En unidad como cristianos
“IMAGÍNESE que, dependiendo de si usted es hombre o mujer, lo llaman hermano o hermana, y la persona que lo llama así no es el sacerdote, sino el caballero de mediana edad sentado a su lado, o la joven que acaba de sentarse a su derecha —escribió el escritor católico Domenico Mosso—. ‘¿Cómo dice?’ ‘Dije buenos días, hermano.’ ‘¿Cómo se atreve usted?... yo ni sé quién es usted, para que me trate con tanta familiaridad. Después de todo, estamos en la iglesia’.”
Ciertamente no hay verdadero sentido de relación fraternal dentro de las iglesias de la cristiandad. Esto refleja su falta de unidad cristiana. Sin embargo, no es así entre los testigos de Jehová. Igual que los primeros seguidores de Jesús, nosotros nos llamamos libremente hermano y hermana unos a otros. (2 Pedro 3:15.) Sin importar adónde vayamos en el mundo, si queremos que se nos reciba fraternalmente solo tenemos que ir al Salón del Reino más cercano. También manifiesta unidad el que todas las congregaciones sigan el mismo modelo de instrucción y todos los Testigos participen en predicar las “buenas nuevas del reino”. (Mateo 24:14.)
Jesucristo oró de este modo la noche antes de morir: “Hago petición [...] respecto a los que pongan fe en mí mediante la palabra de ellos; para que todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo”. (Juan 17:20, 21.) El registro bíblico muestra que Jehová Dios contestó la oración de Jesús. Entre los cristianos primitivos, animosidades de mucho tiempo entre judíos y gentiles se disiparon por la fuerza unificadora de las enseñanzas de Cristo. (Gálatas 3:28.)
Sin embargo, requirió esfuerzo mantener esa unidad. El apóstol Pablo suplicó a sus colaboradores ‘que anduvieran de una manera digna del llamamiento [celestial], esforzándose solícitamente por observar la unidad del espíritu en el vínculo unidor de la paz’. No se suponía que se dividieran en diversas sectas. No, “un cuerpo hay, y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en la sola esperanza a la cual fueron llamados; un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos”. Los apóstoles, pastores y maestros de la congregación fueron una provisión para ayudar a ‘todos a alcanzar la unidad en la fe’. (Efesios 4:1-6, 11-14.)
Los testigos de Jehová de hoy día han podido mantener esta “unidad”. Sin embargo, varios factores —el espíritu de independencia, diferencias culturales y raciales, diversas fallas e imperfecciones entre los compañeros cristianos— pudieran amenazar nuestra “unidad en la fe”. ¿Cómo podemos seguir unidos?
Nos alimentamos a la misma mesa
Jehová no ilumina a cada cristiano individualmente. Más bien, Cristo nombró a la clase del “esclavo fiel y discreto” para suministrar información que facilita el estudio de las Escrituras y da consejo oportuno a los cristianos de todo el mundo. (Mateo 24:45-47.) Así, La Atalaya se publica en 103 idiomas para satisfacer esa necesidad por toda la Tierra.
El que nos alimentemos a la misma mesa espiritual contribuye mucho a producir y mantener la unidad en la fe. Sin embargo, a veces parece que parte del consejo no aplica en algunos países. ¿Deberíamos pensar que no necesitamos esa información? Difícilmente. Puede que algunas de las advertencias de Pablo a los cristianos de la ciudad inmoral e idólatra de Corinto no parecieran aplicar de lleno a los cristianos de las zonas rurales. (1 Corintios 6:15, 16; 10:14.) Sin embargo, para los cristianos de todo lugar los escritos de Pablo fueron parte de las “Escrituras”. (2 Pedro 3:16.)
Así también hoy puede suceder que ciertos artículos no parezcan tan aplicables como otros a las circunstancias locales. Con todo, todavía deberíamos acoger la advertencia que nos llega de antemano, ¡pues sabemos lo pronto que pueden esparcirse en nuestra era de comunicación rápida las tendencias malsanas que empiezan en otra parte del mundo!
Las imperfecciones y los extremos de puntos de vista
Dijo el discípulo Santiago: “Todos tropezamos muchas veces”. (Santiago 3:2.) La imperfección también hace que los humanos tiendan a seguir extremos. Puede que esto no parezca ser un problema si todos los implicados piensan lo mismo. Por ejemplo, pudiera ser que dos personas exigentes se llevaran muy bien. Pero si una persona es desaliñada y la otra exigente, ¡las riñas pudieran ser interminables!
Los testigos de Jehová vienen “de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas”. (Revelación 7:9.) Por eso, ¡entre nosotros puede haber personas que tengan ideas muy diferentes en cuanto a asuntos como la dieta, la manera de vestir, el cuidado de la salud y hasta lo que se acepta como buenos modales en la sociedad! Esos puntos de vista en contraste no deberían dividirnos. La Biblia advierte contra los extremos y nos anima a esforzarnos por alcanzar equilibrio y sensatez. “La sabiduría de arriba es [...] pacífica, razonable”, dice la Biblia. (Santiago 3:17.)
Es cierto que la Biblia condena de manera muy específica ciertas prácticas. Pero muchas veces sencillamente nos anima a tomar un proceder equilibrado entre dos extremos. Considere lo que la Biblia dice sobre los siguientes asuntos:
Trabajo seglar: “La pereza hace caer un sueño profundo, y el alma floja padece hambre”. (Proverbios 19:15.) “No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas.” (Mateo 6:24.)
Hablar: “El que tiene refrenados sus labios está actuando discretamente”. (Proverbios 10:19.) “Para todo hay un tiempo señalado [...] tiempo de callar y tiempo de hablar.” (Eclesiastés 3:1, 7.)
Compañerismo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”. (Juan 13:35.) “Haz cosa rara tu pie en la casa de tu semejante, para que no tenga su suficiencia de ti.” (Proverbios 25:17.)
Crianza de los hijos: “El que retiene su vara odia a su hijo, pero el que lo ama es el que de veras lo busca con disciplina”. (Proverbios 13:24.) “No estén exasperando a sus hijos, para que ellos no se descorazonen.” (Colosenses 3:21.)
Mientras más equilibrados sean nuestros puntos de vista, y menos extremados, menos conflictos tendremos con otros cristianos. Pero ¿qué hacer si, debido a la imperfección, todavía surgen desacuerdos? Recuerde las palabras de Pablo en Colosenses 3:13: “Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro”.
‘Me causó tropiezo’
Sin embargo, puede que algunos de la congregación tiendan a ser extremadamente susceptibles y por eso vean motivos poco amables tras palabras y ademanes inocentes. Esto pudiera deberse a sus antecedentes. Prescindiendo de la causa, ¡cuán lamentable es que estas personas demasiado susceptibles se ofendan por naderías o, peor aún, perturben a otros respecto al asunto sembrando semillas de desunión!
Es verdad que la Biblia condena el comportamiento que pudiera causar tropiezo a otros discípulos. (Lucas 17:1, 2.) Y los cristianos maduros deben tomar en cuenta los sentimientos de sus compañeros cristianos. A la misma vez, la Biblia nos da consejo firme contra ser extremadamente susceptibles y exagerar las ofensas en la mente. (Eclesiastés 7:9.) Además, el esparcir descontento entre nuestros hermanos por llamar atención a las debilidades de alguien es una de las cosas que “Jehová de veras odia”. (Proverbios 6:16-19.)
El espíritu de Dios nos puede ayudar a vencer tan extrema susceptibilidad. En vez de pensar detenidamente en las faltas de nuestros hermanos, con la ayuda del espíritu podemos tener pensamientos positivos y edificantes. (Filipenses 4:8.) Esto promueve la unidad.
Unidad no significa uniformidad
Sin embargo, la unidad mundial no significa ahogar la individualidad ni aplastar la iniciativa. Donde aplican los principios bíblicos, nos alegramos de abandonar los patrones del pensamiento independiente de este mundo y aceptar la guía que da el espíritu de Jehová. Con todo, al cumplir con nuestra comisión de predicadores hay mucho lugar para individualidad y, sí, imaginación. Ciertamente nuestros hermanos suelen ser muy ingeniosos al adaptar su modo de testificar a las circunstancias locales.
Además, hay un amplio campo de actividades donde los principios bíblicos no están directamente implicados, lo que incluiría ciertas costumbres locales. En la Europa continental la gente por lo general se saluda dándose la mano. En partes del Oriente Lejano las personas inclinan la cabeza. Cualquiera de estas dos formas de saludo es aceptable a los cristianos. Considere la manera de vestir y de arreglarse. La Biblia solo da pautas básicas de modestia y equilibrio. Dentro de esas, podemos seguir nuestras propias preferencias, mientras ejercemos “buen juicio”. (1 Timoteo 2:9, 10.)
Por eso, los ancianos siempre deben esforzarse por dar consejo que esté firmemente basado en los principios bíblicos y no en preferencias personales. Por supuesto, en lo que toca a asuntos espirituales estarán a la vanguardia en la promoción de la verdadera unidad. Nosotros también podemos hacer nuestra parte. Podemos ‘seguir poniéndonos a prueba para ver si estamos en la fe’ por el estudio regular de la Biblia y de las publicaciones del “esclavo fiel”. (2 Corintios 13:5.) Podemos mantener unidad en nuestras obras por una denodada “declaración pública” de nuestra fe. (Hebreos 13:15.)
Así prestaremos atención al consejo inspirado: “Ahora los exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos hablen de acuerdo, y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar”. (1 Corintios 1:10.)
[Fotografía en la página 30]
Es vital para la unidad mantener buenas relaciones hasta cuando uno tiene base para ofenderse