Gobernación humana en la balanza
Parte 7: Búsqueda política de la utopía
Socialismo: Sistema social que aboga por la propiedad y control del Estado sobre los medios de producción. Los comunistas lo consideran una etapa intermedia entre el capitalismo y el comunismo. Comunismo: Sistema social que propugna la ausencia de clases, la propiedad común de los medios de producción y subsistencia, y la distribución equitativa de los bienes económicos.
LA MITOLOGÍA griega nos habla del dios Cronos, durante cuyo reinado Grecia disfrutó una edad de oro. “Todos tenían el mismo derecho a la propiedad común, no se conocía la propiedad privada, y reinaban una paz y armonía imperturbables”, explica el Dictionary of the History of Ideas. La misma fuente añade: “Aparecen las primeras huellas del socialismo en lo que parece nostalgia por esta ‘época dorada’”.
Sin embargo, no fue sino hasta principios y mediados del siglo XIX que el socialismo hizo su aparición como movimiento político moderno. Encontró pronta aceptación, especialmente en Francia, donde la Revolución francesa hizo tambalear las ideas convencionales y —al igual que en otros países europeos— la Revolución industrial creó graves problemas sociales. El pueblo estaba preparado para aceptar el concepto de que la posesión pública de los recursos, en vez de la privada, permitiría a las masas disfrutar por igual de los frutos del trabajo común.
El socialismo no es una idea nueva, pues ya los filósofos griegos Platón y Aristóteles escribieron sobre el tema. Posteriormente, durante la Reforma protestante del siglo XVI, Thomas Müntzer, un sacerdote católico radical alemán, abogó por una sociedad sin clases. Pero sus puntos de vista fueron muy polémicos, especialmente su llamamiento a la revolución, si fuese necesaria, para alcanzar este objetivo. En el siglo XIX, el galés Robert Owen, los franceses Étienne Cabet y Pierre-Joseph Proudhon, así como otros reformadores sociales, entre ellos clérigos renombrados, enseñaron que el socialismo no era más que otro nombre para el cristianismo.
Las utopías de Marx y Moro
Sin embargo, “ninguno de estos portavoces del socialismo —dice la obra antes citada— tuvo una influencia comparable a la de Karl Marx, cuyos escritos se convirtieron en el fundamento del pensamiento y acción socialistas”.a Marx teorizaba que por medio de la lucha de clases, la historia progresa paso a paso; una vez alcanzado el sistema político ideal, la historia, en ese sentido, terminará. Este sistema ideal resolverá los problemas de las sociedades anteriores. Todos vivirán en paz, libertad y prosperidad, sin necesidad de gobiernos o fuerzas militares.
Esto guarda un parecido notable con lo que el estadista británico Tomás Moro describió en 1516 en su libro Utopía. La palabra ou-topos, un nombre griego acuñado por Moro, significa “en ningún lugar” y es posible que fuera un juego de palabras relacionado con una expresión similar eu-topos, que significa “buen lugar”. Moro propuso la utopía de un país imaginario (en ningún lugar) que era al mismo tiempo un país ideal (buen lugar). Por eso, “utopía” ha llegado a significar “un lugar de perfección ideal sobre todo en lo referente a las leyes, formas de gobierno y condiciones sociales”. El libro de Moro era una acusación clara contra las condiciones sociales y económicas nada ideales que prevalecieron durante aquella época en Europa, especialmente en Inglaterra, y que después contribuyeron al auge del socialismo.
Las teorías de Marx también se hicieron eco de las del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Según el Dictionary of the History of Ideas “el carácter apocalíptico y casi religioso del socialismo marxista estuvo influenciado por la redefinición filosófica de Hegel de la teología cristiana radical”. Con este fondo de “teología cristiana radical”, explica el escritor Georg Sabine, Marx desarrolló “un llamamiento moral muy poderoso, respaldado por una convicción casi religiosa. Fue nada menos que un llamamiento a unirse al avance de la justicia y de la civilización”. El socialismo era la esperanza del futuro y quizás algunos pensaran que se trataba en realidad del cristianismo que marchaba hacia la victoria con un nuevo nombre.
Del capitalismo a la utopía
Durante su vida Marx sólo pudo publicar el primer volumen de su libro El Capital. Los dos últimos fueron editados y publicados en 1885 y 1894 respectivamente por su colaborador más estrecho, Friedrich Engels, filósofo socialista alemán. El Capital intentó explicar el desarrollo histórico del capitalismo, sistema económico característico de la democracia representativa occidental. Basándose en el libre mercado y la competencia sin control estatal, el capitalismo —tal como lo explica Marx— concentra la propiedad de los medios de producción y distribución en manos privadas y empresariales. Según Marx, el capitalismo crea una clase media y una clase trabajadora, lo que provoca antagonismos entre las dos y la opresión de los trabajadores. Utilizando los trabajos de economistas ortodoxos para respaldar sus puntos de vista, Marx argumentó que el capitalismo es en realidad antidemocrático, y que el socialismo es definitivo en cuestión de democracia, útil para el pueblo al promover la igualdad y libertad humanas.
La utopía se alcanzaría cuando el proletariado hiciera la revolución y se librara de la opresión burguesa, y así establecería lo que Marx llamó la “dictadura del proletariado”. (Véase la página 21.) Sin embargo, con el tiempo moderó su punto de vista y empezó a admitir dos conceptos sobre la revolución: la revolución violenta y la revolución gradual, más permanente. Esto hizo surgir una cuestión interesante.
¿Se consigue la utopía por la revolución o por la evolución?
“Comunismo” se deriva de la palabra latina communis, que significa “común, perteneciente a todos”. Al igual que el socialismo, el comunismo afirma que la libre empresa produce desempleo, pobreza, oscilaciones en la economía y conflictos entre patronos y empleados. Por lo tanto, la solución es distribuir la riqueza de la nación de forma más justa y equitativa.
Sin embargo, a finales del siglo pasado, los marxistas no se ponían de acuerdo en cuanto a cómo lograr los objetivos deseados. A principios del siglo veinte la vertiente socialista que rechazó la revolución violenta y abogó por trabajar dentro de un sistema parlamentario democrático cobró fuerza y se convirtió en lo que ahora se llama socialdemocracia. Es el socialismo que se puede encontrar hoy en democracias como las de la República Federal Alemana, Francia y Gran Bretaña. Estos partidos, han rechazado a todos los efectos el pensamiento marxista puro y simplemente están interesados en el establecimiento de un Estado benefactor para sus ciudadanos.
Por otra parte, Lenin fue un marxista convencido que creía firmemente en que la utopía comunista podría lograrse solo mediante la revolución violenta. Sus ideas, junto con las del marxismo, sirven de base para el comunismo ortodoxo contemporáneo. Lenin, seudónimo de Vladimir Ilich Ulianov, nació en 1870 en lo que ahora es la Unión Soviética. En 1889 se convirtió al marxismo y desde 1900, después de un período de exilio en Siberia, vivió casi siempre en Europa occidental. A la caída del régimen zarista, volvió a Rusia, fundó el partido comunista ruso y dirigió la revolución bolchevique de 1917. Desde entonces, fue el primer dirigente de la Unión Soviética hasta su muerte en 1924. Concibió el partido comunista como un grupo altamente disciplinado y centralizado de revolucionarios que eran la vanguardia del proletariado. Los mencheviques disentían de esta concepción. (Véase la página 21.)
La línea de demarcación entre la revolución y la evolución ya no está tan clara. En 1978 el libro Comparing Political Systems: Power and Policy in Three Worlds comentó: “El comunismo se ha vuelto más ambivalente en cuanto a cómo lograr las metas socialistas. [...] Las diferencias entre el comunismo y la socialdemocracia han disminuido notablemente”. Ahora, en 1990, estas palabras adquieren más significado a medida que el comunismo experimenta cambios drásticos en la Europa del Este.
El comunismo reintroduce la religión
“Necesitamos valores espirituales [...]. Los valores morales que la religión generó y representó durante siglos pueden ayudar también en la labor de renovar nuestro país.” Pocas personas pensaban que escucharían alguna vez estas palabras de boca de un secretario general del partido comunista de la Unión Soviética. Sin embargo, el 30 de noviembre de 1989, Mijail Gorbachov anunció este espectacular cambio de actitud hacia la religión durante su visita a Italia.
¿Apoya esto de alguna forma la teoría de que los primeros cristianos eran también comunistas, y que practicaban un tipo de socialismo cristiano? Algunos quizás lo afirmen, mientras citan las palabras de Hechos 4:32 sobre los cristianos de Jerusalén: “Todas las cosas las tenían en común”. Sin embargo, si investigamos lo sucedido, descubrimos que era solo una disposición temporal debido a circunstancias imprevistas, no un sistema permanente de socialismo “cristiano”. Como compartían amorosamente sus bienes materiales, “no había ningún necesitado entre ellos” y “se efectuaba distribución a cada uno, según tuviera necesidad”. (Hechos 4:34, 35.)
“Glásnost” y “perestroika”
Desde los últimos meses de 1989, la Unión Soviética y sus gobiernos satélites comunistas en Europa del Este han experimentado cambios políticos sorprendentes, y gracias a la política de glásnost, o apertura, todos los hemos presenciado. Los europeos del Este han pedido reformas de largo alcance, que a cierto grado, se han conseguido. Los líderes comunistas han admitido la necesidad de un sistema más humanitario y compasivo y piden “el resurgimiento de un socialismo diferente, más solidario y eficaz”, como lo definió un economista polaco.
Uno de los líderes principales ha sido Gorbachov, quien, poco después de llegar al poder en 1985, introdujo la idea de la perestroika (reestructuración). Durante una visita a Italia defendió la perestroika como algo necesario para enfrentarse a los desafíos de esta década y comentó: “Al haber tomado el camino de la reforma radical, los países socialistas están cruzando un punto sin retorno. No obstante, es incorrecto insistir —como hacen muchos en Occidente— en que nos hallamos frente al colapso del socialismo, sino que por el contrario, el proceso socialista se desarrollará en múltiples formas en el mundo”.
Por lo tanto, los líderes comunistas no están dispuestos a concordar con la evaluación hecha el año pasado por el columnista Charles Krauthammer, que escribió: “La pregunta constante que ha preocupado a todo filósofo político desde el tiempo de Platón —¿Cuál es la mejor forma de gobierno?— ya ha quedado contestada. Después de milenios de probar toda clase de sistema político, cerramos este último con la seguridad de que en la democracia capitalista, pluralista y liberal hemos encontrado lo que buscábamos”.
Por otra parte, el periódico alemán Die Zeit admite con franqueza que las democracias de corte occidental presentan hoy día un cuadro lamentable, y enfoca la atención en el “desempleo, el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución, la reducción de los programas sociales, la reducción de tasas y en los déficits presupuestarios” y entonces pregunta: “¿Es esta realmente la sociedad perfecta que ha triunfado para siempre sobre el socialismo?”.
Un dicho popular afirma que la gente que vive en casas de cristal no debería tirar piedras. ¿Qué tipo de gobierno humano imperfecto puede permitirse criticar los fallos de otro? Los hechos demuestran que el gobierno humano perfecto —la utopía— no existe. Los políticos aún siguen buscando el “buen lugar”, pero todavía no lo han encontrado en “ningún lugar”.
[Nota a pie de página]
a Marx, nacido de padres judíos en 1818 en lo que entonces fue Prusia, se educó y trabajó en Alemania como periodista; desde 1849 pasó la mayor parte de su vida en Londres, hasta su muerte en 1883.
[Recuadro en la página 21]
TERMINOLOGÍA SOCIALISTA Y COMUNISTA
BOLCHEVIQUES/MENCHEVIQUES: El Partido Obrero Social-Demócrata Ruso fundado en 1898 se escindió en dos grupos en 1903: los bolcheviques, literalmente “miembros de la mayoría”, dirigidos por Lenin, preferían que el partido tuviese un número limitado de revolucionarios disciplinados, y los mencheviques, “miembros de la minoría”, que abogaban porque el partido tuviese mayor número de miembros y emplease métodos democráticos.
BURGUESÍA/PROLETARIADO: Marx afirmaba que el proletariado (la clase trabajadora) derrocaría a la burguesía (clase media, incluidos los propietarios de fábricas), establecería la “dictadura del proletariado” y lograría una sociedad sin clases.
KOMINTERN: Abreviatura de Internacional Comunista (III Internacional), organización fundada por Lenin en 1919 para fomentar el comunismo y que se disolvió en 1943. La precedieron la I Internacional (1864-1876), un parlamento internacional de grupos socialistas europeos, y la II Internacional (1889-1919), un parlamento internacional de partidos socialistas.
MANIFIESTO COMUNISTA: Declaración hecha en 1848 por Marx y Engels, donde se exponían los principios fundamentales del socialismo científico que sirvió de base durante mucho tiempo para los partidos comunistas y socialistas europeos.
EUROCOMUNISMO: Sistema utilizado por los partidos comunistas de Europa occidental, independientes del liderazgo soviético y dispuestos a servir en gobiernos de coalición. Preconizan que ya no es necesaria “la dictadura del proletariado”.
SOCIALISMO CIENTÍFICO/UTÓPICO: Términos utilizados por Marx para diferenciar sus teorías —supuestamente basadas en un examen científico de la historia y del sistema capitalista— de las enseñanzas socialistas puramente utópicas de sus predecesores.