el capítulo 8, él amaba las verdades que transmitía y a las personas a las que les enseñaba. Además, sus métodos de enseñanza eran los mejores. Examinemos tres de estos métodos y veamos cómo podemos imitarlo al ponerlos en práctica.

      Sencillez al enseñar

      3, 4. a) ¿Por qué enseñaba Jesús con un lenguaje sencillo? b) ¿Cómo muestra el Sermón del Monte la sencillez con que enseñaba Jesús?

      3 ¿Verdad que Jesús pudo haber usado un vocabulario muy amplio? Sin embargo, a la hora de enseñar, siempre tenía en cuenta el nivel de sus oyentes, que en su mayoría eran personas “comunes y con poca educación” (Hechos 4:13). Estaba consciente de sus limitaciones y nunca los abrumaba con demasiada información (Juan 16:12). Aunque usaba palabras sencillas, transmitía verdades muy profundas.

      4 Pensemos, por ejemplo, en el Sermón del Monte, que aparece en Mateo 5:3 a 7:27. En este discurso, Jesús habló sobre temas muy profundos y llegó a la raíz de los asuntos. Sin embargo, no utilizó frases o argumentos complicados. Usó palabras sencillas que todo el mundo podía entender, ¡hasta los niños pequeños! Por eso, no nos extraña que las multitudes —entre quienes seguramente había muchos campesinos, pastores y pescadores— se quedaran “impactadas con su manera de enseñar” cuando él terminó de hablar (Mateo 7:28).

      5. Dé algunos ejemplos de frases sencillas y llenas de significado que dijo Jesús.

      5 Cuando enseñaba, Jesús utilizaba por lo general frases sencillas y breves pero llenas de significado. De este modo, mucho antes de la llegada de la imprenta, logró que su mensaje quedara grabado de forma imborrable en la mente y el corazón de quienes lo escucharon. Tan solo pensemos en los siguientes ejemplos. “Dejen de juzgar, para que no sean juzgados”. “Los que están sanos no necesitan un médico, pero los enfermos sí”. “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. “Páguenle a César lo que es de César, pero a Dios lo que es de Dios”. “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Mateo 7:1; 9:12; 26:41; Marcos 12:17; Hechos 20:35).b Casi 2.000 años después, estas frases se siguen recordando.

      6, 7. a) ¿Por qué es importante que usemos un lenguaje que sea fácil de entender? b) ¿Qué podemos hacer para no sobrecargar a los estudiantes con demasiada información?

      6 Y nosotros, ¿cómo podemos enseñar con sencillez? Algo esencial es usar un lenguaje que resulte fácil de entender para la mayoría de la gente. Recordemos que las verdades fundamentales de la Palabra de Dios no son complicadas. De hecho, es a las personas de corazón sincero y humilde a quienes Jehová les ha revelado sus propósitos (1 Corintios 1:26-28). Por lo tanto, usemos palabras comunes y corrientes pero bien elegidas, y así podremos transmitir con eficacia las verdades de la Palabra de Dios.

      Un hermano dándole clases de la Biblia a un hombre.

      Hay que enseñar con sencillez.

      7 Por otra parte, para enseñar con sencillez, hay que tener mucho cuidado de no sobrecargar a los estudiantes de la Biblia con demasiada información. Por eso, cuando les demos clases bíblicas, no es necesario que expliquemos todos los detalles. Tampoco debemos ir a toda prisa, como si lo más importante fuera abarcar todo el contenido posible. Lo mejor es adaptar el ritmo del curso a las necesidades y la capacidad de cada persona. La meta es ayudar al estudiante a seguir a Cristo y adorar a Jehová. Para eso tenemos que tomarnos todo el tiempo que haga falta hasta que comprenda a un grado razonable lo que se esté analizando. Solo así lograremos que la verdad bíblica le llegue al corazón y lo motive a poner en práctica las cosas que ha aprendido (Romanos 12:2).

      Preguntas adecuadas

      8, 9. a) ¿Con qué propósito hacía preguntas Jesús? b) ¿Cómo ayudaron las preguntas de Jesús a que Pedro sacara la conclusión correcta sobre el pago del impuesto del templo?

      8 Jesús utilizó las preguntas de manera admirable. A veces habría tardado menos si hubiera explicado directamente el punto. Pero entonces, ¿para qué hacía preguntas? Algunas veces les hacía preguntas a sus enemigos para sacar a la luz lo que había en su corazón y así los dejaba callados (Mateo 21:23-27; 22:41-46). Sin embargo, en otros casos las utilizaba para lograr que sus discípulos le expresaran lo que pensaban o para estimular y desarrollar su capacidad de razonar. Por eso, empleaba fórmulas como “¿Qué opinan?” o “¿Crees tú esto?” (Mateo 18:12; Juan 11:26). Con estas preguntas, lograba llegarles al corazón. Veamos un ejemplo.

      9 En cierta ocasión, unos cobradores de impuestos le preguntaron a Pedro si Jesús pagaba el impuesto del templo.c Sin pensarlo dos veces, Pedro respondió: “Sí, lo paga”. Más tarde, Jesús le ayudó a razonar. Le preguntó: “¿Tú qué dirías, Simón? ¿A quiénes les cobran los reyes de la tierra impuestos y tributos? ¿A sus hijos, o a los extraños?”. Pedro le contestó: “A los extraños”. Y Jesús dijo: “Eso quiere decir que los hijos están libres de pagar impuestos” (Mateo 17:24-27). Pedro sabía muy bien la respuesta a esas preguntas. Sabía que los hijos de los reyes no tenían que pagar impuestos. Por eso, al ser el Hijo unigénito del Rey celestial al que se adoraba en el templo, Jesús no estaba obligado a pagar el impuesto. Así que, en vez de decirle directamente a Pedro la respuesta correcta, Jesús le hizo preguntas con delicadeza. De esta forma, le ayudó a sacar la conclusión correcta y quizás a darse cuenta de que en el futuro era mejor que pensara un poco más antes de responder.

      Una hermana predicándole a una mujer que tiene a su bebé en brazos.

      Adaptemos las preguntas a las circunstancias de quienes nos escuchan.

      10. ¿Cómo podemos usar las preguntas con habilidad al predicar de casa en casa?

      10 ¿Cómo podemos ser hábiles al usar las preguntas en el ministerio? Cuando predicamos de casa en casa, usémoslas para despertar el interés de la gente y así empezar conversaciones que nos permitan hablar de las buenas noticias. Por ejemplo, si sale a la puerta una persona mayor, pudiéramos preguntarle con respeto: “¿Qué cambios en el mundo ha visto usted a lo largo de su vida?”. Permitamos que la persona responda; luego quizás podríamos añadir: “En su opinión, ¿qué haría falta para que el mundo fuera mejor?” (Mateo 6:9, 10). Pero, si nos atiende una madre de familia con niños pequeños, quizás podríamos decirle: “¿Se ha preguntado cómo será el mundo cuando sus hijos sean grandes?” (Salmo 37:10, 11). Por otra parte, si somos observadores, podremos ver detalles en las viviendas que nos permitan pensar en preguntas que capten la atención de las personas.

      11. ¿Qué podemos hacer para usar eficazmente las preguntas al dirigir cursos bíblicos?

      11 ¿Cómo podríamos usar eficazmente las preguntas al dirigir cursos bíblicos? Podemos plantear preguntas bien pensadas para saber lo que la persona tiene en su corazón (Proverbios 20:5). Imaginémonos que estamos estudiando la lección 43 del libro Disfrute de la vida.d Esa lección, titulada “Los cristianos y las bebidas alcohólicas”, habla de cómo ve Jehová la borrachera y los excesos con la bebida. Las respuestas del estudiante tal vez indiquen que entiende lo que enseña la Biblia, pero ¿lo acepta de verdad? Para averiguarlo, quizás convenga preguntarle: “¿Le parece razonable lo que piensa Dios sobre estos temas?”. O también: “¿Cómo podría poner en práctica usted esta información en su vida?”. Claro, no debemos olvidar que hay que tener tacto y respetar la dignidad del estudiante. Por eso no haríamos preguntas que lo incomodaran (Proverbios 12:18).

      Lógica aplastante

      12-14. a) ¿En qué dos situaciones demostró Jesús que era muy hábil para hacer razonar a los demás de forma lógica? b) ¿Qué argumentos lógicos empleó Jesús cuando los fariseos lo acusaron de usar poderes satánicos?

      12 Con su mente perfecta, Jesús era capaz de razonar magistralmente con las personas en situaciones distintas. Por un lado, usaba argumentos muy lógicos para demostrar que sus enemigos estaban equivocados. Y, por otro lado, usaba razonamientos muy convincentes para enseñarles a sus discípulos lecciones útiles. Veamos algunos ejemplos de estas dos situaciones.

      13 Cuando Jesús curó a un endemoniado que estaba ciego y mudo, los fariseos protestaron: “Este expulsa a los demonios por medio de Belcebú, el gobernante de los demonios”. Ellos entendían que, para expulsar demonios, era necesario tener algún poder sobrehumano. Pero decían que a Jesús se lo había dado Belcebú, es decir, Satanás. Aquella acusación no solo era falsa, sino absurda. Para demostrar lo equivocados que estaban, Jesús respondió: “Todo reino dividido internamente va a la ruina y ninguna ciudad o familia dividida internamente se mantendrá en pie. De la misma manera, si Satanás expulsa a Satanás, está dividido internamente. En ese caso, ¿cómo podrá su reino mantenerse en pie?” (Mateo 12:22-26). En otras palabras, Jesús les estaba diciendo: “Si yo fuera un agente de Satanás y estuviera deshaciendo lo que él ha hecho, entonces Satanás estaría yendo en contra de sus propios intereses y no tardaría en caer”. ¿Quién iba a contradecir un razonamiento tan lógico?

      14 Pero Jesús aún no había terminado. Sabiendo que algunos discípulos de los fariseos habían expulsado demonios, les hizo una pregunta sencilla pero muy impactante: “Si yo expulso a los demonios por medio de Belcebú, ¿por medio de quién los expulsan los hijos de ustedes?” (Mateo 12:27). El razonamiento de Jesús se podría resumir así: “Si yo expulso demonios por el poder de Satanás, los discípulos de ustedes tienen que estar recurriendo al mismo poder que yo”. ¡Ese argumento los dejó sin palabras! ¿Cómo iban a decir los fariseos que sus discípulos usaban poderes satánicos? Con su pregunta, Jesús los forzó a llegar a una conclusión que les incomodaba muchísimo y que demostraba que estaban muy equivocados. ¿No es apasionante leer cómo razonaba Jesús con ellos? Pues imagínese cómo se sintió la gente que escuchó directamente sus palabras, ya que sin duda cobraban más fuerza con su presencia y su tono de voz.

      15-17. Mencione algún caso en el que Jesús usó la expresión “con mucha más razón” para llegar al corazón de sus oyentes.

      15 Jesús también empleó razonamientos lógicos y convincentes para ayudar a sus oyentes a acercarse a su Padre. A veces, presentaba un hecho que ellos conocían bien y luego usaba la frase “con mucha más razón” para ayudarlos a convencerse de la verdad que les estaba enseñando.e Esta forma de argumentación, basada en el contraste, tiene el poder de llegar al corazón. Veamos dos ejemplos.

      16 En cierta ocasión, los discípulos de Jesús le pidieron que les enseñara a orar. Como parte de su respuesta, Jesús explicó que a los padres humanos, aunque son imperfectos, les gusta “darles buenos regalos a sus hijos”. Entonces, con eso presente, dijo: “Si ustedes, aunque son malos, saben darles buenos regalos a sus hijos, ¡con mucha más razón el Padre en el cielo les dará espíritu santo a quienes se lo piden!” (Lucas 11:1-13). La lógica se basaba en el contraste: si los padres humanos —siendo pecadores— atienden las necesidades de sus hijos, con mucha más razón lo hará nuestro Padre celestial, que es perfecto y justo. ¡Cómo no les va a dar espíritu santo a sus siervos leales que le oran humildemente!

      17 Jesús usó un argumento parecido al enseñar cómo afrontar las inquietudes. Dijo: “Los cuervos [...] no siembran ni cosechan, no tienen ni granero ni almacén, pero Dios los alimenta. ¿Y acaso no valen ustedes mucho más que las aves?”. Luego añadió: “Fíjense en cómo crecen los lirios. No trabajan duro ni hilan [...]. Entonces, si Dios viste así a la vegetación del campo, que hoy está aquí y mañana se echa en el horno, ¡con mucha más razón los vestirá a ustedes, gente de poca fe!” (Lucas 12:24, 27, 28). Si Jehová cuida a las aves y las flores, ¡con mucha más razón cuidará de los seres humanos que lo aman y adoran! Con razonamientos así, Jesús logró sin duda llegar al corazón de sus oyentes.

      18, 19. ¿Cómo razonaríamos con alguien que dice que no cree en Dios porque nunca lo ha visto?

      18 En nuestro caso, cuando predicamos usamos argumentos lógicos para demostrar que ciertas creencias son falsas. Y también usamos razonamientos convincentes para enseñar verdades sobre Dios (Hechos 19:8; 28:23, 24). Pero ¿quiere decir esto que debemos dar explicaciones muy complejas? Claro que no. Jesús nos enseñó que los argumentos más eficaces son los que se presentan con sencillez.

      19 Por ejemplo, ¿cómo responderíamos si alguien dice que no cree en Dios porque nunca lo ha visto? Podríamos tomar como base la ley natural de causa y efecto. Cada vez que observamos un efecto, comprendemos que tiene que haber una causa. Así que podríamos decir esto: “Si fuéramos a una región apartada y viéramos una casa bien construida y equipada con un suministro de alimentos (el efecto), ¿no es cierto que uno pensaría que hubo alguien (la causa) que se encargó de todo? Pues lo mismo pasa si observamos nuestro asombroso planeta y la naturaleza; saltan a la vista su maravilloso diseño y su abundante suministro de alimento (el efecto). ¿Verdad que es lógico deducir que alguien (la causa) se encargó de todo? La Biblia lo explica así: ‘Toda casa es construida por alguien, pero el que ha construido todas las cosas es Dios’” (Hebreos 3:4). Claro, recordemos que, por muy lógica que sea nuestra explicación, no le convencerá a todo el mundo (2 Tesalonicenses 3:2).

      Dos ancianos de congregación usando la Biblia para razonar con un hermano.

      Usemos razonamientos que lleguen al corazón.

      20, 21. a) ¿Cómo podemos presentar argumentos a base de contrastes para destacar las cualidades y la manera de actuar de Jehová? b) ¿Qué veremos en el siguiente capítulo?

      20 Cuando enseñemos, sea en el ministerio o en la congregación, nosotros también podemos usar argumentos a base de contrastes para destacar las cualidades y la manera de actuar de Jehová. Por ejemplo, si queremos demostrar que la doctrina del infierno —una tortura eterna con fuego— es en realidad un insulto contra Dios, podríamos decir: “¿Verdad que a un buen padre le horrorizaría la idea de castigar a su hijo metiéndole la mano en el fuego? ¡Con mucha más razón a Jehová! Él es un Padre bueno y cariñoso al que solo la idea de castigar a la gente con fuego le da asco” (Jeremías 7:31). Y, si un hermano en la fe está deprimido, podemos confirmarle que Jehová lo ama diciéndole algo así: “Si un gorrioncito es tan valioso para Jehová, ¿no le parece que debe querer mucho más a cada uno de quienes le sirven en la Tierra, incluido usted?” (Mateo 10:29-31). Razonando así, seguramente llegaremos a su corazón.

      21 Solo hemos examinado tres de los métodos que Jesús usó para enseñar, pero ya entendemos perfectamente por qué los guardias que fueron a arrestarlo no estaban exagerando cuando dijeron: “¡Nunca ha hablado así ningún hombre!”. En el siguiente capítulo veremos el método de enseñanza por el que probablemente es más famoso Jesús: el uso de ejemplos y comparaciones.

      a Los guardias probablemente trabajaban para el Sanedrín y estaban bajo las órdenes de los sacerdotes principales.

      b El apóstol Pablo es el único que cita esta frase, que se encuentra en Hechos 20:35. Quizás se la dijo alguien que escuchó a Jesús. También puede ser que el propio Jesús se la dijera a Pablo después de resucitar. O tal vez Jehová se la reveló.

      c Los judíos pagaban como impuesto anual del templo dos dracmas, el salario habitual de dos días. Una obra especializada señala: “Este impuesto se empleaba principalmente en sufragar el costo de los holocaustos cotidianos [las ofrendas quemadas diarias] y de todos los sacrificios en general que se hacían en nombre del pueblo”.

      d Editado por los testigos de Jehová.

      e A esto a veces se le llama argumentos a fortiori. Esta expresión en latín significa “por un motivo más fuerte; con mayor razón o seguridad”.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Cómo puede ayudarle el ejemplo de Jesús a elegir las palabras que usará en una intervención en la reunión? (Mateo 11:25).

      • ¿De qué maneras pueden los oradores imitar a Jesús al utilizar preguntas de este tipo? (Mateo 11:7-9).

      • ¿Cómo podríamos utilizar prudentemente las hipérboles —o exageraciones intencionadas— cuando enseñamos? (Mateo 7:3; 19:24).

      • ¿De qué otra forma podemos enseñar a los demás igual que lo hizo Jesús? (Juan 13:5, 14).

  • “Nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO DOCE

      “Nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación”

      1-3. a) ¿De qué privilegio único disfrutaban los discípulos que acompañaban a Jesús, y cómo les facilitó él la tarea de recordar sus enseñanzas? b) ¿Por qué son fáciles de recordar las buenas comparaciones?

      LOS discípulos que acompañan a Jesús en su ministerio disfrutan de un privilegio único: el de aprender directamente del Gran Maestro. Escuchan su voz mientras les revela el sentido de la Palabra de Dios y les explica verdades emocionantes. Todavía no ha llegado el momento de poner por escrito sus valiosas palabras, así que deben guardarlas en la mente y el corazón.a Jesús, sin embargo, les facilita la tarea de recordarlas. ¿De qué manera? Mediante sus métodos de enseñanza, sobre todo por su magistral uso de ejemplos y comparaciones.

      2 Es un hecho que las buenas comparaciones no se olvidan fácilmente. Cierto escritor dijo que tienen la capacidad de “transformar los oídos en ojos y permitir que los oyentes piensen utilizando imágenes mentales”. Como normalmente pensamos mejor cuando nos formamos imágenes en la mente, los ejemplos y comparaciones nos ayudan a entender con más facilidad incluso las ideas abstractas. Además, hacen que las palabras cobren vida y nos enseñan lecciones que se quedan grabadas en la memoria.

      3 No ha habido en la Tierra ningún maestro que usara ejemplos con tanta destreza como Jesucristo. Todavía hoy los recordamos fácilmente. ¿Por qué utilizaba este método de enseñanza con tanta frecuencia? ¿Por qué eran tan buenos sus ejemplos? Y nosotros, ¿cómo podemos aprender a usar este método?

      Por qué enseñaba con comparaciones

      4, 5. ¿Por qué usaba Jesús ejemplos y comparaciones?

      4 La Biblia da dos razones importantes por las que Jesús enseñaba utilizando ejemplos. Por un lado, eso cumplió una profecía. En Mateo 13:34, 35 leemos: “Jesús les dijo todas estas cosas a las multitudes usando comparaciones. De hecho, nunca les hablaba sin utilizar alguna comparación. Así se cumplió lo que se había anunciado por medio del profeta, que dijo: ‘Abriré mi boca usando comparaciones’”. El profeta aquí mencionado es el escritor de Salmo 78:2. Inspirado por el espíritu santo, compuso este salmo siglos antes de que Jesús naciera. Pensemos en lo que esto significa: con cientos de años de anticipación, Jehová determinó que el Mesías enseñaría con ejemplos. Así que nuestro Dios debe valorar muchísimo este método de enseñanza.

      5 Por otro lado, Jesús se valió de los ejemplos para distinguir a los que tenían un corazón que se había “hecho insensible” (Mateo 13:10-15; Isaías 6:9, 10). ¿Cómo lograba sacar a la luz los motivos de la gente? A veces, Jesús usaba comparaciones con la intención de que sus oyentes le hicieran preguntas para poder entender mejor lo que había explicado. Claro está, los humildes estaban dispuestos a preguntar, pero los orgullosos o indiferentes no (Mateo 13:36; Marcos 4:34). Así que los ejemplos de Jesús les revelaban la verdad a los humildes, y al mismo tiempo se la ocultaban a los orgullosos.

      6. ¿Para qué otras cosas sirvieron los ejemplos de Jesús?

      6 Los ejemplos de Jesús también sirvieron para muchas otras cosas. Captaban la atención de la gente, creaban imágenes mentales fáciles de comprender y, como se mencionó al principio de este capítulo, ayudaban a los oyentes a recordar lo que habían escuchado. El Sermón del Monte, según aparece en Mateo 5:3 a 7:27, es un claro ejemplo de que Jesús usaba muchas imágenes mentales en su enseñanza. Se calcula que este sermón contiene más de 50 figuras retóricas. Si lo leemos en voz alta, tardamos unos 20 minutos. Eso implicaría leer, como promedio, una figura retórica cada 20 segundos aproximadamente. No hay duda de que Jesús reconocía lo valioso que era pintar imágenes con palabras.

      7. ¿Por qué hacemos bien en imitar a Jesús en el uso de ejemplos?

      7 Como seguidores de Cristo, hacemos bien en imitar su modo de enseñar, lo que incluye el uso de ejemplos. Así como los condimentos hacen más sabrosas las comidas, los ejemplos bien pensados hacen más atractiva la enseñanza. Además, facilitan la comprensión de verdades importantes. Para saber cómo podemos poner en práctica este valioso método de enseñanza, primero analizaremos más de cerca algunos de los factores que contribuyeron a que los ejemplos de Jesús fueran tan efectivos.

      Comparaciones sencillas

      Dos gaviotas volando en el cielo y una flor.

      ¿Cómo utilizó Jesús las aves y las flores para explicar que Dios cuida de nosotros?

      8, 9. ¿Cómo usaba Jesús las comparaciones, y por qué eran tan efectivas?

      8 Cuando Jesús enseñaba, se valía de comparaciones sencillas. Y, aunque eran breves, lograban pintar imágenes mentales impactantes y enseñar con claridad verdades espirituales muy valiosas. Por ejemplo, cuando animó a sus discípulos a no preocuparse por las necesidades diarias, puso como ejemplo a “las aves del cielo” y “los lirios del campo”. Las aves no siembran ni cosechan y los lirios no hilan ni tejen. Aun así, Dios los cuida. La lección es clara: si Dios cuida de las aves y las flores, ¡cómo no va a cuidar de los seres humanos que siguen “buscando primero el Reino”! (Mateo 6:26, 28-33).

      9 Además, Jesús usó muchas veces un recurso aún más impactante: las metáforas. En ellas, se comparan dos cosas, hablando de una de esas cosas como si fuera la otra. Las metáforas de Jesús eran muy sencillas. Una vez les dijo a sus discípulos: “Ustedes son la luz del mundo”. El significado de esta imagen era muy claro: con sus palabras y obras ellos podían hacer resplandecer la luz de la verdad espiritual y ayudar a otros a glorificar a Dios (Mateo 5:14-16). Veamos otros dos casos: “Ustedes son la sal de la tierra”, y “Yo soy la vid y ustedes son las ramas” (Mateo 5:13; Juan 15:5). Sin duda, estas figuras retóricas son sencillas pero muy poderosas.

      10. Dé algún ejemplo de cómo podríamos usar las comparaciones al enseñar.

      10 ¿Cómo podría usted usar comparaciones al enseñar? No hace falta crear historias largas y complicadas. Piense, más bien, en situaciones sencillas. Supongamos que está hablando de la resurrección y quiere explicar que para Jehová no es difícil levantar a los muertos. ¿Qué ejemplo le vendría a la cabeza? La Biblia compara la muerte con quedarse dormido. Usted podría decir: “Dios puede resucitar a los muertos con la misma facilidad con que nosotros podemos despertar a alguien que está dormido” (Juan 11:11-14). O supongamos que quiere destacar que los hijos necesitan amor y cariño para desarrollarse bien. ¿Qué comparación podría utilizar? La Biblia dice que los hijos son “como retoños de un olivo” (Salmo 128:3). Usted podría decir: “Los hijos necesitan amor y cariño tal como las plantas necesitan sol y agua”. Cuanto más sencilla sea la comparación, más fácil de entender será.

      Extraídas de la vida diaria

      11. ¿Cómo reflejaban los ejemplos de Jesús algunas de las actividades cotidianas que probablemente vio cuando era niño?

      11 Jesús fue un maestro en el uso de comparaciones relacionadas con la vida diaria. Muchos de sus ejemplos reflejaban costumbres que seguramente él observó mientras crecía en Galilea. Pensemos por un momento en su vida cuando era niño. ¿Cuántas veces habrá visto a su madre añadir levadura a la masa, moler granos para obtener harina, encender una lámpara o barrer la casa? (Mateo 13:33; 24:41; Lucas 15:8). ¿Cuántas veces habrá visto a los pescadores echar las redes en el mar de Galilea? (Mateo 13:47). ¿Cuántas veces habrá observado a los niños jugando en la plaza de mercado? (Mateo 11:16). Jesús sin duda se fijó en otras cosas comunes que incluyó en sus muchos ejemplos, como la siembra de semillas, los alegres banquetes de bodas o los campos de cereales que maduraban al sol (Mateo 13:3-8; 25:1-12; Marcos 4:26-29).

      12, 13. ¿Por qué es significativo que Jesús situara la parábola del buen samaritano en el camino que iba “de Jerusalén a Jericó”?

      12 En sus ejemplos, Jesús usaba detalles con los que la gente estaba muy familiarizada. Por ejemplo, en su parábola del buen samaritano empezó diciendo: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que le quitaron hasta la ropa y lo golpearon, y se fueron dejándolo medio muerto” (Lucas 10:30). Es significativo que Jesús situara esta historia en el camino que iba “de Jerusalén a Jericó”. Él la contó cuando estaba en Judea, no muy lejos de Jerusalén. Así que sus oyentes conocían muy bien aquella ruta. Sabían lo peligrosa que era, en especial para alguien que viajaba solo, pues tenía que atravesar terrenos solitarios en los que había muchos lugares donde los asaltantes podían esconderse.

      13 Jesús incluyó otros detalles conocidos sobre este camino. Según la parábola, primero pasó por allí un sacerdote y luego un levita, pero ninguno se detuvo a ayudar a la víctima (Lucas 10:31, 32). Los sacerdotes servían en el templo de Jerusalén, y los levitas eran sus ayudantes. Cuando no trabajaban en el templo, muchos de ellos se quedaban en Jericó, a solo unos 21 kilómetros (13 millas) de Jerusalén. Por eso, no era raro verlos viajar por ese camino. Observemos, además, que Jesús dijo que aquel hombre “bajaba” —no que subía— “de Jerusalén”, lo cual tenía sentido para sus oyentes. Jerusalén estaba en un lugar más alto que Jericó. Así que alguien que viniera “de Jerusalén” en realidad siempre “bajaba”.b Detalles como este indican que el Hijo de Dios tenía en cuenta lo que sabía la gente que lo escuchaba.

      14. ¿Cómo podemos tomar en consideración a nuestros oyentes cuando usemos ejemplos?

      14 Del mismo modo, nosotros debemos tomar en consideración a nuestros oyentes al elegir ejemplos. ¿Qué factores podríamos tomar en cuenta? Quizás su edad, su origen, sus antecedentes familiares o su trabajo. Por ejemplo, una comparación que gire en torno a las labores agrícolas se entenderá mejor en una zona rural que en una gran ciudad. Y, si pensamos en la vida diaria de las personas que nos escuchan —en asuntos como sus hijos, su casa, sus pasatiempos, lo que suelen comer—, sacaremos ejemplos que les lleguen al corazón.

      Extraídas de la creación

      15. ¿Por qué Jesús sabía tanto sobre la creación?

      15 Muchas de las comparaciones de Jesús demuestran que sabía mucho del mundo natural: de las plantas, los animales y las fuerzas de la naturaleza (Mateo 16:2, 3; Lucas 12:24, 27). ¿Dónde aprendió todo eso? Seguro que tuvo muchas oportunidades de observar la creación durante su infancia y juventud en Galilea. Pero, sobre todo, debemos recordar que él es “el primogénito de toda la creación” y que Jehová lo utilizó como “un obrero experto” para crear todo lo que hay (Colosenses 1:15, 16; Proverbios 8:30, 31). ¡Con razón sabía tanto sobre la creación! Veamos cómo aplicó hábilmente estos conocimientos.

      16, 17. a) ¿Qué indica que Jesús conocía muy bien el comportamiento de las ovejas? b) ¿Qué ejemplo muestra que las ovejas realmente conocen la voz de su pastor?

      16 Por ejemplo, Jesús dijo que él era “el pastor excelente” y sus seguidores “las ovejas”. Las palabras de Jesús indican que conocía muy bien el comportamiento de este animal. Sabía que entre el pastor y sus ovejas existe un vínculo único. Había visto que las ovejas no son desconfiadas, que se dejan dirigir y que siguen fielmente a su pastor. ¿Y por qué lo siguen? Jesús mismo dijo: “Porque conocen su voz” (Juan 10:2-4, 11). ¿De veras conocen las ovejas la voz de su pastor?

      Un pastor dirigiendo a sus ovejas.

      17 En su libro Geografía histórica de la Tierra Santa, George Adam Smith relató lo que él mismo había visto. Dijo: “Algunas veces disfrutamos nuestro descanso de mediodía junto a uno de aquellos pozos judeos, a los que bajan tres o cuatro pastores con sus rebaños. Los rebaños se mezclan entre sí, y nos preguntábamos cómo cada pastor iba a reunir de nuevo al suyo”. ¿Y qué pasaba entonces cuando las ovejas terminaban de beber y juguetear? El autor explicó: “Los pastores uno a uno se iban a diferentes sitios del valle, y cada uno llamaba con su peculiar llamada, y las ovejas de cada uno salían de la multitud y se iban con su propio pastor, y los rebaños se iban con tanto orden como habían venido”. Así que Jesús usó el ejemplo perfecto para destacar lo que quería enseñar: que “el pastor excelente” nos cuidará si reconocemos sus enseñanzas, si las obedecemos y si seguimos su guía.

      18. ¿Dónde podemos encontrar información sobre la creación de Jehová?

      18 ¿Cómo podemos aprender a usar ejemplos extraídos de la creación? Las características de los animales pueden servirnos de inspiración para hacer comparaciones sencillas pero efectivas. ¿Dónde encontramos detalles sobre la creación de Jehová? La Biblia incluye mucha información sobre una gran variedad de animales, y a veces se vale de sus características para enseñarnos algo. Por ejemplo, habla de personas rápidas como las gacelas y veloces como los leopardos. Además, habla de ser cautelosos como las serpientes e inocentes como las palomas (1 Crónicas 12:8; Habacuc 1:8; Mateo 10:16).c También pueden ser muy útiles las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, así como los artículos y videos de la serie “¿Lo diseñó alguien?”, de jw.org. Si reflexionamos en lo que nos enseñan estos recursos sobre las maravillas de la creación de Jehová, podremos extraer comparaciones y ejemplos sencillos.

      Extraídas de situaciones conocidas

      19, 20. a) ¿Cómo utilizó Jesús un suceso reciente para desenmascarar una creencia falsa? b) ¿Cómo podemos usar nosotros situaciones y experiencias de la vida real al enseñar?

      19 También podemos sacar buenas comparaciones de situaciones de la vida real. En cierta ocasión, Jesús se valió de un suceso reciente para demostrar que las tragedias no son un castigo que recibe la gente mala. Dijo: “Los 18 que murieron cuando la torre de Siloam les cayó encima, ¿creen que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén?” (Lucas 13:4). Esas 18 personas no murieron porque Dios las hubiera castigado por cometer algún pecado. Más bien, murieron trágicamente por culpa de un “mal momento” y un “suceso imprevisto” (Eclesiastés 9:11). Así, Jesús desenmascaró una enseñanza falsa hablando de un incidente que sus oyentes conocían bien.

      20 ¿Y cómo podemos usar situaciones y experiencias de la vida real al enseñar? Supongamos que estamos hablando del cumplimiento de la profecía de Jesús sobre la señal de su presencia (Mateo 24:3-14). Podríamos citar noticias recientes sobre guerras, hambrunas o terremotos para demostrar el cumplimiento de rasgos concretos de la señal. O imaginémonos que estamos hablando de los cambios necesarios para ponerse la nueva personalidad y que, para explicarlo, queremos utilizar una experiencia (Efesios 4:20-24). ¿Dónde podríamos encontrar una? Podríamos usar el ejemplo de algún hermano de la congregación o basarnos en algún relato que haya aparecido en alguna publicación de los testigos de Jehová. También podríamos buscar en la sección “La Biblia les cambió la vida”, de jw.org.

      21. ¿Qué recompensas recibimos por ser maestros eficaces de la Palabra de Dios?

      21 No hay duda de que Jesús fue el Gran Maestro. Como hemos visto en esta sección, el centro de su vida era enseñar y predicar las buenas noticias (Mateo 4:23). Para nosotros, esa labor también es el centro de nuestra vida. Cuando nos esforzamos por ser maestros eficaces, recibimos grandes recompensas. Cuando enseñamos, damos de nosotros mismos, y por eso sentimos una gran felicidad (Hechos 20:35). Y sentimos esta felicidad porque sabemos que lo que les estamos enseñando a los demás es la verdad acerca de Jehová y que esto les beneficiará para siempre. Además, nos sentimos felices al saber que estamos siguiendo el ejemplo de Jesús, el mejor Maestro que ha pisado la Tierra.

      a Al parecer, el Evangelio de Mateo fue el primer relato inspirado sobre la vida de Jesús en la Tierra, y se escribió unos ocho años después de su muerte.

      b Nadie podría intentar justificar la indiferencia del sacerdote y el levita. Es cierto que, si aquel hombre hubiera estado muerto, ellos habrían estado temporalmente inhabilitados para servir en el templo si lo tocaban. Pero Jesús indicó que ellos también bajaban “de Jerusalén”, así que volvían del templo. De modo que no tenían excusa (Levítico 21:1; Números 19:16).

      c Para ver una lista más amplia del uso figurado que la Biblia hace de las características de los animales, vaya a Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1, páginas 318 y 319 (editado por los testigos de Jehová).

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Qué elementos de la creación utilizó Jesús en sus comparaciones, y cómo puede usted usar ejemplos parecidos? (Mateo 13:24-32).

      • ¿Cómo se valió Jesús de una comparación sencilla para transmitir una valiosa lección, y qué le enseña su ejemplo a usted? (Mateo 18:12-14).

      • ¿En qué experiencias de la vida diaria basó Jesús sus ejemplos, y cómo puede usted imitarlo? (Lucas 11:5-8; 12:6).

  • “Amo al Padre”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO TRECE

      “Amo al Padre”

      1, 2. ¿Qué reveló Juan sobre lo que pasó la última noche que los apóstoles estuvieron con Jesús?

      JUAN introduce la pluma en el tintero mientras en su mente afloran los recuerdos. Tiene unos 100 años, y es el último apóstol de Jesucristo que sigue vivo. Está pensando en lo que pasó unas siete décadas atrás, en la noche más memorable de todas: la última que él y los demás apóstoles estuvieron con Jesús antes de su muerte. Guiado por el espíritu santo, recuerda y escribe con todo detalle lo que pasó.

      2 Aquella noche, Jesús dijo claramente que pronto lo ejecutarían, y Juan es el único que revela la razón por la que el Hijo de Dios estuvo dispuesto a sufrir ese final tan terrible. Jesús dijo: “Para que el mundo sepa que amo al Padre, hago exactamente lo que el Padre me ha mandado. Levántense, vámonos de aquí” (Juan 14:31).

      3. ¿Cómo demostró Jesús que amaba a su Padre?

      3 “Amo al Padre”. Para Jesús, eso era lo más importante. Y no lo decimos porque él lo repitiera una y otra vez. De hecho, Juan 14:31 es el único pasaje de la Biblia donde él expresa su amor por su Padre de un modo tan directo. Lo decimos, más bien, porque él vivía esas palabras. Su amor a Jehová se evidenciaba día tras día. Su valor, su obediencia y su aguante eran prueba de eso. Todo su ministerio estaba motivado por el amor.

      4, 5. ¿Qué clase de amor fomenta la Biblia? ¿Qué puede decirse del amor de Jesús por Jehová?

      4 En la actualidad, puede que algunos relacionen el amor con algo cursi. Tal vez piensen en poemas y canciones de amor o hasta en una emoción intensa y pasajera que a veces se asocia con el amor romántico. Es cierto que la Palabra de Dios habla del amor romántico, pero lo hace de una manera más digna (Proverbios 5:15-21). Sin embargo, la Biblia se concentra sobre todo en otra clase de amor. No se trata de simple pasión ni de una emoción pasajera; tampoco es un concepto puramente filosófico o teórico. En realidad, en él intervienen tanto la mente como el corazón. Brota desde lo más profundo de nuestro ser, se rige por nobles principios y se traduce en buenas acciones. No es algo pasajero ni superficial. La Palabra de Dios dice: “El amor nunca falla” (1 Corintios 13:8).

      5 De todos los seres humanos que han vivido a lo largo de la historia, Jesús es quien más ha amado a Jehová. Él dijo que el mandamiento más importante es este: “Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30). Nadie ha cumplido este mandamiento mejor que Jesús. ¿Cómo desarrolló Jesús este amor? ¿Qué hizo para que este amor por Dios siguiera siendo tan fuerte cuando vivió en la Tierra? ¿Y cómo podemos imitarlo?

      Los lazos de amor más antiguos y más fuertes

      6, 7. ¿Cómo sabemos que Proverbios 8:22-31 describe al Hijo de Dios y no simplemente la cualidad de la sabiduría?

      6 ¿Le ha pasado que, al hacer un trabajo junto con un amigo, los dos llegan a conocerse mejor y su amistad se hace más estrecha? Este ejemplo nos ayuda a comprender un poco mejor el amor que creció entre Jehová y su Hijo unigénito. Aunque ya en más de una ocasión hemos hecho referencia a Proverbios 8:30, analicémoslo con más detalle viendo su contexto. Los versículos 22 a 31 describen por inspiración divina a la sabiduría personificada. Pero ¿cómo sabemos que esta descripción se refiere al Hijo de Dios?

      7 En el versículo 22, la sabiduría afirma: “Jehová me produjo como el principio de su actividad, el primero de sus logros de hace mucho tiempo”. Estas palabras tienen que referirse a algo más que simplemente a la sabiduría. ¿Por qué decimos esto? Porque Jehová siempre ha existido y siempre ha sido sabio, así que la sabiduría nunca fue producida, no tuvo principio (Salmo 90:2). En cambio, el Hijo de Dios sí fue producido o creado por Jehová. Él es “el primero de sus logros”, de hecho, es “el primogénito de toda la creación” (Colosenses 1:15). El Hijo existió antes que los cielos y la Tierra, como se describe en Proverbios. Y en su función de la Palabra, o el portavoz de Dios, era la expresión perfecta de la sabiduría de Jehová (Juan 1:1).

      8. ¿A qué se dedicó el Hijo durante su existencia prehumana, y sobre qué podemos reflexionar cuando admiramos la creación?

      8 ¿A qué se dedicó el Hijo durante el inmenso periodo de tiempo que vivió antes de venir a la Tierra? El versículo 30 dice que estuvo junto a Dios como “un obrero experto”. ¿Qué quiere decir eso? Colosenses 1:16 explica: “Por medio de él todo lo demás fue creado en los cielos y en la tierra [...]. Todo lo demás ha sido creado mediante él y para él”. Así que Jehová —el Creador— utilizó a su Hijo —su “obrero experto”— para dar existencia a todo lo demás: desde las criaturas espirituales hasta el vasto universo. Eso incluye la Tierra y su asombrosa variedad de animales y plantas, así como la obra maestra de la creación terrestre, el ser humano. Hasta cierto punto, podemos asemejar la colaboración entre el Padre y el Hijo a la de un arquitecto y un constructor. Este último se especializa en realizar los ingeniosos proyectos del arquitecto. Cuando algo de la creación nos llena de asombro, en realidad le damos el mérito al Gran Arquitecto (Salmo 19:1). Pero también nos recuerda el largo periodo de tiempo que el Creador y su “obrero experto” trabajaron felices juntos.

      9, 10. a) ¿Qué fortaleció la amistad entre Jehová y su Hijo? b) ¿Cómo puede usted fortalecer su amistad con su Padre celestial?

      9 Cuando dos seres humanos imperfectos trabajan en contacto muy estrecho, a veces les cuesta llevarse bien. Pero este no fue el caso de Jehová y su Hijo. El Hijo trabajó con el Padre por millones y millones de años, y aseguró: “Siempre me sentía feliz delante de él” (Proverbios 8:30). Como vemos, le daba mucha alegría estar junto a su Padre, y ese sentimiento era mutuo. El Hijo fue pareciéndose cada vez más su Padre al imitar sus cualidades; por eso no nos extraña que entre ellos se desarrollara una relación tan estrecha. Bien podemos decir que los unían los lazos de amor más antiguos y más fuertes de todo el universo.

      10 ¿Qué efecto debería tener esto en nosotros? Tal vez nos parezca que jamás podremos entablar una amistad así de estrecha con Jehová. Y es que la relación entre Jehová y Jesús es muy especial, pues Jesús es el Primogénito. Aun así, nosotros tenemos una oportunidad excepcional. Recordemos que Jesús se acercó más a su Padre al trabajar con él. Pues bien, Jehová nos invita con cariño a ser sus “colaboradores” (1 Corintios 3:9). Cuando sigamos el ejemplo de Jesús en el ministerio, recordemos que estamos trabajando con Jehová. De este modo, los lazos de amor que nos unen a Jehová se harán cada vez más fuertes. ¡Es el privilegio más grande que puede haber!

      ¿Cómo mantuvo fuerte Jesús su amor por Jehová?

      11-13. a) ¿Qué ejemplo muestra que necesitamos cuidar y nutrir nuestro amor por Jehová? ¿Y qué hacía Jesús para mantener fuerte su amor por Jehová cuando era jovencito? b) ¿Cómo demostró Jesús que deseaba aprender más acerca de Jehová tanto antes de venir a la Tierra como cuando era ser humano?

      11 En cierto modo, el amor que hay en nuestro corazón podría compararse a un ser vivo. Como en el caso de una hermosa plantita, hay que nutrir y cuidar ese amor para que crezca; de lo contrario, se va marchitando hasta que muere. Jesús no descuidó su amor por Jehová, sino que lo mantuvo vivo y fuerte. Veamos cómo lo hizo durante su vida en la Tierra.

      12 Recordemos la ocasión en que Jesús se quedó en el templo de Jerusalén cuando era un jovencito. Sus padres estaban angustiados y Jesús les dijo: “¿Por qué me estaban buscando? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” (Lucas 2:49). Según parece, en su niñez, Jesús todavía no recordaba su vida en el cielo, pero sí sentía un amor intenso por su Padre, Jehová. Sabía que para demostrarle a Jehová que lo amaba tenía que adorarlo. Por eso le gustaba tanto estar en el templo, el lugar donde se le daba adoración pura a su Padre. Anhelaba estar allí y no quería marcharse. Además, no era un simple espectador: deseaba aprender más acerca de Jehová y hablarles a otros de lo que sabía. Estos sentimientos no nacieron cuando tenía 12 años, y tampoco murieron entonces.

      13 Cuando estaba en el cielo, el Hijo había demostrado que tenía muchas ganas de aprender de su Padre. La profecía de Isaías 50:4-6 revela que Jehová le enseñó a su Hijo lo que implicaría ser el Mesías. Y a pesar de que esto significaba saber todo lo que iba a sufrir el Ungido de Jehová, Jesús no perdió las ganas de aprender. Luego, cuando vino a la Tierra y llegó a ser adulto, no disminuyó su deseo de ir a la casa de su Padre para participar en la adoración y en la enseñanza que Jehová quería que se impartiera allí. Por eso, como dice la Biblia, Jesús asistía fielmente al templo y a la sinagoga (Lucas 4:16; 19:47). Si deseamos mantener vivo y fuerte nuestro amor por Jehová, tenemos que asistir de forma regular a las reuniones cristianas, que es donde lo adoramos y donde llegamos a conocerlo y amarlo más profundamente.

      Jesús orando en una montaña.

      “Subió solo a la montaña para orar”.

      14, 15. a) ¿Por qué buscaba Jesús la soledad? b) ¿Cómo revelaban confianza, amor y respeto las oraciones de Jesús a su Padre?

      14 Otra forma en que Jesús mantuvo fuerte su amor a Jehová fue orando con frecuencia. Es interesante notar que, aunque era un hombre amigable y disfrutaba de estar con otras personas, valoraba mucho la soledad. Por ejemplo, Lucas 5:16 dice que “a menudo se iba a orar a lugares retirados”. Mateo 14:23 también cuenta: “ Después de despedir a las multitudes, subió solo a la montaña para orar. Cuando llegó la noche, él seguía allí a solas”. Si Jesús buscó la soledad en estas y en otras ocasiones, no fue porque no le gustaran las personas, sino porque deseaba estar a solas con su Padre y hablar libremente con él mediante la oración.

      15 En sus oraciones, Jesús usó a veces la expresión “Abba, Padre” (Marcos 14:36). En aquel entonces, abba era una palabra cariñosa con la que un hijo se refería a su padre. Era una de las primeras palabras que aprendían los niños. Al mismo tiempo, era un término respetuoso. En este caso, revelaba la confianza y el amor con que el Hijo le hablaba a su Padre, pero también indicaba profundo respeto por la autoridad paterna de Jehová. Esa combinación de confianza, amor y respeto se percibe en todas las oraciones de Jesús registradas en la Biblia. Por ejemplo, el capítulo 17 de Juan contiene la larga y sincera oración que Jesús hizo en su última noche. Cuando la estudiamos, nos sentimos profundamente conmovidos. Pero es fundamental que hagamos algo más: que oremos como Jesús. Esto no significa que debamos repetir esa oración, sino que debemos buscar la forma de hablar desde el corazón con nuestro Padre celestial cuantas veces sea posible. Al hacerlo, mantendremos vivo y fuerte nuestro amor por él.

      16, 17. a) ¿Con qué palabras expresó Jesús el amor que sentía por su Padre? b) ¿Cómo destacó Jesús la generosidad de su Padre?

      16 Como vimos anteriormente, Jesús no vivía repitiendo la frase “amo al Padre”; pero muchas veces sí expresaba su amor con palabras. ¿De qué manera? Él mismo dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra” (Mateo 11:25). Cuando estudiamos la sección 2 de este libro, vimos que a Jesús le encantaba alabar a su Padre y ayudar a la gente a conocerlo. Por ejemplo, comparó a Jehová con un padre que tenía un hijo que se había descarriado. Este padre deseaba tanto perdonar a su hijo cuando se arrepintiera que vivía esperando su regreso. Por eso, cuando alcanzó a verlo desde lejos, corrió a su encuentro y lo abrazó (Lucas 15:20). Al ver esta descripción que hizo Jesús del amor y la misericordia de Jehová, ¿verdad que nos sentimos conmovidos?

      17 Jesús alabó con frecuencia a su Padre por su generosidad. Se valió del ejemplo de los padres imperfectos para mostrar que podemos estar totalmente seguros de que nuestro Padre nos dará todo el espíritu santo que necesitemos (Lucas 11:13). También habló de la esperanza que con tanta generosidad ofrece Jehová. Por ejemplo, expresó la esperanza que tanto anhelaba de volver al cielo para estar al lado de su Padre (Juan 14:28; 17:5). Además, les explicó a sus seguidores la esperanza que Jehová le da al “rebaño pequeño” de cristianos: vivir en el cielo y gobernar junto con el Rey mesiánico (Lucas 12:32; Juan 14:2). Y consoló a un delincuente moribundo con la esperanza de la vida en el Paraíso (Lucas 23:43). Hablar de la gran generosidad de su Padre de seguro lo ayudó a mantener fuerte su amor por él. Muchos discípulos de Cristo han descubierto que lo que más fortalece su amor a Jehová y su fe es hablar de él y de la esperanza que ofrece a quienes lo aman.

      ¿Amará usted a Jehová como lo amó Jesús?

      18. ¿Cuál es la manera más importante de seguir a Jesús, y por qué?

      18 Debemos seguir a Jesús de muchas maneras, pero la más importante es esta: amar a Jehová con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas (Lucas 10:27). Este amor no se mide solo por nuestros sentimientos, sino también por nuestras acciones. Jesús no se conformó con sentir amor por su Padre ni se limitó a decir “amo al Padre”. Más bien, declaró: “Para que el mundo sepa que amo al Padre, hago exactamente lo que el Padre me ha mandado” (Juan 14:31). Satanás había afirmado que ningún ser humano serviría a Jehová por amor incondicional (Job 2:4, 5). Para responder de la mejor manera a esa terrible calumnia, Jesús le demostró valientemente a todo el mundo cuánto amaba a su Padre. Lo obedeció hasta el punto de entregar su propia vida. Y usted, ¿seguirá a Jesús? ¿Le demostrará al mundo que de verdad ama a Jehová Dios?

      19, 20. a) ¿Qué importantes razones tenemos para asistir a las reuniones cristianas con regularidad? b) ¿Cómo debemos ver el estudio personal, la meditación y la oración?

      19 Nuestro Padre sabe que tenemos una profunda necesidad espiritual de demostrarle el amor que sentimos por él. Por eso estableció un sistema para que lo adoremos de tal manera que ese amor se nutra y fortalezca. Así que, cuando asista a las reuniones cristianas, recuerde que está allí para adorar a Dios. Eso incluye orar con sinceridad, alabar a Jehová con canciones, prestar atención y participar cuando sea posible. Las reuniones también le dan la oportunidad de animar a los demás hermanos (Hebreos 10:24, 25). Si adora a Jehová con regularidad en las reuniones, su amor a él se hará más y más fuerte.

      20 Lo mismo puede decirse del estudio personal, la meditación y la oración. Vea estas ocasiones como formas de estar a solas con Jehová. Cada vez que usted estudia la Palabra escrita de Dios y medita en ella, Jehová le está expresando lo que piensa y siente. ¿Y qué se puede decir de la oración? Al orar, es usted quien le está expresando lo que piensa y siente. No hay que olvidar que orar a Dios es más que sencillamente pedirle cosas; es una oportunidad para agradecerle las bendiciones que hemos recibido y alabarlo por sus maravillosas obras (Salmo 146:1). Además, recuerde que la mejor manera de demostrarle nuestro amor y gratitud es alabándolo públicamente con alegría y entusiasmo.

      21. ¿Cuánta importancia tiene el amor a Jehová, y qué examinaremos en los siguientes capítulos?

      21 El amor a Dios es la clave de la felicidad eterna. Era todo lo que Adán y Eva necesitaban para ser obedientes, y lo único que no cultivaron. También es lo más importante para nosotros, pues lo necesitamos para superar cualquier prueba de fe, rechazar cualquier tentación o aguantar cualquier sufrimiento. Solo si amamos a Dios, podemos ser verdaderos seguidores de Jesús. Por supuesto, el amor a Dios va ligado al amor al prójimo (1 Juan 4:20). En los siguientes capítulos examinaremos cómo demostró Jesús su amor por la gente. El próximo capítulo nos mostrará por qué hubo tantas personas que se sintieron atraídas a él.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • Igual que Jesús, ¿cómo podemos mostrar confianza en Jehová cuando le oramos? (Juan 11:41, 42; Hebreos 11:6).

      • Si de verdad amamos a Jehová, ¿cómo usaremos su nombre? (Juan 17:6-8).

      • ¿Por qué exige el amor a Jehová que nos mantengamos separados del mundo, como lo hizo Jesús? (Juan 17:14-16; Santiago 4:8).

      • ¿Cómo podemos seguir el consejo de Jesús de mantener vivo nuestro amor por Jehová? (Apocalipsis 2:1-5).

  • “Se le acercaron grandes multitudes”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO CATORCE

      “Se le acercaron grandes multitudes”

      Jesús abrazando tiernamente a niños de distintas edades mientras los padres lo miran.

      “Dejen que los niños se acerquen a mí”.

      1-3. ¿Qué pasó cuando algunos padres le llevaron sus hijos a Jesús, y qué nos enseña esto acerca de él?

      JESÚS sabe que se acerca el fin de su vida en la Tierra. Solo le quedan unas pocas semanas, y aún tiene mucho que hacer. Él y sus apóstoles han estado predicando por la región de Perea, al este del río Jordán. Ahora se dirigen al sur, a Jerusalén, donde Jesús celebrará su última Pascua, la más importante de su vida.

      2 Él acaba de tener una seria conversación con algunos líderes religiosos cuando, de pronto, se forma un pequeño alboroto: la gente está trayendo a sus hijos para que lo vean. Al parecer, hay niños de todas las edades. Marcos se refiere a ellos con la misma palabra con que había descrito antes a una niña de 12 años, mientras que Lucas usa un término que puede traducirse como “bebés” (Marcos 5:41, 42; 10:13; Lucas 18:15). Como es natural, donde hay niños, hay bullicio y algarabía. Tal vez los discípulos de Jesús piensan que su Maestro está demasiado ocupado como para perder el tiempo con niños, y por eso regañan a los padres. Pero ¿qué hace Jesús?

      3 Al ver lo que está pasando, Jesús se indigna. ¿Con quiénes? ¿Con los niños? ¿Con los padres? No, ¡con sus discípulos! Les dice: “Dejen que los niños se acerquen a mí. No traten de impedírselo, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño jamás entrará en él”. Luego toma a los niños “en sus brazos” y los bendice (Marcos 10:13-16). De las palabras empleadas por Marcos se deduce que Jesús los abraza con cariño, quizás acurrucando en sus brazos a los más pequeños. Es obvio que Jesús quiere a los niños, pero este pasaje nos enseña algo más acerca de él: que es accesible.

      4, 5. a) ¿Por qué podemos estar seguros de que Jesús era una persona accesible? b) ¿Qué preguntas responderemos en este capítulo?

      4 Si Jesús hubiera sido un hombre severo, frío o arrogante, seguramente aquellos niños no se habrían sentido cómodos con él y sus padres no se le habrían acercado con tanta confianza. Imagínese la escena. ¿Ve a los padres sonriendo encantados mientras este hombre tan amable trata con cariño a sus hijos, les expresa cuánto valen a los ojos de Dios y los bendice? A pesar de que llevaba sobre sus hombros la responsabilidad más pesada de todos los tiempos, Jesús seguía siendo un hombre muy accesible. No había nadie tan accesible como él.

      5 ¿Quiénes más se acercaban a Jesús? ¿Qué cualidades lo hacían tan accesible? ¿Cómo podemos aprender a ser como él? Lo veremos en los siguientes párrafos.

      ¿Qué clase de personas se acercaban a Jesús?

      6-8. ¿Qué tipo de personas andaban con Jesús, y qué contraste había entre la actitud de él y la de los líderes religiosos?

      6 Al leer los Evangelios, quizás le sorprenda ver la cantidad de gente que se acercaba a Jesús con total confianza. Con frecuencia, la Biblia dice que estaban con él “grandes multitudes”. Por ejemplo, usa expresiones como “lo seguían grandes multitudes de Galilea”, “las multitudes que llegaron eran tan grandes”, “se le acercaron grandes multitudes” y “con Jesús viajaban grandes multitudes” (Mateo 4:25; 13:2; 15:30; Lucas 14:25). Como vemos, a menudo estaba rodeado de muchísimas personas.

      7 En general, eran personas comunes y corrientes, aquellas a quienes los líderes religiosos llamaban con desprecio “gente de la tierra”. Los fariseos y los sacerdotes decían abiertamente: “Esta multitud que no conoce la Ley es gente maldita” (Juan 7:49). Hay escritos rabínicos de fechas posteriores que confirman que la mayoría de los líderes eran unos arrogantes. Ellos menospreciaban a la gente común, y por eso no comían en su compañía, no les compraban y tampoco se relacionaban con ellos. Incluso algunos afirmaban que los que no conocían la ley oral no resucitarían. No nos extraña que, en vez de acudir a estos líderes en busca de ayuda o guía, la gente humilde mantuviera la distancia con ellos. Pero Jesús era muy diferente.

      8 Jesús se mezclaba libremente con el pueblo. Comía con ellos, los curaba, les enseñaba y les daba una esperanza. Claro, era realista y se daba cuenta de que la mayoría no aprovecharía la oportunidad de servir a Jehová (Mateo 7:13, 14). Pero aun así esperaba lo mejor de cada persona y veía en muchos las cualidades necesarias para hacer lo bueno. ¡Qué distinto de aquellos sacerdotes y fariseos de corazón duro! Y, por raro que parezca, hasta algunos sacerdotes y fariseos acudían a él. Muchos de ellos incluso cambiaron y se convirtieron en sus seguidores (Hechos 6:7; 15:5). Además, entre las personas que buscaron a Jesús, también hubo algunos ricos y poderosos (Marcos 10:17, 22).

      9. ¿Por qué las mujeres le tenían confianza a Jesús?

      9 Las mujeres también le tenían confianza a Jesús. Imagínese las veces que habrían sufrido el humillante desprecio de sus líderes religiosos. Los rabinos generalmente veían mal que se les enseñara a las mujeres. De hecho, como las consideraban poco confiables, no les permitían testificar en los juicios. Estos maestros llegaron al colmo de tener una oración en la que le daban gracias a Dios por no haber nacido mujer. En cambio, Jesús no era así. Muchas mujeres acudían a él con ganas de aprender. Pensemos por ejemplo en María, la hermana de Lázaro. Mientras su hermana Marta andaba ajetreada e inquieta preparando la comida, María se sentó a los pies del Maestro para escucharlo con atención. Y Jesús la elogió por haber establecido bien sus prioridades (Lucas 10:39-42).

      10. A diferencia de los líderes religiosos, ¿cómo trató Jesús a los enfermos?

      10 Los enfermos, a quienes los líderes religiosos marginaban, también acudieron en masa a Jesús. Es cierto que la Ley mosaica mandaba poner en cuarentena a los leprosos por razones sanitarias. Pero esto no justificaba que los trataran con crueldad (Levítico, capítulo 13). Sin embargo, reglas rabínicas posteriores decían que los leprosos eran tan repulsivos como el excremento. Algunos de aquellos líderes religiosos llegaban al extremo de arrojarles piedras para mantenerlos lejos. ¡Cuánto valor necesitaría alguien que hubiera sufrido estos maltratos para acercarse a cualquier maestro! Pero sí hubo leprosos que se acercaron a Jesús. Mostrando gran fe, uno de ellos le dijo estas conmovedoras palabras: “Señor, yo sé que si tú quieres me puedes limpiar” (Lucas 5:12). En el próximo capítulo analizaremos la respuesta de Jesús. De momento, este relato nos ayuda a ver con claridad lo accesible que era él.

      11. ¿Qué ejemplo muestra que las personas agobiadas por la culpa se acercaban a Jesús con confianza, y por qué esto es importante para nosotros?

      11 Las personas agobiadas por los sentimientos de culpa también se acercaban a Jesús con confianza. Por ejemplo, en cierta ocasión en que estaba comiendo en casa de un fariseo, entró una mujer que tenía la fama de ser pecadora. Ella se arrodilló a los pies de Jesús y, hundida por la culpa, se puso a llorar. Con sus lágrimas, le lavó los pies y después se los secó con su cabello. El anfitrión, indignado, juzgó severamente a Jesús por dejar que aquella mujer se le acercara. Pero, a diferencia de aquel anfitrión, Jesús trató a la mujer con bondad, la alabó por su arrepentimiento sincero y le aseguró que Jehová la perdonaría (Lucas 7:36-50). En la actualidad también muchos se sienten abrumados porque han cometido pecados graves. Por eso necesitan sentir la confianza de acercarse a quienes pueden ayudarlos a reparar su relación con Dios; necesitan sentir su bondad y atención. Ahora bien, ¿qué cualidades hacían que Jesús fuera tan accesible?

      ¿Qué cualidades lo hacían una persona tan accesible?

      12. ¿Por qué no sorprende que Jesús fuera tan accesible?

      12 No olvidemos que Jesús imitaba perfectamente a su amado Padre celestial (Juan 14:9). La Biblia nos recuerda que Jehová “no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:27). Él es “el que escucha las oraciones” y siempre está disponible para sus siervos fieles, así como para todo el que quiera encontrarlo y servirle (Salmo 65:2). Imagínese: ¡la persona más importante y poderosa del universo es al mismo tiempo la más accesible! Igual que su Padre, Jesús ama a las personas, como analizaremos en los siguientes capítulos. Y ese intenso amor que sentía por ellas saltaba a la vista; por eso todo el mundo se acercaba a él. Examinemos algunas maneras en las que demostró ese amor.

      13. ¿Cómo pueden los padres imitar a Jesús?

      13 Las personas percibían enseguida que Jesús se interesaba por ellas individualmente. El interés de él no se desvanecía ni siquiera al estar bajo presión. Como vimos antes, cuando los padres le llevaron a sus hijos, Jesús los atendió a pesar de estar ocupado y tener enormes responsabilidades. ¡Qué buen ejemplo para los padres! Aunque criar una familia en este mundo no es nada fácil, es esencial que los hijos sepan que pueden contar con sus padres. Si usted tiene hijos, seguramente ha comprobado que a veces uno está tan ocupado que no puede darles toda la atención que necesitan. Pero ¿por qué no les asegura que les dedicará tiempo en cuanto le sea posible? Si cumple su promesa, sus hijos aprenderán dos cosas: que la paciencia tiene su premio y que usted siempre estará disponible para ayudarlos con cualquier dificultad o preocupación que tengan.

      14-16. a) ¿En qué circunstancias se sintió impulsado Jesús a realizar su primer milagro, y por qué fue algo tan extraordinario? b) ¿Qué revela sobre Jesús el milagro que realizó en Caná, y qué lección contiene para los padres?

      14 Jesús demostraba que le importaban las preocupaciones de la gente. Tomemos como ejemplo el primer milagro que realizó. Jesús estaba en un banquete de boda en Caná, una ciudad de Galilea, y durante la fiesta surgió una situación embarazosa: ¡se acabó el vino! María, su madre, se lo contó. ¿Qué hizo entonces Jesús? Les pidió a los sirvientes que llenaran de agua seis vasijas de piedra y le llevaran un poco al director del banquete. Cuando él probó lo que le dieron, se llevó una gran sorpresa: era vino de la mejor calidad. ¿Hizo Jesús algún truco o juego de manos? No, el agua “había sido convertida en vino” (Juan 2:1-11). El ser humano siempre ha soñado con transformar un elemento en otro. Los alquimistas intentaron durante siglos convertir plomo en oro, pero nunca lo lograron, y eso que ambos metales son muy parecidos.a ¿Qué puede decirse del agua y el vino? En lo que tiene que ver con su composición química, el agua es una sustancia sencilla formada por la combinación de dos elementos básicos. En cambio, el vino contiene alrededor de 1.000 componentes, muchos de los cuales son compuestos complejos. ¿Por qué haría Jesús algo tan extraordinario por algo tan insignificante como la falta de vino en una boda?

      15 Para los novios, no se trataba de un asunto insignificante. En el antiguo Oriente Medio era muy importante mostrar hospitalidad a los invitados. Por eso, que se terminara el vino en el banquete de bodas les habría causado a los novios muchísima vergüenza. También habría empañado la felicidad del momento y los recuerdos que quedarían para el futuro. Por eso intervino Jesús. Y es que lo que les preocupaba a ellos también le preocupaba a él. ¿Entiende por qué la gente iba a él con sus inquietudes?

      Una mujer consolando a su hija, que está triste porque a su osito de peluche se le cayó un brazo.

      Demuéstreles a sus hijos que usted siempre está ahí para escucharlos y que de veras se interesa por ellos.

      16 Encontramos aquí otra valiosa lección para los padres. ¿Qué hace usted cuando su hijo le cuenta algo que le preocupa? Quizá se le haga fácil decirle que el asunto no es tan importante o a lo mejor hasta le da risa. Puede que, en comparación con sus propios problemas, los de su hijo parezcan insignificantes; pero recuerde que para él no son poca cosa. Si algo es importante para su hijo, a quien usted quiere tanto, ¿no debería serlo también para usted? Al demostrarle que le importan sus preocupaciones, él verá que puede acercarse a usted con toda confianza.

      17. ¿Qué ejemplo de apacibilidad dio Jesús, y por qué podemos decir que hay que tener fuerza interior para ser apacible?

      17 Como analizamos en el capítulo 3, Jesús era apacible y humilde (Mateo 11:29). La apacibilidad es una cualidad hermosa, una prueba evidente de la humildad de una persona. Forma parte del fruto del espíritu santo y está vinculada a la sabiduría de Dios (Gálatas 5:22, 23; Santiago 3:13). Jesús demostró esta cualidad, pues no perdió la calma aun bajo las peores provocaciones. Fue apacible, pero de ningún modo débil. Hablando de esta virtud, un biblista dijo: “Tras esa docilidad está la fuerza del acero”. Y es que se necesita fuerza interior para controlar el carácter y tratar con bondad a los demás. Pero con esfuerzo y con la ayuda de Jehová podremos imitar la apacibilidad de Jesús y ser personas más accesibles.

      18. ¿Qué ejemplo demuestra que Jesús era razonable? ¿Por qué cree usted que necesitamos esta cualidad para ser accesibles?

      18 Jesús era razonable. Cuando él estaba en la ciudad de Tiro, una mujer salió a su encuentro porque su hija estaba “cruelmente poseída por un demonio”. Él le dio a entender de tres maneras que no tenía intenciones de concederle lo que ella deseaba. Primero, no le contestó ni una palabra. Después, le dio una razón por la que no iba a hacer lo que ella le pedía. Y, por último, se lo dejó claro con un ejemplo. Ahora bien, ¿se mostró frío o inflexible? ¿La hizo sentir que era una irrespetuosa al atreverse a hablarle así a un hombre tan importante? No, ella se sintió con la confianza de poder hablar. No solo le pidió que la ayudara, sino que siguió insistiendo a pesar de que Jesús no parecía estar muy dispuesto a hacer nada por ella. Al ver la fe tan extraordinaria que la impulsaba a persistir, Jesús sanó a su hija (Mateo 15:22-28). Así es: la gente veía que era un hombre razonable, flexible y que escuchaba a los demás. ¡Con razón todo el mundo quería acercarse a él!

      ¿Es usted alguien accesible?

      19. ¿Cómo podemos saber si de verdad somos accesibles?

      19 A la gente le gusta creer que es accesible. Por ejemplo, a algunas personas con autoridad les encanta decir que siguen una política de puertas abiertas, en el sentido de que siempre están disponibles para sus empleados. No obstante, la Biblia contiene esta sabia verdad: “Muchos hombres pregonan su amor leal, pero un hombre fiel, ¿quién lo puede encontrar?” (Proverbios 20:6). Es fácil decir que somos accesibles, pero ¿estamos realmente imitando a Jesús en este aspecto? La clave no está en cómo nos vemos a nosotros mismos, sino en cómo nos ven los demás. Pablo dijo: “Que todos sepan que ustedes son personas razonables” (Filipenses 4:5). Por lo tanto, hacemos bien en preguntarnos: “¿Cómo me ve la gente? ¿Qué reputación tengo?”.

      Un anciano atendiendo con cariño a un hermano que se le ha acercado.

      Los ancianos se esfuerzan por ser personas accesibles.

      20. a) ¿Por qué es importante que los ancianos sean accesibles? b) ¿Por qué no debemos esperar más de lo razonable de los ancianos de la congregación?

      20 Los ancianos cristianos en particular se esfuerzan por ser accesibles. Desean de corazón estar a la altura de la descripción de Isaías 32:1, 2: “Cada uno de ellos será como un refugio contra el viento, un refugio contra la tormenta de lluvia, como corrientes de agua en una tierra árida, como la sombra de un peñasco inmenso en una tierra reseca”. Para ser una fuente de protección y alivio, ellos deben ser accesibles. Claro, en estos tiempos tan difíciles esto no siempre es fácil, pues los ancianos tienen muchas responsabilidades. Con todo, se esfuerzan por nunca dar la impresión de que están tan ocupados que no pueden atender las necesidades del rebaño de Dios (1 Pedro 5:2). Y el resto de la congregación no espera de estos hombres fieles más de lo razonable. Más bien, demuestra humildad y un espíritu de cooperación (Hebreos 13:17).

      21. ¿Cómo pueden los padres tratar de ser siempre accesibles, y qué veremos en el próximo capítulo?

      21 Los padres también tratan de ser siempre accesibles. ¡Hay tanto en juego! Quieren que sus hijos sepan que pueden confiar en ellos. Por eso procuran ser apacibles y razonables, y evitan reaccionar exageradamente cuando un hijo les dice que hizo algo que está mal o cuando su manera de razonar no es la correcta. Educan a sus hijos con paciencia y tratan de mantener siempre abiertas las vías de comunicación. A decir verdad, todos deberíamos ser accesibles, como Jesús. En el próximo capítulo veremos una de las cualidades que más contribuyó a que fuera tan accesible: su profunda compasión.

      a Quienes han estudiado química saben que el plomo y el oro son elementos que están muy cerca uno del otro en la tabla periódica. Un átomo de plomo tiene en su núcleo solo tres protones más que el oro. De hecho, los científicos han logrado convertir pequeñas cantidades de plomo en oro, pero el proceso no es rentable debido a la gran cantidad de energía que se necesita.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Por qué los demás pueden sentirse atraídos hacia nosotros cuando les hacemos preguntas y luego les escuchamos con atención? (Mateo 16:13-17).

      • ¿Cómo mostró Jesús que era accesible incluso cuando interrumpían su soledad, y cómo podemos imitarlo? (Marcos 6:31-34).

      • ¿Cómo veía Jesús a quienes no se guiaban por los principios de Dios? ¿Cómo nos ayudará a ser accesibles tener esa misma opinión equilibrada? (Lucas 5:29-32).

      • ¿Cómo nos ayudará a ser más accesibles centrarnos en las cosas buenas de los demás igual que Jesús? (Juan 1:47).

  • “Se conmovió profundamente”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO QUINCE

      “Se conmovió profundamente”

      Jesús curando a dos hombres ciegos.

      “Señor, que se nos abran los ojos”.

      1-3. a) ¿De qué manera respondió Jesús a las súplicas que le hicieron dos ciegos? b) ¿Qué significa la expresión “profundamente conmovido”? (Vea la nota).

      DOS ciegos están sentados junto a un camino, muy cerca de Jericó. Como todos los días, han buscado un sitio por donde pase mucha gente y se ponen a pedir limosna. Sin embargo, está a punto de ocurrir algo que les cambiará la vida por completo.

      2 De repente oyen un alboroto. Como obviamente no pueden ver, uno de ellos pregunta qué está sucediendo. Así que le contestan: “¡Está pasando Jesús el Nazareno!”. Jesús se dirige a Jerusalén por última vez; pero no viaja solo: lo sigue una numerosa multitud. Cuando se enteran de lo que está sucediendo, los mendigos comienzan a gritar con fuerza: “¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!”. La gente, muy molesta, les ordena que se callen, pero ellos están desesperados. No hay ninguna manera de callarlos.

      3 Jesús alcanza a oír los gritos a pesar del ruido de toda la gente. ¿Cómo va a reaccionar? Recordemos que en este momento está bajo mucha presión, pues se acerca su última semana de vida en la Tierra. Además, sabe que en Jerusalén le esperan muchos sufrimientos y una muerte cruel. Pero, a pesar de todo, Jesús no pasa por alto los insistentes gritos. Se detiene, pide que le traigan a los hombres que están gritando y les pregunta qué quieren. “Señor, que se nos abran los ojos”, le ruegan los dos ciegos. “Profundamente conmovido”, Jesús les toca los ojos. Ellos recuperan la vista y de inmediato lo siguen (Lucas 18:35-43; Mateo 20:29-34).a

      4. ¿Cómo cumplió Jesús la profecía de que tendría “compasión del humilde”?

      4 Este no fue un caso aislado. Jesús demostró profunda compasión muchas veces y en distintas circunstancias. La Biblia predijo que tendría “compasión del humilde” (Salmo 72:13). Y así fue. Jesús era sensible a los sentimientos de los demás y tomaba la iniciativa de ayudarlos. De hecho, podría decirse que la compasión fue el motor de su predicación. Veamos cómo revelan los Evangelios la tierna compasión que había detrás de sus palabras y acciones, y pensemos en cómo podemos imitarlo.

      Era sensible a los sentimientos de los demás

      5, 6. ¿Qué ejemplos demuestran que Jesús sentía empatía?

      5 Jesús era un hombre que sentía profunda empatía: se identificaba con los que sufrían y sabía ponerse en su lugar. Aunque no siempre pasó por los mismos problemas que ellos, sentía su dolor en el corazón (Hebreos 4:15). Cuando curó a una mujer que llevaba 12 años con hemorragias, describió su enfermedad como “angustiosa”. Esto demuestra que él reconocía el dolor físico y emocional que le causaba esa enfermedad (Marcos 5:25-34). Y pensemos en lo que pasó cuando Lázaro murió. Al ver llorar a María y a los que la acompañaban, a Jesús le dolió en lo más profundo de su ser. De hecho, aunque sabía que iba a resucitarlo, se conmovió tanto que se echó a llorar (Juan 11:33, 35).

      6 En otra ocasión, se le acercó un leproso y le suplicó: “Yo sé que si tú quieres me puedes limpiar”. ¿Cómo reaccionó Jesús? Recordemos que, como él era perfecto, nunca se había enfermado. A pesar de eso, sintió empatía y “se conmovió” (Marcos 1:40-42). Entonces hizo algo asombroso. Él sabía muy bien que la Ley consideraba impuros a los leprosos y les prohibía entremezclarse con la gente (Levítico 13:45, 46). Sin duda alguna, hubiera podido curar a aquel hombre sin necesidad de tener contacto físico con él (Mateo 8:5-13). Sin embargo, prefirió extender la mano y tocarlo mientras le decía: “Yo quiero. Queda limpio”. Y al instante desapareció la lepra. ¡Cuánta empatía y ternura encierra este gesto de Jesús!

      Una hermana consolando a otra.

      Demostremos empatía.

      7. ¿Qué nos ayudará a cultivar la empatía, y cómo la podemos demostrar?

      7 Los cristianos debemos imitar la empatía de Jesús. La Biblia nos dice: “Demuestren empatía” (1 Pedro 3:8).b Quizás no sea fácil comprender lo que sienten quienes padecen una enfermedad crónica o sufren depresión, sobre todo si uno no lo ha experimentado en carne propia. Pero recordemos que la empatía no depende de que uno haya pasado por las mismas experiencias que el otro. Jesús les tuvo empatía a los enfermos aunque nunca supo lo que era estar enfermo. Entonces, ¿cómo se cultiva esta cualidad? Escuchando con paciencia cuando alguien nos abre su corazón y nos cuenta cómo se siente. Preguntémonos: “¿Cómo me sentiría yo si estuviera en su lugar?” (1 Corintios 12:26). Si nos hacemos más sensibles a los sentimientos de los demás, estaremos mejor preparados para consolar a los deprimidos (1 Tesalonicenses 5:14). A veces, la empatía no se demuestra solo con palabras, sino también con lágrimas. Romanos 12:15 dice: “Lloren con los que lloran”.

      8, 9. ¿Cómo mostró Jesús consideración por los sentimientos de los demás?

      8 Jesús era considerado con la gente y siempre tomaba en cuenta sus sentimientos. ¿Recuerda la ocasión en que le llevaron a un hombre sordo que casi no podía hablar? Es posible que Jesús percibiera que el hombre estaba nervioso. Así que hizo algo que por lo general no hacía cuando curaba a los enfermos: “se lo llevó aparte, lejos de la multitud”. Allí, en privado y lejos de la mirada de la gente, lo curó (Marcos 7:31-35).

      9 Jesús también fue muy considerado con un ciego que le trajeron para que le devolviera la vista. “Él tomó al ciego de la mano, lo llevó fuera de la aldea” y lo curó poco a poco. Tal vez lo hizo así para permitir que su cerebro y sus ojos se adaptaran gradualmente al complejo mundo que lo rodeaba, tan lleno de luz y de color (Marcos 8:22-26). ¡Qué considerado fue Jesús!

      10. ¿De qué maneras podemos tomar en consideración los sentimientos de los demás?

      10 Para ser discípulos de Jesús también hay que tomar en cuenta los sentimientos de los demás. Por eso tenemos cuidado con lo que decimos. Y es que, si hablamos sin pensar, podemos herir u ofender gravemente a otras personas (Proverbios 12:18; 18:21). Como los cristianos pensamos en los sentimientos de los demás, no recurrimos a las palabras ásperas, a los comentarios despectivos ni al sarcasmo (Efesios 4:31). Ancianos, ¿cómo pueden ustedes tomar en consideración los sentimientos de otros? Cuando aconsejen o corrijan a alguien, háblenle con cariño y bondad, sin atacar su dignidad (Gálatas 6:1). Padres, ¿cómo pueden tener en cuenta los sentimientos de sus hijos? Cuando los disciplinen, háganlo de tal manera que ellos no se sientan humillados (Colosenses 3:21).

      Tomaba la iniciativa para ayudar a los demás

      11, 12. ¿Qué relatos bíblicos indican que Jesús no solo mostró compasión cuando le suplicaron que lo hiciera?

      11 Jesús no solo mostró compasión cuando le suplicaron que lo hiciera. A fin de cuentas, la compasión no es una cualidad pasiva, sino activa y positiva. Por eso no sorprende que la tierna compasión lo impulsara a anticiparse a las necesidades de los demás. Por ejemplo, cuando una gran multitud estuvo con él tres días y se quedaron sin comida, nadie tuvo que decirle que la gente tenía hambre ni insinuarle que hiciera algo al respecto. El relato cuenta: “Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: ‘Me conmueve profundamente ver a esta multitud, porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer. No quiero mandarlos de vuelta con hambre, no sea que se desmayen por el camino’”. ¿Qué hizo entonces? Tomó la iniciativa de alimentarlos milagrosamente (Mateo 15:32-38).

      12 Veamos otro relato. En el año 31, Jesús se encontró con una escena muy triste al llegar a la entrada de la ciudad de Naín. Justo salía un grupo de gente que iba a enterrar al “único hijo de una [...] viuda”. Quizás se dirigían hacia las tumbas de una ladera cercana. ¿Se imagina el dolor que sentía esa mujer? Estaba a punto de enterrar a su único hijo, y no tenía a su esposo para compartir con él la tristeza. Jesús la vio en medio de la multitud. Toda esa escena lo conmovió; de hecho, “se conmovió profundamente”. Nadie tuvo que pedirle a Jesús que hiciera algo. La compasión que brotó de su corazón lo impulsó a tomar la iniciativa, de manera que “se acercó y tocó la camilla funeraria”, y le devolvió la vida al joven. ¿Qué ocurrió después? Jesús no le pidió al muchacho que se uniera a la multitud que viajaba con él, sino que “se lo entregó a su madre”. Así la viuda no volvería a estar sola y su hijo podría hacerse cargo de ella (Lucas 7:11-15).

      Una cristiana ayudando a una hermana mayor a plantar unas flores.

      Tomemos la iniciativa para ofrecerles ayuda a quienes la necesitan.

      13. Igual que Jesús, ¿cómo podemos tomar la iniciativa para ofrecer ayuda a quienes la necesitan?

      13 ¿Cómo podemos copiar el ejemplo de Jesús? Es obvio que no podemos alimentar milagrosamente a nadie ni hacer que los muertos vuelvan a vivir. Pero sí podemos imitar a Cristo tomando la iniciativa para ofrecerles ayuda a quienes la necesitan. Tal vez un hermano de repente sufra graves problemas económicos o pierda su empleo (1 Juan 3:17). Puede que una viuda necesite reparaciones urgentes en su casa (Santiago 1:27). O quizás una familia haya perdido a un ser querido y necesite consuelo o ayuda práctica (1 Tesalonicenses 5:11). Cuando nos enteramos de casos como estos, no hace falta esperar a que alguien nos pida ayuda (Proverbios 3:27). La compasión nos moverá a tomar la iniciativa para tenderles la mano a los demás en la medida de nuestras posibilidades. Nunca olvidemos que un simple acto de bondad o unas breves palabras de consuelo que nazcan del corazón pueden ser muestras de compasión muy poderosas (Colosenses 3:12).

      La compasión lo motivó a predicar

      14. ¿Por qué le dio Jesús prioridad a la predicación?

      14 Como ya vimos en la sección 2, Jesús dio un ejemplo extraordinario en la predicación. Dijo: “También tengo que anunciarles las buenas noticias del Reino de Dios a otras ciudades, porque para eso fui enviado” (Lucas 4:43). ¿Por qué le dio prioridad a esta obra? Principalmente por el amor que le tenía a Dios. Pero también por otro motivo: por la profunda compasión que sentía al ver las necesidades espirituales de la gente. Jesús expresó compasión de muchas maneras, pero la más importante fue al ayudar a los demás a conocer a su Padre. Examinemos dos episodios que revelan lo que Jesús sentía por la gente a la que le predicaba. Esto nos permitirá analizar nuestros motivos cuando predicamos.

      15, 16. Describa dos episodios que revelan lo que sentía Jesús hacia la gente a la que le predicaba.

      15 Para el año 31, Jesús llevaba casi dos años esforzándose mucho en la predicación. Pero entonces decidió hacer algo más: “comenzó a recorrer todas las ciudades y aldeas” de Galilea. Lo que vio allí le conmovió el corazón. El apóstol Mateo cuenta: “Cuando veía a las multitudes, se conmovía profundamente, porque estaban maltratadas y abandonadas como ovejas sin pastor” (Mateo 9:35, 36). Jesús se compadecía del pueblo. Sabía que la salud espiritual de ellos estaba muy mal. Y es que sus propios líderes religiosos —los que se suponía que debían cuidarlos— en realidad los maltrataban y los tenían descuidados. Movido por la profunda compasión que sentía por las personas, Jesús puso todo su empeño en llevarles un mensaje de esperanza. Necesitaban las buenas noticias del Reino de Dios más que cualquier otra cosa.

      16 Unos meses después, alrededor de la Pascua del año 32, sucedió algo parecido. Jesús y sus apóstoles subieron a una barca y cruzaron el mar de Galilea para buscar un lugar tranquilo donde descansar. Pero una multitud corrió por la orilla y llegó al otro lado antes que ellos. ¿Cómo reaccionó Jesús? “Al bajarse de la barca, él vio una gran multitud y se conmovió profundamente, porque eran como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles muchas cosas” (Marcos 6:31-34). Una vez más, Jesús “se conmovió profundamente” al ver el terrible estado espiritual de las personas: estaban hambrientas y abandonadas, “como ovejas sin pastor”. Fue la compasión, y no un simple sentido del deber, lo que lo impulsó a predicar.

      Una hermana hablándole con compasión a una mujer en la predicación.

      Mostremos compasión al predicar.

      17, 18. a) ¿Qué nos impulsa a participar en el ministerio? b) ¿Cómo podemos cultivar la compasión?

      17 ¿Qué nos motiva a los seguidores de Jesús a participar en el ministerio? Como se indicó en el capítulo 9 de este libro, tenemos la comisión —la responsabilidad— de predicar y hacer discípulos (Mateo 28:19, 20; 1 Corintios 9:16). Sin embargo, no hacemos esto por un simple sentido del deber. Lo que nos motiva a predicar las buenas noticias del Reino es, sobre todo, el amor a Jehová. Pero también nos impulsa la compasión que sentimos por quienes no comparten nuestras creencias (Marcos 12:28-31). Ahora bien, ¿cómo se cultiva la compasión?

      18 Hay que ver a las personas como las veía Jesús: “maltratadas y abandonadas como ovejas sin pastor”. Imagínese, por ejemplo, que usted se encuentra con un corderito que está perdido, muriéndose de hambre y de sed porque no hay un pastor que lo lleve adonde hay pastos y agua para que coma y beba. ¿No sentiría lástima? ¿No haría todo lo posible por darle algo de comer y beber? Pues eso es lo que les pasa a muchas personas que no conocen el mensaje de las buenas noticias. Como sus pastores religiosos las han descuidado, se están muriendo de hambre y sed espiritual y no tienen una esperanza real para el futuro. Nosotros tenemos lo que ellas necesitan: el nutritivo alimento espiritual y las refrescantes aguas de la verdad que ofrece la Palabra de Dios (Isaías 55:1, 2). Cuando pensamos en las necesidades espirituales de la gente, nos conmovemos de verdad. Si sentimos profunda compasión por las personas —igual que Jesús—, haremos todo lo posible por hablarles de la esperanza del Reino.

      19. ¿Cómo podríamos ayudar a un estudiante a reunir los requisitos para empezar a predicar con la congregación?

      19 ¿Cómo podemos animar a otras personas a seguir el ejemplo de Jesús? Supongamos que queremos ayudar a un estudiante de la Biblia a reunir los requisitos para que empiece a predicar con la congregación. O quizás deseamos motivar a un cristiano inactivo para que vuelva a participar en el ministerio. ¿Cómo podemos hacerlo? Tenemos que llegarles al corazón. Recordemos que Jesús primero “se conmovió profundamente” por la gente y luego le enseñó (Marcos 6:34). Por lo tanto, si los ayudamos a que sientan compasión por los demás, es posible que el corazón los motive a predicar las buenas noticias, igual que Jesús. Podemos preguntarles: “¿Cómo mejoró tu vida cuando aceptaste el mensaje del Reino? ¿No crees que las personas que no conocen las buenas noticias también necesitan oírlas? ¿Qué puedes hacer para ayudarlas?”. Por supuesto, no nos olvidamos de que el principal motivo para participar en el ministerio es el amor a Dios y el deseo de servirle.

      20. a) ¿Qué implica ser seguidores de Jesús? b) ¿Qué veremos en el siguiente capítulo?

      20 Ser seguidores de Jesús implica más que repetir sus palabras y copiar sus acciones: tenemos que cultivar la “misma actitud mental” que él tuvo (Filipenses 2:5). Por eso, ¡cuánto agradecemos que la Biblia nos revele los pensamientos y sentimientos que motivaban sus palabras y acciones! Si nos familiarizamos con “la mente de Cristo”, nos será más fácil desarrollar sensibilidad y compasión de verdad para tratar a las personas como él las trataba (1 Corintios 2:16). Jesús les mostró amor en particular a sus seguidores. En el siguiente capítulo veremos cómo lo hizo.

      a Se dice que la palabra griega que se traduce “profundamente conmovido” es uno de los términos que transmite con mayor fuerza la idea de compasión en ese idioma. Según una obra de consulta, esta palabra expresa “no solo un sentimiento de lástima ante el sufrimiento, sino, además, un fuerte deseo de aliviarlo y ponerle fin”.

      b La expresión griega que se traduce “demuestren empatía” significa literalmente “sufrir con”.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿De qué manera demostró Jesús compasión al ejercer su autoridad, y cómo podemos imitarlo? (Mateo 11:28-30).

      • ¿Por qué es importante seguir el ejemplo de misericordia y compasión de Jesús? (Mateo 9:9-13; 23:23).

      • ¿Qué acciones de Jesús demostraban que comprendía los sentimientos de los demás, y cómo podemos copiar su ejemplo? (Lucas 7:36-50).

      • ¿Cómo demuestra la parábola del buen samaritano que la compasión es una cualidad activa, y cómo podemos poner en práctica la lección que nos deja esta parábola? (Lucas 10:29-37).

  • “Los amó hasta el final”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO DIECISÉIS

      “Los amó hasta el final”

      1, 2. ¿Qué hizo Jesús durante su última noche con los apóstoles, y por qué significaban tanto para él esos momentos?

      JESÚS está reunido con sus apóstoles en el cuarto de arriba de una casa en Jerusalén. Sabe que es la última noche que pasará con ellos, pues se acerca el momento de que regrese adonde está su Padre. Pocas horas después será arrestado y se pondrá a prueba su fe como nunca antes. Pero, a pesar de que está tan cerca de la muerte, sigue pensando en las necesidades de sus discípulos.

      2 Aunque Jesús los ha preparado para cuando él ya no esté, aún tiene cosas que decirles para que afronten con fuerzas lo que les espera. Por eso aprovecha estos valiosos momentos finales para enseñarles lecciones importantes que les ayudarán a seguir fieles. De hecho, lo que Jesús les dice demuestra que los quiere mucho. Pero ¿por qué está más preocupado por los apóstoles que por sí mismo? ¿Y por qué significan tanto para él estas últimas horas juntos? En pocas palabras: porque los ama profundamente.

      3. ¿Cómo sabemos que Jesús no esperó hasta la última noche para demostrarles amor a sus discípulos?

      3 Décadas más tarde, el apóstol Juan comenzó su relato inspirado de lo que pasó aquella noche con estas palabras: “Antes de la fiesta de la Pascua, Jesús sabía que le había llegado la hora de irse de este mundo para volver con el Padre. Por eso, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el final” (Juan 13:1). Jesús no esperó hasta esa noche para demostrarles a “los suyos” que los amaba, sino que lo hizo a lo largo de todo su ministerio, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes. Para poder imitarlo y demostrar que de verdad somos sus seguidores, examinemos algunas maneras en las que él manifestó ese amor.

      Tuvo paciencia

      4, 5. a) ¿Por qué necesitó Jesús tenerles paciencia a sus discípulos? b) ¿Cómo reaccionó Jesús cuando tres de sus apóstoles no se mantuvieron despiertos en el jardín de Getsemaní?

      4 El amor y la paciencia van de la mano. En 1 Corintios 13:4 la Biblia dice que “el amor es paciente”, y ser pacientes implica soportar o tolerar a los demás. ¿Necesitó Jesús tener paciencia con sus discípulos? Sí, ¡y mucho! Como vimos en el capítulo 3, a los apóstoles no se les hizo fácil aprender a ser humildes. Más de una vez discutieron sobre quién era el más importante. ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Se enojó y los regañó? No; más bien, razonó con ellos pacientemente. Lo hizo incluso la última noche, cuando tuvieron “una fuerte discusión” por ese mismo asunto (Lucas 22:24-30; Mateo 20:20-28; Marcos 9:33-37).

      5 Esa noche, Jesús fue más tarde con sus 11 apóstoles fieles al jardín de Getsemaní. Luego, dejó a 8 de ellos y se adentró en el jardín con Pedro, Santiago y Juan. Una vez más, se puso a prueba su paciencia. Les dijo: “Estoy tan angustiado que siento que me muero. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo”. Se alejó un poco y se puso a orar con gran fervor. Tras hacer una larga oración, volvió adonde estaban los tres apóstoles, y ¿qué encontró? Que en este momento tan trascendental, ellos dormían profundamente. ¿Los reprendió por no mantenerse despiertos? No, sino que los aconsejó con paciencia. Y les dijo: “Claro, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. Sus amables palabras indicaron que comprendía las tensiones a las que habían estado sometidos, así como sus debilidades.a Aquella noche, Jesús no perdió la paciencia ni siquiera cuando volvió a encontrarlos dormidos dos veces más (Mateo 26:36-46).

      6. ¿Cómo podemos imitar a Jesús en nuestras relaciones con los demás?

      6 ¡Qué animador es saber que Jesús no perdió las esperanzas con sus apóstoles! Su paciencia terminó dando fruto, y estos hombres fieles aprendieron la importancia de ser humildes y estar vigilantes y despiertos (1 Pedro 3:8; 4:7). ¿Cómo podemos imitar a Jesús en nuestras relaciones con los demás? Los ancianos en particular deben ser pacientes. Por ejemplo, quizás un hermano vaya y le cuente sus problemas a un anciano que esté agotado o absorto en sus propias preocupaciones. O puede que una persona reciba un consejo pero tarde en aplicarlo. A pesar de todo, los ancianos pacientes enseñan “con apacibilidad” y tratan “al rebaño con ternura” (2 Timoteo 2:24, 25; Hechos 20:28, 29). También los padres deben copiar la paciencia de Jesús al educar a sus hijos. Y es que a los hijos a veces les cuesta hacer caso a los consejos y la corrección que les dan. Padres, recuerden que el amor y la paciencia les ayudarán a no darse por vencidos. Su paciencia puede tener grandes recompensas (Salmo 127:3).

      Atendió sus necesidades

      7. ¿De qué maneras atendió Jesús las necesidades físicas de sus discípulos?

      7 El amor se demuestra con hechos y “no busca sus propios intereses” (1 Corintios 13:5; 1 Juan 3:17, 18). El amor impulsó a Jesús a atender las necesidades físicas de sus discípulos, y muchas veces lo hizo incluso antes de que ellos se lo pidieran. Cuando vio que estaban cansados, les dijo: “Vengan conmigo; vamos solos a un lugar retirado para que descansen un poco” (Marcos 6:31). Y, cuando se dio cuenta de que tenían hambre, tomó la iniciativa para alimentarlos a ellos y a miles de personas que habían ido a escuchar sus enseñanzas (Mateo 14:19, 20; 15:35-37).

      8, 9. a) ¿Qué indica que Jesús reconoció y cubrió las necesidades espirituales de sus discípulos? b) Cuando Jesús estaba en el madero, ¿cómo mostró profundo interés por el bienestar de su madre?

      8 Jesús también reconoció y cubrió las necesidades espirituales de sus discípulos (Mateo 4:4; 5:3). Cuando enseñaba, muchas veces se concentraba en lo que ellos necesitaban saber. Por ejemplo, el Sermón del Monte estaba dirigido especialmente a ellos (Mateo 5:1, 2, 13-16). Siempre que enseñaba con ejemplos y comparaciones, solo “a sus discípulos les explicaba todo en privado” (Marcos 4:34). A fin de que sus seguidores estuvieran bien alimentados espiritualmente durante los últimos días, predijo que nombraría a un “esclavo fiel y prudente”. De hecho, este esclavo fiel —formado por un pequeño grupo de hermanos ungidos de Jesús que viven en la Tierra— ha estado dando ese “alimento al tiempo debido” desde el año 1919 (Mateo 24:45).

      9 Y el día de su muerte, Jesús demostró de forma conmovedora su interés por el bienestar espiritual de los suyos. Imagínese la escena. Jesús estaba clavado en el madero con un dolor muy muy intenso. Para tomar aire, quizá tuviera que empujarse hacia arriba con los pies. Eso le provocaría un dolor terrible, pues el peso del cuerpo le desgarraba las heridas de los pies —que estaban clavados—, y su espalda destrozada por los latigazos rozaba con el poste. Tan solo hablar, algo que exige controlar la respiración, debía resultarle muy difícil y doloroso. Aun así, justo antes de morir pronunció unas palabras que muestran el gran amor que sentía por su madre, María. Al verla junto al apóstol Juan, le dijo con voz suficientemente fuerte como para que lo oyeran: “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!”. Luego le dijo a Juan: “¡Ahí tienes a tu madre!” (Juan 19:26, 27). Jesús sabía que el fiel apóstol cuidaría del bienestar tanto físico como espiritual de María.b

      Serie de imágenes: 1. Un padre, con su esposa y sus tres hijos, dirigiendo la adoración en familia. 2. La misma familia volando una cometa. 3. Los miembros de la familia disfrutando juntos de una comida.

      Los buenos padres les tienen paciencia a sus hijos y atienden sus necesidades.

      10. Al atender las necesidades de los hijos, ¿cómo pueden los padres imitar a Jesús?

      10 ¿Qué pueden aprender los padres al reflexionar en el ejemplo de Jesús? El cabeza de familia que de verdad ama a su familia le proporciona lo necesario en sentido material (1 Timoteo 5:8). Además, se encarga de que toda la familia dedique suficiente tiempo a descansar y divertirse. Pero, sobre todo, tanto padres como madres se encargan de satisfacer las necesidades espirituales de sus hijos. ¿De qué manera? Teniendo la costumbre de estudiar la Biblia en familia y haciendo que sus hijos disfruten de esos momentos (Deuteronomio 6:6, 7). Además, les enseñan que para servir a Jehová hay que predicar, prepararse para las reuniones y asistir a ellas. Y ellos mismos les ponen el ejemplo (Hebreos 10:24, 25).

      Estuvo dispuesto a perdonar

      11. ¿Qué les enseñó Jesús a sus discípulos sobre el perdón?

      11 Perdonar es una forma de mostrar amor (Colosenses 3:13, 14). La Biblia dice en 1 Corintios 13:5 que el amor “no lleva cuenta del daño”. Jesús les enseñó muchas veces a sus discípulos la importancia del perdón. Los animó a perdonar no solo “hasta 7 veces, sino hasta 77 veces”, o sea, sin límite (Mateo 18:21, 22). Les explicó que, si reprendían a un pecador y luego él se arrepentía, debían perdonarlo (Lucas 17:3, 4). Pero Jesús no era como los fariseos hipócritas, que enseñaban solo de palabra; él enseñaba también con el ejemplo (Mateo 23:2-4). Veamos cómo demostró —incluso cuando un amigo íntimo le falló— que siempre estaba dispuesto a perdonar.

      Desde un balcón, Jesús mirando hacia abajo a Pedro, que está en un patio negando que lo conoce.

      12, 13. a) ¿Cómo le falló Pedro a Jesús la noche en que fue arrestado? b) Después de resucitar, ¿cómo demostró Jesús que él predicaba con el ejemplo?

      12 Jesús tenía una relación muy estrecha con el apóstol Pedro, que era cariñoso pero a veces impulsivo. Como veía sus cualidades, Jesús le concedió privilegios especiales. Por ejemplo, junto con Santiago y Juan, Pedro fue testigo presencial de algunos milagros que los demás apóstoles no vieron (Mateo 17:1, 2; Lucas 8:49-55). Y, como mencionamos antes, estuvo entre los que se adentraron con Jesús en el jardín de Getsemaní la noche que lo arrestaron. Sin embargo, justo cuando Jesús fue traicionado y arrestado, Pedro y los otros apóstoles lo abandonaron y huyeron. Más tarde, Pedro tuvo la valentía de ir al lugar donde estaban juzgando ilegalmente a Jesús, y se quedó afuera. Pero entonces le dio miedo y cometió un grave error: ¡mintió tres veces cuando afirmó que ni siquiera lo conocía! (Mateo 26:69-75). ¿Cómo reaccionó Jesús? ¿Qué habría hecho usted si un amigo íntimo le hubiera fallado de esa forma?

      13 Jesús estuvo dispuesto a perdonar a Pedro. Sabía que él se sentía totalmente destrozado por su pecado. De hecho, estaba tan desconsolado y arrepentido que “rompió a llorar” (Marcos 14:72). El día en que Jesús resucitó se le apareció a Pedro, probablemente para consolarlo y tranquilizarlo (Lucas 24:34; 1 Corintios 15:5). Y menos de dos meses después lo honró de forma especial: dejó que él tomara la iniciativa de dar testimonio ante las multitudes que había en Jerusalén el día de Pentecostés (Hechos 2:14-40). Recordemos, además, que Jesús no guardó resentimiento contra los apóstoles por haberlo abandonado. Al contrario: después de resucitar, los siguió llamando “mis hermanos” (Mateo 28:10). Está claro que, cuando Jesús enseñaba a perdonar, no lo hacía de labios para afuera, sino que predicaba con el ejemplo.

      14. ¿Por qué tenemos que aprender a perdonar, y cómo podemos demostrar que estamos dispuestos a hacerlo?

      14 Los discípulos de Cristo tenemos que aprender a perdonar. ¿Por qué? Porque, a diferencia de Jesús, somos imperfectos. Y quienes pecan contra nosotros también lo son. Todos tropezamos de vez en cuando, sea con palabras o con acciones (Romanos 3:23; Santiago 3:2). Si perdonamos con misericordia siempre que sea posible, abrimos el camino para que Dios nos perdone a nosotros (Marcos 11:25). Entonces, ¿cómo demostramos que estamos dispuestos a perdonar a los demás? En muchos casos, el amor nos impulsará a pasar por alto sus pequeñas faltas (1 Pedro 4:8). Cuando alguien que nos ofende se arrepiente sinceramente, como lo hizo Pedro, hacemos bien en estar dispuestos a perdonar, igual que Jesús. En vez de amargarnos, es de sabios decidir librarnos del resentimiento (Efesios 4:32). Así contribuimos a la paz de la congregación y a nuestra propia tranquilidad mental (1 Pedro 3:11).

      Confió en ellos

      15. ¿Por qué confiaba Jesús en sus discípulos a pesar de sus defectos?

      15 El amor y la confianza también van de la mano. El amor “todo lo cree” (1 Corintios 13:7).c El amor motivó a Jesús a confiar en sus discípulos a pesar de sus defectos. Él sabía que en el fondo amaban profundamente a Jehová y querían hacer su voluntad. Y, aun cuando cometieron errores, no les atribuyó malos motivos. Por ejemplo, recordemos la ocasión en que Santiago y Juan al parecer le pidieron a su madre que hablara con Jesús para que los dejara sentarse al lado de él en su Reino. ¿Cómo reaccionó Jesús? No cuestionó la lealtad de ellos ni les quitó su nombramiento como apóstoles (Mateo 20:20-28).

      16, 17. ¿Qué responsabilidades delegó Jesús en sus discípulos?

      16 Como prueba de su confianza, Jesús delegó en sus discípulos varias responsabilidades. Por ejemplo, las dos veces que multiplicó milagrosamente los panes y los pescados para alimentar a las multitudes, les encargó la tarea de distribuirlos (Mateo 14:19; 15:36). Para celebrar su última Pascua, envió a Pedro y a Juan a Jerusalén a fin de que lo dejaran todo listo. Ellos se encargaron, entre otras cosas, de conseguir el cordero, el vino, el pan sin levadura y las verduras amargas. Este no era un trabajo cualquiera, pues celebrar la Pascua debidamente era un requisito de la Ley mosaica, y Jesús tenía que obedecerla. Además, esa noche Jesús utilizó el vino y el pan sin levadura como símbolos al instituir la Conmemoración de su muerte (Mateo 26:17-19; Lucas 22:8, 13).

      17 Jesús les confió a sus discípulos responsabilidades aún mayores. Recordemos que dejó en manos de sus discípulos la importantísima comisión de predicar y enseñar (Mateo 28:18-20). Como ya explicamos, él predijo que delegaría en un pequeño grupo de sus seguidores ungidos en la Tierra la gran tarea de suministrar alimento espiritual (Lucas 12:42-44). Incluso ahora, aunque es invisible y gobierna desde el cielo, sigue confiando en sus discípulos. De hecho, ha dado “hombres como regalos”, es decir, ancianos en los que delega el cuidado de las congregaciones (Efesios 4:8, 11, 12).

      18-20. a) ¿Cómo podemos mostrar que confiamos en nuestros hermanos? b) ¿Cómo podemos imitar a Jesús al delegar responsabilidades? c) ¿De qué hablaremos en el siguiente capítulo?

      18 ¿De qué manera podemos seguir el ejemplo de Jesús en nuestras relaciones con los demás? Confiar en nuestros hermanos cristianos es una muestra de nuestro amor. No olvidemos que el amor se centra en lo positivo, no en lo negativo. Cuando otros nos decepcionen —algo que pasará de vez en cuando—, el amor evitará que nos apresuremos a cuestionar sus intenciones (Mateo 7:1, 2). Si nos concentramos en las cosas positivas de nuestros hermanos, los trataremos de una forma que edifique y no que derrumbe (1 Tesalonicenses 5:11).

      19 ¿Cómo podemos imitar a Jesús al delegar responsabilidades? Es bueno que quienes dirigen la congregación deleguen en otros hermanos tareas adecuadas y útiles, confiando en que estos pondrán todo su empeño en realizarlas. ¿Qué pueden hacer entonces los ancianos con experiencia? Si ven que alguien más joven “está esforzándose” por ayudar en la congregación, hacen lo posible por darle una buena capacitación (1 Timoteo 3:1; 2 Timoteo 2:2). Esa capacitación es esencial, pues a medida que Jehová siga acelerando el crecimiento de la obra del Reino, será necesario preparar a más hermanos que puedan atender responsabilidades (Isaías 60:22).

      20 Jesús nos dejó un maravilloso ejemplo de cómo demostrar amor a otras personas. Aunque hay muchas formas en que podemos seguir a Jesús, la más importante es imitando su amor. Su mayor expresión de amor por nosotros fue estar dispuesto a entregar su propia vida. Sobre eso hablaremos en el siguiente capítulo.

      a Los apóstoles no solo tenían sueño por estar cansados físicamente. El relato paralelo de Lucas 22:45 dice que Jesús “los encontró durmiendo, agotados por la tristeza”.

      b Al parecer, para entonces María era viuda, y sus otros hijos todavía no eran discípulos de Jesús (Juan 7:5).

      c Desde luego, esto no quiere decir que el amor sea crédulo o ingenuo. Más bien, quiere decir que no es crítico ni desconfiado. El amor no se apresura a juzgar las intenciones de los demás ni espera lo peor de ellos.

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Por qué es importante que sigamos el consejo de Jesús sobre el perdón? (Mateo 6:14, 15).

      • ¿Cómo podemos aplicar la lección de la parábola de Jesús sobre la importancia de perdonar? (Mateo 18:23-35).

      • ¿De qué forma les mostró Jesús consideración a sus discípulos, y cómo podemos imitarlo? (Mateo 20:17-19; Juan 16:12).

      • ¿Cómo le demostró Jesús a Pedro que confiaba en él, y cómo podemos nosotros mostrarles a los demás que confiamos en ellos? (Lucas 22:31, 32).

  • “Nadie tiene amor más grande”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO DIECISIETE

      “Nadie tiene amor más grande”

      Poncio Pilato señalando a Jesús, que lleva puesto un manto púrpura y una corona de espinas.

      1-4. a) ¿Qué pasó cuando Pilato presentó a Jesús ante la multitud furiosa que estaba afuera de su palacio? b) ¿Cómo reaccionó Jesús ante la humillación y el sufrimiento, y qué importantes preguntas contestaremos?

      “¡MIREN! ¡El hombre!”. Con estas palabras, Poncio Pilato presenta a Jesús ante una multitud furiosa. Es el día de la Pascua del año 33, y toda esa gente está reunida desde temprano en las afueras del palacio de aquel gobernador romano (Juan 19:5). Hace solo unos días, las multitudes aclamaron a Jesús en su triunfal entrada a Jerusalén como el Rey nombrado por Dios. Pero ahora se han vuelto en su contra.

      2 Jesús lleva un manto de color púrpura —propio de la realeza— y una corona sobre la cabeza. Pero, en realidad, los soldados le han puesto ese manto y esa corona —una corona de espinas— para burlarse de su posición como rey. Jesús tiene la espalda destrozada por los latigazos y el cuero cabelludo ensangrentado por las espinas que le habían clavado. La gente, alentada por los sacerdotes principales, rechaza al hombre que tiene delante. Los sacerdotes gritan: “¡Al madero con él! ¡Al madero con él!”. Movido por un odio asesino, el pueblo dice: “Debe morir” (Juan 19:1-7).

      3 Jesús soporta la humillación y el sufrimiento con dignidad y valor, sin quejarse.a Está preparado para morir. Más tarde ese día de Pascua acepta una muerte dolorosa en un madero de tormento (Juan 19:17, 18, 30).

      4 Al dar su vida, Jesús les demostró a sus discípulos que era un verdadero amigo. Dijo: “Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Ahora bien, podríamos preguntarnos: “¿Era realmente necesario que Jesús sufriera tanto y luego muriera? ¿Por qué estuvo dispuesto a pasar por todo aquello? ¿De qué modo podemos imitar su ejemplo quienes deseamos ser sus amigos y seguidores?”. En este capítulo contestaremos estas importantes preguntas.

      ¿Por qué era necesario que Jesús sufriera y muriera?

      5. ¿Cómo sabía Jesús cuáles eran las dificultades que le esperaban?

      5 Jesús sabía lo que le esperaba por ser el Mesías prometido. Conocía las numerosas profecías de las Escrituras Hebreas que describían en detalle sus sufrimientos y su muerte (Isaías 53:3-7, 12; Daniel 9:26). Más de una vez preparó a sus discípulos para las dificultades que él soportaría (Marcos 8:31; 9:31). Cuando iba de camino a Jerusalén para celebrar su última Pascua, les explicó a los apóstoles: “El Hijo del Hombre va a ser entregado a los sacerdotes principales y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a hombres de las naciones. Estos se burlarán de él, le escupirán y le darán latigazos, y lo matarán” (Marcos 10:33, 34). Y no estaba exagerando. Como ya vimos, se burlaron de él, le escupieron, le dieron latigazos y lo mataron.

      6. ¿Por qué era necesario que Jesús sufriera y muriera?

      6 Ahora bien, ¿por qué era necesario que Jesús sufriera y muriera? Por varias razones muy importantes. En primer lugar, si aguantaba hasta la muerte, demostraría su lealtad a Jehová y santificaría el nombre de su Padre. Recordemos que Satanás había mentido al decir que las personas solo sirven a Dios por motivos egoístas (Job 2:1-5). Al ser fiel “hasta la muerte [...] en un madero de tormento”, Jesús demostró de la forma más clara posible que Satanás era un mentiroso (Filipenses 2:8; Proverbios 27:11). En segundo lugar, los sufrimientos y la muerte del Mesías expiarían los pecados de la humanidad (Isaías 53:5, 10; Daniel 9:24). Jesús dio “su vida como rescate a cambio de muchas personas” y abrió el camino para que tuviéramos una buena relación con Dios (Mateo 20:28). En tercer lugar, al aguantar todo tipo de sufrimientos, fue “probado como nosotros en todo sentido”. Por eso es un Sumo Sacerdote compasivo, capaz de “compadecerse de nuestras debilidades” (Hebreos 2:17, 18; 4:15).

      ¿Por qué estuvo dispuesto a dar su vida?

      7. ¿A cuánto renunció Jesús cuando vino a la Tierra?

      7 Para entender bien lo que Jesús estuvo dispuesto a hacer, pensemos en lo siguiente: ¿quién dejaría su casa y su familia para irse a otro país si sabe que allí la mayoría lo rechazará y que además lo humillarán, lo torturarán y al final lo matarán? Ahora reflexionemos en lo que hizo Jesús. Aunque disfrutaba de una posición única en los cielos al lado de su Padre, dejó voluntariamente su hogar y vino a la Tierra como hombre. Y eso que sabía que la mayoría lo iba a rechazar y que además sufriría crueles humillaciones, torturas terribles y una muerte dolorosa (Filipenses 2:5-7). ¿Qué lo motivó a hacer un sacrificio como ese?

      8, 9. ¿Qué motivó a Jesús a dar su vida?

      8 Lo que motivó a Jesús fue, ante todo, el profundo amor que le tenía a su Padre. De hecho, fue el amor a Dios lo que lo impulsó a aguantar. También fue la razón por la que les daba tanta importancia al nombre y a la buena reputación de su Padre (Mateo 6:9; Juan 17:1-6, 26). De hecho, él quería por encima de todo que el nombre de Dios quedara limpio de las manchas que el Diablo le había causado con sus mentiras. No había para él mayor honor que sufrir por hacer la voluntad de Jehová, pues sabía que su integridad contribuiría a santificar el grandioso nombre de su Padre (1 Crónicas 29:13).

      9 Jesús tenía otro motivo para dar su vida: su amor por la humanidad. Mucho antes de que viniera a la Tierra —de hecho, desde el comienzo de la historia humana—, él sentía ese amor. La Biblia lo revela así: “Les tenía un cariño especial a los seres humanos” (Proverbios 8:30, 31). Su amor se hizo evidente durante toda su vida en la Tierra. Como aprendimos en los tres capítulos anteriores, Jesús demostró de muchas maneras que amaba a la humanidad en general y, en especial, a sus seguidores. Pero el 14 de nisán del año 33 demostró ese amor de una forma especial: entregó su vida por nosotros (Juan 10:11). Esa es la muestra más poderosa del amor que él nos tiene. Y nosotros debemos imitar a Jesús mostrando ese mismo tipo de amor. De hecho, es un mandato que él nos da.

      “Que se amen unos a otros [...] así como yo los he amado”

      10, 11. ¿Cuál es el nuevo mandamiento que Jesús les dio a sus discípulos, qué implica, y por qué es importante cumplirlo?

      10 La noche antes de su muerte, Jesús les dijo a sus discípulos más cercanos: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; que, así como yo los he amado, ustedes se amen unos a otros. De este modo todos sabrán que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros” (Juan 13:34, 35). ¿En qué sentido es amarse unos a otros “un nuevo mandamiento”? Es verdad que la Ley mosaica ya ordenaba: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo” (Levítico 19:18). Pero el nuevo mandamiento implica demostrar un amor aún mayor, uno que nos impulse a dar la vida por otras personas. El propio Jesús lo explicó así: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros tal como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos” (Juan 15:12, 13). Dicho de otro modo, el nuevo mandamiento es: “Ama al prójimo, pero no tal como te amas a ti mismo, sino más que a ti mismo”. Con su vida y su muerte, Jesús nos enseñó a mostrar esta clase de amor.

      11 ¿Por qué es importante cumplir el nuevo mandamiento? Recordemos que Jesús dijo: “De este modo [por mostrarse amor abnegado] todos sabrán que ustedes son mis discípulos”. Así es, el amor abnegado nos identifica como cristianos verdaderos. Podemos compararlo a un distintivo, como la tarjeta de solapa de quienes asisten a las asambleas regionales de los testigos de Jehová, que indica su nombre y su congregación para que los demás sepan quiénes son. Del mismo modo, el amor abnegado que los auténticos cristianos sienten unos por otros es su “distintivo”. En otras palabras, ese amor debe ser tan evidente que las personas que nos observen puedan distinguirnos y sepan que somos verdaderos seguidores de Cristo. Por eso, cada uno debe preguntarse: “¿Se ve claramente en mi vida que llevo el ‘distintivo’ del amor abnegado?”.

      ¿Qué implica mostrar amor abnegado?

      12, 13. a) ¿Hasta qué punto deberíamos estar dispuestos a demostrar el amor que nos tenemos? b) ¿Qué significa ser abnegados?

      12 Como seguidores de Jesús, tenemos que amarnos como él nos amó, lo que quiere decir que debemos estar dispuestos a sacrificarnos por nuestros hermanos. ¿Hasta qué punto? La Biblia nos dice: “Por esto hemos llegado a conocer el amor: porque él entregó la vida por nosotros, y nosotros tenemos la obligación de entregar la vida por nuestros hermanos” (1 Juan 3:16). Al igual que Jesús, tenemos que estar dispuestos a morir los unos por los otros si es necesario. En tiempos de persecución, preferiríamos sacrificar nuestra vida antes que traicionar a nuestros hermanos y ponerlos en peligro. En países divididos por conflictos étnicos o raciales, arriesgaríamos la vida para protegerlos sin importar a qué grupo pertenezcan. Y, si estallara una guerra, preferiríamos ir a prisión o hasta morir antes que tomar las armas para atacar a nuestros hermanos o a cualquier otra persona (Juan 17:14, 16; 1 Juan 3:10-12).

      13 Pero estar dispuestos a morir por nuestros hermanos no es la única forma de mostrar amor abnegado; al fin y al cabo, no todos tendremos que hacer un sacrificio como ese. Sin embargo, si nuestro amor llega hasta ese punto, ¿no deberíamos estar dispuestos ahora a hacer sacrificios más pequeños para ayudarles? Ser abnegados significa renunciar a nuestras preferencias o comodidades en beneficio de los demás. Por eso ponemos los intereses y el bienestar de los demás por encima de los nuestros aunque eso no siempre sea lo más fácil (1 Corintios 10:24). ¿De qué maneras prácticas podemos mostrar ese amor desinteresado?

      En la congregación y en la familia

      14. a) ¿Qué sacrificios están dispuestos a hacer los ancianos? b) ¿Qué piensa usted de los ancianos que trabajan tanto en su congregación?

      14 Para que los ancianos “pastoreen el rebaño de Dios”, tienen que hacer muchos sacrificios (1 Pedro 5:2, 3). Aparte de cuidar de sus familias, a veces tienen que dedicar tiempo en las noches o los fines de semana a atender asuntos de la congregación. Por ejemplo, quizás tengan que preparar asignaciones para las reuniones o atender visitas de pastoreo y casos judiciales. Muchos hacen incluso otros sacrificios, ya que trabajan duro en las asambleas o son miembros de los Comités de Enlace con los Hospitales o los Grupos de Visita a Pacientes. Y otros son voluntarios del Departamento Local de Diseño y Construcción. Ancianos, nunca olviden que, al servir de buena gana a los hermanos —dedicando su tiempo, energías y recursos a pastorear el rebaño—, están demostrando amor abnegado (2 Corintios 12:15). Sus esfuerzos altruistas no solo son valorados por Jehová, sino también por las ovejitas que pastorean (Filipenses 2:29; Hebreos 6:10).

      15. a) ¿Cuáles son algunos de los sacrificios que hacen las esposas de los ancianos? b) ¿Qué piensa usted de las hermanas que comparten a sus esposos con la congregación?

      15 ¿Y qué podemos decir de las esposas de los ancianos? ¿No hacen ellas también sacrificios para que sus esposos puedan cuidar del rebaño? A veces ellos tienen que dedicarle a la congregación tiempo que podrían pasar con la familia. Seguro que para ellas eso es un sacrificio. Pensemos, además, en las esposas de los superintendentes viajantes y los sacrificios que hacen para acompañarlos de congregación en congregación y de circuito en circuito. Se privan de tener su propia casa y tal vez tengan que dormir en una cama diferente cada semana. Las esposas que anteponen con gusto los intereses de la congregación a los suyos merecen reconocimiento por sus muestras de amor abnegado (Filipenses 2:3, 4).

      16. ¿Qué sacrificios hacen los padres cristianos por sus hijos?

      16 ¿Cómo podemos demostrar amor abnegado en la familia? Padres, ustedes hacen muchos sacrificios para mantener a sus hijos y para criarlos “de acuerdo con la disciplina y los consejos de Jehová” (Efesios 6:4). Quizás tengan que dedicar largas horas a trabajos agotadores tan solo para poner el pan en la mesa y darles a sus hijos abrigo y un techo donde vivir. Incluso preferirían sufrir privaciones antes que ver a sus hijos pasar necesidades. Y todo esto sin contar sus esfuerzos por estudiar con ellos, llevarlos a las reuniones cristianas y salir con ellos a predicar (Deuteronomio 6:6, 7). El amor y entrega de ustedes bien vale la pena, pues hace feliz al Creador de la familia y además puede significar vida eterna para sus hijos (Proverbios 22:6; Efesios 3:14, 15).

      17. ¿De qué maneras pueden los esposos cristianos imitar la actitud altruista de Jesús?

      17 Esposos, ¿cómo pueden demostrar amor abnegado, tal como hizo Jesús? La Biblia da la respuesta: “Sigan amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella” (Efesios 5:25). Como ya vimos, Jesús sintió tanto amor por sus seguidores que murió por ellos. Romanos 15:3 dice que “ni siquiera el Cristo se agradó a sí mismo”. Así que los esposos cristianos, que imitan su actitud altruista, ponen con gusto los intereses y necesidades de su esposa antes que los suyos. Además, no se empeñan en que las cosas se hagan a su manera, sino que están dispuestos a ceder si no se viola ningún principio bíblico. Los esposos que demuestran amor abnegado se ganan la aprobación de Jehová, así como el amor y respeto de su esposa e hijos.

      ¿Qué hará usted?

      18. ¿Por qué queremos cumplir el nuevo mandamiento de amarnos los unos a los otros?

      18 Cumplir el nuevo mandamiento de amarnos los unos a los otros no es fácil, pero contamos con una motivación muy poderosa. Pablo escribió: “El amor del Cristo nos obliga, pues esta es la conclusión a la que hemos llegado: que un hombre murió por todos [...]. Y él murió por todos para que los que viven no vivan ya para sí mismos, sino para el que murió por ellos y fue resucitado” (2 Corintios 5:14, 15). Si Jesús murió por nosotros, ¿verdad que deberíamos sentirnos obligados a vivir para él? Podemos hacerlo siguiendo su ejemplo de amor abnegado.

      19, 20. ¿Qué valiosísimo regalo nos ha dado Jehová, y cómo demostramos que lo aceptamos?

      19 Jesús no estaba exagerando cuando dijo: “Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos” (Juan 15:13). De hecho, haber entregado su vida por nosotros es la mayor prueba del amor que él nos tiene. No obstante, hay alguien que nos ama aún más. Jesús dijo: “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que nadie que demuestre tener fe en él sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Dios nos ama tanto que dio a su Hijo como rescate, y así hizo posible que quedemos libres del pecado y la muerte (Efesios 1:7). Sin lugar a dudas, el rescate es un regalo valiosísimo que nos ofrece Jehová, pero él no nos obliga a aceptarlo.

      20 Nos toca a nosotros decidir si aceptamos este regalo de Jehová. ¿Y cómo podemos aceptarlo? Demostrando que tenemos fe en su Hijo. Ahora bien, la fe no se demuestra de labios para afuera, sino con hechos, con nuestra manera de vivir (Santiago 2:26). Demostramos nuestra fe en Jesucristo siguiéndolo día a día. Si así lo hacemos, recibiremos grandes bendiciones tanto ahora como en el futuro, tal como explica el último capítulo de este libro.

      a Ese día le escupieron a Jesús dos veces: primero los líderes religiosos y después los soldados romanos (Mateo 26:59-68; 27:27-30). A pesar de esta falta de respeto, no se quejó. Así cumplió esta profecía: “No escondí mi cara de las humillaciones ni de los que me escupían” (Isaías 50:6).

      ¿Cómo puede usted seguir a Jesús?

      • ¿Qué modo de vida dijo Jesús que debían llevar sus seguidores si querían ser abnegados? (Mateo 16:24-26).

      • ¿Por qué vale la pena ser personas abnegadas? (Marcos 10:23-30).

      • ¿Cómo demostró Jesús que era el Pastor excelente, y qué pueden aprender los ancianos de su ejemplo? (Juan 10:11-15).

      • ¿De qué maneras prácticas podemos imitar el amor desinteresado de Jesús? (1 Juan 3:17, 18).

  • “Continúa siguiéndome”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • CAPÍTULO DIECIOCHO

      “Continúa siguiéndome”

      1-3. a) ¿Cómo se despidió Jesús de sus apóstoles, y por qué no fue aquella una triste despedida? b) ¿Por qué es necesario que sepamos lo que ha hecho Jesús desde que regresó al cielo?

      LOS 11 apóstoles están de pie en una montaña. Tienen la mirada fija en la persona a la que tanto quieren y admiran. Aunque tiene forma humana, en realidad se trata de Jesús resucitado, que vuelve a ser el más poderoso de los hijos espirituales de Jehová. Siguiendo el mandato de su Maestro, los apóstoles se han reunido con él en el monte de los Olivos por última vez.

      2 Este monte —que forma parte de una cadena de montañas calizas al otro lado del valle de Cedrón frente a Jerusalén— seguramente le trae a Jesús muchos recuerdos. En sus faldas se encuentra la ciudad de Betania, donde resucitó a Lázaro. Hace apenas unas semanas, Jesús salió de Betfagué, que está cerca de allí, para hacer su entrada triunfal en Jerusalén. En una de las laderas del monte de los Olivos está probablemente el jardín de Getsemaní, donde vivió las angustiosas horas previas a su arresto. Ahora, en este mismo monte, se prepara para dejar a sus amigos y discípulos más cercanos. Y tras unas cariñosas palabras de despedida... ¡Jesús empieza a elevarse del suelo! Los apóstoles se quedan inmóviles, con la vista fija en su querido Maestro mientras sube al cielo. Finalmente, una nube lo oculta y ya no lo ven más (Hechos 1:6-12).

      3 ¿Es esta una escena con final agridulce, una triste despedida? En realidad no, pues, como les recuerdan dos ángeles a los apóstoles, la historia de Jesús está lejos de acabar (Hechos 1:10, 11). En muchos sentidos, la ocasión en que subió al cielo fue solo el comienzo, y la Palabra de Dios no nos deja a oscuras sobre lo que pasó después con Jesús. ¿Por qué es importante que sepamos qué ha hecho él desde que se fue de la Tierra? Recordemos lo que le dijo a Pedro: “Continúa siguiéndome” (Juan 21:19, 22). Obedecer este mandato, que también es para nosotros, no es algo que podamos hacer solo cuando queramos, sino que implica un modo de vida. Por eso es necesario entender qué está haciendo nuestro Amo ahora y qué responsabilidades ha recibido en el cielo.

      ¿Qué ha hecho Jesús desde que regresó al cielo?

      4. ¿Cómo revelaron de antemano las Escrituras lo que ocurriría en el cielo cuando Jesús regresara?

      4 Las Escrituras no describen cómo fue la llegada de Jesús al cielo, el recibimiento que se le brindó y el feliz encuentro con su Padre. Pero sí habían revelado de antemano lo que Jesús haría allí cuando regresara. La Biblia indica que los judíos llevaban más de 1.500 años celebrando una ceremonia santa. ¿En qué consistía? Una vez al año, el Día de Expiación, el sumo sacerdote entraba en el Santísimo del templo y rociaba delante del arca del pacto la sangre de los sacrificios ofrecidos. Ese día, el sumo sacerdote prefiguraba al Mesías. Así que cuando Jesús volvió al cielo cumplió una vez y para siempre el significado profético de esta ceremonia. Allí compareció ante la majestuosa presencia de su Padre —el lugar más santo de todo el universo— y le presentó el valor de su sacrificio redentor (Hebreos 9:11, 12, 24). ¿Lo aceptó Jehová?

      5, 6. a) ¿Qué demuestra que Jehová aceptó el sacrificio redentor de Cristo? b) ¿Quiénes se benefician del rescate, y cómo?

      5 Encontramos la respuesta examinando lo que sucedió pocos días después de que Jesús subiera al cielo. Unos 120 cristianos estaban reunidos en la habitación superior de una casa de Jerusalén. De repente, un ruido como el de una ráfaga de viento llenó el lugar y algo similar a lenguas de fuego se posó sobre sus cabezas. Todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en diferentes idiomas (Hechos 2:1-4). Esto marcó el nacimiento de una nueva nación: el Israel espiritual. Este sería la nueva “raza escogida” y el “sacerdocio real” que cumpliría la voluntad de Dios en la Tierra (1 Pedro 2:9). Este suceso también estableció claramente que Jehová Dios había aceptado y aprobado el sacrificio redentor de Cristo. Así, el derramamiento de espíritu santo fue uno de los primeros beneficios del rescate.

      6 Desde entonces, el rescate ha beneficiado a los seguidores de Jesús en todo el mundo. Tanto si formamos parte del “rebaño pequeño” ungido —que reinará con Cristo en el cielo— como si somos de las “otras ovejas” —que vivirán en la Tierra bajo su dominio—, todos nos beneficiamos de su sacrificio (Lucas 12:32; Juan 10:16). Es la base de nuestra esperanza y del perdón de nuestros pecados. Mientras demostremos que tenemos fe en ese rescate y sigamos a Jesús día tras día, podremos tener una conciencia limpia y una brillante esperanza para el futuro (Juan 3:16).

      7. ¿Qué autoridad recibió Jesús cuando volvió al cielo, y de qué modo lo apoyamos?

      7 ¿Qué ha estado haciendo Jesús desde que volvió al cielo? Bueno, él tiene muchísima autoridad (Mateo 28:18). De hecho, Jehová lo designó para que reinara sobre la congregación cristiana, una responsabilidad que ha cumplido con justicia y amor (Colosenses 1:13). Tal como se predijo, se ha encargado de que haya hombres responsables que cuiden de sus seguidores (Efesios 4:8). Por ejemplo, nombró a Pablo “apóstol a las naciones” y lo envió a predicar las buenas noticias por todas partes (Romanos 11:13; 1 Timoteo 2:7). Hacia finales del siglo primero, mandó mensajes en los que elogiaba, aconsejaba y corregía a siete congregaciones de la provincia romana de Asia (Apocalipsis, capítulos 2 y 3). ¿Reconocemos a Jesús como cabeza de la congregación cristiana? (Efesios 5:23). Demostramos que continuamos siguiéndolo cuando fomentamos en nuestra congregación un espíritu de obediencia y colaboración.

      8, 9. ¿Qué autoridad recibió Jesús en 1914, y cómo debe influir esto en nuestras decisiones?

      8 Jesús recibió más autoridad en 1914, año en que fue nombrado Rey del Reino mesiánico de Jehová. Al inicio de su gobierno “estalló una guerra en el cielo”. ¿Cuáles fueron las consecuencias? Satanás y sus demonios fueron arrojados a la Tierra, y así empezó un tiempo de angustia y dolor. Las guerras, la delincuencia, el terror, el hambre, las enfermedades y los terremotos van en aumento, y esto nos recuerda que Jesús ya reina en el cielo. Satanás todavía es “el gobernante de este mundo”, pero “le queda poco tiempo” (Apocalipsis 12:7-12; Juan 12:31; Mateo 24:3-7; Lucas 21:11). Sin embargo, Jesús les está dando a personas de todas partes la oportunidad de aceptar su reinado.

      9 Es esencial que nos pongamos a favor del Rey mesiánico. En todas las decisiones que tomemos a diario debemos buscar su aprobación, no la de este mundo corrupto. Cuando el “Rey de reyes y Señor de señores” examina a la humanidad, su corazón justo arde de indignación, pero al mismo tiempo rebosa de felicidad (Apocalipsis 19:16). ¿A qué se debe?

      La indignación y la felicidad que siente el Rey mesiánico

      10. ¿Cómo es Jesús por naturaleza, pero por qué se indigna a veces?

      10 Nuestro Amo es como su Padre, feliz por naturaleza (1 Timoteo 1:11). Cuando estuvo en la Tierra, Jesús no fue un hombre criticón ni difícil de complacer. Sin embargo, siente justa indignación por muchas de las cosas que pasan en el mundo. Por ejemplo, sabemos que está indignado con todas las organizaciones religiosas que falsamente afirman representarlo. Él mismo dijo: “No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el Reino de los cielos. Solo entrarán los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Ese día, muchos me dirán: ‘Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu nombre [...] y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Pero entonces les diré: ‘¡Yo a ustedes nunca los conocí! ¡Aléjense de mí, ustedes que violan la ley!’” (Mateo 7:21-23).

      11-13. ¿Por qué está Jesús indignado con algunos que han hecho “muchos milagros” en su nombre? Explíquelo con un ejemplo.

      11 Muchos que dicen ser cristianos quizás se sientan desconcertados por estas palabras. ¿Por qué les hablaría Jesús en términos tan duros a personas que han hecho “muchos milagros” en su nombre? Las Iglesias de la cristiandad han apoyado obras de caridad, han ayudado a los pobres, han construido escuelas y hospitales, y han realizado muchas obras más. Entonces, ¿por qué está Jesús tan furioso con ellas? El siguiente ejemplo nos ayudará a entender la razón.

      12 Unos padres tienen que irse de viaje. Como no pueden llevarse a sus hijos, contratan a una niñera. Sus instrucciones son muy sencillas: “Cuida a los niños, dales de comer, mantenlos limpios y vigílalos para que no se vayan a lastimar”. Sin embargo, a su regreso quedan horrorizados: los niños están hambrientos, sucios y enfermos; están llorando desconsolados para que la niñera les preste atención, pero ella no les hace ningún caso. ¿Por qué? Porque está subida en una escalera limpiando las ventanas. Los padres, furiosos, le exigen una explicación. Ella les responde: “¡Miren todo lo que he hecho! Las ventanas están limpias, ¿no? También arreglé varias cosas de la casa; todo lo hice por ustedes”. ¿Se sentirán mejor los padres? ¡Por supuesto que no! Ellos nunca le pidieron que hiciera esos trabajos; solo querían que cuidara a sus hijos. Están furiosos porque ella no siguió sus instrucciones.

      13 La cristiandad ha actuado como la niñera del ejemplo. Jesús les mandó a sus representantes que alimentaran espiritualmente a las personas, les enseñaran la verdad de la Palabra de Dios y les ayudaran a adorar a Dios de forma correcta y limpia (Juan 21:15-17). Pero la cristiandad no ha obedecido en absoluto el mandato de Jesús. Ha dejado a la gente hambrienta en sentido espiritual, en total ignorancia de las verdades bíblicas elementales y completamente confundida con sus mentiras (Isaías 65:13; Amós 8:11). Ni siquiera sus intentos de mejorar este mundo justifican su desobediencia deliberada. Al fin y al cabo, este sistema mundial es como una casa destinada a ser demolida, pues la Palabra de Dios enseña con claridad que el mundo de Satanás pronto será eliminado (1 Juan 2:15-17).

      14. ¿Qué labor hace feliz a Jesús en la actualidad?

      14 Por otro lado, Jesús debe de sentir mucha felicidad al ver desde el cielo a millones de personas que están obedeciendo su mandato de hacer discípulos (Mateo 28:19, 20). ¡Qué privilegio tan grande es hacer feliz al Rey mesiánico! Nunca dejemos de colaborar con “el esclavo fiel y prudente” (Mateo 24:45). Este pequeño grupo de cristianos ungidos no es como los líderes de la cristiandad. Más bien, con obediencia y fidelidad, ha dirigido la predicación y ha alimentado a las ovejas de Cristo.

      15, 16. a) ¿Cómo se siente Jesús al ver que en el mundo hay muy poco amor, y cómo lo sabemos? b) ¿Con qué actos se ha ganado la cristiandad la indignación de Jesús?

      15 Tristemente, en el mundo hay muy poco amor, y podemos estar seguros de que eso le enfurece a nuestro Rey. Recordemos cómo se sintió Jesús cuando los fariseos lo criticaron por curar en sábado. Ellos tenían el corazón tan endurecido y eran tan tercos que no veían más allá de su estrecha interpretación de la Ley mosaica y la ley oral. A los fariseos no les importaba que los milagros de Jesús fortalecieran la fe de la gente y la llenaran de alivio y alegría. ¿Qué sintió Jesús ante la actitud de ellos? En cierta ocasión miró “con indignación a los que estaban a su alrededor” y se sintió “muy dolido al ver que tenían el corazón tan duro” (Marcos 3:5).

      16 En la actualidad, Jesús ve muchas cosas más que hacen que se sienta “muy dolido”. Los líderes de la cristiandad están cegados por su devoción a doctrinas y tradiciones que contradicen las Escrituras. Además, odian la predicación de las buenas noticias del Reino de Dios. De hecho, han fomentado en muchas partes del mundo una persecución despiadada contra los cristianos que se esfuerzan por dar a conocer el mensaje de Jesús (Juan 16:2; Apocalipsis 18:4, 24). Y, por si fuera poco, suelen animar a sus fieles a ir a la guerra y matar gente..., ¡como si eso le agradara a Jesucristo!

      17. ¿Cómo alegran el corazón de Jesús sus auténticos seguidores?

      17 En cambio, los auténticos seguidores de Jesús se esfuerzan por mostrar amor al prójimo. Igual que él, llevan las buenas noticias a “toda clase de personas” a pesar de la oposición de sus enemigos (1 Timoteo 2:4). Y el amor que se muestran unos a otros es extraordinario; es el rasgo que mejor los distingue (Juan 13:34, 35). Ellos tratan a sus hermanos con amor, respeto y dignidad, y así demuestran que siguen de verdad los pasos de Jesús y alegran el corazón del Rey mesiánico.

      18. ¿Qué cosas le causan dolor a nuestro Amo, pero qué le causa alegría?

      18 Pero también recordemos que a nuestro Amo le duele cuando sus seguidores se dan por vencidos, permiten que se enfríe su amor por Jehová y dejan de servirle (Apocalipsis 2:4, 5). En cambio, se alegra cuando aguantan hasta el fin (Mateo 24:13). Por eso es tan necesario que no olvidemos nunca su mandato: “Continúa siguiéndome” (Juan 21:19). Veamos algunas de las bendiciones que el Rey mesiánico les dará a quienes se mantengan firmes hasta el fin.

      El Rey llena de bendiciones a sus siervos fieles

      19, 20. a) ¿Qué bendiciones ya están recibiendo quienes siguen a Jesús? b) ¿De qué manera llega a ser Jesús nuestro “Padre Eterno”?

      19 Seguir a Jesús abre la puerta a una vida repleta de bendiciones desde ahora. Si aceptamos a Cristo como nuestro Amo —siguiendo su dirección y guiándonos por su ejemplo—, encontraremos tesoros que la gente por todo el mundo busca en vano. Se nos bendecirá con una labor que le da sentido a nuestra vida, una familia espiritual unida por los lazos del verdadero amor, una conciencia limpia y paz interior. En pocas palabras, tendremos una vida realmente feliz. Pero aún hay más.

      20 Jehová les ha dado a todas las personas que tienen la esperanza de vivir eternamente en la Tierra un “Padre Eterno”, Jesús. Él es el sustituto de nuestro primer padre, Adán, quien le falló gravemente a toda su descendencia (Isaías 9:6, 7). Si aceptamos a Jesús como nuestro “Padre Eterno” —mostrando fe en él—, tendremos la esperanza segura de vivir para siempre. Además, nos sentiremos cada vez más cerca de Jehová Dios. Como ya vimos, esforzarnos por seguir el ejemplo de Jesús cada día es la mejor forma de obedecer este mandato: “Imiten a Dios como hijos amados” (Efesios 5:1).

      21. ¿Cómo reflejan luz los seguidores de Cristo en este mundo oscuro?

      21 Al imitar a Jesús y a su Padre, Jehová, tenemos un maravilloso privilegio: el de reflejar una luz resplandeciente. Vivimos en un mundo sumido en las tinieblas, donde miles de millones de personas son engañadas por Satanás e imitan su modo de ser. Sin embargo, los seguidores de Cristo reflejamos por todas partes la luz más brillante que existe: la luz de las verdades bíblicas, la luz de las excelentes cualidades cristianas, la luz de la alegría, de la paz y del amor verdadero. Y, al imitar a Jesús, también nos acercamos más a Jehová, que es el objetivo más elevado que alguien puede alcanzar.

      En el cielo, Jesús sentado en su trono gobernando a los seres humanos fieles.

      22, 23. a) ¿Qué bendiciones les esperan a los que continúen siguiendo fielmente a Jesús? b) ¿Qué determinación debemos tomar?

      22 Piense, además, en lo que Jehová desea hacer por usted en el futuro mediante su Rey mesiánico. Pronto, este Rey librará una guerra justa contra el malvado sistema de Satanás. ¡Su victoria es segura! (Apocalipsis 19:11-15). A continuación, Cristo comenzará su Reinado de Mil Años sobre la Tierra. Gracias a este gobierno celestial, todos los seres humanos fieles podrán disfrutar de todos los beneficios del rescate y llegar a la perfección. Imagínese cuando tenga una salud inmejorable, cuando sea cada vez más joven y fuerte, y cuando trabaje con alegría al lado de sus hermanos para convertir esta Tierra en un paraíso. Al final del Milenio, Jesús le entregará el Reino a su Padre (1 Corintios 15:24). Si usted continúa siguiendo fielmente a Cristo, recibirá “la gloriosa libertad de los hijos de Dios”, la mayor recompensa que puede haber (Romanos 8:21). Así es, disfrutaremos de todas las bendiciones que Adán y Eva tuvieron y perdieron. Los hijos terrestres de Jehová estaremos libres por siempre de la mancha del pecado que heredamos de Adán. Por fin, “la muerte ya no existirá” (Apocalipsis 21:4).

      23 ¿Se acuerda del joven gobernante rico del que hablamos en el capítulo 1? Cuando Jesús le dijo “Ven y sé mi seguidor”, él rechazó esa invitación (Marcos 10:17-22). Que no le pase a usted lo mismo. Más bien, acepte la invitación de Jesús con alegría y entusiasmo. Deseamos que tome la firme determinación de aguantar con lealtad y continuar siguiendo al Pastor excelente día tras día, año tras año. Así, cuando llegue el maravilloso día en que todas las promesas de Jehová se hagan realidad, usted estará allí para verlo.

  • “Ven y verás” al Cristo
    “Ven y sé mi seguidor”
    • SECCIÓN 1

      “Ven y verás” al Cristo

      Aunque Jesús vivió como ser humano hace unos 2.000 años, todavía hoy podemos aceptar esta invitación que aparece en la Biblia: “Ven y verás” al Hijo de Dios (Juan 1:46). Los Evangelios pintan un cuadro muy vivo de su personalidad, actitudes y manera de actuar. En esta sección veremos algunas de sus cualidades más sobresalientes.

  • Fue “enseñando [...] y predicando las buenas noticias”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • SECCIÓN 2

      Fue “enseñando [...] y predicando las buenas noticias”

      El carpintero, el que hacía milagros, el que curaba a la gente... Jesús fue todo eso y mucho más. Sin embargo, cuando las personas hablaban con él, no usaban esos términos. Más bien, lo llamaban Maestro. De hecho, la obra más importante en su vida era enseñar y predicar las buenas noticias (Mateo 4:23). Los discípulos de Jesús tenemos que llevar a cabo esa misma obra. En esta sección estudiaremos su ejemplo, que nos mostrará cómo cumplir con esta labor.

  • “El amor del Cristo nos obliga”
    “Ven y sé mi seguidor”
    • SECCIÓN 3

      “El amor del Cristo nos obliga”

      ¿Qué nos impulsa a seguir a Jesús? El apóstol Pablo responde: “El amor del Cristo nos obliga” (2 Corintios 5:14). En esta sección hablaremos acerca del amor de Jesús por Jehová, por la humanidad y por cada uno de nosotros. Ver el amor que él demostró nos conmoverá y hará que sintamos más ganas de seguir cada vez mejor el ejemplo de nuestro Maestro.

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