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Parte 7: Búsqueda política de la utopía¡Despertad! 1990 | 8 de noviembre
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Comunismo: Sistema social que propugna la ausencia de clases, la propiedad común de los medios de producción y subsistencia, y la distribución equitativa de los bienes económicos.
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Parte 7: Búsqueda política de la utopía¡Despertad! 1990 | 8 de noviembre
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¿Se consigue la utopía por la revolución o por la evolución?
“Comunismo” se deriva de la palabra latina communis, que significa “común, perteneciente a todos”. Al igual que el socialismo, el comunismo afirma que la libre empresa produce desempleo, pobreza, oscilaciones en la economía y conflictos entre patronos y empleados. Por lo tanto, la solución es distribuir la riqueza de la nación de forma más justa y equitativa.
Sin embargo, a finales del siglo pasado, los marxistas no se ponían de acuerdo en cuanto a cómo lograr los objetivos deseados. A principios del siglo veinte la vertiente socialista que rechazó la revolución violenta y abogó por trabajar dentro de un sistema parlamentario democrático cobró fuerza y se convirtió en lo que ahora se llama socialdemocracia. Es el socialismo que se puede encontrar hoy en democracias como las de la República Federal Alemana, Francia y Gran Bretaña. Estos partidos, han rechazado a todos los efectos el pensamiento marxista puro y simplemente están interesados en el establecimiento de un Estado benefactor para sus ciudadanos.
Por otra parte, Lenin fue un marxista convencido que creía firmemente en que la utopía comunista podría lograrse solo mediante la revolución violenta. Sus ideas, junto con las del marxismo, sirven de base para el comunismo ortodoxo contemporáneo. Lenin, seudónimo de Vladimir Ilich Ulianov, nació en 1870 en lo que ahora es la Unión Soviética. En 1889 se convirtió al marxismo y desde 1900, después de un período de exilio en Siberia, vivió casi siempre en Europa occidental. A la caída del régimen zarista, volvió a Rusia, fundó el partido comunista ruso y dirigió la revolución bolchevique de 1917. Desde entonces, fue el primer dirigente de la Unión Soviética hasta su muerte en 1924. Concibió el partido comunista como un grupo altamente disciplinado y centralizado de revolucionarios que eran la vanguardia del proletariado. Los mencheviques disentían de esta concepción. (Véase la página 21.)
La línea de demarcación entre la revolución y la evolución ya no está tan clara. En 1978 el libro Comparing Political Systems: Power and Policy in Three Worlds comentó: “El comunismo se ha vuelto más ambivalente en cuanto a cómo lograr las metas socialistas. [...] Las diferencias entre el comunismo y la socialdemocracia han disminuido notablemente”. Ahora, en 1990, estas palabras adquieren más significado a medida que el comunismo experimenta cambios drásticos en la Europa del Este.
El comunismo reintroduce la religión
“Necesitamos valores espirituales [...]. Los valores morales que la religión generó y representó durante siglos pueden ayudar también en la labor de renovar nuestro país.” Pocas personas pensaban que escucharían alguna vez estas palabras de boca de un secretario general del partido comunista de la Unión Soviética. Sin embargo, el 30 de noviembre de 1989, Mijail Gorbachov anunció este espectacular cambio de actitud hacia la religión durante su visita a Italia.
¿Apoya esto de alguna forma la teoría de que los primeros cristianos eran también comunistas, y que practicaban un tipo de socialismo cristiano? Algunos quizás lo afirmen, mientras citan las palabras de Hechos 4:32 sobre los cristianos de Jerusalén: “Todas las cosas las tenían en común”. Sin embargo, si investigamos lo sucedido, descubrimos que era solo una disposición temporal debido a circunstancias imprevistas, no un sistema permanente de socialismo “cristiano”. Como compartían amorosamente sus bienes materiales, “no había ningún necesitado entre ellos” y “se efectuaba distribución a cada uno, según tuviera necesidad”. (Hechos 4:34, 35.)
“Glásnost” y “perestroika”
Desde los últimos meses de 1989, la Unión Soviética y sus gobiernos satélites comunistas en Europa del Este han experimentado cambios políticos sorprendentes, y gracias a la política de glásnost, o apertura, todos los hemos presenciado. Los europeos del Este han pedido reformas de largo alcance, que a cierto grado, se han conseguido. Los líderes comunistas han admitido la necesidad de un sistema más humanitario y compasivo y piden “el resurgimiento de un socialismo diferente, más solidario y eficaz”, como lo definió un economista polaco.
Uno de los líderes principales ha sido Gorbachov, quien, poco después de llegar al poder en 1985, introdujo la idea de la perestroika (reestructuración). Durante una visita a Italia defendió la perestroika como algo necesario para enfrentarse a los desafíos de esta década y comentó: “Al haber tomado el camino de la reforma radical, los países socialistas están cruzando un punto sin retorno. No obstante, es incorrecto insistir —como hacen muchos en Occidente— en que nos hallamos frente al colapso del socialismo, sino que por el contrario, el proceso socialista se desarrollará en múltiples formas en el mundo”.
Por lo tanto, los líderes comunistas no están dispuestos a concordar con la evaluación hecha el año pasado por el columnista Charles Krauthammer, que escribió: “La pregunta constante que ha preocupado a todo filósofo político desde el tiempo de Platón —¿Cuál es la mejor forma de gobierno?— ya ha quedado contestada. Después de milenios de probar toda clase de sistema político, cerramos este último con la seguridad de que en la democracia capitalista, pluralista y liberal hemos encontrado lo que buscábamos”.
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