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Orgullosos de ser cristianosLa Atalaya 2005 | 15 de febrero
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Orgullosos de ser cristianos
“El que se jacta, jáctese en Jehová.” (1 CORINTIOS 1:31.)
1. ¿Qué actitud adoptan muchas personas en materia religiosa?
CIERTO analista religioso se refirió a la actitud que cada vez más personas adoptan hacia sus creencias de esta manera: “La mayor tendencia religiosa actual no es una nueva fe, sino más bien una actitud: el indiferentismo”. Este término suele aplicarse al desinterés por los asuntos de la religión. Como indicó el citado analista, hay mucha gente que “cree en Dios [...]; pero no se interesa lo más mínimo en él”.
2. a) ¿Por qué no nos sorprende el indiferentismo religioso? b) ¿Qué peligro presenta la apatía espiritual para los cristianos?
2 La tendencia al indiferentismo no es algo que sorprenda a los estudiantes de la Biblia (Lucas 18:8). Es más, en materia de religión, cabe esperar tal desinterés, pues las religiones falsas han engañado y decepcionado a la humanidad por siglos (Revelación [Apocalipsis] 17:15, 16). Ahora bien, este dominante espíritu de despreocupación y falta de entusiasmo presenta un peligro para los cristianos verdaderos. No podemos permitir que nos invada la apatía espiritual y perdamos el celo por nuestro servicio a Dios y las verdades bíblicas. Jesús previno a los cristianos de Laodicea contra la tibieza espiritual así: “No eres ni frío ni caliente. Quisiera que fueras frío o, si no, caliente [...;] eres tibio” (Revelación 3:15-18).
Percibamos quiénes somos
3. ¿Qué aspectos de nuestra identidad son para nosotros motivo de orgullo?
3 A fin de combatir la apatía espiritual, los cristianos hemos de tener un concepto claro de quiénes somos y estar moderadamente orgullosos de ello. A los siervos de Jehová y discípulos de Cristo, la Biblia nos identifica como “testigos” de Jehová y “colaboradores de Dios” en la predicación de las “buenas nuevas” (Isaías 43:10; 1 Corintios 3:9; Mateo 24:14). Los verdaderos cristianos nos ‘amamos unos a otros’ (Juan 13:34). “Mediante el uso” tenemos las “facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto” (Hebreos 5:14). Somos “iluminadores en el mundo” (Filipenses 2:15). Y, además, procuramos ‘mantener una conducta excelente entre las naciones’ (1 Pedro 2:12; 2 Pedro 3:11, 14).
4. ¿Cómo sabemos los siervos de Jehová lo que no somos?
4 Los auténticos siervos de Jehová también sabemos lo que no somos. No somos “parte del mundo”, tal como tampoco lo fue nuestro Caudillo, Jesucristo (Juan 17:16). Permanecemos separados de “las naciones”, las cuales “mentalmente se hallan en oscuridad, y alejadas de la vida que pertenece a Dios” (Efesios 4:17, 18). En consecuencia, repudiamos “la impiedad y los deseos mundanos” y vivimos “con buen juicio y justicia y devoción piadosa en medio de este sistema de cosas actual” (Tito 2:12).
5. ¿Qué significa ‘jactarse en Jehová’?
5 Tener una idea clara de nuestra identidad y nuestra relación con el Soberano del universo nos da razón para ‘jactarnos en Jehová’ (1 Corintios 1:31). ¿En qué sentido? Los verdaderos cristianos nos enorgullecemos de que Jehová sea nuestro Dios. Y aceptamos la exhortación: “El que se gloría, gloríese a causa de esta misma cosa: de tener perspicacia y de tener conocimiento de mí, que yo soy Jehová, Aquel que ejerce bondad amorosa, derecho y justicia en la tierra” (Jeremías 9:24). Nos jactamos, por decirlo así, porque tenemos el privilegio de conocer a Dios y serle de utilidad para ayudar al prójimo.
No es fácil
6. ¿Por qué no les resulta fácil a algunos mantener una idea clara de su identidad cristiana?
6 Ha de reconocerse que no siempre resulta fácil mantener una idea clara de nuestra identidad cristiana. Cierto joven criado en un hogar cristiano recuerda que pasó por una época de debilidad espiritual: “A veces era como si no supiera por qué era testigo de Jehová. Conocía la verdad desde pequeño, pero en ocasiones me sentía como si perteneciera a cualquier otra religión convencional”. Hay quienes tal vez se han dejado moldear por el entretenimiento, los medios de comunicación y la actitud irreverente ante la vida (Efesios 2:2, 3). Puede que de vez en cuando algunos cristianos abriguen dudas y se replanteen sus valores y metas.
7. a) ¿Qué tipo de autoexamen es apropiado para los siervos de Dios? b) ¿Dónde radica el peligro?
7 ¿Está mal reexaminarse de vez en cuando? No. Seguramente recordamos que el apóstol Pablo animó a los cristianos a hacerse un examen de conciencia. “Sigan poniéndose a prueba —escribió— para ver si están en la fe, sigan dando prueba de lo que ustedes mismos son.” (2 Corintios 13:5.) Con estas palabras, los instó a esforzarse por identificar cualquier debilidad espiritual que pudiera haber surgido y tomar las medidas pertinentes para corregirla. El cristiano que desea asegurarse de que está en la fe debe determinar si sus hechos y palabras armonizan con lo que afirma creer. No obstante, la reflexión será en vano y posiblemente demoledora en sentido espiritual si no está bien encauzada y nos lleva a tratar de “encontrarnos a nosotros mismos” o de hallar respuestas en un plano ajeno a nuestra relación con Jehová o la congregación cristiana.a Nunca quisiéramos ‘experimentar el naufragio de nuestra fe’ (1 Timoteo 1:19).
No somos inmunes a las dificultades
8, 9. a) ¿Cómo expresó Moisés falta de confianza en sí mismo? b) ¿Cómo respondió Jehová a los reparos de Moisés? c) ¿Cómo nos sentimos ante las tranquilizadoras promesas de Jehová?
8 ¿Deben los cristianos que a veces pasan por momentos de inseguridad sentir que han fallado? ¡Claro que no! Es más, puede resultarles consolador saber que no son los primeros en sentirse así, sino que fieles testigos de Dios de la antigüedad también experimentaron la misma sensación. Tomemos por ejemplo a Moisés, quien manifestó fe, lealtad y devoción extraordinarias. Cuando se le encargó una misión a su juicio muy difícil, preguntó titubeante: “¿Quién soy yo [...]?” (Éxodo 3:11). Es posible que Moisés estuviera pensando: “Yo soy un don nadie” o “Soy un inepto”. Quizás le hicieron pensar de ese modo algunos aspectos de su pasado, como pertenecer a una nación de esclavos o haber sido rechazado por los israelitas; por otra parte, no se expresaba con soltura (Éxodo 1:13, 14; 2:11-14; 4:10). Además, era pastor, una labor que detestaban los egipcios (Génesis 46:34). No es de extrañar que se sintiera incapaz de liberar de la esclavitud al pueblo de Dios.
9 Jehová tranquilizó a Moisés formulando dos grandes promesas: “Yo resultaré estar contigo, y esta es la señal para ti de que soy yo quien te ha enviado: Después que hayas sacado de Egipto al pueblo, ustedes servirán al Dios verdadero sobre esta montaña” (Éxodo 3:12). Dios le aseguró a su vacilante siervo que siempre lo respaldaría y que sin falta libertaría a Su pueblo. A lo largo de los siglos, Dios ha hecho promesas de apoyo similares. Por ejemplo, justo antes de que los israelitas entraran en la Tierra Prometida, se valió de Moisés para decirles: “Sean animosos y fuertes. [...] Jehová tu Dios es el que marcha contigo. No te desamparará ni te dejará enteramente” (Deuteronomio 31:6). Jehová también le aseguró a Josué: “Nadie se plantará con firmeza delante de ti en todos los días de tu vida [...;] resultaré estar contigo. No te desampararé ni te dejaré enteramente” (Josué 1:5). Y a los cristianos promete: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé” (Hebreos 13:5). Contar con tal respaldo debe hacernos sentir orgullosos de ser cristianos.
10, 11. ¿Qué le ayudó al levita Asaf a no perder de vista el valor de su servicio a Jehová?
10 Unos cinco siglos después de Moisés, un levita fiel de nombre Asaf expresó con franqueza sus dudas acerca del valor de llevar una vida recta. En medio de sus pruebas y tentaciones, se fijó en la prosperidad de algunos que se mofaban de Dios. ¿Qué efecto le produjo? Admitió: “En cuanto a mí, mis pies casi se habían desviado, casi se había hecho que mis pasos resbalaran. Porque llegué a tener envidia de los jactanciosos, cuando veía la mismísima paz de los inicuos”. Asaf comenzó a dudar del valor de servir a Jehová. Y pensó: “De seguro, en vano he limpiado mi corazón y lavo mis manos en la inocencia misma. Y llegué a ser plagado todo el día” (Salmo 73:2, 3, 13, 14).
11 ¿Cómo superó Asaf estos sentimientos inquietantes? ¿Negó que los tuviera? No. Se los expresó a Dios, tal como leemos en el Salmo 73. El momento crucial fue cuando acudió al santuario del templo. Allí se dio perfecta cuenta de que la devoción a Dios es el mejor modo de vivir. Con un renovado aprecio por los asuntos espirituales, comprendió que Jehová odia la maldad y que al debido tiempo los malvados recibirán su merecido (Salmo 73:17-19). Reafirmó con ello su identidad como siervo privilegiado de Jehová, y oró a Dios: “Constantemente estoy contigo; tú me has asido de la mano derecha. Con tu consejo me guiarás, y después me llevarás aun a la gloria” (Salmo 73:23, 24). Asaf volvió a sentirse orgulloso de su Dios (Salmo 34:2).
Tuvieron un marcado sentido de identidad
12, 13. ¿Qué personajes bíblicos, por ejemplo, se enorgullecieron de su relación con Dios?
12 Una manera de reforzar nuestro sentido de identidad cristiana es estudiar e imitar la fe de los siervos leales de Dios, los cuales se enorgullecieron de su relación con él pese a las adversidades. Veamos el caso de José, el hijo de Jacob. Siendo muy joven, fue vendido traidoramente como esclavo y arrancado de su entrañable ambiente familiar para ser llevado a Egipto, a cientos de kilómetros de su devoto padre. José no contaba allí con nadie a quien dirigirse por consejo, y tuvo que enfrentarse a situaciones difíciles que pusieron a prueba sus valores morales y su confianza en Dios. Sin embargo, se esforzó concienzudamente por no perder su marcado sentido de identidad como siervo de Dios, lo que le permitió mantenerse fiel a sus principios. Consideraba un honor ser siervo de Jehová aunque se encontrara en un ambiente hostil, y nunca escondió su parecer (Génesis 39:7-10).
13 Ocho siglos después, una niña israelita que llegó a ser esclava del general sirio Naamán no olvidó que era adoradora de Jehová. Cuando se presentó la oportunidad, dio con valor un buen testimonio al decir que Eliseo era un profeta del Dios verdadero (2 Reyes 5:1-19). Años más tarde, el joven rey Josías, aunque estaba rodeado por un ambiente corrupto, promulgó profundas reformas religiosas, reparó el templo y condujo a la nación de vuelta a Jehová. Se enorgulleció de su fe y adoración (2 Crónicas, capítulos 34, 35). Daniel y sus tres compañeros hebreos tampoco olvidaron nunca su identidad como siervos de Jehová y, aun cuando soportaron presiones y tentaciones, permanecieron leales. Es obvio que se sentían orgullosos de servir a Jehová (Daniel 1:8-20).
Estemos orgullosos de ser cristianos
14, 15. ¿Qué implica el que nos jactemos de nuestra identidad cristiana?
14 Todos estos siervos de Dios tuvieron éxito porque cultivaron un orgullo sano por su posición ante Jehová. ¿Y nosotros? ¿Qué implica el que, por decirlo así, nos jactemos de nuestra identidad cristiana?
15 En primer lugar incluye un profundo agradecimiento por ser parte del pueblo de Jehová y contar con Su bendición y aprobación. Dios no tiene ninguna duda sobre quiénes son los suyos. El apóstol Pablo, que vivió en una época de gran confusión religiosa, escribió: “Jehová conoce a los que le pertenecen” (2 Timoteo 2:19; Números 16:5). Dios se enorgullece de “los que le pertenecen”, y afirma: “El que los toca a ustedes está tocando el globo de mi ojo” (Zacarías 2:8). Innegablemente, Jehová nos ama. Es lógico, pues, que nuestra relación con Dios esté cimentada en un profundo amor a él. Pablo señaló: “Si alguien ama a Dios, este es conocido por él” (1 Corintios 8:3).
16, 17. ¿Por qué pueden los cristianos, tanto jóvenes como mayores, enorgullecerse de su legado espiritual?
16 Los jóvenes criados como testigos de Jehová hacen bien en examinar si su identidad cristiana va consolidándose mediante una relación personal con Dios, ya que no pueden depender solo de la fe de sus padres. Pablo escribió lo siguiente tocante al siervo de Dios: “Para su propio amo está en pie o cae”. Por consiguiente, añadió: “Cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios” (Romanos 14:4, 12). Está bien claro: no podemos mantener una relación estrecha y duradera con Jehová limitándonos a seguir la tradición religiosa de la familia.
17 A lo largo de la historia ha habido un sinnúmero de testigos de Jehová Dios: desde el fiel Abel —que vivió hace unos sesenta siglos— hasta la “gran muchedumbre” de Testigos actuales, pasando por infinidad de siervos de Dios. Todos estos disfrutarán de un futuro eterno (Revelación 7:9; Hebreos 11:4). Nosotros somos los últimos de esta enorme lista de adoradores fieles. ¿Verdad que hemos heredado un rico legado espiritual?
18. ¿Cómo nos distingue del resto del mundo nuestro conjunto de valores y normas?
18 Nuestra identidad cristiana también incluye el conjunto de valores, cualidades, normas y características que nos distinguen como cristianos. Se trata del “Camino”, el único modo de vivir que merece la pena y que nos granjea el favor de Dios (Hechos 9:2; Efesios 4:22-24). Los cristianos nos aseguramos “de todas las cosas” y nos adherimos “firmemente a lo que es excelente” (1 Tesalonicenses 5:21). Conocemos muy bien el abismo que separa al cristianismo del mundo alejado de Dios. Jehová no deja lugar a dudas al establecer la diferencia entre la adoración verdadera y la falsa. De hecho, declaró mediante su profeta Malaquías: “Ustedes ciertamente verán de nuevo la distinción entre uno justo y uno inicuo, entre uno que sirve a Dios y uno que no le ha servido” (Malaquías 3:18).
19. ¿En qué no caerán nunca los cristianos?
19 En vista de que ‘jactarse en Jehová’ es tan importante en este mundo confuso, ¿qué nos ayudará a conservar un sano orgullo por nuestro Dios y un marcado sentido de la identidad cristiana? Se ofrecen buenos consejos en el artículo siguiente. Estudiarlos nos va a dejar algo muy claro: los cristianos verdaderos nunca caerán en el indiferentismo.
[Nota]
a En este artículo solo se alude a la identidad espiritual. Los problemas de identidad debido a enfermedades mentales tal vez requieran asistencia médica.
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Protejamos nuestra identidad cristianaLa Atalaya 2005 | 15 de febrero
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Protejamos nuestra identidad cristiana
“Ustedes son mis testigos —es la expresión de Jehová—.” (ISAÍAS 43:10.)
1. ¿A qué tipo de personas atrae Jehová?
CUANDO estamos en el Salón del Reino y miramos a nuestro alrededor, ¿qué observamos? Seguramente, vemos a jóvenes sinceros que prestan atención a la sabiduría bíblica (Salmo 148:12, 13), a cabezas de familia que procuran servir a Dios en un mundo que menosprecia la vida familiar, y a nuestros queridos hermanos mayores que cumplen lealmente con su dedicación a Jehová pese a sus enfermedades (Proverbios 16:31). Todos ellos aman de corazón a Jehová, y este ha tenido a bien darles la oportunidad de entablar amistad con él. “Nadie puede venir a mí —afirmó el Hijo de Dios— a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga.” (Juan 6:37, 44, 65.)
2, 3. ¿Por qué supone un desafío conservar una marcada identidad cristiana?
2 ¿No es verdad que nos deleita ser parte de un pueblo que goza de la aprobación y bendición de Jehová? Con todo, supone un desafío conservar una marcada identidad cristiana en estos “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Timoteo 3:1). Es especialmente así en el caso de los jóvenes criados en familias cristianas. Uno de ellos admite: “Asistía a las reuniones, pero no tenía ninguna meta espiritual definida y, francamente, tampoco sentía un deseo claro de servir a Jehová”.
3 Aunque quieren agradar a Dios, algunos jóvenes pudieran desviarse debido a la intensa presión de grupo, las influencias del mundo y la tendencia al pecado. Y es que cuando soportamos presión, corremos el peligro de perder gradualmente nuestra identidad cristiana. Por ejemplo, mucha gente piensa que los valores morales basados en la Biblia están anticuados o no se adaptan a la sociedad actual (1 Pedro 4:4). Hay quien dice que no es preciso adorar a Dios tal como él manda (Juan 4:24). En la carta a los Efesios, Pablo menciona que el mundo posee un “espíritu”, es decir, una actitud predominante (Efesios 2:2). Tal espíritu ejerce presión en la gente para que adopte la mentalidad de una sociedad que no conoce a Jehová.
4. ¿Cómo hizo hincapié Jesús en la necesidad de proteger la identidad cristiana?
4 Ahora bien, como siervos dedicados de Jehová, comprendemos que perder la identidad cristiana constituiría una tragedia para cualquiera de nosotros, ya seamos jóvenes o mayores. Un buen sentido de identidad solo puede basarse en las normas de Jehová y en lo que él espera de nosotros, pues, en suma, fuimos creados a su imagen (Génesis 1:26; Miqueas 6:8). En la Biblia se utiliza la ropa, algo que está a la vista, como ejemplo de nuestra clara identidad cristiana. Tocante a nuestros tiempos, Jesús advirtió: “¡Mira! Vengo como ladrón. Feliz es el que se mantiene despierto y guarda sus prendas de vestir exteriores, para que no ande desnudo y la gente mire su vergüenza” (Revelación 16:15).a No queremos despojarnos de nuestras cualidades cristianas y normas de conducta ni permitir que nos moldee el mundo de Satanás. Si así sucediera, perderíamos estas “prendas de vestir exteriores”, lo que sería muy lamentable y vergonzoso.
5, 6. ¿Por qué es vital la estabilidad espiritual?
5 Una marcada identidad cristiana señala el rumbo de nuestra vida. Si por alguna causa la perdiéramos, podríamos descarriarnos, pues careceríamos de dirección o metas definidas. La Biblia reiteradamente nos advierte que no caigamos en tal estado de indecisión. “El que duda —avisa el discípulo Santiago— es semejante a una ola del mar impelida por el viento y aventada de una parte a otra. De hecho, no vaya a figurarse ese hombre que recibirá cosa alguna de Jehová; es un hombre indeciso, inconstante en todos sus caminos.” (Santiago 1:6-8; Efesios 4:14; Hebreos 13:9.)
6 ¿Cómo podemos proteger nuestra identidad cristiana? ¿Qué nos ayudará a valorar aún más el gran privilegio de ser siervos del Altísimo? Veamos los siguientes consejos.
Establezcamos firmemente nuestra identidad cristiana
7. ¿Por qué hacemos bien en rogarle a Jehová que nos examine?
7 No dejemos nunca de afianzar nuestra relación con Jehová. La relación personal con Dios es la posesión más valiosa del cristiano (Salmo 25:14; Proverbios 3:32). Si nos asaltan dudas inquietantes sobre nuestra identidad cristiana, es preciso que examinemos con detenimiento la calidad e intimidad de nuestra relación. El salmista rogó con acierto: “Examíname, oh Jehová, y ponme a prueba; refina mis riñones y mi corazón” (Salmo 26:2). ¿Por qué es esencial tal examen? Porque no tenemos la capacidad de evaluar correctamente nuestras más recónditas motivaciones y tendencias. Solo Jehová es capaz de penetrar en nuestra persona interior, es decir, nuestros motivos, pensamientos y emociones (Jeremías 17:9, 10).
8. a) ¿Cómo nos benefician las pruebas que permite Jehová? b) ¿Cómo se nos ha ayudado individualmente a progresar como cristianos?
8 Cuando le pedimos a Jehová que nos examine, le estamos diciendo que nos ponga a prueba. Por tanto, tal vez permita situaciones que revelen nuestros verdaderos motivos y el estado del corazón (Hebreos 4:12, 13; Santiago 1:22-25). Debemos aceptar tales pruebas, pues nos ofrecen la oportunidad de demostrar el alcance de nuestra lealtad a Jehová. Además, evidencian si estamos “completos y sanos en todo respecto, sin tener deficiencia en nada” (Santiago 1:2-4). Y mientras tanto, crecemos espiritualmente (Efesios 4:22-24).
9. ¿Por qué es imprescindible convencerse de la verdad bíblica?
9 Asegurémonos de la verdad bíblica. Nuestra identidad como siervos de Jehová puede debilitarse si no está bien cimentada en el conocimiento de las Escrituras (Filipenses 1:9, 10). Todo cristiano —joven o mayor— ha de estar convencido de que sus creencias se hallan respaldadas por la Biblia y son la verdad. Pablo aconsejó a sus hermanos: “Asegúrense de todas las cosas; adhiéranse firmemente a lo que es excelente” (1 Tesalonicenses 5:21). Los hijos de familias piadosas deben aceptar el hecho de que no pueden depender de la fe de sus progenitores. David exhortó a su hijo Salomón: “Conoce al Dios de tu padre y sírvele con corazón completo” (1 Crónicas 28:9). No fue suficiente que el joven Salomón viera cómo su padre cultivaba fe en Jehová, sino que tenía que conocerlo por sí mismo. Y así lo hizo, pues le rogó: “Dame ahora sabiduría y conocimiento para que pueda salir delante de este pueblo y para que pueda entrar” (2 Crónicas 1:10).
10. ¿Por qué no hay nada malo en plantear preguntas sinceras con un buen motivo?
10 La fe sólida se fundamenta en el conocimiento. “La fe sigue a lo oído”, afirmó Pablo (Romanos 10:17). ¿Qué quiso decir con ello? Que consolidamos nuestra fe y confianza en Jehová, sus promesas y su organización nutriéndonos de su Palabra. Plantear preguntas bíblicas sinceras puede llevarnos a encontrar respuestas tranquilizadoras. Además, en Romanos 12:2 hallamos este consejo de Pablo: “Prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”. Ahora bien, ¿cómo podemos hacerlo? Adquiriendo “el conocimiento exacto de la verdad” (Tito 1:1). El espíritu de Jehová nos ayudará a comprender incluso asuntos difíciles (1 Corintios 2:11, 12). Cuando no entendamos bien algo, busquemos la ayuda de Dios (Salmo 119:10, 11, 27). Él desea que entendamos su Palabra, creamos en ella y la obedezcamos. De hecho, no rechaza las preguntas sinceras formuladas con un buen motivo.
Resueltos a agradar a Jehová
11. a) ¿Qué deseo natural puede entramparnos? b) ¿Cómo podemos reunir valor para resistir la presión de grupo?
11 Procuremos agradar a Dios, y no al hombre. Es natural que la pertenencia a un grupo defina en parte nuestra identidad. Todos necesitamos amigos, y nos agrada sentirnos aceptados. Durante la adolescencia —y también en otras etapas de la vida—, la presión de los compañeros puede ser intensa, lo que produce un fuerte deseo de imitar o agradar a los demás. Pero hay que tener en cuenta que los compañeros no siempre desean lo mejor para nosotros. A veces simplemente quieren tener a alguien con quien realizar sus fechorías (Proverbios 1:11-19). Cuando un cristiano sucumbe ante la presión de hacer algo malo, suele ocultar su identidad (Salmo 26:4). “No traten de imitar el modo de vivir de este mundo”, aconsejó el apóstol Pablo (Romanos 12:2, La Escritura Santa). Jehová nos suministra la fortaleza que precisamos para combatir tal presión (Hebreos 13:6).
12. ¿Qué pauta y qué ejemplo nos ayudarán a tener una confianza inquebrantable en Dios?
12 Cuando la presión exterior amenaza con arruinar nuestro sentido de la identidad cristiana, conviene recordar que nuestra lealtad a Jehová es mucho más importante que la opinión pública o las tendencias populares. Las palabras de Éxodo 23:2 nos sirven de pauta: “No debes seguir tras la muchedumbre para fines malos”. En la ocasión en que la mayoría de los israelitas dudaron de la capacidad de Jehová para cumplir sus promesas, Caleb se negó rotundamente a apoyarlos. Estaba convencido de que las promesas de Dios eran fidedignas, postura que le reportó abundantes bendiciones (Números 13:30; Josué 14:6-11). ¿Estamos también dispuestos a resistir la presión de la mayoría y proteger nuestra relación con Dios?
13. ¿Por qué es conveniente decir que somos cristianos?
13 Demos a conocer que somos cristianos. La mejor defensa es un buen ataque: este dicho resulta cierto en la lucha por conservar la identidad cristiana. Cuando en tiempos de Esdras los israelitas fieles se enfrentaron a oposición al efectuar la voluntad de Jehová, dijeron: “Somos los siervos del Dios de los cielos y de la tierra” (Esdras 5:11). Si nos intimidan las reacciones y la crítica de los opositores, puede que nos paralicemos de miedo. Tratar de agradar a todo el mundo nos restará efectividad, así que no nos acobardemos. Lo mejor es decir a los demás que somos testigos de Jehová. Expongamos con respeto y firmeza cuáles son nuestros valores, creencias y postura cristiana. Es bueno que sepan que estamos decididos a atenernos a las altas normas de Jehová en asuntos de moralidad. Dejemos bien claro que la lealtad cristiana no admite concesiones, y demostremos que estamos orgullosos de nuestros valores (Salmo 64:10). Destacarnos por ser cristianos firmes puede fortalecernos, protegernos e incluso impulsar a otros a aprender acerca de Jehová y su pueblo.
14. ¿Por qué no debemos permitir que la burla y la oposición nos desanimen?
14 Es posible que suframos burla y oposición (Judas 18). Pero no nos descorazonemos si hay quienes no quieren escucharnos (Ezequiel 3:7, 8). Independientemente de nuestro empeño, nunca lograremos convencer a las personas que no quieren dejarse convencer. Pensemos en el Faraón. No hubo plaga ni milagro —ni siquiera la pérdida de su primogénito— que lo persuadiera de que Moisés era el vocero de Jehová. Por tanto, no permitamos que nos paralice el miedo al hombre. La confianza y la fe en Jehová nos ayudarán a superarlo (Proverbios 3:5, 6; 29:25).
Aprendamos del pasado y trabajemos para el futuro
15, 16. a) ¿De qué consta nuestro legado espiritual? b) ¿Qué beneficios nos reporta meditar sobre el legado espiritual a la luz de la Palabra de Dios?
15 Valoremos nuestro legado espiritual. A la luz de la Palabra de Dios, los cristianos nos beneficiamos de meditar en nuestro rico legado espiritual. Esta herencia consta de la verdad de la Palabra de Jehová, la esperanza de la vida eterna y el honor de representar a Dios siendo proclamadores de las buenas nuevas. ¿Nos vemos entre sus Testigos, formando parte del privilegiado grupo de personas que han sido comisionadas para realizar la obra salvadora de predicar el Reino? Recordemos que no es otro sino Jehová el que nos dice: “Ustedes son mis testigos” (Isaías 43:10).
16 Debemos preguntarnos: “¿Cuánto valor le concedo a mi legado espiritual? ¿Lo considero tan importante que lo primordial en mi vida es efectuar la voluntad de Jehová? ¿Me da fuerzas el aprecio que le tengo para resistir cualquier tentación que pudiera llevarme a perderlo?”. Nuestro legado también puede infundirnos un profundo sentido de seguridad espiritual que solo es posible hallar en la organización de Dios (Salmo 91:1, 2). Repasar sucesos destacados de la historia moderna de Su organización nos ayudará a ver que nadie ni nada puede eliminar al pueblo de Jehová de la faz de la Tierra (Isaías 54:17; Jeremías 1:19).
17. ¿Qué se necesita además de valorar nuestro legado espiritual?
17 Como es lógico, no podemos depender solo de nuestro legado espiritual. Tenemos que cultivar una relación íntima con Dios. Después de laborar arduamente para fortalecer la fe de los cristianos de Filipos, el apóstol Pablo les escribió: “Por consiguiente, amados míos, tal como siempre han obedecido, no durante mi presencia solamente, sino ahora con mucha más prontitud durante mi ausencia, sigan obrando su propia salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Una cosa queda clara: la salvación depende de nosotros mismos.
18. ¿Cómo pueden las actividades espirituales reforzar nuestra identidad cristiana?
18 Ocupémonos en actividades cristianas. Se ha dicho que “el trabajo moldea la personalidad”. Los cristianos hemos recibido la importantísima comisión de predicar las buenas nuevas del Reino establecido de Dios. Pablo afirmó: “Por cuanto soy, en realidad, apóstol a las naciones, glorifico mi ministerio” (Romanos 11:13). La predicación nos distingue del mundo, y la participación en ella refuerza nuestra identidad cristiana. También lo hace ocuparnos en otras actividades teocráticas, como las reuniones cristianas, los programas de construcción de lugares de culto y las acciones de ayuda a los necesitados (Gálatas 6:9, 10; Hebreos 10:23, 24).
Una clara identidad reporta bendiciones tangibles
19, 20. a) ¿Qué beneficios le ha reportado ser cristiano? b) ¿Cuál es la base de nuestra verdadera identidad?
19 Pensemos por un momento en los innumerables beneficios y ventajas que nos ofrece ser verdaderos cristianos. Tenemos el privilegio de gozar del reconocimiento de Jehová. El profeta Malaquías dijo: “Los que estaban en temor de Jehová hablaron unos con otros, cada uno con su compañero, y Jehová siguió prestando atención y escuchando. Y un libro de recuerdo empezó a ser escrito delante de él para los que estaban en temor de Jehová y para los que pensaban en su nombre” (Malaquías 3:16). Podemos llegar a ser amigos de Dios (Santiago 2:23). Nuestra vida se enriquece con un claro propósito, verdadero sentido y objetivos sanos y productivos. Y, además, abrigamos la esperanza de la vida eterna (Salmo 37:9).
20 Recordemos que nuestra verdadera identidad y valía estriban en el concepto que Dios tiene de nosotros, y no en opiniones ajenas. La gente puede evaluarnos según escalas humanas inútiles, pero lo que determina nuestro valor es el amor de Dios y su interés personal: le pertenecemos (Mateo 10:29-31). A cambio, nuestro amor por él nos reporta el mayor sentido de identidad y la dirección más clara en nuestra vida. “Si alguien ama a Dios, este es conocido por él.” (1 Corintios 8:3.)
[Nota]
a Estas palabras quizás aludan a los deberes del oficial del monte del templo de Jerusalén. Durante las vigilias caminaba por el recinto para ver si los guardias levitas estaban alerta en sus puestos. A todo guardia que se hallara dormido se le golpeaba con un palo y podía infligírsele el deshonroso castigo de quemarle las prendas de vestir exteriores.
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