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La controversia acerca de la muerte de JesúsLa Atalaya 1991 | 15 de febrero
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La controversia acerca de la muerte de Jesús
EL DÍA de la Pascua de 33 E.C. tuvo lugar una ejecución triple. Tres hombres sentenciados a la pena capital fueron conducidos a un lugar fuera de los muros de Jerusalén y ejecutados de manera muy dolorosa y humillante: fueron fijados en maderos enhiestos. Ese tipo de ejecución era común en tiempos romanos, así que pudiera esperarse que para ahora y desde hace mucho se hubieran olvidado las muertes relacionadas con aquella Pascua. Pero uno de los ejecutados fue Jesucristo. Su muerte ocasionó cambio y controversia de gran importancia en el terreno de lo religioso.
Desde aquel suceso han pasado casi dos mil años; por eso puede que usted tienda a considerarlo simplemente historia antigua. Con todo, ¿está usted al tanto de que la controversia que surgió allí está lejos de verse resuelta?
Como usted tal vez sepa, millones de personas sostienen que Jesús dio su vida por ellas. Creen fervorosamente que la muerte de Cristo es la clave de la redención y del perdón de los pecados, que la fe en esa muerte es el medio de alcanzar la salvación. Con todo, es sorprendente que un artículo de una revista anglicana, Anglican Theological Review, informe que esta acariciada creencia está “en dificultades”. Y las “dificultades” proceden de líderes religiosos.
La Anglican Theological Review explica: “En el pensamiento cristiano la doctrina de la expiación está en dificultades porque se han cuestionado sus fundamentos bíblicos, se ha sobrecargado de ideas efímeras su formulación [...], y en la espiritualidad popular su expresión ha tomado la forma de emotividad personal y autojustificación sin crítica”. En realidad, entre los teólogos, tanto protestantes como católicos, no hay ningún acuerdo en cuanto a lo que significa la muerte de Jesucristo, o si tiene algún significado.
Usted quizás opine que esto es solo una disputa entre unos especialistas en teología y que no tiene conexión con su vida. Pero piense en esto: Si en verdad la muerte de Jesús se relaciona con la posición de usted ante Dios y su esperanza de vivir para siempre (en el cielo o en otro lugar), entonces usted debe examinar esta controversia.
¿Por qué siguen discutiendo el asunto los teólogos? Por ejemplo, considere el caso de la Iglesia Católica Romana. Tiene un dogma bien definido sobre la inmortalidad del alma y sobre la Trinidad. Sin embargo, por extraño que parezca, esa iglesia está indecisa respecto a la redención mediante la muerte de Cristo. La New Catholic Encyclopedia reconoce lo siguiente: “Se han desarrollado muchos sistemas divergentes para explicar cómo se libra al hombre del mal del pecado y se le restablece en la gracia [...] Pero no se ha tenido éxito absoluto con ninguno de esos sistemas. [...] En parte queda sin lograrse la teología de la Redención, y sigue siendo un problema teológico”.
No debería sorprenderle, pues, que de los millones que salmodian con fervor que ‘Jesús murió por nosotros’, pocas personas tengan idea clara de lo que eso en realidad significa. Como lo expresa la Anglican Theological Review: “Cuando se le presiona [...] a menudo sucede que el creyente cristiano no puede dar la fuente bíblica de la doctrina ni explicar cómo obra”. Los miembros de las iglesias, bajo el peso de una enseñanza que ni entienden ni pueden explicar, no pueden ver qué importancia tiene la muerte de Cristo en la vida de ellos.
El que la cristiandad no haya enunciado una doctrina clara sobre la redención también le ha impedido llegar con el mensaje cristiano a judíos, hindúes, budistas y otros. Aunque muchos de estos admiran y respetan muchas de las enseñanzas de Jesús, la confusión en cuanto a la muerte de Cristo y lo que esa muerte significa les cierra el camino a la fe.
¿Es el significado de la muerte de Cristo sencillamente un misterio... algo que esté más allá de la comprensión humana?, ¿o hay una explicación razonable de ella, con base en la Biblia? Estas preguntas merecen que usted las examine, pues la Biblia hace esta asombrosa afirmación respecto a Cristo: ‘Todo el que ejerce fe en él no será destruido, sino que alcanzará vida eterna’. (Juan 3:16.)
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El rescate... la doctrina perdida de la cristiandadLa Atalaya 1991 | 15 de febrero
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El rescate... la doctrina perdida de la cristiandad
EL RESCATE, la creencia de que Jesús murió por la humanidad pecaminosa, es fundamental en el cristianismo verdadero. No obstante, por mucho tiempo esta doctrina ha sido blanco de la crítica y la burla de teólogos de la cristiandad.
¿A qué se debe eso? ¿No dijo Jesús mismo en Marcos 10:45: “El Hijo del hombre no vino para que se le ministrara, sino para ministrar y para dar su alma en rescate en cambio por muchos”?
Algunos han alegado que Jesús nunca dijo esas palabras; dicen que fueron inventadas después de su muerte bajo la influencia del apóstol Pablo. ¡Otros sostienen que en ese texto “rescate” es una figura retórica o que la doctrina viene de la mitología griega! De modo que el rescate casi ha desaparecido de las enseñanzas eclesiásticas.
Sin embargo, bien puede ser que usted se pregunte cómo entendieron los cristianos primitivos la muerte de Jesús. Pablo nos dice en 2 Corintios 5:14, 15: “El amor que el Cristo tiene nos obliga, porque esto es lo que hemos juzgado, que un hombre murió por todos [...] para que los que viven no vivan ya para sí, sino para el que murió por ellos y fue levantado”. ¡Cuán elocuentemente sencilla era esta doctrina!... completamente libre de las complicadas alteraciones de que sería objeto después a manos de los teólogos eclesiásticos.
¿Cabe la posibilidad de que Pablo haya inventado esta doctrina? No; pues él explica en 1 Corintios 15:3: “Les transmití, entre las primeras cosas, lo que yo también recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras”. Está claro que mucho antes de que Pablo escribiera sus epístolas los cristianos ya entendían que la muerte de Jesús fue en sacrificio, un verdadero precio pagado para redimir a la humanidad pecaminosa, un rescate. Además, como indica Pablo, ellos entendían que la muerte de Cristo cumplía “las Escrituras”, es decir, profecías como las del Salmo 22 e Isaías 53 en las Escrituras Hebreas o “Antiguo Testamento”.
Preguntas sin contestar
Si usted opta por investigar los hechos por sí mismo hallará que, para el tiempo de los apóstoles, en el cristianismo se fueron infiltrando enseñanzas apóstatas. (Hechos 20:29, 30; 2 Timoteo 4:3, 4.) Con todo, persistió la creencia en el sacrificio de rescate de Cristo, como lo muestran los escritos de los primitivos Padres de la Iglesia. No obstante, cuando teólogos posteriores ahondaron en la doctrina del rescate, surgieron preguntas difíciles de contestar, como: ¿A quién se pagó el rescate? ¿Y por qué era necesario tal pago?
En el siglo IV E.C., Gregorio de Nisa y otros presentaron el punto de vista de que ¡el rescate se había pagado a Satanás el Diablo! Satanás, afirmaron, tenía al hombre en su poder, y se le pagó un rescate para librar a la humanidad. Sin embargo, un contemporáneo llamado Gregorio de Nacianzo (Nacianceno) vio una gran falla en aquella teoría. Daba a entender que Dios le debía algo al Diablo... ¡lo cual resulta realmente absurdo! Con todo, la idea de un rescate pagado al Diablo se hizo popular y subsistió por siglos.
¿Pudiera ser que el rescate se hubiera pagado a Dios mismo? Gregorio de Nacianzo creía que esta idea también planteaba problemas. Puesto que ‘no estábamos en cautiverio a [Dios]’, ¿por qué tendría que pagársele un rescate? Además, ¿‘podría el Padre deleitarse en la muerte de su Hijo’ al requerir un rescate? Estas eran preguntas aparentemente difíciles de contestar que parecían poner en duda el rescate mismo.
Muerte del rescate
La investigación que usted hiciera de esta cuestión pudiera llevarlo entonces al comienzo del siglo XII. Anselmo, arzobispo de Canterbury, trató de contestar aquellas preguntas en su libro Cur Deus Homo (Por qué Dios se hizo hombre). El libro enseñaba que la muerte de Cristo era el medio de satisfacer la justicia divina, aunque no era un rescate. Anselmo sostuvo que perdonar el pecado mediante un rescate sin satisfacer la justicia equivaldría a dejar sin corregir el pecado. “Pero no sería propio que Dios dejara nada sin corregir en Su Reino”, dijo Anselmo. Entonces, ¿cómo corrigió Dios los asuntos?
Anselmo, al argüir que el ‘pecar deshonra a Dios’, dijo que no habría bastado con “simplemente restituir lo que [el pecado de Adán] ha quitado”. Puesto que se había ofendido a Dios, no bastaría con un rescate... ni siquiera el sacrificio de un hombre perfecto. “Considerando la ofensa que se cometió —razonó el clérigo—, había que devolver más de lo que se había quitado.” (Cursivas nuestras.) ¡Anselmo arguyó que esto requería la muerte de alguien que fuera “tanto Dios como hombre”!
Prescindiendo de lo que piense usted en cuanto a las enseñanzas de Anselmo, estas convencieron a sus contemporáneos y siguen ejerciendo influencia en la actualidad. ¡Pues a la misma vez Anselmo había reforzado la doctrina de la Trinidad y asestado un golpe mortal al rescate... por lo menos en la cristiandad! “Satisfacción” se convirtió en la expresión favorita de los teólogos, mientras que el término “rescate” fue pasando gradualmente a la oscuridad. Con todo, las teorías de Anselmo se basaban casi totalmente en lógica engañosa, no en la Biblia. Y con el tiempo eruditos como Tomás de Aquino comenzaron a restar vigor a la teoría de Anselmo sobre la “satisfacción” mediante su propia ingeniosa lógica. Las conjeturas se hicieron muy comunes. Las teorías sobre la redención se multiplicaron, y la controversia siguió apartándose cada vez más de las Escrituras y hundiéndose más en el razonamiento humano, la filosofía y el misticismo.
La Reforma y el rescate
No obstante, acerquémonos un poco más a nuestros tiempos. Al estallar la tempestad de la Reforma protestante en el siglo XVI, nació un grupo radical llamado los socinianosa. Estos negaban que la muerte de Jesús hubiera de alguna manera “conseguido salvación para nosotros”, y decían que tal creencia era “falaz, errónea y muy perniciosa [...], incompatible con las Escrituras y con la razón” (The Racovian Catechisme [El catecismo de Racow]). Puesto que Dios perdona liberalmente, no había que satisfacer la justicia. La muerte de Cristo, alegaban, redimía en el sentido de que movía a los hombres a imitar su ejemplo perfecto.
Ante el ataque de esas herejías y otras, la Iglesia Católica lanzó un contraataque y convocó el Concilio de Trento (desde 1545 hasta 1563 E.C.). Pero aunque se adoptaron posturas sobre muchas cuestiones doctrinales, el concilio fue impreciso y evasivo respecto a la redención. Se habló del ‘mérito de Jesucristo’ y se empleó el término “satisfacción”, pero se evitó cuidadosamente el término “rescate”. Por consiguiente, la iglesia eludió comprometerse adoptando alguna postura bíblica bien definida. La puerta quedó completamente abierta a las conjeturas.
Por qué han fracasado los líderes religiosos
Desde el Concilio de Trento, los teólogos —tanto católicos como protestantes— han desarrollado un sinnúmero de teorías sobre la redención. (Véase el recuadro de la página 7.) Sin embargo, no hay ningún acuerdo a la vista sobre el significado de la muerte de Cristo. Los teólogos convienen solamente en que desprecian el término bíblico “rescate” y prefieren pasarlo por alto, minimizarlo o deshacerse de él mediante explicaciones. El significado de la muerte de Cristo se expone con jerga técnica, complejos retorcimientos de lógica falaz, y términos altisonantes, como “influencia moral” y “satisfacción física representativa”. En vez de edificar fe en la muerte de Cristo, el clero de la cristiandad ha convertido el madero de tormento de Cristo en una desconcertante piedra de tropiezo.
¿Qué causa fundamental tiene ese terrible fracaso? El teólogo católico Boniface A. Willems lo atribuye a que a los teólogos se les “educa en aislamiento cuidadosamente protegido”... demasiado alejados de las verdaderas necesidades de la genteb. ¿No tiende usted a concordar con esa opinión? Con todo, Jeremías 8:9 va más allá, y señala a la verdadera raíz del problema: “¡Miren! Ellos han rechazado la mismísima palabra de Jehová, y ¿qué sabiduría tienen?”.
Es cierto que la doctrina del rescate puede dar paso a algunas preguntas difíciles de contestar. (2 Pedro 3:16.) Pero en lugar de buscar las respuestas en las Escrituras, los teólogos han acudido a la sabiduría y la lógica humanas. (1 Corintios 1:19, 20; 2:13.) Se han atrevido a rechazar toda porción de la Biblia que no se acomoda a sus conceptos o teorías. (2 Timoteo 3:16.) Han fomentado enseñanzas no bíblicas, como la doctrina de la Trinidad. (Juan 14:28.) Y su mayor fracaso es que han hecho de la salvación del hombre lo más importante de todo, mientras que han pasado por alto cuestiones de más peso relacionadas con el nombre y el Reino de Dios. (Mateo 6:9, 10.)
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